domingo, 29 de diciembre de 2019

"CANTERUDOS" LOS DE TIERMAS

Pueblo de Tiermas (Wikipedia)

                      A los habitantes del despoblado de Tiermas los vecinos de Escó les llaman canterudos, adjetivo gentilicio formado por el sustantivo “cantera” más el sufijo “-udo”.
                Todos sabemos que una cantera es un lugar donde se extrae piedra u otras materias primas para su posterior manufacturación. Pero este no es el caso; en Tiermas no existen canteras.
                     En el léxico altoaragonés, y más concretamente en la toponimia de Escó, se denomina “cantera” a las elevaciones sobre el terreno, o sea, a las colinas (elevaciones naturales del terreno de menor altura que los montes o montañas), y es precisamente por esta razón por la que  el  sustantivo  del pseudogentilicio de los habitantes de Tiermas deriva de esta especial y curiosa ubicación orográfica; por estar el pueblo edificado sobre una “cantera” (colina).
                        Pero para que un pseudogentilicio de un pueblo sea un pseudogentilicio como mandan los cánones, hay que dotarlo de “algo” vituperable; de lo contrario, no tiene gracia; no nos podríamos reir de los tiermenses, como hacen ellos de nosotros y con los demás pueblos colindantes.
                        Así pues, los de Escó añadieron el sufijo “-udo”: “canterudo”. ¡Ahora sí!
                     El sufijo “-udo” es un sufijo aumentativo que expresa exceso, abundancia, gran tamaño. Es cierto que Tiermas bien podría ser objeto de esta “abundancia” por su gran tamaño y espectacular extensión ocupando prácticamente toda la superficie edificable del alto de la “cantera” o colina. Pero el sufijo “-udo”, que puede ser sustituido por el también sufijo aumentativo “-ón”, generalmente suele tomar un sentido peyorativo. Aunque el significado es el mismo, no adquiere el mismo sentido si llamamos “barrigón” a una persona que tiene mucha barriga que “barrigudo”, mucho más despectivo e hiriente.
                      Es decir, que a los tiermenses, los pueblos colindantes les llaman “canterudos” por la ubicación del pueblo sobre una cantera (colina), pero le añaden el sufijo “-udo, en un contexto despectivo y ofensivo, indicando, o queriendo expresar así,  el desprecio que sienten sobre el mismo o por las personas que lo habitan, dando a entender, por el tradicional “pique” entre pueblos, que el propio pueblo es mucho mejor que el del vecino.

lunes, 23 de diciembre de 2019

"CARBONEROS" LOS DE EL FRAGO




                El gentilicio de los habitantes de la localidad cincovillesa de El Frago es el de fragolinos, conocidos con el pseudogentilicio de “carboneros” por la arraigada tradición que tuvieron, hasta bien entrado el siglo XX, en la producción de carbón vegetal.
                      Como cualquier otro municipio cincovillés, la actividad principal de los habitantes de El Frago ha estado siempre vinculada a las labores agrícolas y ganaderas y otros oficios artesanales, pero en invierno, tras concluir las labores agrícolas una vez finalizado el calendario de cultivo, la mayoría de los fragolinos se dirigían al monte para producir carbón vegetal, una actividad complementaria que supuso una inestimable ayuda económica para muchas familias del municipio, produciendo un carbón de excelente calidad que luego vendían en otros pueblos de la comarca o en la capital aragonesa hasta que las nuevas energías hicieron desaparecer el sacrificado oficio de carbonero.

domingo, 22 de diciembre de 2019

"COMENZAPOS" LOS DE MARRACOS


  

                        Como otros muchos pseudogentilicios de las Cinco Villas, el de Marracos tiene que ver también con la escasez de agua o la insalubridad de la misma, con la consiguiente y nefasta  repercusión en los cultivos y, por lo tanto, en el sustento alimentario de la población.
                Ya sabemos que esto no es verdad, pero la tradicional envidia y “pique” entre pueblos vecinos, por aquello de “yo soy mejor que tú”, ha hecho que a los habitantes de Marracos,sus pueblos fronterizos, les bautizaran con el gentilicio de “comenzapos” (comensapos), en alusión a este batracio bufónido, que suele poblar las aguas estancadas, como único medio de subsistencia de los marraquinos. Aunque la forma correcta sería “comezapos”(sin “n”), según Rosa Bercero, vecina de Marracos[1]. El uso de la "z" en vez de la "s" no es sino un generalizado error ortográfico, si bien en aragonés sapo se diz zapo.
                Rafael Andolz, en su libro “Más humor aragonés”, recoge de la tradición popular cómo, de forma improcedente e injustificada, otros pueblos se reían de los de Marracos, en clara alusión a la hambruna:

A la entrada de Marracos
hay una balsa sin agua,
un molino que no muele,
una barca que no pasa,
una tienda que no vende
y un horno que no cuece
porque la gente no masa.

