domingo, 24 de mayo de 2020

EFEMÉRIDES. MAYO 1955.

Acto cultural en el Cinema Eliseos el 2 de mayo de 1955. Sos del Rey Católico.


                           El dos de mayo de 1955 se celebró en la villa de Sos del Rey Católico un acto organizado por el Instituto Cultural Hispánico de Aragón en homenaje a Don Fernando el Católico y por el resurgir de la villa tras anunciar la inminente restauración del palacio de Sada, casa donde tuvo lugar el nacimiento del rey.
                    Don Juan Bautista Bastero, presidente del citado Instituto, y los miembros de la Junta de Gobierno que le acompañaban, quisieron llegar a Sos del Rey Católico pero viniendo desde Navarra, queriendo emular la ruta y el fatigoso viaje que hiciera cinco siglos atrás la reina Juana Enríquez para llegar a Sos y dar a luz a su hijo.
                    En Sangüesa, los viajeros se acercaron a la iglesia románica de Santa María, donde Doña Juana tantas veces oraba, y visitaron el Palacio del Príncipe de Viana, de donde la reina partiera para cubrir el corto, pero dificultoso viaje que le separaba de Sos.  Eran sólo tres leguas de distancia que los viajeros recorrieron raudos en coche, pero que entonces, esas tres leguas, tuvieron que ser lentas, dificultosas, penosas y agobiantes de completar  a pie, portando a hombros los servidores de Juana Enríquez unas parihuelas para que resultara más cómodo el traslado de su Reina.
                     En Sos fue un día de fiesta repleto de actos culturales, homenajes y conferencias. Todo el pueblo acudió en masa a los actos conmemorativos que se celebraron en el Cinema Eliseos, en la calle Mayor.  Frente al escenario del Cinema, en una gran pancarta desplegada por los sosienses se podía leer: “El pueblo de Sos saluda a las autoridades provinciales agradeciendo su presencia y su interés por el resurgir de esta villa”.
                    El escenario y las primeras filas del aforo fueron ocupadas por todos los representantes del Instituto Cultural Hispánico de Aragón, el Presidente de la Audiencia Territorial de Zaragoza, alcaldes de otros municipios de las Cinco Villas, diputados, concejales, políticos, jueces y otras autoridades y jerarquías tanto locales como provinciales de diversos ámbitos.
                      Igualmente, no faltaron en sus charlas los incondicionales defensores del fernandismo en Sos: el padre Mariano Jáuregui, don Emilio Alfaro Lapuerta o don José Alvira, alcalde de la villa, que tras su intervención, el niño Félix Artieda recitó una vibrante poesía original del P. Jáuregui.
              Todos ellos, vecinos incluidos, participaron de los actos en un inolvidable día en el que se celebraba el comienzo de un nuevo período de esplendor para Sos del Rey Católico. 
                    Y efectivamente, tan sólo dos meses después, el arquitecto Teodoro Ríos Balaguer comenzaba la anhelada restauración del palacio de Sada, por orden del Gobernador Civil D. José Manuel Pardo de Santayana, espoleada por la Institución “Fernando el Católico” y apoyada por los sosienses ayudando en todo lo que pudieron. Era el inicio del nuevo auge para la villa. Y así ocurrió; llegó el esperado esplendor para la villa.

                    Sesenta y cinco años después, nosotros, los herederos, con no pocos esfuerzos, hemos sabido conservar, mantener, disfrutar y sacar provecho a toda la ardua labor cosechada durante este tiempo; pero por causas ajenas e inalcanzables para todos, la villa actualmente se encuentra paralizada por la pandemia del Covid-19. Pero Sos, en su dilata historia, siempre ha sabido superar las adversidades. 
         Porque su gente es grande, cual gigantes; testarudos y cabezones. Por eso, como gigantes y cabezudos, y rememorando aquella pancarta de hace 65 años en el Cinema Eliseos, volvemos a unirnos todos para iniciar de nuevo otro resurgimiento del pueblo. Resurgir que ya las autoridades y empresarios de la villa han iniciado con una campaña dirigida a los vecinos y visitantes con el lema “te mereces un 10”. (https://sosdelreycatolico.net/)
             Ahora, recíprocamente, somos los ciudadanos los que tenemos que devolverles también su esfuerzo y por eso les decimos: “TE MERECES UN 10”.
                 Y ha sido siempre así cómo Sos del Rey Católico ha resurgido continuamente de sus numerosas penurias: con el esfuerzo de todos; y esta vez, seguro que tampoco será la excepción.






