viernes, 24 de abril de 2020

REMEDIOS PARA CURAR EL REUMATISMO


            

              En una época donde la medicina todavía no estaba tan avanzada como lo está hoy en día, la terapéutica popular y los “remedios caseros” para curar enfermedades eran de lo más  variopintos e incluso, algunos, ingeniosos, y sin ninguna base científica sobre sus resultados.
             José María Iribarren, en su libro “Historias y costumbres”, comenta la costumbre que existía en Sos, desde hace siglos, de aplicar picaduras de abejas a las personas que padecían de reumatismo. Esta técnica puede parecernos poco ortodoxa hoy en día, pero ya la usaban los romanos y actualmente todavía existen “curanderos”, médicos naturistas y apiterapeutas que usan la apiterapia como remedio, no sólo del reumatismo, sino de otros tipos de dolencias y enfermedades, como esguinces, hernias discales, artritis, artrosis, psoriasis o esclerosis múltiple.
            La terapia de estas dolencias y enfermedades con la aplicación de técnicas de apiterapia puede generar controversia y polémica sobre su efectividad, pues científicamente existen estudios que han demostrado sus beneficios, pero este no es el tema de hoy.
            Como coger abejas puede resultar peligroso porque podemos llevarnos algún que otro aguijonazo y aplicar su picadura al paciente también resulta doloroso para el mismo, la terapéutica popular “descubrió” otra técnica menos dolorosa, y más al alcance de la mano para curar el reumatismo, que ir a coger abejas.
            Así, Iribarren nos cuenta en su libro que el paciente de reumatismo ha de envolverse en hojas de árboles cuando se hallan en plena fermentación y permanecer así doce horas, flagelándose después con ortigas, y acostándose de nuevo, procurando sudar mucho, para lo cual suelen “matar” cal viva dentro del lecho, echando agua sobre un recipiente de boca ancha donde ponen cal[1], costumbre que se practicaba en Sos a principios del pasado siglo, alternativamente con la técnica de las abejas.

            No sé cual de las dos soluciones es menos dolorosa.



[1] Iribarren, José María. “El folklore de Sos y la Valdonsella”. Historias y costumbres, pp.302-303.







BIBLIOGRAFÍA

-IRIBARREN, JOSÉ MARÍA. Historias y costumbres. I.P.V. Pamplona, 1956.


domingo, 12 de abril de 2020

"TRIMULOS" LOS DE CASTILISCAR


             A los habitantes del municipio cincovillés de Castiliscar se les conoce con el pseudogentilicio de “trimulos”.
            Si preguntamos a los castiliscienses por el significado de este apodo nos dirán que viene a ser un sinónimo de “ignorante”, “paleto”, “torpe”, “falto de entendimiento”… y un sinfín de sinónimos con el mismo significado despectivo, dando a entender que los habitantes de este municipio son gente rústica con un comportamiento tosco, rudo, simple o vulgar; o sea, lo que habitualmente los aragoneses conocemos como “cazurros”.
           Pero la palabra “trimulo” resulta que no es un sinónimo de  todos estos adjetivos y, por no ser, no es ni tan siquiera una palabra, puesto que no la recoge el diccionario de la lengua española, resultando ser un término inventado, compuesto por el prefijo tri (tres) y mulo(animal equino), es decir, “tres mulos”.
           Entonces... ¿de dónde viene la palabra “trimulo” que, aunque inventada, es un sustantivo que tiene un significado propio aparentemente lógico y su desigual cambio significativo cuando se convierte en adjetivo? ( Sólo en la comarca de las Cinco Villas)
          El origen de este pseudogentilicio hay que buscarlo en un suceso real, según cuenta la tradición oral, ocurrido en los primeros años del pasado siglo, cuando la revolución industrial entre los siglos XIX-XX trajo a la comarca de las Cinco Villas las primeras maquinarias agrícolas.
          En los inicios del siglo XX ya llegaron a los principales municipios cincovilleses (Ejea, Tauste, Sádaba…) las primeras segadoras, un tanto arcaicas y rudimentarias en comparación con las máquinas actuales, pero que en aquellos tiempos supuso un importantísimo avance para la agricultura de la zona, reduciendo considerablemente el número de personas dedicadas a la siega de una parcela y evitando doblar los riñones a los sufridos segadores, es decir, un ahorro de trabajo humano y de tiempo que permitió la expansión de la superficie cultivada.
            En Castiliscar, a principios de siglo, existió un conocido agricultor, con varios y extensos campos de cereal, al que le habían hablado de este nuevo y revolucionario invento de la segadora y que ya se estaba utilizando en otras zonas de la comarca con el consiguiente ahorro de tiempo y personal y, por lo tanto, de buena productividad. El de Castiliscar, reacio a las nuevas técnicas y fiel al estilo tradicional, siguió cosechando sus campos contratando un buen número de peones para segar sus tierras, hasta que le convencieron para ver y llevar con sus propias manos uno de esos nuevos artilugios de siega de los que tanto hablaba la gente.
           Hay que decir que estas primeras segadoras, antes de la aparición de los tractores, eran acarreadas, por medio de arneses, por una pareja de caballos o mulas.    Al castiliciense y sus acompañantes, muy “cazurros” ellos, no se les ocurrió otra cosa que enganchar no dos, sino tres mulas a la segadora, un hecho insólito hasta entonces. En aquel momento, el de Casiliscar se dio cuenta del gran avance que suponía el invento y no dudó en comprarse una segadora.
          Este suceso fue muy comentado en el pueblo y, por supuesto, en toda la comarca, y supuso que a partir de entonces, por un hecho cometido por una sola persona, los vecinos de los pueblos cercanos llamaran “trimulos” a toda la colectividad de Castiliscar, por considerar una "cazurrada" atar tres mulas a la segadora en vez de dos, que era lo más normal y habitual.
           Este episodio, recogido de la tradición oral, también nos lo cuenta el castiliciense Ignacio Bueno Olóriz en su blog donde, en palabras de su abuelo, pone nombre y apellidos al protagonista de la historia.[1]




[1] https://castiliscarignacio.blogspot.com/2017/12/castiliscarrecuerdos-de-antano-verano-html