Y otra variante de esta sería:

En el pueblo de Marracos
hay cuatro cosas de fama:
el molino que no muele
y la barca que no pasa,
el mesón que no va gente
y la iglesia que se escacha.



[1] Nota nº 7 a pie de página en Francho Nagore Laín; ”A composizión en aragonés seguntes o testimonio d´as denominazions populars d´a chen d´os lugars”. En Luenga &fablas, nº20, p. 41.








BIBLIOGRAFÍA


-ANDOLZ CANELA, RAFAEL. Más humor aragonés. Mira. Zaragoza, 1996.
-NAGORE LAÍN, FRANCHO. ”A composizión en aragonés seguntes o testimonio d´as denominazions populars d´a chen d´os lugars”. Luenga & fablas nº 20, pp.37-70. Consello d´a Fabla Aragonesa. Huesca, 2016.


 

jueves, 19 de diciembre de 2019

EL FIN DE LOS ALFARES EN SOS. ARANA, "EL ÚLTIMO ALFARERO"



            Se conoce como alfar tanto al lugar de trabajo del alfarero como a la localidad que tiene algún tipo de producción cerámica.
         Aragón ha sido tradicionalmente una región importante en el terreno de la cerámica, contando con un elevado número de alfares o localidades dedicadas a este tipo de producción, siendo Sos del Rey Católico una de ellas.
           Desde tiempo muy remotos han existido alfareros en la villa de Sos, pero lamentablemente es un oficio artesanal que, como tantos otros, han ido desapareciendo con el paso del tiempo hasta quedar totalmente extinguidos.
El recuerdo de su existencia queda reflejado en la toponimia de la villa en el “camino de las Tejerías” y en los pocos productos de sus fábricas que restan en algunas viviendas del municipio.
En distintos documentos y archivos localizamos algunos alfareros de Sos de finales del siglo XIX y principios del XX:
-Gaspar García Laserrada. Nacido en Sos en 1828. Al parecer era analfabeto, y en 1892 vivía en la calle Levante, de Sos.
- Lamberto García Mínguez (1879)
- Cirilo Subirón (1879)
- Sebastián García (1879)
-Julián Subirón (1890)
-Alejandro Ita (1902)
- Mauricio García Lapieza. Nació en 1859/60, hijo de Gaspar García, y a diferencia de su padre sí sabía leer y escribir. En 1892 vivía en la calle Azucena de Sos. Era tío de Jorge Arana
- Jorge Arana. No procedía de una familia alfarera tradicional como los demás compañeros del gremio. Comenzó a trabajar con su tío Mauricio García, quien murió en 1922, por lo que Jorge tuvo que hacerse prácticamente alfarero autodidacta. En 1944, después de haber estado enfermo, dejó de trabajar como alfarero y emigró a Zaragoza, siendo recordado en su villa natal como “el último alfarero de Sos”
Entre los diversos trabajos derivados de su oficio se destaca la obra de cantarería, fabricando con sobriedad piezas de cerámica con un estilo propio y único.
 



Cántaros de Jorge Arana. Expuestos en el bar Las Coronas de Sos del Rey Católico

El cántaro central es obra de Jorge Arana. Expuesto en el bar "El Leñador", en Sos del Rey Católico





BIBLIOGRAFIA

-ALVARO ZAMORA, ISABEL. Alfarería popular aragonesa. Pórticos Librerías. Zaragoza, 1980.

AGRADECIMIENTOS a Emilio Manrique Persiva y Ana Rosa Abadía Valle, profesores universitarios de Economía Agraria y Farmacología, respectivamente, propietarios de la colección del Museo de Alfarería Tradicional Aragonesa de Morillo de Tou (Huesca)

domingo, 15 de diciembre de 2019

CRISMONES.EL CRISMÓN TRINITARIO DE SAN NICOLÁS DE CEÑITO


Primer crismón monograma de Cristo (Χριστος)