BIBLIOGRAFÍA

-SALANOVA MAVILLA, RAMÓN. "Acto cultural hispánico en la villa de Sos del Rey Católico". Boletín del Instituto Cultural Hispánico de Aragón, nº 3, pp.17-20. I.C.H.A. Zaragoza, 1956.

domingo, 17 de mayo de 2020

EL "PULLIZO" O "TRONCA DE NAVIDAD"


          


            La tronca, tizón o pullizo de Navidad es una antigua tradición altoaragonesa, ligada al folklore y mitología pirenaica, que se celebraba la noche de la víspera de Navidad (Nochebuena) en muchos pueblos de la geografía altoaragonesa y catalana.
            Según la zona recibe distintos nombres: tronca, tizón, pullizo, toza, corniza, zoca, troncada,…, pero todos ellos simbolizan lo mismo, haciendo referencia a un gran tronco de leña seca que se ha guardado a propósito para ser quemado en el hogar o chimenea esa importante noche del año. En Sos del Rey Católico es más conocido como pullizo, tal y como lo recoge el “léxico aragonés de Sos del Rey Católico”, recopilado del “Diccionario del aviador”(ver): "Pullizo: leño delgado del tronco o ramas del árbol."
            El ritual en esta noche tan especial del año engloba tres elementos importantísimos ligados al hogar: la unidad familiar, el fuego purificador y el fruto de las cosechas.
          Según los estudiosos, este ritual  tiene su origen en ancestrales ceremonias paganas relacionadas con el solsticio de invierno y que celebraba el aumento de más horas de luz solar sobre la noche, festejando la victoria del Sol sobre la oscuridad; si bien este ritual, en sus orígenes, nada tiene que ver con la actual celebración navideña.
             El fuego siempre ha estado presente en muchos rituales y celebraciones como elemento purificador, ligado al Sol. Con el paso de los años y los siglos, aunque el ritual se conservó en nuestro folklore, sí fue sufriendo diversos cambios en cuanto a su significado y celebración, cruzándose y fusionándose el ritual pagano con las tradiciones cristianas, haciendo partícipes, en esta noche tan especial, a todos los miembros de la familia, incluidos los niños, siendo el pullizo el protagonista de la noche, como si de Papá Noel se tratara.

            Días antes de Nochebuena, el pullizo se colocaba en un destacado lugar de la casa, convenientemente decorado y cubierto con una manta para proteger los secretos que guarda en su interior.
            En sus orígenes, en Nochebuena, se reunía toda la familia alrededor del pullizo, se bendecía, se rezaba por los familiares difuntos y a continuación se depositaba en el fuego de la chimenea o fogaril para que se consumiera, en un acto de invitación a la familia de vivir al calor del hogar y al calor del amor. Generalmente era el cabeza de familia el encargado de bendecir el pullizo o, en su defecto, el hijo mayor o heredero universal o el siguiente miembro familiar según el escalafón dictado por esta tradicional institución jurídica aragonesa, como es la familia.
          Algunas de las oraciones o bendiciones decían: “Buen pullizo, buena brasa. Dios bendiga a todos los miembros de esta casa”; “yo te bendigo en el nombre de Dios y en el del Niño Jesús que va a nacer esta noche”, o “pullizo de Navidad, yo te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
         Con el tiempo, la ceremonia fue cambiando y evolucionando. Últimamente, la bendición del pullizo la realiza cualquier miembro del hogar y se suele hacer con un porrón de vino, vertiendo su contenido sobre el tronco realizando una cruz; seguidamente se alza el porrón recitando las oraciones, que más o menos, con diversas versiones según las zonas, vienen a decir: “Bebe, pullizo; bebe porrón; tú por la boca y yo por el garganchón”, y acto seguido se echaba un buen trago y se santiguaba por la protección de la familia.
            Ya más recientemente, el rito ha derivado hacia una celebración más festiva de carácter infantil en la que, aunque la familia y el fuego siguen formando parte esencial de la ceremonia, los niños son los auténticos protagonistas de esta fantástica noche.
         Así como el fuego purifica y es símbolo del sol, este influirá en la obtención de unas generosas  cosechas y frutos, expulsando el pullizo, desde su interior, estos frutos en forma de caramelos, nueces, gominolas, peladillas, galletas…e incluso juguetes, ante el asombro y alegría de los más pequeños de la casa.
      
