sábado, 31 de octubre de 2020

UN ZAHORÍ EN SOS DEL REY CATÓLICO

 

Grabado del siglo XVI donde pueden verse a radiestesistas con horquillas buscando metales. 
( Libro De re metallica, de Georg Agricola)

       El agua es un bien imprescindible para la vida. Ríos, lagos, fuentes y manantiales naturales han sido desde siempre los lugares perfectos para el asentamiento de poblaciones, pues podían usar tan preciado elemento para poder vivir; solo tenían que almacenarla para su uso doméstico y conducirla para cultivar las tierras. Se podría decir que los acuíferos naturales de la superficie terrestre condicionaban los asentamientos de las poblaciones. Pero en muchas otras ocasiones sucedía al revés, los asentamientos se realizaban en terrenos abruptos y estratégicamente ubicados y necesarios para poder defender territorios y fronteras, pero no contaban con acuíferos superficiales, así que el agua, que seguía siendo imprescindible, había que almacenarla en aljibes, bien de las lluvias caídas o acarreada desde algún acuífero cercano y, si era insuficiente, buscarla bajo tierra; y quienes mejor detectaban las capas freáticas del subsuelo eran los zahoríes, que practicaban una actividad pseudocientífica conocida como radiestesia, con más de 8000 años de antigüedad. Sonia San Román cuenta que en las cuevas de Tassili, en pleno desierto del Sahara argelino, se encontraron, entre otras, unas pinturas rupestres donde un zahorí buscaba agua con una varilla[1].

Un zahorí (del árabe, zuharí: “el que ha sido tocado por la mano de Venus), rabdomante(adivinador mediante varas) o radiestesista (percepción de la radiación por los sentidos) es la persona que practica la radiestesia, que el diccionario lo define como una actividad pseudocientífica basada en la afirmación de que los estímulos eléctricos, electromagnéticos, magnetismos y radiaciones de un cuerpo emisor pueden ser percibidos y, en ocasiones, manejados por una persona por medio de artefactos sencillos mantenidos en suspensión inestable, como puede ser un péndulo, varillas con forma de “L” o una horquilla, que supuestamente amplifican la capacidad de magnetorrecepción de la persona.

Varillas de radiestesia

Pero los zahoríes no sólo localizan el agua del subsuelo, también tienen el “don” de  detectar metales ocultos, tesoros enterrados e incluso localizar el paradero de personas desaparecidas.

Independientemente de la credibilidad o no de esta pseudociencia y de la efectividad o no de los resultados, no se sabe cuál es el origen de su poder, pero lo cierto es que los zahoríes gozan de una hipersensibilidad sensorial muy acusada y unas facultades y poderes que muy pocas personas poseen.

Su actividad a lo largo de la historia ha sufrido diversas aceptaciones. Existe documentación que da fe de su normalizada presencia en toda Europa entre los siglos XVI y XVII[2], pero en el siglo XVIII el padre Feijóo condenó este oficio y fue perseguido por la Inquisición por considerarlo como práctica de hechicería o actividad diabólica, siendo ajusticiados muchos zahoríes en esa época.

Horquilla de radiestesia

Sobre los zahoríes existen muchas creencias y supersticiones. Se dice que son gente nacida el día de Nochebuena, que tienen una cruz en el paladar, que es el séptimo de siete hermanos…, hechos y señales "divinas" que les facultan para tener esos poderes extrasensoriales.

 En Sos del Rey Católico, hasta no hace mucho tiempo, existió la creencia popular que “el niño nacido en la noche de Navidad será zaurín (zahorí), o sea, que llevará una cruz en el paladar, adivinará dónde hay agua, y en el sitio donde, al pasar, le tiemble la pierna izquierda, habrá un tesoro escondido.”[3]

            También en Sos se tenía la creencia que "si un recién nacido tenía otros hermanos que murieron de tierna edad, había que buscar para padrino al padre de un zahorí, quien recibe al recién nacido en la calle, tomándolo de un capazo que descuelgan desde una ventana de la casa, pues no debe salir por la puerta ni bajar la escalera hasta después del bautizo. Al entrar en la iglesia, el padrino llevará a la criatura en brazos y atravesará el umbral del templo de espaldas"[4].

         Sabemos que en Sos del Rey Católico existió un zahorí en el siglo XVIII: Martín de Canaluche. Desconocemos si Martín fue contratado alguna vez por el Concejo o por algún vecino para encontrar agua en sus tierras, pero lo que sí sabemos con certeza es que se dedicó a buscar un tesoro en Fillera que casi le cuesta la vida (ver).

