domingo, 28 de abril de 2019

"GABACHOS" LOS DE FUENCALDERAS




                   Los expertos en lingüística no se ponen de acuerdo sobre  la procedencia y significado del concepto “gabacho”, al que  que atribuyen diferentes significados, como cobarde, falso, de poco carácter, “el que habla mal”, bocioso, grosero, maleducado, puerco, extranjero y otros significados según las diversas etimologías aplicadas por los estudiosos. Pero en lo que sí están de acuerdo es sobre el colectivo al que hacen referencia (los franceses) y la connotación despreciativa que conlleva el término.
                  Tras la invasión francesa, que dio origen a la guerra independencia en España, era muy común referirse a los franceses llamándolos gabachos, en un tono totalmente despectivo, y así sigue hasta nuestros días cuando queremos referirnos a un ciudadano francés en un modo despreciativo sobre su origen y procedencia, con connotaciones claramente raciales.
                El pseudogentilicio con el que se conoce a los fuencalderinos es el de gabachos, y su explicación viene dada por la costumbre que tenían los habitantes de Fuencalderas en los siglos XIX y XX de ir a vendimiar a Francia, donde pasaban varios meses y regresaban a su pueblo con algunas palabras y frases aprendidas en francés. Los vecinos de otros pueblos, al oírles hablar en francés, se referían a ellos llamándoles "gabachos", más que por desprecio, por identificarlos como quienes han pasado una temporada en el país vecino, y que finalmente, por extensión, acabó aplicándose a todos los habitantes de Fuencalderas, hubieran ido o no a la vendimia francesa, generándose y generalizándose así este pseudogentilicio.
                Actualmente todavía queda en el pueblo  algún habitante de avanzada edad que no ha olvidado su aprendizaje del idioma francés.
                     Por la misma razón también se les llama gabachos a los habitantes de Adahuesca, Isuerre, Jaca, Lascuarre, Linares de Mora, Rasal o Yebra de Basa.
                Pero, al parecer, también existe otra razón por la que a los fuencalderinos les llaman gabachos,  que según  José Damián Dieste  lleva la connotación de "persona falsa", pérfida, "sin redaños", cobarde; aplicable a las personas que muestran poca fortaleza ante los problemas o adversidades que se le plantean, actuando sin ánimo ni determinación.
                Dieste cuenta que un vecino de San Felices de Agüero le comentó que este apodo deriva de un antiguo incidente municipal "de una actitud comunal poco honrosa". Hace mucho tiempo, Fuencalderas entró en pleitos con el cercano municipio de Murillo de Gállego por la discordia que tenían sobre la titularidad del viejo poblado de Tolosana y sus tierras y por los terrenos de La Gorgocha. Los de Murillo de Gállego querían apropiárselos. Tolosana está ubicado mucho más cerca de Murillo que de Fuencalderas, pero su jurisdicción siempre había pertenecido al municipio de Fuencalderas. La falta de interés, lucha, desidia y poca fortaleza que mostraron los de Fuencalderas en este pleito hizo que los de Murillo se apropiaran de las casas y heredades de Tolosana. Por eso, desde entonces, los fuencalderinos fueron tachados, popularmente, de "gabachos"[1],pues se dejaron arrebatar las tierras por su falta de carácter.





[1] Dieste, José Damián. “Apodos altoaragoneses”. Diario del Alto Aragón. 10/12/2000. P. 8 (Costumbres, cap. 24)


EL ARTE BARROCO. EL BARROCO EN SOS

Monasterio de Valentuñana. (Sos del Rey Católico)

                 A finales del siglo XVI, la Contrarreforma y la evolución de las formas renacentistas motivaron el nacimiento del movimiento artístico del barroco, desarrollado plenamente durante el siglo XVII y primera mitad del XVIII, prosperando un cambio del estilo intelectual del arte Manierista a un estilo más enfocado en los sentidos y la naturaleza, evolucionando hacia formas escenográficas y teatrales con tendencia a lo exagerado y la abundante decoración, buscando así el efectismo y la impresión del espectador. 
                 Entre las manifestaciones artísticas medievales, la gótica es la que recibió mayor aprecio durante el Barroco porque aún en el siglo XVI se construía según sus principios.
                La crisis económica del siglo XVII limitaba notablemente el impulso constructivo en España y ya no se realizaban obras de la envergadura de las construidas en el siglo XVI, pero existió una proliferación de fundaciones monásticas y de iglesias que atestiguan la omnipresencia de la iglesia en la vida española. 
           