Niños haciendo "cagar" el pullizo de Navidad
  
          Para ello, el pullizo tiene que ser hueco o tener las mayores oquedades posibles para poder introducir en ellas las golosinas o los regalos, que se habrán colocado en el tronco antes de comenzar el ritual y sin que los niños se hayan percatado de ello. Tras bendecir el pullizo, y antes de echarlo al fuego, los niños se acercan al tronco y, golpeándolo con las manos o con un palo, dicen repetidas veces: “¡caga pullizo!”  Y con los golpes éste va expulsando su contenido, como si el tronco realmente los "cagara". No hace falta explicar la cara de ilusión y satisfacción que ponen los niños ante este emocionante momento. Es como si fuera el Papá Noel de nuestros antepasados.
         Es, en definitiva, un acto tradicional que transmite alegría, paz y el espíritu navideño tanto en niños como en mayores, sosteniendo y avivando el amor, la unidad y el calor del hogar.
            Lamentablemente, la despoblación, el éxodo rural a las ciudades y la sustitución de las chimeneas por los nuevos sistemas de calefacción, han contribuido al progresivo declive de esta ancestral tradición, típica de nuestro rico folklore, que aún a día de hoy todavía puede verse en algún hogar de algún pueblo o aldea de Aragón. No obstante, con el ánimo de conservar, recuperar y fomentar la celebración de bendecir el pullizo y, sobre todo, de hacerlo "cagar", existen entidades y asociaciones  aragonesas encargadas de divulgarlo por todo Aragón.

            El pullizo se mantenía en el fuego durante toda la Navidad, hasta el día de Reyes, quemándose poco a poco, y así purificar y proteger la casa de todo mal y garantizar la continuidad de la familia, pues este tronco de Navidad, “ligado al culto solar doméstico, constituye, según los folkloristas, una supervivencia de la renovación del fuego hogareño, cuya llama era preciso conservar, siendo delito irreparable el dejarla extinguir[1].
            Pero tras el día de Reyes, aunque el pullizo se apaga, no lo hace su "mágico poder”. El folklore popular de Sos, y de otras localidades cercanas, conserva otros ritos y costumbres ligados al pullizo de Navidad. Así, es sabido que en Sos, para impedir que las brujas entraran en una casa, se ponían pequeños papelitos conteniendo ruda (planta tóxica) bendecida tres veces en los vanos con acceso al exterior, como puertas, ventanas y chimeneas. Pero si a estos amuletos se añade un trozo de pullizo de Navidad y paja de centeno, el remedio es de efectos seguros[2]. En otros pueblos navarros esparcían las cenizas sobre las tierras, en forma de cruz, el día de San Esteban, para matar gusanos y alimañas[3]. También se usaban las cenizas del pullizo contra el “maldeojo” que podían transmitir las brujas con su mirada, pues contra él no hay defensa alguna si el aojado es propicio a recibir el mal, pero portando como amuleto unos pocos restos del pullizo de Navidad las personas quedarán totalmente inmunes contra el “aojamiento” de las brujas[4].
            También, a las cenizas del pullizo se les atribuía un efecto fertilizante al esparcirlas por los cultivos.
          Como el pullizo solía ser muy grueso, generalmente no terminaba de consumirse para el día de Reyes; entonces, el trozo que quedaba sin quemarse (tizón) se guardaba en la falsa de la casa como protección frente a los rayos. En algunas localidades de Navarra el tizón lo guardaban para curar, encendiéndolo de nuevo, las ubres enfermas de las vacas. Y en el País vasco-navarro el tizón, sacado al día siguiente a la puerta del caserío, tiene el poder mágico de curar el ganado[5].



