En el
siglo V los pueblos germánicos invaden la Península Ibérica, sometiendo las
provincias romanas con rapidez al no encontrar resistencia por parte de las
poblaciones y precipitando el final del Imperio Romano.
Las invasiones germánicas. |
La mayor
parte de la población hispanorromana era cristiana. En el siglo V los suevos se
convirtieron al cristianismo, y los visigodos, que eran cristianos arrianos, se
convirtieron al catolicismo en el 589.
En Aragón
hubo poca presencia visigoda, pues la importancia de Toledo y el escaso número
de invasores hizo que casi toda la población de la zona fuera hispanorromana.
Sos y la Valdonsella se encontraban dentro del ámbito de los vascones, nombre
dado por los romanos al pueblo cuyo territorio se extendía entre el curso alto
del río Ebro y la vertiente peninsular de los Pirineos occidentales,
comprendiendo lo que hoy es Navarra, oeste de la provincia de Zaragoza y centro
y noreste de la Rioja, entrando en conflicto en diversas ocasiones con los
visigodos. Con el fin de conseguir la unidad territorial el rey visigodo
Suintila realizó varios ataques contra los vascones sobre el año 631,
derrotándolos.
En el año
711 entran en la Penísula los musulmanes, que tras vencer en la batalla de
Guadalete al rey Rodrigo acabaron con el reino visigodo de Toledo.
En poco tiempo ocuparon la Península, pues en el año
714 ya habían llegado al valle del Ebro. Sin embargo esta ocupación en la zona
de la Valdonsella y en Sos, entonces mal comunicadas y con poblados muy
pequeños y aislados, no tuvo un gran
asentamiento musulmán desde donde dirigir las actividades políticas y
económicas, sino más bien, lo que hubo, entre los siglos VIII y X, fueron
pequeños puestos fortificados en forma de torres aisladas, suficientes para
asegurarse la percepción de los tributos impuestos a los cristianos y como
vanguardia frente al reino de Pamplona, habiendo noticias que así lo
atestiguan, como el que Al- Tawil, gobernador de Huesca desde el año 889, tras
realizar una serie de razzias, desistió de ir hasta Pamplona y se refugió en
Roita, uno de sus castillos ubicado en el término municipal de Sos. También hay
autores que identifican el castillo musulmán fronterizo de AL-Baber con Barués, igualmente ubicado en el término de Sos. Y, por último,
no hay que olvidar que hasta comienzos del siglo X, la localidad de Uncastillo
estuvo bajo el poder del Islam. Estas torres fortificadas islámicas dejaron huella en
multitud de topónimos, como Castiello, Castejón, Castellar, Castilliscar,
Castelsiver, etc..., pero de todos modos, por los documentos encontrados de la
época a la que hacemos referencia, y por la casi nula huella de arquitectura y
de topónimos árabes en la comarca de Sos, se puede decir que su dominio en esta
zona fue bastante efímero.
Al otro lado de los Pirineos, en la antigua provincia
romana de la Galia, los francos derrotaron a los visigodos en la batalla de
Vouille en el 507 y se asentaron a lo largo de toda la provincia, provocando la
retirada visigoda del sur galo. En el 711 los musulmanes que habían ocupado la
Península Ibérica cruzaron los Pirineos y penetraron también en la Galia, pero
Carlos Martel, en el 732 los venció en Poitiers, poniendo freno para siempre su
posible expansión por Europa. El reino franco lo heredó Carlos, conocido como
el Grande (Carlomagno), quien se lanzó a la conquista de territorios y de
pueblos todavía paganos llegando a poseer un gran imperio: el Imperio
Carolingio.
El imperio Carolingio y las marcas defensivas. |
Carlomagno cruzó los Pirineos tras la petición de ayuda de los propios reyes musulmanes de Zaragoza y Barcelona para hacer frente al emir Abd-al-Rahman I, pero cuando llegó a Zaragoza la situación había cambiado y tuvo que retirarse, puesto que el rey se negó a abrirle las puertas de la ciudad. En su retirada sufrió la derrota de Roncesvalles a manos de los vascones en el 778.