            En el siglo XX, aunque no penado ni condenado, sí que fue desprestigiado el oficio de zahorí por el director del Instituto Geológico de España, Luis Mariano Vidal Carreras.[5]

            Actualmente, la detección de aguas subterráneas  se viene realizando con modernos métodos geológicos, geofísicos y geoeléctricos, con sofisticados aparatos tecnológicos, aunque la ancestral técnica de radiestesia del zahorí continua viva en muchas zonas rurales de nuestra geografía, entre otras razones, porque resulta ser mucho más económico. Otra cosa es que encuentren, o no, el agua.

 



[1] San Román Olmos, Sonia.  “Zahoríes. Adivinos necesarios del mundo rural”. Revista “Belezos”, nº 4, p.47.

[2] Idem. P. 48.

[3] Iribarren, José María. “El folklore de Sos y la Valdonsella”, p.300. Historias y costumbres. I.P.V. Pamplona, 1956.

[4] Prácticas semejantes podemos encontrar en el folklore de Gistain (Huesca) y en Navarri (Huesca).  Cit. José María Iribarren. “El folklore de Sos …”, pp. 300-301.

[5] Sánchez Sanz, Mª Elisa. “ Las gentes y el agua. Oficios y objeto”, en La cultura del agua en Aragón. Usos tradicionales, p.87.




BIBLIOGRAFÍA

 

-IRIBARREN, JOSÉ MARÍA. Historias y costumbres. I.P.V. Diputación Foral de Navarra. Pamplona, 1956.

-SAN ROMÁN OLMOS, SONIA. ”Zahoríes. Adivinos necesarios del mundo rural”. Revista “Belezos”, nº 4, pp.46-49. Instituto de Estudios Riojanos. Logroño, 2007.

-SÁNCHEZ SANZ, Mª ELISA. “Las gentes y el agua. Oficios y objetos.” Pilar Bernad Esteban (Coord.) La cultura del agua en Aragón. Usos tradicionales, pp.86-105. Rolde de Estudios Aragoneses. Zaragoza, 2008.

En la web:

-Blog de Manuel Valle. “Un tesoro en Fillera”. https://villadesosdelreycatolico.blogspot.com/2014/11/un-tesoro-en-fillera.html

-Wikipedia. Zahorí

sábado, 24 de octubre de 2020

"PEIROTEROS" Y "MOSQUETEROS" LOS DE MARTÉS

 


             Martés es un municipio oscense ubicado en un llano en la zona sur del término municipal de canal de Berdún.

            Uno de los pseudogentilicios con que se conoce a los martenses es el de peirotero, por pasar hambre, segun cuenta la tradición popular de sus pueblos cercanos, debido a sus escasas y malas cosechas; gentilicio muy aragonés que explicamos a continuación.

         Personificar conceptos, en literatura, es una figura retórica de pensamiento conocida como prosopopeya, personificación o humanización. Atribuir a ideas o conceptos, a seres irracionales, inanimados o abstractos, características y cualidades propias de los seres animados o racionales, y viceversa, ya viene de muy lejos en la historia y es muy habitual en la mentalidad popular, llegando algunas personificaciones a convertirse en verdaderos paradigmas muy usados en el lenguaje popular. Por ejemplo: Picio = fealdad; María Castaña= tiempos remotos, o Pedro Botero= diablo.  En este sentido, en Aragón, el hambre es personificado en  Pedro, Peiró o Peirot, variantes en aragonés del nombre propio "Pedro" [1] .“Tener a Pedro (Peirot) en casa”, significa estar en situación menesterosa. Peirot, adjetivado (peirotero), equivale a ser un mísero.

            El Archivo de Filología Aragonesa recoge esta coplilla en relación a Peirot (hambre):

En Canfranc está Peirot.

mas aquí Maríadura,

y en Cenarbe ya no masan

por falta de levadura.[2]


                        Y en relación con Martés, Rafael Andolz recoge las siguientes coplas en "Más humor aragonés":

En Martés está Peirot

en medio de dos peñones,

y le dan para comer

manzanicas y arañones.


************

Y otra variante de la anterior:


En Martés está Peirot

entre medio de dos piedras,

y le dan para comer

almendrucos y cermeñas.[3]


                          El otro pseudogentilicio conocido para los habitantes de Martés es el de mosquetero. Para entender su origen y significado nos tenemos que ir al torreón del Ventorrillo, fortificación situada a unos 2 km al norte del municipio, junto al puente del Río Aragón. Es una construcción de planta cuadrada con dos torres cilíndricas en dos de sus extremos opuestos (Este-Oeste), puerta en uno de sus lienzos y doce aspilleras fusileras en todo su perímetro para controlar el camino y el puente, catalogado por la A.E.A.C.[4] como fuerte fusilero. La obra es de mampostería y se construyó a finales del siglo XVI para controlar el paso sobre el río, siendo su estado actual de ruina progresiva.