Fachada de la iglesia de Ntra. Sra. de Valentuñana.
Sos del Rey Católico
                  La arquitectura religiosa de la primera mitad del siglo XVII, a diferencia de la suntuosidad con la que se edificaba en el siglo XVI, se realizó, al exterior, con una severa austeridad, siendo muy corriente la construcción de grandes fachadas que se conciben como si fueran retablos, en los que se superponen cuerpos horizontales, divididos en calles verticales, con los órdenes clásicos, y rematadas de un ático, mezclando con frecuencia diversas escalas, y rellenando hornacinas y entrecalles con abundante escultura. El modelo de iglesia adopta, mayoritariamente, la planta de cruz latina, con un mayor desarrollo transversal donde las capillas laterales se transforman en auténticas naves laterales. En el interior,  mientras que las estructuras estrictamente arquitectónicas (plantas, alzados, bóvedas…) se mantienen generalmente dentro de una sencillez y sobriedad notables, condicionadas por las limitaciones económicas y las prácticas tradicionales, la ornamentación del templo se enriquece con aspectos decorativos de singular eficacia y de profuso embellecimiento, llenando de retablos amplios espacios y capillas, produciendo una verdadera proliferación de volúmenes dorados.  Si a comienzos del XVII los retablos de severa traza arquitectónica destacaban con claridad sobre los encalados muros, a finales de siglo y principios del XVIII desbordaban sus lógicos marcos, se proyectaban hacia las bóvedas y los elementos dorados y policromados terminan por sumergir a los fieles en una especie de gruta propicia a la ensoñación y al prodigio. Sólo tenemos que ver la iglesia del monasterio de Valentuñana para ver esta nueva tendencia arquitectónica llamada de estilo “herreriano”, “escurialense” o mejor, “clasicismo”, que vaticinaba ya el puro barroco que se desarrollaría en el siglo XVIII. 
             
Iglesia de Valentuñana. Cúpula del crucero asentada sobre arcos y sus pechinas,
típico del arte barroco.
              En la escultura de la primera mitad del siglo XVII predomina el sobrio realismo y contenida expresión, para dar paso, en la segunda mitad del siglo, a un manifiesto barroquismo de corte berniniano. En el siglo XVIII, carpinteros tallistas como Gaspar Ramos, Luis Muñoz,Tomás Vicién o Francisco Menac (estos dos últimos autores del retablo mayor de Valentuñana), entre otros, enriquecieron buena parte de las iglesias de Huesca y el Alto Aragón con importantes retablos de buena mazonería ornamentada con abundantes tallas.
               En cuanto a la pintura, esta tomó un carácter casi exclusivamente religioso, vinculándose una parte muy importante de ella a la vida monástica, encontrando los pintores en la Iglesia su mejor cliente, a veces, casi único. Del carácter fuertemente realista de la pintura de la primera mitad del siglo XVII, severa en sus formas y en su colorido, se pasó en la segunda mitad del siglo a unas formas más dinámicas y coloristas, y difundiéndose el gusto por las grandes decoraciones al fresco, estilo éste muy raro en la primera mitad del siglo.
              La orfebrería barroca también fue evolucionando a lo largo del siglo XVII al tiempo que lo hacían las demás artes plásticas; mientras que a comienzos del siglo los sobrios cálices y copones presentaban una relativa desnudez con sencillas decoraciones de gallones y su simple torneado, en la segunda mitad del siglo los cálices presentan un pie escultórico,  las custodias se retuercen con esbeltas columnas salomónicas y se tallan profusamente tanto piezas de gran tamaño como objetos más pequeños  (custodias de sol, arcas, relicarios, aguamaniles, urnas,…)
            
Interior de la iglesia del monasterio de Valentuñana. Sos del Rey Católico

                             Si se ha de nombrar en Sos del Rey Católico un edificio representativo del arte barroco es, sin duda, el monasterio de Valentuñana (s. XVII).(ver)

Obras de arte barroco en Sos del Rey Católico
                Otra obra arquitectónica barroca en Sos, además del citado convento de Valentuñana, es la del colegio escolapio Isidoro Gil de Jaz, ya de mediados del siglo XVIII.