Tras esta derrota se creó el reino de Aquitania en
manos del hijo de Carlomagno, Luis. Se empezó a acoger a los cristianos que no
querían vivir bajo el poder musulmán, y junto a ellos se logró conquistar
Gerona en el 795 y Barcelona en el 801, creándose la Marca Hispánica, la cual
se fue ampliando durante los siglos siguientes conforme los reinos peninsulares
iban “reconquistando” las tierras del antiguo reino visigodo. A lo largo de
ella se fueron creando condados, como era habitual en la organización del
imperio franco, que dirigidos por aristócratas locales acabarán formando reinos
independientes en el futuro; Aragón, Sobrarbe y Ribagorza fueron algunos de estos condados.
El condado de Aragón. A mediados del siglo X se incorporó al Reino de Pamplona |
El primer conde aragonés del que tenemos noticia es un franco, Oriol o Aureolo (802-809). Conforme iba extendiendo sus conquistas por la cuenca alta del río Gállego, se desprendía del amparo carolingio y se acercaba al núcleo de gobernantes de Pamplona.
A la
muerte de Aureolo le sucede el musulmán Amrus ben Yusuf, gobernador de Huesca y
Zaragoza, que pronto fue sustituído por un indígena, el funcionario carolingio
Aznar Galindo I (809-820), quien recupera Jaca (811).
La personalidad de este primer conde oriundo
de Aragón no es muy conocida. Se sabe que Céntulo y Matrona fueron sus hijos, y
que ésta última se casó con García “El Malo”, que se apoderó del condado de
Aragón y repudió a su mujer para casarse con una hija del rey Iñigo Arista de
Pamplona, Nunila.
García “El Malo”-yerno de Aznar Galindo I
-expulsó del condado a su suegro y con él, seguramente, a los partidarios de la
vinculación con el imperio carolingio, pues a diferencia de lo que ocurre en
los condados catalanes, donde el dominio franco sustituye al musulmán, en los
Pirineos occidentales, menos romanizados, los carolingios son rechazados una
vez que han liberado el territorio de la presencia islámica.
Expulsado
de Aragón, Aznar Galindo recibió del Emperador el condado de Urgel-Cerdeña, al
que su hijo Galindo Aznárez I (820-864) uniría el de Pallars-Ribagorza.
En la
segunda mitad del siglo IX el reino pamplonés sufrió contínuos ataques
islámicos. Estos ataques, que perseguían el saqueo más que la conquista,
constituían al valle del Ebro la ruta por la que las tropas cordobesas,
dirigidas por Almanzor, se dirigían para atacar el reino asturleonés.
Durante
estas guerras, y por razones poco conocidas, Galindo I perdió el control de
Urgel y recuperó las posesiones que habían sido de su padre entre los dos ríos
Aragón. Para hacer frente a la presión musulmana y carolingia se vio obligado a
buscar alianzas con el monarca navarro García Iñiguez, de cuyo reino partirían
las amenazas para la independencia de Aragón una vez debilitado el Imperio y
fragmentados los dominios musulmanes por las sublevaciones muladíes de la
segunda mitad del siglo, con los que hasta entonces el reino de Pamplona había
llevado a cabo una política defensiva y de buenas relaciones con la familia
muladí de los Banu Qasi del Valle del Ebro.
La influencia eclesiástica carolingia fue de
mayor duración que la política y se manifestó en la creación de numerosos
monasterios, como el de San Zacarías o San Pedro de Siresa, visitado en el año
848 por el mozárabe Eulogio de Córdoba, que halló en él numerosos libros desconocidos por los mozárabes y,
seguramente, por los visigodos; pero este influjo carolingio perdió fuerza al
producirse una importante migración de clérigos mozárabes que, a mediados del
siglo IX, sustituyeron la organización y la cultura carolingia por la
hispanovisigoda y crearon numerosos monasterios, como el de San Juan de la
Peña.
La
expansión hacia el sur y hacia el este de los navarros cortaba toda posibilidad
de ampliación del territorio aragonés, y Aznar Galindo II (864-893), hijo de
Galindo I, y su hijo Galindo Aznárez II establecieron contra los navarros alianzas
y pactos con los musulmanes de Huesca y con los condes de Gascuña; para ello Aznar
Galindo II casó a su hijo Galindo Aznárez II (893-922/24) con una hija del rey
navarro, Oneca. Y Galindo Aznárez II, para asegurarse la amistad de los
musulmanes de Huesca, casa a una hija suya, Sancha, con el valí oscense
Muhammad al-Tawil.