                 Los crismones son elementos arquitectónicos de carácter religioso cristiano muy usados en la época románica y que solían ubicarse principalmente en los vanos de las puertas de acceso a los templos, aunque también los podemos encontrar en otras partes del edificio.
            Su grafismo  es de origen antiguo. Aunque con otro significado distinto del actual, fue el símbolo de Crono(Κρόνος), dios griego del tiempo, y adoptado después por el emperador romano Constantino como una composición acróstica del nombre de Cristo.
            En los primeros tiempos del cristianismo, cuando los cristianos eran perseguidos por su fe, utilizaban diversos símbolos para identificarse entre ellos y no ser descubiertos por los paganos. Uno de estos símbolos fue entrecruzar las iniciales grecolatinas X e I, como forma cautelar y secreta de esconder sus creencias, pero a la vez de representarlas sin levantar sospechas. Posteriormente este símbolo fue evolucionando y añadiéndosele letras hasta conformar la variedad de crismones que podemos observar en muchas iglesias románicas.
            Antes de labrarse en piedra, los crismones ya aparecen  representados en todo tipo de soportes, ámbitos y objetos, variando su incidencia en función de las épocas. Por ejemplo, encontramos crismones en el reverso de monedas correspondientes al emperador romano Magencio, o en documentos oficiales de época medieval firmados por Pedro I o Alfonso I el Batallador, en broches, estandartes, medallas… Pero fue en el arte románico donde el crismón alcanzó todo su esplendor, si bien, como antes hemos señalado, durante los siglos XI y XII será objeto de múltiples variantes gráficas, que podría relacionarse “con el principio de la variatio característico de la cultura artística románica[1]”.
            El crismón más sencillo está formado por las dos primeras letras griegas, superpuestas y en mayúscula, del nombre de Cristo  (Χριστός), X (“ji”) y P (“rho”), al que más tarde se le añadirán las letras “А” y “ω”, primera y última letra respectivamente del alfabeto griego, representando a Cristo como principio y fin de todas las cosas (omnipotencia y eternidad), pregonadas por el Apocalipsis de San Juan. Existen otros cristogramas, como IC o XC, primera y última letra de los nombres ΙΗΣΟΥΣ ΧΡΙΣΤΟΣ (Jesús Cristo), o IHC o IHS, las tres primeras letras del nombre ΙΗΣΟΥΣ (Jesús). Son los llamados crismones cristológicos, por representar la figura de Cristo, pudiendo estar, o no, inscritos en círculo.
Crismón del castillo de Loarre (Huesca)
            Posteriormente, ya en el siglo XI, y para combatir las controversias y herejías que suscitaba la Trinidad (tres personas en una sola: Padre, Hijo y Espíritu Santo),se interpreta la "rho" griega (segunda letra de "Xριστός") por la "P" latina en referencia al Padre y se añade una “S” , en alusión al “Spiritus Santus, en la parte inferior del brazo vertical del crismón, bien sea entrelazada, pisada o montada. Serán los conocidos como crismones trinitarios, y fue Sancho III el Mayor quien empezó a olvidarse de los crismones cristólógicos iniciando el uso de este nuevo crismón trinitario, ampliando así el primitivo significado del crismón que aludía tan sólo a Cristo. Pero fue en el último tercio del siglo XI, con su hijo Ramiro I de Aragón, cuando el crismón pétreo trinitario arraiga con más fuerza en Aragón, considerándose como el punto de origen, como el primer crismón de este tipo, el que preside la puerta de acceso a la cripta de Santa Quiteria en la iglesia de San Pedro del castillo de Loarre (Huesca). A partir de esta fecha, nacerán todos los crismones que adornan los tímpanos y vanos de los templos más significativos de Aragón y zona de influencia del románico; es por esto que todos los crismones que se conservan en los templos de las Cinco Villas son trinitarios, siendo el que aparece en la ermita de San Nicolás de Ceñito, en Sos del Rey Católico, el primer crismón trinitario en la zona de las Cinco Villas o, para ser más exactos, el templo actual más antiguo de los que ostentan crismón. Para el investigador Matarredona este crismón resulta de lo más interesante pues, al ser el primero en cuanto a su datación en la comarca de las Cinco Villas se refiere, le ofrece el primer dato para conocer la fecha aproximada de implantación de los crismones de seis brazos, básico para fijar el origen de la convivencia entre el formato trinitario y la forma cristológica romana, así como las variantes de transición con la incorporación de la "S".
            Los crismones trinitarios, en sus inicios, estaban formados por ocho brazos (las ruedas) compuestos por el aspa y la cruz (el Hijo y la Redención), la “P” y la “S” (Padre y Espítitu Santo), “A” y “ω” (principio y fin), cerrado en un círculo (representando al Dios único). Las variables, variantes y posteriores modificaciones son numerosas en cuanto a contenido y forma.
            La función básica de los crismones, además de embellecer los portales, es la de ofrecer a los fieles la lección magistral de su simbolismo acrecentando o recobrando su fe; es por eso que, mayoritariamente, se ubican en los vanos de acceso a los templos (tímpanos o claves de arco), en la entrada a “la casa de Dios” pero, como antes se ha dicho, también pueden aparecer, aunque en menor medida, en otros emplazamientos del templo, como sucede en San Nicolás de Ceñito.
            Matarredona, en su estudio sobre los crismones de las Cinco Villas, contabiliza hasta un total de 31 inscripciones de este tipo en las iglesias de la comarca, figurando sólamente el crismón de Ceñito como única representación en la zona de Sos del Rey Católico. Resulta raro pensar que en este municipio, con una impresionante iglesia levantada en pleno auge de los crismones y del románico en la zona, no figure ningún crismón en la iglesia de San Esteban y sí en otros templos de menor envergadura. La respuesta la tenemos precisamente ahí, en la envergadura de su iglesia, pues los crismones son la versión abreviada y conceptual de la representación escultórica figurada del tema apocalíptico de Cristo en majestad, tal y como aparece en el monumental programa escultórico del tímpano de la iglesia de Sos del Rey Católico; por eso no tiene crismón,  que Olañeta lo define así: el crismón “es Cristo en griego, la forma simplificada y abreviada de poner el nombre de Cristo y, en lugar de hacerlo de forma figurativa, como sería el pantocrátor, se hace así[2].
        