                Retablos barrocos
             
Retablos barrocos en la iglesia de Ntra. Sra. de Valentuñana
                 En Valentuñana:
                               -Retablo de San José (s. XVII)
                               -Retablo de la Vírgen del Rosario (s. XVIII)
                               -Retablo de la Virgen con el Niño (s. XVIII)
                               -Retablo Mayor de Ntra. Sra. De Valentuñana (s. XVII)
                               -Retablo de San Agustín (s. XVII)
                               -Retablo de Santa Rosa (s. XVIII)
                               -Retablo de Santa Teresa de Jesús /s. XVII)
                               -Retablo de San Antón(s. XVIII)
                               -Retablo de la Vírgen del Carmen(s. XVIII)

Detalle del retablo barroco del altar mayor con la Virgen en el centro.
Iglesia del monasterio de Valentuñana.
Sos del Rey Católico

                En la iglesia de San Esteban:
                               -Retablo de la Virgen del Pilar (s. XVIII)
                               -Retablo de San Juan Bautista (s, XVII)
                               -Retablo de San José (s. XVII)
                               -Retablo de San Francisco Javier (s. XVIII)
                En la cripta de Santa Mª del Perdón
                               -Retablo de la Virgen del Pilar (s. XVIII)
                Tallas y otros objetos litúrgicos barrocos:
                               -Talla de San Antonio de Padua (s. XVII) en la capilla del Rosario de la iglesia de San Esteban.
                               -Talla de San Lamberto (s. XVIII) en la capilla del Rosario de la iglesia de San Esteban.
                               - El órgano de la iglesia de San Esteban (s. XVIII)
                               - Un sagrario del s. XVII en el retablo de San Francisco Javier en la iglesia de San Esteban
                               -Pila de agua bendita (s. XVII) en la iglesia de Ntra. Sra. De Valentuñana
                               -Cálices, custodias, relicarios, cuadros y otros objetos litúrgicos barrocos se guardan en la sacristía de la iglesia de San Esteban (ver sala capitular y  sacristía)




BIBLIOGRAFÍA

-ASÍN GARCÍA, NURIA (Coord.) “La huella del Barroco en las Cinco Villas”, en Comarca de las Cinco Villas, pp. 221-223. Col. Territorio, 25. D.G.A. Zaragoza, 2007.
-CARDESA GARCÍA, Mª TERESA. "El arte religioso en los siglos XVI, XVII y XVIII" en Comarca de la Hoya de Huesca, pp. 183-198. Col. Territorio, 22 (Coord. Adolfo Castán Sarasa) D.G.A. Zaragoza, 2006.
-GARCÉS ABADÍA, MÁXIMO. Sos del Rey Católico. Iglesia parroquial de San Esteban. Edilesa. León, 2001.
-Historia del Arte Español. T. VII. El siglo de Oro. El sentimiento de lo barroco. Planeta. Barcelona, 1995.
              

domingo, 21 de abril de 2019

LA DERRUÍDA ERMITA DE SANTA CRUZ

       
Ruinas de la ermita de Santa Cruz. Sos del Rey Católico


            Historia

Entre las iglesias derruidas del término de Sos del Rey Católico se encuentra la ermita de  Santa Cruz. Muy poco sabemos sobre ella: tan sólo, las escasas menciones que hacen sobre su existencia y advocación algunos escritos y documentos en diferentes momentos de la historia de Sos.
La primera mención a esta ermita aparece en el Libro de Mandatos de Sos del año  1628, donde el obispo de Jaca, en una visita que hace a la iglesia de Sos el 9 de agosto de dicho año, hace el siguiente mandato: “Habiéndonos informado hallamos que hay en esta Villa trece ermitas, conviene a saber: la de San Miguel, San Bartolomé Santa Lucía, Ntra. Sra.de Valentuñana, San Cristóbal, Santa Cruz, Ntra Sra. de Serún, Ntra. Sra. de Barués, San Martín, San Vicente, San Julián, Ntra. Sra. de Arbe y San Adrián.