Es para
estas fechas cuando surgirían Sos y sus poblados cercanos, pues así se deduce
del trabajo realizado por Martín Duque sobre la Documentación medieval de Leyre (siglos IX al XII) en el que indica
que Añués (término de Sos), junto con Undués y Lerda fueron cedidos al monasterio de Leyre con todas sus pertenencias
el 21 de octubre del año 880, siendo el rey García Iñiguez quien las donó en
presencia de su hijo Fortún y el obispo de Pamplona Jimeno. Esta donación se
hizo a San Salvador, patrón del monasterio, y a las santas Vírgenes Nunilo y
Alodia, como ofrenda para dar gracias por haber sido liberados del cautiverio
de Córdoba. La donación fue hecha libre de todo derecho real y de cualquier
otro señorío para que sean enteramente del Abad y los monjes del monasterio,
sin embargo desató unas importantes disensiones sobre términos y jurisdicciones
entre los vecinos de dichos pueblos y los de la villa de Fillera. Esto hizo que
en un principio dicha donación no fuera efectiva, y que pasado un tiempo, tras
apaciguarse las discordias, revalidó el rey la misma donación expresando en
ella detalladamente los términos que correspondían a cada uno de los pueblos
donados, con fecha también de 21 de octubre pero del año 918, siendo abad del
monasterio don Sancho Gentuliz. La coincidencia del día de estas dos donaciones
sugiere que la corte se reunía en Leyre todos los años el 21 de octubre para
celebrar la festividad de las santas mártires[1] De esta
forma el monasterio se aseguraba la percepción de los diezmos asociados a
dichas parroquias[2].Estas
fechas coinciden con las aportadas por Jerónimo Zurita sobre la fundación de
estos poblados en la segunda mitad del siglo IX por parte del rey de Pamplona
García Iñiguez (851-880)
Los
matrimonios de Galindo Aznárez II y de Sancha no pudieron evitar que la
monarquía asturiana buscase una entidad política fuerte que amortiguase las
razzias cordobesas, y lo hizo apoyando a la familia de los Jimeno para que se
hiciese con el trono pamplonés a comienzos del siglo X. Fue Sancho Garcés I de
Navarra (905-925) quien entre los años 921-922, con la ayuda de los
astur-leoneses y ante la debilidad de los emires andaluces que sufrían una
serie de revueltas internas, realizó una gran campaña por la zona de las Cinco
Villas, ocupando sus castillos. La cercanía de los bastiones musulmanes de
Ejea, Tudela, Tarazona y Borja hizo que este monarca realizara una frontera que
cubriera el flanco suroriental de su reino, frontera basada en el modelo
musulmán, consistente en villas fortificadas para asiento de guarniciones
permanentes. Esta línea defensiva nacía en Sangüesa, pasando por Sos,
Uncastillo, Luesia, Biel, Agüero, Murillo de Gállego y atravesando el Gállego,
discurría por Loarre, Nocito, Secorún y llegaba hasta Buil, en el Sobrarbe,
constituyendo un freno a la expansión musulmana. Llegó a tomar momentáneamente
incluso Ejea, aunque fue una conquista esporádica ya que en el año 907 volvió a
pasar a manos del Islam.
Paralelamente,
Sancho Garcés I someterá el condado a una discreta tutela, que se reflejaría en
el matrimonio de la aragonesa Andregoto Galíndez(922-943), hija de Galindo Aznárez
II, último conde de la dinastía privativa aragonesa, con su hijo García Sánchez
I, cuyo matrimonio trajo años de paz y prosperidad para ambos territorios y sus
gentes.
Para entonces Sos ya contaba con una población
y vida comunal desarrollada, confirmando lo que algunos estudiosos dicen, que
fue Sancho Garcés I, quien restauró Sos tras haberse despoblado la zona por ser
escenario de frecuentes conflictos armados. Historiadores como Antonio Ubieto
Arteta nos hablan del Reino de la Val d’Onsella, un «reino con una vinculación clara a la labor de unificación y
estabilización del territorio por parte del rey Sancho Garcés I, que ya había
recuperado la fortaleza de Sos allá por el año 908.” También Blancas, en “modo de proceder en Cortes” (cap.12),
nos habla de que Sos era libre de los moros en el siglo IX. La documentación de
Leyre nos indica que ya en el siglo X había importantes asentamientos en la
comarca de la Valdonsella, pues a estos asentamientos se les califica como “villas”
en la citada documentación, y no como “castrum”, como se venía haciendo hasta
ahora, y además disponía cada uno de ellos de su propia iglesia.