Ermita de San Nicolás. Ceñito (Sos del Rey Católico)
Como se ha comentado, la iglesia de Ceñito es el único templo de la comarca de Sos del Rey Católico que alberga un crismón pétreo trinitario y que a continuación vamos a describir.
            Ceñito es un despoblado perteneciente al municipio de Sos situado sobre una pequeña colina al margen de la carretera que se dirige a Petilla de Aragón. En la zona más alta se levantó una iglesia construida en la década de 1050 a 1060, que según Abbad Ríos data del 1100, y reformada en los XII y XIV (ver ermita)
            El crismón, de unos 30 cm de diámetro, aparece en la parte superior del arco monolítico de la ventana del ábside por su parte exterior. A ambos lados, la siguiente inscripción: “sancte nicolae era MCXXXVIII” (era hispana)(Año 1100), dejando constancia de la advocación de la iglesia y el año de su construcción.
           
Crismón trinitario en la ventana del ábside de la ermita de San Nicolás.
 Matarredona, aunque da por buena la fecha, y de este modo quedar datado el crismón, deja un resquicio para la duda por ser inciso, dando a entender que pudo ser grabado con posterioridad, poniendo una fecha conmemorativa[3]. En la descripción del crismón, Matarredona, en base a un código establecido por el propio autor, al que llama código básico, en el que clasifica todos los crismones estudiados según su tamaño, esculpido, número de brazos, decoración, elementos externos, ubicación y otros aspectos de la inscripción, comenta que éste de Ceñito está formado por seis brazos de bocel fino rematados en garra, con aro marco producido por el bajorrelieve; P de vano ancho, cuadrado y grande, ω  de ancla abierta; A de pico, cúspide de vértice, ligeramente patada, permutadas y pinjantes; S inversa, pisada, patada, sinuosa y robusta[4].
            Como variante de otros crismones trinitarios, se observa que las letras griegas “A” y “ω” están permutadas en cuanto a su normal posición. La explicación a esta particularidad es motivo de discrepancias entre los investigadores. Mientras que para unos la razón de la permuta puede deberse a la negligencia, despiste, analfabetismo  o falta de interés del artesano, otros opinan que ambas letras están colocadas así deliberadamente por encerrar un profundo significado místico. Del mismo modo que “A y “ω” son “el principio” y “el fin”( de la vida a la muerte), “ω” y “A” serían “el fin” y “el principio”( de la muerte a la vida), y al estar sendas letras en los vanos de las iglesias nos está indicando el fin de los males terrestres, la muerte de todo lo terrenal (ω) y el paso al comienzo de los bienes eternos y de la vida verdadera (A), en clara alusión de ser un lugar de enterramiento. Además, el hecho de no ser esta iglesia de Ceñito la única con la particularidad de tener ambas letras permutadas, pues existen más con las mismas características, hace pensar que difícilmente pueda deberse a una negligencia de los autores, sino más bien que esta permuta corresponda a un premeditado móvil con una racional explicación. Por esta razón, el segundo de los argumentos expuestos es el que cobra más fuerza entre los investigadores, entre ellos el propio Matarredona quien, tras estudiar otros crismones de las mismas características, concluye con la consolidación de la hipótesis del sentido funerario de esta variante de letras trocadas.
            Además, afianza la hipótesis comparando este crismón con el que figura en la capilla de Santa María de Centenero (hoy San Gregorio), en la cercana comarca del Sodoruel; ambos de las mismas características y ubicados en el mismo lugar (en la ventana del ábside, a modo de tímpano) y siendo ambas capillas parecidas y situadas en un lugar aislado y algo elevado y que, según él ,el templo de Centenero fue capilla funeraria de Sancho Galíndez, que murió en 1082, por lo que no descarta la suposición que la iglesia de Ceñito pudiera haber sido lugar de enterramiento de gente importante[5].