Y que todas están cerradas con llave y con decencia para decir misa.
Mandamos que no lo estando no se diga misa ni se vaya en procesión”[1]
 Dos siglos después también la menciona Mateo Suman en sus “apuntes  para el Diccionario Geográfico del Reino de Aragón” de 1802[2]. Con posterioridad también aparece en otro documento de 1810 y en el “Diccionario Geográfico Estadístico Histórico” de 1848 de Pascual Madoz. A partir de esta fecha ya no hay referencia alguna sobre la ermita, lo que hace pensar que su abandono y destrucción se produjo después de mediados del siglo XIX.
Actualmente, los restos de la ermita de Santa Cruz se encuentran en un estado de total de ruina y abandono, donde la vegetación crece en estado salvaje tanto en lo que fue el interior del templo como en el exterior, mimetizándose con el terreno y permaneciendo semioculta entre la espesura de la maleza.
Vista hacia el Norte, con Sos y la Valdonsella
Ubicación y acceso al lugar

La ermita, o más bien lo que queda de ella, está ubicada en un alto en las estribaciones de la sierra de Peña, entre las localidades de Sos y Sofuentes y muy cerca de la muga con Peña (Navarra), al comienzo del barranco de Valdeoscura, y a unos 800 m de altitud. Desde ella se divisa, mirando hacia el noreste, una espléndida panorámica del valle del Onsella, con los Pirineos al fondo y Sos en primer plano, desde donde vendrían, antaño, sus gentes en romería para rezar; y mirando hacia el suroeste se divisa otra amplísima panorámica con Sofuentes en primer plano y la sierra del Moncayo al fondo.
              
Vista hacia el sur, con Sofuentes.
               
Para acceder al lugar andando, desde Sos, puede tomarse el sendero PR  Z-112 en dirección Peña-Sofuentes. En coche podemos llegar hasta la misma ermita tomando la carretera en dirección a Castiliscar; poco antes de coronar el alto de Sos debemos tomar el desvío a la derecha hacia Sofuentes; en la confluencia de la vieja carretera con el nuevo trazado de la vía veremos una pista forestal a nuestra derecha que nos llevará hasta los aerogeneradores que encumbran la cima de la sierra. Estos aerogeneradores están agrupados en tres grandes bloques: un primer bloque formado por un conjunto de cuatro aparatos, otro segundo bloque con nueve elementos y un tercero que agrupa hasta once aerogeneradores. La ermita de Santa Cruz se encuentra entre el segundo y el tercer bloque de aerogeneradores, donde la zona cimera forma una pequeña hondonada entre las dos zonas más elevadas de estos dos últimos grupos de aerogeneradores, terreno que resulta algo menos elevado y que es aprovechado por el sendero que viene de Sos para cruzar la Sierra y dirigirse hacia Sofuentes.
La ermita se encuentra en el lado izquierdo de la pista forestal siguiendo el sentido de nuestra marcha, a unos veinte metros del camino subiendo por la ladera del monte.
                                                                                                                                      La ermita
Ruinas de la ermita de Santa Cruz. 

