“...llamad a las plañideras.Haced venir a las expertas; que vengan en seguida y nos entonen lamentos..." (Jer, 9:16,17)
Una plañidera
es una mujer a la que se paga por asistir a los velatorios y funerales para
llorar al difunto. El pago puede hacerse en dinero o especie.
La palabra plañidera
deriva de plañir (llorar con sollozos), del latín plangere (lamentarse). Pagar
a mujeres para llorar en los funerales es una tradición milenaria que los
griegos y romanos heredaron de los hebreos, aunque se cree que ya los egipcios
pagaban a mujeres para llorar a los muertos.
Las plañideras
hacían público el llanto y dolor de la familia del muerto, acompañaban a los
familiares del difunto dándoles apoyo moral y confortando su dolor, a la vez
que ayudaban al alma del difunto en su viaje hacia la vida eterna. Esta
costumbre ha perdurado en España hasta no hace mucho tiempo.
En Sos del Rey
Católico, cuando fallecía alguna persona, era costumbre ir a rezar los rosarios
a casa del fallecido, a la que acudían todos los parientes, amigos y vecinos del
pueblo y, por supuesto, las plañideras.
El número de plañideras a las que se pagaba en un funeral era directamente proporcional al status social del finado; si el fallecido pertenecía a la élite de la sociedad la familia podía pagar a varias plañideras, mientras que si era de las clases menos favorecidas, su delicada situación económica sólo les permitía poder pagar a una. Entre los primeros y estos últimos se abría una amplia gama de diferentes economías que condicionaba el número de plañideras a contratar tras una defunción en el hogar.
El número de plañideras a las que se pagaba en un funeral era directamente proporcional al status social del finado; si el fallecido pertenecía a la élite de la sociedad la familia podía pagar a varias plañideras, mientras que si era de las clases menos favorecidas, su delicada situación económica sólo les permitía poder pagar a una. Entre los primeros y estos últimos se abría una amplia gama de diferentes economías que condicionaba el número de plañideras a contratar tras una defunción en el hogar.
A principios del
siglo XX la mayoría de los vecinos de Sos eran agricultores y ganaderos que
bastante tenían con intentar sacar a su familia adelante en un momento
histórico de difícil situación económica, por lo que cuando moría algún
familiar sólamente podían pagar una plañidera y, para evitar discusiones y
enfrentamientos, lo hacían a la primera que llegara a casa del
fallecido. Y es por esto que el "oficio" de plañidera se
convirtió en una verdadera competencia entre las vecinas de la villa, por ser la
primera en acudir a un velatorio tras fallecer algún vecino. No era mucho lo
que recibían en pago, ya fuera dinero o víveres, pero al menos era una pequeña
ayuda extra para el hogar en un momento económicamente delicado.
La competencia
entre plañideras en Sos era tal que algunas mujeres echaron mano de la astucia y la
picaresca para intentar llegar la primera a los velatorios. Una estrategia nos
la narra el sosiense Máximo Machín en sus memorias, cuando cuenta que allá por
1916 su madre, Juana Iriarte, lo mandaba hacer guardias ante la puerta del
fallecido antes de que éste muriera. Máximo cuenta que siendo pequeño, con 5 o
6 años, su madre estaba al tanto de las personas mayores del pueblo que se
encontraban muy enfermas y el desenlace final casi se venía venir,
por lo que le mandaba ir frente a la casa del futuro finado y le decía: “mira
hijo, vete a casa de fulanito y quédate frente al portal...cuando veas
entrar y salir a mucha gente y oigas que sus familiares lloran y corren por la
casa dando gritos y armando mucho jaleo, vienes deprisa y me lo dices".
De esta forma, prácticamente se aseguraba ser la primera en llegar y rezar
al muerto, con lo que la recompensa estaba garantizada; además, todos quedaban
contentos: el fallecido marchaba al otro mundo confortado; su familia tranquila,
aliviado su dolor, y la plañidera se iba a su casa con dinero o comida extra
para tres o cuatro días. Una velada perfecta.
Aunque en España y
Europa es una tradición ya en desuso, recientemente en el Reino Unido han
retomado esta milenaria costumbre y actualmente se están contratando plañideras
por 57 euros la hora de llantos y parece ser que se está empezando a extender de
nuevo a otros países.
BIBLIOGRAFÍA
En la web:
-MACHÍN
IRIARTE, MÁXIMO. Memorias
del viaje. http://www.laroca.cat/arxiumemoria/obres/7-16.pdf
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