[1] Iribarren, José María. “El folklore de Sos y la Valdonsella”, nota 19, p. 294.
[2] Iribarren. Op. cit. pp. 296-297.
[3] Iribarren. Op. cit. nota 24, p. 297.
[4] Iribarren. Op. cit. pp. 293-294.
[5] Iribarren. Op. cit.nota 24, p. 297.









BIBLIOGRAFÍA


-GARCÍA PÉREZ, GUILLERMO. “La tronca de Navidad”. Boletín de la Sociedad Ateneísta de Aire Libre, nº 46, diciembre de 2014, pp.9-19. Madrid.
-GIL, ANTÓN CHUSÉ. Léxico aragonés de Sos del Rey Católico.Crica d´edizions. Zaragoza, 1999.
-IRIBARREN, JOSÉ MARÍA. Historias y costumbres. I.P.V. Diputación Foral de Navarra. Pamplona, 1956.

domingo, 10 de mayo de 2020

PRÁCTICAS ADIVINATORIAS AMOROSAS



   ¿Quién no ha dudado, antes de casarse, sobre la duración de la felicidad en su matrimonio?
            El saber si tu pareja va a amarte toda la vida ha sido, desde siempre, una incógnita que había que resolver antes de la unión. Y de ahí surgen los numerosos ritos, creencias y prácticas adivinatorias populares que existen en el folklore de toda la geografía española.
            Por ejemplo, en los pueblos de la Valdonsella, para saber si los novios se querían de verdad e iban a ser felices, se reunían la mágica noche de San Juan, a las doce de la noche, en el río Onsella. Cada uno de ellos portaba una corona de flores en cuyo centro colocaban una pequeña tea, teniendo que ser iguales en tamaño tanto las teas como las coronas de flores. Seguidamente encendían al mismo tiempo las teas y depositaban las coronas, también a la vez, en la corriente del río. Si las coronas salían a la orilla al mismo tiempo, los novios se casarían; si, por el contrario, se separaban, o  una de las dos coronas llegaba a la orilla antes que la otra, era interpretado como mal augurio; pero si continuaban juntas y encendidas, llevadas por la corriente, durante un largo trecho por el río, la felicidad del matrimonio iba a ser total. Igualmente, utilizaban el ritual para saber quién de los dos moriría primero, siendo aquel cuya tea se apagara antes[1].
Parietaria

               En Sos del Rey Católico eran un poco más bestias y las mozas del pueblo, antes de casarse, para saber si su novio iba a ser eternamente correspondido, acostumbraban a realizar “el diagnóstico del amor”. Este consistía en aplicarse sobre la piel del antebrazo una hoja de la “planta del amor”, conocida como “parietaria”, perteneciente a la familia de las plantas urticantes. Si se les enrojecía la piel, que era lo más normal, era señal que amaba a su pretendiente y que este le era correspondido. Pero la parietaria podía producir diversos efectos en la dermis dependiendo de la superficie de piel que se frotara, la intensidad  del roce o el tiempo de duración de su aplicación, pudiendo llegar a la vexicación (aparición de ampollas en la piel). En este caso...¡mejor todavía!, eso era señal de un gran amor correspondido y duradero para toda la vida. Es decir, que la intensidad y reciprocidad del amor entre los novios era directamente proporcional con los efectos irritantes que producía la parietaria en la piel de la novia; a mayor irritación, o vexicación, mayor y más duradero será el amor[2].

¡ Qué brutos los de Sos! ¿ No es más sencillo dejar una corona de flores en la corriente de un río? Pero así es nuestro folklore.