Aunque la ermita está totalmente derruida, quedan las suficientes partes de muro como para ver, a simple vista, que el templo era de planta rectangular, de unos diez metros de largo por cinco de anchura y orientada, con la cabecera mirando al Este. La parte mejor conservada son los muros sur, norte y este, donde prácticamente puede apreciarse toda su longitud en la base y en las diez o doce primeras hiladas de piedra. A partir de la décima hilada las piedras están caídas y desparramadas tanto en el interior del templo como en el exterior del mismo. El muro oeste, donde se encontraba la entrada, está totalmente derruido.
Cabecera de la ermita. Las dos primeras hiladas de piedra presentan grandes
bloques de sillares
En su construcción puede verse, sobre todo en la base de la cabecera, que las dos primeras hiladas han sido levantadas con  grandes bloques de piedra, algunos de ellos sillares labrados, para continuar con un tosco paramento de sillarejos.
Llama la atención que alguna de sus piedras presentan marcas y relieves que podrían atribuirse a época romana, probablemente provenientes de la cercana villa romana de Cabeza Ladrero o de cualquier otra edificación romana de las muchas que jalonaban sus vías, pues no hay que olvidar que la vía Caesaraugusta-Pompaelo pasaba muy próxima al lugar donde nos encontramos.
Sillar labrado en el muro este.
Muro norte de la ermita
Sillar caído. Probablemente hacía de piedra esquinera entre el muro norte y este.
Ver más fotos de la ermita aquí




[1] Libro de Mandatos II, f. 7. Sos
[2] Mateo Suman. Apuntes para el Diccionario Geográfico del Reino de Aragón. Partido de Cinco Villas. Edición de Josefina Salvo y Álvaro Capalvo, p. 497.




BIBLIOGRAFÍA

-MADOZ, PASCUAL. Diccionario Geográfico Estadístico Histórico. 1845-1850. Edición facsímil. D.G.A. Valladolid, 1985.

-MATEO SUMAN. Apuntes para el Diccionario Geográfico del Reino de Aragón. Partido de Cinco Villas. Según el ms. 9-5723 de la R.A.H. de 1802. Edición de Josefina Salvo y Álvaro Capalvo. I.F.C., D.P.Z. Zaragoza, 2015.


ERMITA DE SANTA CRUZ. FOTOGRAFÍAS






























domingo, 14 de abril de 2019

BÓVEDAS ESTRELLADAS, PURO GÓTICO


Bóveda estrellada en el atrio del pórtico de la iglesia de San Esteban. Sos del Rey Católico


                    Las bóvedas estrelladas son elementos constructivos característicos del arte gótico.
                El arte gótico en los reinos cristianos nació en plena época románica a finales del siglo XII (aunque de forma puntual apareció en algunos lugares en fechas más tempranas) de manos de los monjes cistercienses a través de abadías filiales de los grandes cenobios franceses, que fueron introduciendo los nuevos modelos de iglesias de cabecera de ábsides rectangulares y los numerosos y diversos avances y nuevas soluciones arquitectónicas.
                 En la Corona de Aragón el primer edificio que puede considerarse con elementos constructivos de estilo gótico es el Real Monasterio de Santa María de Veruela, que empieza a construirse sobre 1146 en estilo románico, pero al tardarse en construir el monasterio más de 250 años, los monjes fueron utilizando en su construcción las nuevas tendencias arquitectónicas góticas.
                En el reino de Navarra la arquitectura gótica se manifestó, en pleno siglo XIII, en la hospedería de Roncesvalles, fundada por el rey Sancho. Desgraciadamente la obra ha sufrido irreparables transformaciones posteriores y en la actualidad apenas puede apreciarse la planta original de tres naves y cabecera poligonal, planta que tiene que ver con modelos franceses, y en particular con la de la iglesia de Sant Denis.
                   Las relaciones que a lo largo de la Edad Media tuvo Navarra con el mediodía francés, en especial con el Langedoc, se ponen de manifiesto a través de la presencia en sus tierras de algunas tipologías habituales en la región de Touluse, como la de las iglesias de nave única cuya cubierta descansa en rectos contrafuertes exteriores, tal como ocurre en San Saturnino del Cerco de Artajona, en San Saturnino de Pamplona y en la fortificada iglesia románica de Santa María de Ujué, en la que tardíamente, entre 1350 y 1387 se añaden tres tramos con bóveda de crucería. Pero no hay que olvidar que junto a estas manifestaciones del inicio del gótico, el arte, tanto en Navarra como en Aragón, todavía arrastra la tradición de lo románico.