           
             Ya en el siglo XIII, el crismón dará paso a un nuevo símbolo litúrgico de Cristo, el Agnus Dei, surgiendo con profusión en tímpanos pétreos e incluso en la pintura mural del momento, desapareciendo totalmente en el siglo XIV, aunque resurge de nuevo en el s.XVI, en el gótico florido y barroco, pero haciéndolo simplemente como mero sentido ornamental, con valor emblemático y recordatorio.



[1] García García, Francisco de Asís. "El crismón."  Revista Digital de Iconografía Medieval. Vol.II, nº3, p.23.
[2] Diario del Alto Aragón. 23/10/2012. “El crismón es un emblema de Aragón y de Ribagorza”
[3]Matarredona Sala, Francisco. Crismones románicos trinitarios en la comarca de las Cinco Villas de Aragón, p.25.
[4] Ibidem, p. 39.
[5] Ibidem, pp.39-40.






BIBLIOGRAFÍA

-GARCÍA GARCÍA, FRANCISCO DE ASÍS. “El crismón”. Revista Digital de Iconografía Medieval. V.II, nº 3, pp.21-31. U.C.M. Mdrid, 2010.
-MATARREDONA SALA, FRANCISCO. “El crismón medieval trinitario”. Revista Románico nº 2, 2006, pp. 28-33.
-Diario del Alto Aragón. 23/10/2012. “El crismón es un emblema de Aragón y de Ribagorza”. Artículo de Elena Fortuño.
En la web:
-https://www.academia.edu. Matarredona Sala, Francisco. Crismones románicos trinitarios en la comarca de las Cinco Villas. Zaragoza, 2009
-https://www.academia.edu. Matarredona Sala, Francisco. Crismones trinitarios medievales. Un símbolo pétreo genuino de los reinos de Aragón y Navarra. Épocas románica y protogótica (siglos XI-XIII). 2003.
-www.claustro.com. Olañeta Molina, Juan Antonio. “Crismones”







jueves, 12 de diciembre de 2019

"CAZOLEROS" LOS DE ERÉS



               A los habitantes de la localidad  oscense de Erés, perteneciente al municipio de Biscarrués, sus pueblos vecinos les llaman “cazoleros”, y cuenta la gente que los eresinos son llamados así porque tenían la gran suerte de poder tener unas magníficas tierras de  cultivo, llanas, de fácil laboreo dada la excelente concentración parcelaria y, sobre todo, muy cerca de sus casas, por lo que todas estas extraordinarias condiciones eran la envidia de los pueblos vecinos que, con ánimo de mostrar indiferencia ante semejantes privilegios, porque interiormente les reconcomía la envidia, les llamaron “cazoleros” porque en vez de llevarse la comida a los lejanos campos de labor, como era lo habitual en los demás pueblos, podían comer el puchero o la "cazuela" en su hogar, a tan sólo unos metros de los campos de trabajo.

domingo, 8 de diciembre de 2019

EL ESCUDO DE LOS REYES CATÓLICOS



El escudo de los Reyes Católicos puede considerarse como el primer Escudo de España.
Recordando la historia, los emblemas heráldicos nacieron a mediados del siglo XII, cuando en los campos de batalla, caballeros y combatientes, protegidos con yelmos y mallas, apenas reconocibles, pintaban con vivos colores y decoraban sus escudos con dibujos y marcas personales para poder ser identificados y diferenciarse entre los combatientes. Esta moda, pronto se extendió a todos los sectores sociales y plasmado en todo tipo de soportes: vestidos, calzados, escudos, estandartes, guantes…, y en muy poco tiempo se perfeccionó y desarrolló hasta conformar un sistema emblemático heráldico personal y familiar; toda familia, prácticamente, e independientemente de su status social, tenía su emblema personal, de carácter fundamentalmente ornamental.
Pero estos emblemas personales pronto adquirieron un significado de identidad propia, como imagen o representación de su titular, que entre las clases más poderosas, autoridades y reyes en particular, tomarían mucha más fuerza, hasta el punto de identificar el emblema del monarca con su propia presencia y castigar con el destierro, e incluso la muerte, a todo aquel que no honrase su emblema aun cuando él no estuviera presente. Alfonso X, en las Siete Partidas, lo recuerda en la ley  de “Cómo el pueblo debe honrar al rey de fecho”: “…porque también la imagen del rey, como su sello en que está su figura, et la señal que trae otrosi en sus armas et en su moneda, et en su carta en que se emienta su nombre, que todas estas cosas deben ser mucho honradas, porque son en su remembranza do él non esta.[…] et debe haber tal pena que si la deshonra tañiese á la persona del rey, et el que la feciese fuese home honrado, que debe ser echado de la tierra para siempre et perder lo que el rey toviere, et si fuere home de menor guisa debe morir por ello”[1]
Los emblemas heráldicos, además de señales de identificación personal,  pronto adquirieron también, entre la realeza y las altas jerarquías sociales, sobre todo donde existían estructuras de régimen feudal,  un sentido territorial y jurisdiccional, llegando a representar un espacio geográfico-político y pasando a ser, junto a la condición de armas de linaje, armas de dignidad, o sea, de representación de la autoridad regia como cabeza del reino.
Con Jaime I (1213-1276), el emblema heráldico comenzará a ser conocido como “signum regium” o “señal real”, y así continuó con los sucesivos monarcas. Tanto es así que en 1412, tras el cambio dinástico trastámara con Fernando I, el “signum regium”, en vez de ser descartado por ser identificativo de otro linaje distinto, perdurará como blasón identitario y propio del soberano aragonés[2].
El rey Pedro IV fue quien empezó a emplear un escudo partido de Aragón y Sicilia, cuartelado en aspa, significando de este modo su vinculación con el territorio. A partir de entonces, “todos los monarcas aragoneses portarán como armas ya un partido de Aragón y el cuartelado en aspa de Sicilia, con el que indefectiblemente serán representadas las armas originales del rey de Aragón en lo sucesivo”[3].
Escudo Reyes Católicos.1475-1492