            El fuerte del Ventorrillo fue un lugar estratégico durante las guerras carlistas en el siglo XIX, existiendo una guarnición permanente de mosqueteros en el lugar para controlar el paso del río. Un mosquetero es un soldado de infantería armado con un mosquete, tipo de arma más habitual que se usaba entonces. Y por extensión en el tiempo, a los habitantes de Martés terminaron por llamarles mosqueteros.

Fuerte del Ventorrillo (Berdún), junto al paso sobre el río Aragón.


[1] Damián Dieste, José. “Las palabras del cierzo”. Diario del Alto Aragón. 29/11/2015.

[2] Luis V. López Puyoles y José Valenzuela La Rosa. “Colección de voces en uso en Aragón”. Archivo de Filología Aragonesa, 48-49, voz: Peirot; p. 301.

[3] La cermeña es una variedad de pera muy pequeñita.

[4] Asociación Española de Amigos de los Castillos.





BIBLIOGRAFÍA

-ANDOLZ CANELA, RAFAEL. Más humor aragonés. Mira Editores. Zaragoza, 1996.

-LÓPEZ PUYOLES, LUIS V. y VALENZUELA LA ROSA, JOSÉ. “Colección de voces en uso en Aragón”. Archivo de Filología Aragonesa, XLVIII-XLIX, pp. 287-307. I.F.C. Zaragoza, 1993.

-Diario del Alto Aragón. 29/11/2015.

En la web:

-castillosdeespaña.es. Asociación Española de Amigos de los Castillos. Fuerte de Martés.

 

domingo, 18 de octubre de 2020

LOS REMEDIOS TERAPÉUTICOS DE LA ABUELA (II)

 



En el primer post de “remedios caseros”(ver) de "la abuela"  vimos cómo algunos animales de los que conforman la fauna autóctona de la comarca de Sos eran utilizados para curar determinadas dolencias o enfermedades sin que estos sufrieran daño alguno; pero en este segundo post, lamentablemente, existen remedios en los que la terapéutica popular se aplica con el sacrificio de algunos animales, todo en bien de la salud de los pacientes. De nuevo, Iribarren nos los cuenta en “el folklore de Sos y la Valdonsella”.

Por ejemplo, contra las jaquecas, un remedio eficaz es llevar en un saquito patas de ranuecos (sapos de balsa). El mismo remedio sirve contra las convulsiones y enfermedades nerviosas (mal de corazón), donde el saquito con las patas de ranuecos se colgará del cuello. Eso sí, los sapos tendrán que cogerse del agua, si se cogen en tierra no tienen efectos curativos.

Contra las mordeduras de animales ponzoñosos lo mejor es succionar la herida producida, coger al animal y freirlo vivo en aceite, aplicando este sobre la herida durante 48 horas.

Para que desaparezca la caspa y fortalecer el pelo  hay que masajear la cabeza con el agua resultante de la cocción de ortigas y el aceite donde se frieron lirones o lardachos (lagartos).

Dejando ya el sacrificio de animales, contra los dolores de estómago el remedio es mucho más dulce. Se aplica una cataplasma en la parte superior del abdomen compuesta por canela y bizcocho con vino blanco.

Según la tradición popular, para que desaparezcan las verrugas lo mejor es frotarlas con la propia saliva, pero estando en ayunas. Otra forma de deshacerse de las verrugas es dejándolas en el campo; para ello hay que ir a un lugar por donde sepamos que no vamos a volver a pasar nunca más y se colocan, bajo piedras, tantas hojas de boj como verrugas se tengan, a la vez que se dice: “Verrugas tengo; aquí las dejo, y me voy corriendo”. Conforme las hojas se vayan secando, las verrugas irán desapareciendo. Pero asegúrate de no volver a pasar nunca más por ese lugar, de lo contrario volverás a coger las verrugas.

Contra las manifestaciones histéricas de las mujeres se coloca una piedra grande sobre su pubis para evitar que la matriz se salga de su sitio.

Para contener las hemorragias nasales hay que poner una cruz, hecha con dos pajuelas, en el cogote del que sangra; seguidamente hay que verterle agua fría en la nuca.

La gente creía que en las distensiones musculares se producía una rotura de hebras o fibras, por lo que había que aplicar un apósito de estopa y pez sobre la parte afectada para que las hebras rotas se unieran.


           Para problemas oculares eran buenas las instilaciones aplicadas con la savia que destilan las parras recién cortadas.

Cuando a los niños se les caían los dientes de leche, había que quemarlos (los dientes, no los niños), porque si se los tragaba algun animal, el nuevo diente que le saldría al niño sería igual que el del animal que se lo tragó.