            La bóveda de crucería, o bóveda nervada, es una de las más genuinas soluciones estructurales aportada por la arquitectura gótica. Formada por la intersección de dos bóvedas de cañón apuntado se refuerza mediante nervios que, partiendo de los puntos de apoyo, se cruzan en el centro de la bóveda, clave o punto superior de la misma. De esta forma se aligeraba peso y se podía elevar más la cubierta.
                A medida que avanza la arquitectura gótica, estas bóvedas alcanzan cada vez más complejidad. Así, en el siglo XIV, y dependiendo del tamaño de la iglesia o catedral, se añade otro nervio transversal central uniendo las claves de los distintos tramos, dividiendo la bóveda en seis paños, incorporando también nervios transversales rectos que acaban en los puntos medios de aquéllos y que no tienen una función estructural en la construcción, sino meramente decorativa, y que además no llegan a la clave central, creando y convergiendo en otras claves secundarias, dando una imagen de bóveda estrellada pero que en realidad, y en arquitectura, recibe el nombre de bóveda de terceletes.
                A lo largo de los siglos XV y XVI empieza a quedar patente el lento pero progresivo cambio de los gustos. A nuestras tierras aragonesas y navarras llegan maestros foráneos que aportan un nuevo sentido del gótico, en el que la línea, elemento fundamental del primer gótico, abandona su pureza y en cierta medida su abstracción y empieza a reflejar formas de la naturaleza que cada vez adquieren mayor complejidad formal. Es en este gótico tardío, flamígero o isabelino (ss. XV y XVI) cuando tienen lugar, sobre todo para cubrir espacios más amplios, las bóvedas estrelladas, con un número mayor de nervios entrelazados entre sí donde aparecen nervaduras de trazado curvo formando ondas y lazos que se generan a partir de los terceletes. Son verdaderas obras de diseño de la arquitectura, adquiriendo bellas y complejas formas geométricas, que tal como ejemplifica el itinerante maestro de obras  Villard de Honnecourt (s. XIII) en su Livre de portraiture, en el mundo gótico, la geometría es un arte útil, pero también un instrumento de conocimiento. Los principios de la geometría, sean el de la simetría o el de la armonía, no sólo miden, sino que construyen.
              
Bóveda de la tribuna coral. Iglesia de San Esteban.
Sos del Rey Católico
 
En la simbología medieval las bóvedas tenían un significado celestial. Del mismo modo que los escalones de acceso al altar representan las virtudes mediante las cuales se llega a Cristo, o las columnas que sostienen el templo son “los obispos, los cuales por su rectitud de vida elevan hacia las alturas la máquina de la iglesia”, las bóvedas y cúpulas son su culminación, símbolo de la caridad que cubre la multitud de los pecados de los hombres, de la perfección e inviolabilidad con que se debe predicar la fe católica, imágenes del espacio absoluto del cielo.
              
Bóveda de la sacristía. Sos del Rey Católico
 
En Sos del Rey Católico existen varios ejemplos de bóvedas estrelladas en los tramos de ampliación  que se realizaron en la iglesia de San Esteban en el siglo XVI: capilla de San Juan Bautista y San José, Virgen del Rosario, capilla Bautismal, Virgen del Pilar, Sacristía, Pórtico de entrada y  bajo la tribuna coral. Bóvedas cuyos nervios principales y terceletes se entrelazan creando claves secundarias, algunas de ellas, como las de la tribuna coral, de gran tamaño y profusamente decoradas  con motivos florales geométricos; otras , como la bóveda del atrio de la iglesia o la de la sacristía, de complejos entrelazados formados, además de por los arcos cruceros, por terceletes (nervios que unen las claves secundarias con los apoyos), ligaduras (nervios que unen dos claves marcando el espinazo de la bóveda) y combados (nervios de trazado curvo). Una majestuosa obra artística del “cielo” del templo, del cielo de Dios, del cosmos.