El proceso evolutivo del escudo de los Reyes Católicos, el primer escudo real, nació en Segovia. El 15 de enero de 1475, tras el no fácil acceso al trono de la reina Isabel, se firmó el Acuerdo de Segovia, donde se arbitró la sentencia relativa a las atribuciones de Fernando e Isabel, y en ella se estipuló que en heráldica, las armas de Castilla y León tendrían precedencia sobre las de Sicilia y la Corona de Aragón.
 El escudo de armas de los Reyes Católicos se utilizó desde el año 1475 hasta el 1516 (año del fallecimiento del rey Fernando), si bien, en este período, no fue siempre igual, pues se iban añadiendo emblemas al escudo a la vez que la monarquía iba conquistando territorios, quedando representadas en él todas sus soberanías hasta la fecha de su fallecimiento: la Corona Castellano-Leonesa y la Corona de Aragón.
De esta forma, en un principio, el escudo estaba cuartelado, constituido por un contracuartelado de las Armas de los Reinos de Castilla y León en el primer y cuarto cuartel (que en heráldica son los más importantes, los cuarteles de honor, dando precedencia a los territorios de Isabel, según lo pactado en Segovia, sobre los de Fernando) y las de la Corona de Aragón y Sicilia en sendos cuartelados partidos segundo y tercero.

                1492-1504

A partir de la conquista de Granada (1492), incorporan también el escudo de armas de este Reino en la parte inferior.
En 1504, desaparece en el segundo cuartel el de Sicilia, que se encuentra repetido en el tercer cuartel, y se incorporan las armas del Reino de Nápoles, con los emblemas de Hungría y Jerusalén; y finalmente, en 1513, las de Navarra, también en el segundo cuartel que, habiendo previsto agregar Navarra a la Corona de Aragón, explica el hecho que figure partido, en su parte inferior, con las barras del escudo del Reino de Aragón.

                       1504-1513

1513-1516


















Todo el conjunto está franqueado con el águila nimbada de San Juan sosteniendo con sus garras el blasón regio, representando a San Juan Evangelista, al que la reina Isabel profesaba gran devoción. En la parte inferior, fuera de las armas heráldicas, a modo de significación añadida, las dos divisas personales de Fernando e Isabel: en la parte izquierda el de Fernando, el yugo con el nudo gordiano y con el lema “tanto monta”, y en la derecha el de Isabel con el haz de flechas paralelas. Las flechas y el yugo de los Reyes Católicos se mostraron siempre juntos pero nunca unidos. Estas divisas tienen un carácter estrictamente personal y no hereditario
Con posterioridad, el escudo de los Reyes Católicos sufriría más cambios con Carlos I, Felipe II y los sucesivos monarcas.