[1] Iribarren, José María. “El folklore el día de San Juan”. Historias y costumbres, p. 145.
[2] Iribarren, José María. “El folklore de Sos y la Valdonsella”. Historias y costumbres. p. 286.









BIBLIOGRAFÍA

-IRIBARREN, JOSÉ MARÍA. Historias y costumbres. I.P.V. Pamplona, 1956.




domingo, 3 de mayo de 2020

EL AGNUS DEI


Agnus Dei. Cripta de Santa María del Perdón. Sos del Rey Católico (Zaragoza)

               En el período paleocristiano, el cordero se consideró como uno de los símbolos cristológicos más habituales, símbolo del martirio y la muerte de Cristo; sin embargo, el cordero, no es sólo víctima; también es un animal triunfante, victorioso sobre la muerte, que comparte el trono de Dios y que es adorado por los seres celestiales.
              La comparativa del cordero con Jesucristo viene dada por la mansedumbre del animal, lo que hace que sirva como modelo de lo que debería ser el ser humano respecto a Dios, es decir, igual que los corderos son guiados por el pastor al redil, Jesús es el Pastor que nos guía a nosotros hacia la Corte Celestial. Este paralelismo también nos recuerda que la Eucaristía es la escenificación del sacrificio en el que Jesús se entrega a los demás, y también el triunfo de la vida (Resurrección) frente a la muerte.
             El cordero tiene su origen en varios textos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento. En el libro del profeta Isaías se compara al Mesías con el cordero: “Cuando era maltratado, se sometía, y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca” (Is. 53,7). En el libro de Ezequiel dice: “Ofrecerás como holocausto diario al Señor un cordero de un año sin defecto; lo ofrecerás cada mañana. Acompañando a la ofrenda presentarás también cada mañana ocho kilos de cereal y dos litros y medio de aceite para amasar la flor de harina. Es esta una ofrenda ritual que jamás dejará de ser presentada al Señor. Se hará cada mañana, como holocausto perpetuo, la ofrenda del cordero, del cereal y del aceite” ( Ez. 46, 13-15).
               En el Nuevo Testamento, cuando Juan “el Bautista”, en el río Jordán vio a Jesús, exclamó: “Este es el cordero de Dios” (Jn. 1, 36). En los Hechos de los Apóstoles, el ángel del Señor, dirigiéndose a Felipe, hace incidencia al pasaje antes citado de Isaías (Hch, 8, 32). La primera carta de San Pedro dice: “Sabed que no habéis sido liberados de la conducta idolátrica heredada de vuestros mayores con bienes caducos - el oro y la plata-  sino con la sangre preciosa de Cristo, cordero sin mancha y sin tacha” (Pe. 1, 18-19); y la primera carta de San Pablo: “Suprimid la levadura vieja y sed masa nueva, como panes pascuales que sois, pues Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado”. (1 Co.5-7)
               Pero sin duda, el texto más relevante de Cristo como cordero es el Apocalipsis, donde representa el triunfo del Salvador sobre la muerte y es emblema de Cristo resucitado, que comparte el trono de Dios y que es adorado por los seres celestiales: “Y en la mano derecha del que estaba sentado en el trono ví un libro escrito por dentro y por fuera y sellado con siete sellos. Y ví también un ángel pleno de vigor que clamaba con voz potente: ¿Quién es digno de abrir el libro y romper sus sellos? Y nadie en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra podía abrir el libro y ver su contenido. Entonces yo me eché a llorar desconsoladamente, porque nadie era digno de abrir el libro y ver su contenido. Y uno de los ancianos me dijo: No llores, pues ha venido el león de la tribu de Judá, el retoño de David, y él  abrirá el libro rompiendo sus siete sellos.
                Vi entonces en medio del trono, de los cuatro seres vivientes y de los ancianos, un Cordero en pie con señales de haber sido degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. Se acercó el Cordero y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono; y cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. Cantaban un cántico nuevo que decía: Eres digno de recibir el libro y romper sus sellos, porque has sido degollado y con tu sangre has adquirido para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación, y los has constituido en reino para nuestro Dios, y en sacerdotes que reinarán sobre la tierra”( Ap. 5,1-9).