                La arquitectura gótica en Sos del Rey Católico también se dejó notar en las construcciones civiles de los siglos XV y XVI debido al auge que adquiere el poder ciudadano, manifestándose sobre todo en el esplendor de las mansiones de la burguesía y de la nobleza, que poco a poco van abandonando su carácter de fortaleza y se convierten en verdaderos palacetes. El mejor ejemplo lo tenemos en la conocida Casa Fuertes, en la calle Isidoro Gil de Jaz, con una gran portada ojival formada por grandes dovelas, un gran escudo heráldico en su clave del siglo XV y ventanales ojivales con ajimez en los vanos del primer y segundo piso, tan característicos del gótico, amén de otros ejemplos repartidos por el casco urbano de la villa.

                 Poco a poco, el arte gótico en España fue dejando paso a las nuevas corrientes renacentistas, produciéndose una dicotomía estilística por la que en los principales edificios de la época surgen los nuevos estilemas "del romano".



Casa Fuertes. Edificio gótico en la calle Isidoro Gil de Jaz. Sos del Rey Católico





BIBLIOGRAFÍA

-ESTEBAN LORENTE, JUAN FRANCISCO. Tratado de iconografía. Istmo. Madrid, 2002.
-Historia del Arte Español. Tomo V. La época de las catedrales. El esplendor del gótico. Planeta, 1995.

En la web:
-Blog de Chity del amo. Baúl del arte. “Bóvedas y cúpulas” (10 de febrero de 2017) baulitoadelrte.blogspot.com
-VILLARD DE HONNECOURT. Le livre de portraiture. Libros en red. Scribd. https://es.scribd.com/archive/plans?doc=230538283
-Wikipedia. Bóveda de crucería





domingo, 7 de abril de 2019

"GÜESARRALLOS" LOS DE PUENDELUNA


               


                   La palabra güesarrallo proviene de hueso.  La sustitución de la sílaba “hue” por “güe”  no es más que una malformación fonética, muy propia del aragonés, en la que es muy común sustituir el vocablo “hue” de muchas palabras que comienzan con esta sílaba (huevos, hueso, huerto, hueco, huella…)por una vulgar pronunciación como “güe” o “we” (güevos, güeso, güerto, güeco, güella…)
                Félix Torres Bagüés en una recopilación del vocabulario aragonés utilizado en Monzón (Huesca), realizada en 1980, recoge el término güesarrallo, o güeserrallo, definiéndolo como la “persona delgada, con osamenta pronunciada”, la misma definición que recoge Fernando Romanos en su Dizionario Aragonés de las comarcas de la Alta Zaragoza.
                En “huesarrón”, a la raíz “hues” (hueso) se le ha añadido el sufijo aumentativo y despectivo  -arro y -ón, viniendo a significar, en castellano, hueso grande despojado de carne, es decir, un gran hueso “pelado”, sin nada de carne.
                   Los habitantes de Puendeluna son conocidos por el pseudogentilicio de “güesarrallos”, donde se ha añadido a la raíz de hueso el sufijo peyorativo aragonés -allo, correspondiente al sufijo despectivo castellano -ajo, para convertirlo en un adjetivo aún más vilipendioso y despreciativo que “güesarrón”: güesarrallo (güesarrajo); una forma despectiva con la que los vecinos colindantes de Puendeluna llamaban a los puendelunenses para mofarse de su extremada delgadez debido a la falta de comida por no saber o no poder cultivar sus tierras y sacarles el rendimiento deseado, probablemente, como ocurre con muchos gentilicios de las Cinco Villas, por problemas derivados por la escasez de agua o la insalubridad de la misma. Problemas que, curiosamente, eran comunes a todos los municipios de las Cinco Villas excepto en el pueblo del vilipendiador. ¡Qué casualidad!




BIBLIOGRAFÍA


-BUESA OLIVER, TOMÁS. “Seis casos de sinonimia expresiva en altoaragonés” Thesaurus. Boletín del Instituto Caro y Cuervo, X, pp. 106-136. Colombia, 1954.
-ROMANOS HERNANDO, FERNANDO. Dizionario Aragonés de las comarcas de la Alta Zaragoza
-TORRES BAGÜÉS, FÉLIX. “Breu replega d´o lesico de Monzón” Luenga & Fablas, 14, pp. 25-71. Consello d´a Fabla Aragonesa. Huesca, 2010.