ARMAS de los diferentes Reinos en el escudo de los Reyes Católicos

Armas de Castilla: De gules, y un castillo de oro almenado con tres torres de homenaje con tres almenas cada una, siendo más grande la torre central, mamposteado de sable y aclarado de azur.
Armas de León: de plata y un león de púrpura, coronado de oro, lenguado y armado de lo mismo.
Armas de Aragón: De oro y cuatro palos de gules.
Armas de Sicilia: cuartelado en sotuer (aspa). 1ª y 4º de oro, cuatro pàlos de gules; 2ª y 3ª de plata, un águila de sable picada, membrada y armada de gules.
 Armas de Granada: de plata y una granada natural, rajada de gules, tallada y hojada de dos hojas de sinople
 Reino de Nápoles:
          -Armas de Jerusalén: de plata, cruz potenzada de Jerusalem, de oro, cantonada de cuatro crucetas, de oro.
           -Armas del reino de Hungría. Partido; 1º fajado de ocho piezas de gules y plata; 2º, de gules, monte de tres peñas de sinople moviente de la punta sumada de un coronel de oro del que sale una cruz patriarcal de plata. Al timbre, corona del rey San Esteban.



[1] Partida II. Tít. XIII. Ley XVIII
[2] Fatás Cabeza, G; Redondo Veintemillas, G. Blasón de Aragón. El escudo y la bandera, pp.40-100. Zaragoza, 1995.
[3] Riquer M. de. Heráldica catalana des de l´any 1150 al 1550. Barcelona, 1993. Vol.1, pp. 312-314; en referencia nº 9 en Narganes Quijano, Faustino; La emblemática de los Reyes Isabel y Fernando: Ejemplos palentinos, p.12. Palencia, 2008.








BIBLIOGRAFÍA

-ALFONSO X “EL Sabio”. Las Siete Partidas del Rey don Alfonso el Sabio, cotejadas con varios códices antiguos por la Real Academia de la Historia. T.II. Partida segunda y tercera. Imprenta Real. Madrid, 1807. Ed. Atlas. Madrid, 1972.
-FATÁS CABEZA, GUILLERRMO; REDONDO VEINTEMILLAS, GUILLERMO. Blasón de Aragón. El escudo y la bandera. D.G.A. Zaragoza, 1995
                          -MENÉNDEZ PIDAL, FAUSTINO. El escudo de armas de Navarra. Gobierno de Navarra. Pamplona, 2000.
-NARGANES QUIJANO, FAUSTINO. “La emblemática de los Reyes Isabel y Fernando: ejemplos palentinos” PITTM, 79. Palencia, 2008, pp. 7-33.
En la web:
-www.heraldicahispanica.com. La evolución del escudo de España

domingo, 1 de diciembre de 2019

LA AVISPA ASIÁTICA (VESPA VELUTINA) EN SOS


          
Avispa asiática (vespa velutina)

                   La vespa velutina, conocida vulgarmente como avispa asiática, es una especie de avispa originaria del sudeste asiático que en los últimos años se ha establecido en Europa y está considerada en España como una especie invasora, aprobado por Real Decreto 630/2013 de 2 de agosto según la Ley 42/2007, de 13 de diciembre, del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad, que establece que se considera como especie exótica invasora aquella que se introduce o establece en un ecosistema o hábitat natural o seminatural y que es un agente de cambio y amenaza para la biodiversidad biológica nativa, bien sea por su comportamiento invasor o por el riesgo de contaminación genética.
               Esta avispa invasora se distingue de la avispa común o autóctona por ser su tórax aterciopelado, de color negro, y el abdomen también de color negro, a excepción del último segmento, que es amarillo. La primera parte de sus patas  son de color marrón oscuro (la parte que arranca de su tórax), mientras que la otra mitad (las extremidades de las patas) son también de color amarillo, siendo sus alas de color oscuro y la cara anaranjada.
                La vespa velutina, aclimatada en su origen a un clima subtropical templado, se ha establecido  en España en varias zonas de su geografía, concretamente en aquellas en las que las condiciones climáticas son muy similares a las de su hábitat de  procedencia, o sea, zonas húmedas y templadas: Galicia, Asturias, Cantabria, Navarra, País Vasco, Cataluña…, por lo que, a priori, el clima aragonés, con grandes contrastes entre el verano e invierno, no es muy confortable para esta especie invasora pero, aunque sólo haya sido puntualmente, ya han sido cuatro las intervenciones que en Aragón han realizado los agentes de protección de la naturaleza, junto a bomberos y apicultores, para retirar nidos de avispa velutina. La última, el pasado 30 de octubre, en Sos del Rey Católico. Retiraron un nido de unas dimensiones de 75x55 cm y un peso aproximado de 7 kilos[1].
                Alfredo Sanz, director técnico de la asociación aragonesa Arna Apicultura, ha comentado que estos han sido casos puntuales y que, de momento, no suponen riesgo ni problema alguno para Aragón, ya que la avispa velutina “es muy exquisita a la hora de elegir dónde vivir”. No obstante, comenta,  “siempre se debe estar prevenido por si empiezan a establecerse en alguna ribera de algún río, donde hay más vegetación”.
                  En cuanto a la picadura de la avispa velutina no hay ningún motivo de alarma, pues resulta igual de molesta que la de la avispa común. Es cierto que ha habido en Galicia tres muertes por la picadura de esta avispa y alguna más en otras provincias, pero no porque su picadura fuera mortal. La muerte por picadura de avispa velutina puede producirse de la misma manera que por las picaduras de una avispa autóctona: por sufrir varios picotazos de una sola vez, si se producen en zonas sensibles del cuerpo o si la persona es alérgica a su veneno.
                  La alarma generada por este insecto invasor no es por su picadura, sino por la depredación y aniquilación de las abejas de la miel, que son su principal pieza alimentaria; por eso su asentamiento supone un peligro para la producción de miel, que a su vez afectaría a la polinización de muchas especies vegetales con el consiguiente daño para la agricultura y la biodiversidad autóctona.
              De momento, en Sos, y en Aragón, no hay motivos para alarmarse, pero hay que estar vigilantes y comunicar de inmediato al SEPRONA si detectamos algún nido de avispa velutina y evitar así su establecimiento, como se ha hecho esta vez.