Otro
documento de 938, fechado el 14 de febrero, señala que García Sánchez I de Pamplona
(934-970), hijo y sucesor de Sancho Garcés, confirmó al monasterio de Leyre la
donación hecha por el obispo Galindo de las décimas de los frutos recogidos en
Sos, Uncastillo, Luesia, Biel, Lucientes
(término de Longás),Sestrica, Orrio, Eliso, Castelmanco, Agüero,
Tolosana, Murillo, Serracastiel y su dominio, Longás, Lobera, Castellon, Mianos, Sibirana (término de Luesia), Petilla (de Aragón) Polovagente,
Espaniés y Asín[3],
lo que indica que ya existían dominios cristianos por la comarca a mediados
de la centuria, aunque luego se pierdan bastantes, pero no Sos,
pues sabemos que Sancho Garcés II Abarca (970-994), hijo y sucesor de García Sánchez,
ordenó, en el año 970, la construcción en Sos de un fuerte-castillo en su afán
de consolidar el sistema defensivo de castillos en la llamada frontera de los
Arbas, que ya inició su padre, y cinco años más tarde, según los anales palatinos de al-Razi, Sos era
residencia real al albergar al rey Ramiro Garcés de Viguera[4], experto
capitán del ejército vascón, al que atribuyen el papel de comandante en jefe de
la Frontera de los Arbas, la Onsella y el Gállego, quien a finales del siglo X,
en la batalla de Estercuel, salió de Sos al frente de 500 jinetes enviando por
delante a unos 200 para patrullar la zona de Tudela. Estos fueron sorprendidos
y derrotados. Cañada Juste, dice de Ramiro Garcés: “...por aquellas fechas (976) se hallaba Ramiro en el apogeo de su
fama. Titulado rey de Viguera, era señor de Sos y tenía diversos dominios
patrimoniales en Navardún, Apardués y tal vez otros lugares. Dirigía los
asuntos de la monarquía juntamente con su hermano Sancho, aunque bajo el
imperio de éste. Suscribía los documentos en algunos casos incluso colocándose
por delante de la reina Urraca...”[5]
El condado de Aragón bajo la órbita de Pamplona |
A finales
del siglo X García Sánchez II, hijo de Sancho Garcés II heredó el reino de
Pamplona y el condado de Aragón. Un documento del año 962 del monasterio de Rava, señala que los dominios de García Sánchez se extendían desde Pamplona hasta el valle de Boltaña.
A García Sánchez le tocó vivir los difíciles momentos caracterizados por los enfrentamientos con Almanzor y su hijo, cuyas campañas de castigo llegaron a arrasar gran cantidad de iglesias, monasterios, castillos y poblaciones enteras en el norte de la Península y en la Valdonsella.
A García Sánchez le tocó vivir los difíciles momentos caracterizados por los enfrentamientos con Almanzor y su hijo, cuyas campañas de castigo llegaron a arrasar gran cantidad de iglesias, monasterios, castillos y poblaciones enteras en el norte de la Península y en la Valdonsella.
Tras la
muerte de Almanzor, el hijo y sucesor de García Sánchez II, Sancho III el
Mayor, será el encargado de levantar y organizar de nuevo sus territorios, y será el hijo de éste, Ramiro I, quien en el año 1035 incorpore Sos a Aragón, que hasta entonces había estado bajo la órbita de Pamplona.(continuación)
[1] G.
Fernández Pérez.Historia de la iglesia y
obispos de Pamplona, real y eclesiástica del reino. Madrid, 1846. En “Undués de Lerda” Cuadernos de Aragón,
46
[2]
VV.AA. Undués de Lerda. Cuadernos de
Aragón, 46.
[3] Moret. Lib. 9, cap. 2, fol. 397.
[4] Esta
residencia podría haber sido ubicada en el enclave rocoso que actualmente ocupa
el Palacio de Sada. Cabañero Subiza, Bernabé y Galtier Martí, F. “Los primeros castillos de la frontera de
los Arbas y el Onsella”, pp. 59-85.
[5]
Cañada Juste, Alberto. Un milenario navarro: Ramiro Garcés, rey de Viguera.
Rev. Príncipe de Viana año 42, nº 162, pp. 21-37.
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-www.sosdelreycatolico.com
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