                Aunque la adoración del Agnus Dei es un tema muy habitual en la miniatura mozárabe, también aparece con frecuencia en la pintura mural románica.
       
Cordero de siete ojos.
(Sant Climent de Taüll. Lérida)
           
En la época paleocristiana, el cordero se representaba simplemente nimbado. En los siglos posteriores adoptaría su imagen apocalíptica, normalmente degollado o alanceado, pero en pie y portando en una de sus patas la cruz de la salvación, como símbolo de la victoria sobre la muerte y el pecado. Con cierta frecuencia, puede incorporar los siete ojos y cuernos que narra el Apocalipsis, siendo la del ábside de Sant Climent de Taüll (Lérida) una de las más soberanas representaciones pictóricas en España del cordero de siete ojos. También es frecuente verlo sobre el Libro de los Siete Sellos, encaramado al monte Sión o sobre una fuente de la que parten los cuatro ríos del Paraíso.
             La visión de los ancianos adoradores del Creador es muy frecuente en las arquivoltas de las portadas y muy poco habitual en las decoraciones murales. Esto es debido a que la superficie curva de las arquivoltas predispone a la figuración radial de los ancianos que tocan sus cítaras y alzan sus copas; no ocurriendo así en los ámbitos de la pintura mural, donde es muy difícil encontrar un lugar propio para su representación, a no ser en el intradós o en el frontis de algunos de los arcos preabsidales, como sucede en la iglesia aragonesa de Vió (Huesca)

                En la cripta de Santa María del Perdón, en Sos del Rey Católico, podemos encontrar el Agnus Dei en las pinturas murales del ábside izquierdo, o del evangelio, sobre la ventana central del ábside y justo debajo del final de la bóveda. Está representado con el estandarte blanco, sujetado por su pata delantera derecha, en cuyo paño figura la cruz.

               También la imagen del cordero tendrá una gran aceptación en las artes suntuarias, sobre todo en el ajuar litúrgico, aunque en los siglos posteriores a la Edad Media; igualmente, aparece en muchas ocasiones en manuscritos musicales, pues la oración del Agnus Dei forma parte del ordinario de la misa.
Igualmente, puede aparecer formando parte de ornamentos o vestiduras litúrgicas, como en una muceta de viático conservada en el museo parroquial de la iglesia de San Esteban, en Sos del Rey Católico. Esta capa de viático, aunque de hechura moderna, está confeccionada con raso blanco, bordada en oro, con adenda de piedras falsas en cuyo centro aparece el Agnus Dei con aureola de rayos y rodeado de siete mariposas. En la parte baja hay una cenefa vegetal, rematada con flecos de oro[1].
               En este caso, los siete cuernos o siete ojos de los espírirus de Dios han sido sustituidos por siete mariposas, animal que simboliza la Resurrección y la vida eterna, pues la metamorfosis en la vida de la mariposa (oruga, crisálida, mariposa) encuentra su paralelismo en la vida de Jesús (nacimiento, muerte y resurrección), y en la Edad Media se “cristianizó” el simbolismo de este animal y muchos maestros vieron en la mariposa uno de los mejores símbolos de la Resurrección y de la vida eterna.



[1] Azpeitia Burgos, Ángel. “Museo parroquial de San Esteban, de Sos del Rey Católico”. Arte religioso en Sos del Rey Católico,p. 102.









 BIBLIOGRAFÍA

-CARVAJAL GONZÁLEZ, HELENA. “El Agnus Dei”. Rev. Digital de Iconografía Medieval, vol. II, nº 4, pp.1-7. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2010.
-SAN VICENTE, ÁNGEL; LACARRA, Mª CARMEN; AZPEITIA, ÁNGEL. Arte religioso en Sos del Rey Católico. I.F.C. (C.S.I.C.) Zaragoza, 1978.
-La Biblia. Edición popular. 3ª ed. La casa de la Biblia. Madrid, 1993.
-Historia del Arte Español, T. IV. La época de los monasterios. Planeta. Barcelona, 1995.