[1] Heraldo de Aragón. 5/11/19.
    



           
BIBLIOGRAFÍA
Hemeroteca
- Heraldo de Aragón. 26/8/2018. Tania Colás.”Aragón ¿Un repelente para la avispa asiática?”
- Heraldo de Aragón, 5/11/2019. Elena Rodríguez. “Retiran un nido de avispa asiática en Sos del Rey Católico”

"RIVERANOS" LOS DE RIVAS

Localidad de Rivas, ubicada en el márgen izquierdo del río Arba de Luesia

           Rivas es una barriada del municipio de Ejea de los Caballeros, situada a cuatro kilómetros de Ejea. Es el pueblo más antiguo de este municipio cincovillés, que se menciona por primera vez en un documento de 1110.
            Está situado al norte de Ejea en una zona llana junto a la margen izquierda del río Arba de Luesia, y etimológicamente Rivas procede del latín “rivus” (corriente pequeña de agua, riachuelo, arroyo,…) es decir, población asentada junto a un curso fluvial de caudal reducido que fluye de manera constante por un cauce. Se diferencia del río (flumen) en cuanto que su caudal es escaso, pudiendo agotarse en las estaciones en las que las lluvias no son frecuentes o abundantes.
            Rivas es uno de los pocos pueblos de las Cinco Villas que no posee un gentilicio peyorativo, como la mayoría de los municipios de la Comunidad, sino un gentilicio culto derivado de la raíz latina de su procedencia.
           El gentilicio culto de los habitantes de Rivas es ripense, derivado de su raíz latina “rip”(de ripa=ribera, orilla, margen de un río) más el sufijo gentilicio “ense”, pero este gentilicio apenas se usa y es el de riverano el reconocido tradicionalmente, que no es pseudogentilicio, sino el gentilicio culto de la traducccón latina de rivus (rivas=riachuelo) pero no riverense (del nombre propio Rivera)
         Igualmente, hay que diferenciarlo del gentilicio riberano, ribereño o riberense, que, aunque suenan igual, se escriben casi igual y significan casi lo mismo, esta proximidad semántica tiene sus matices, con significados distintos.
        Según Ulpiano, riberas (con “b”) son las dos orillas o márgenes de los ríos[1]. O sea, que los habitantes de Rivas, los riveranos, son aquellos individuos que pertenecen a un lugar donde fluye un pequeño riachuelo, en este caso el río Arba de Luesia, que mayoritariamente trae un pequeño caudal durante todo el año, y no los habitantes asentados junto a la margen izquierda del mencionado río; en este caso serían riberanos, ribereños o riberenses que, casualmente, también lo son, pues la población está asentada junto a la ribera; pero la acepción formal y culta es la de riveranos, con “v”, por la mencionada derivación latina de "rivus"



[1] “ripa  autem  ita  recte  definietur  id,  quod  flumen  continet  naturalem  rigorem  cursus  sui  tenes”(la orilla se define propiamente como lo que contiene al río deteniendo la natural expansión de su curso.) Digesto. Libro LXVIII Ad edictum. D.43,12,1,5. En García Quintas, María de las Mercedes. “Roma y los recursos hídricos”. Revista internacional de Derecho Romano, abril, 2018, pp.28-88.





BIBLIOGRAFÍA

-CORTÉS VALENCIANO, MARCELINO. Toponimia de las Cinco Villas de Aragón. I.F.C. Centro de Estudios de las Cinco Villas. Ejea de los Caballeros (Zaragoza), 2010.

-GARCÍA QUINTAS, Mª DE LAS MERCEDES. “Roma y los recursos hídricos” Revista internacional de Derecho Romano. Abril, 2018, pp.28-88.