Si alguien tenía sarna, lo mejor era revolcarse desnudo sobre la cebada cubierta de rocío antes de salir el sol el día de San Juan.

Por norma general, los materiales de cura y los apósitos colocados en las heridas jamás deben quemarse, de lo contrario las heridas nunca cicatrizarán. Hay que enterrarlos.

Estos han sido algunos de los remedios terapéuticos que aplicaban nuestras abuelas a las dolencias y enfermedades más habituales. Existen muchos más y actualmente ya no se aplica ninguno; pero sirvan estos dos posts como recuerdo de aquellos tiempos no muy lejanos en los que la medicina y la sabiduría popular estaba muy arraigada en los núcleos rurales. Estos "remedios caseros" a veces daban resultado, avalado por las investigaciones de la avanzada ciencia médica actual, pero otras veces carecían de rigor científico alguno, basado simplemente en ancestrales creencias y supersticiones heredadas de generación tras generación. Pero forman parte de nuestras costumbres, cultura y folklore, que no tenemos que olvidar.



 

BIBLIOGRAFÍA

 

-IRIBARREN, JOSÉ MARÍA. “El folklore de Sos y la Valdonsella”. Historias y costumbres, pp. 285-307.  I.P.V. Diputación Foral de Navarra. Pamplona, 1956.

sábado, 10 de octubre de 2020

DOS POEMAS A FERNANDO EL CATÓLICO (S. XVI)

 



                     Paulo Giovio (Como, 1483-Florencia, 1552), fue un eclesiástico, historiador, escritor y cronista del renacimiento italiano. En su ciudad natal mandó construir un palacio, donde instaló un museo en el que recopiló una serie de retratos de grandes personajes contemporáneos y de la antigüedad. Bajo los retratos expuso textos explicativos de la vida de los personajes, exaltando sus logros, méritos y virtudes (Elogios). Al final de cada elogio transcribió poemas, epitafios, madrigales y epigramas de otros poetas sobre el personaje elogiado. Uno de esos personajes es Fernando "el Católico".

                     En su obra “Elogios o vidas breves de los caballeros antiguos y modernos, ilustres en valor de guerra que están al vivo pintados en el museo de Paulo Iovio”, aparecen dos poemas dedicados a Fernando “el Católico” de los poetas españoles del Siglo de Oro Gregorio Silvestre Rodríguez de Mesa y de Macías Bravo, que el mismo Giovio indica en su obra que se encuentran “debaxo del retrato de don FERNANDO Rey de España llamado el Catholico”, en el museo de su fundación, en Como.



           



(De Gregorio Silvestre)


Rey supremo y valeroso

En todo a todos sobrastes

Pues por fuerte y religioso

El renombre glorioso

De Catholico ganastes.

 

Y en razon

De ver tanta persicion

En vuestro valor inmenso

El mundo estuvo suspenso

Y puesto en admiracion.

 

El termino engrandecistes

De la tierra ciertamente

Y aun que vos no lo hizistes

Otro cielo descubristes

Y otro mundo y otra gente.

 

Y otro mar

Y aveis sabido ganar

Tantos trofeos y glorias

Tantos triunphos y victorias

Que no se pueden contar.

 

A vuestros fuertes arneses

Y gentiles escuadrones

Se rindieron los paveses

De los sobervios Franceses

Y las barbaras naciones.

 

No perdio

Sino lo que no intento

Vuestro poder furibundo

Pues que la reyna del mundo

Italia se os sujeto.

 

Principe maravilloso

No se os puede dar modelo

Ni titulo tan honrroso

Si no se os haze un colosso

Sobre las nubes del cielo.

 

No presuma

Dengrandeceros mi pluma

Antes os dexo agraviado

Pues no puede ser cifrado

Tanto bien en poca suma.


                El otro poema, de Macias Bravo, está escrito en primera persona, exponiendo el autor los versos en boca del propio monarca.


(Del licenciado Macias Bravo)


Soy aquel que descubri

Nuevo mundo y nuevo Polo

Y los Antipodas vi

Y tan grande gloria á mi

Concedio fortuna solo.

 

De Palas Marte y Belona

Yo tengo todo el honor

Y fue tanto mi valor

Que con sola mi persona

Puse al mundo gran temor.

 

Nuevos mares nuevo cielo

Nuevos hombres encontre

Nuevas estrellas halle

Nueva claridad y cielo

Nuevos ritos nueva fe.

 

Por mis hechos valerosos

Por la gloria que e alcançado

Mis estatuas y colossos

Que en el mundo todo me a dado.

 

Con animo soberano

Lleno de ventura y fe

Y con fuerte y diestra mano

Del yugo Mahometano

A toda España libre.

 

Mira el pueblo Italiano

Si quiere ver mi valor

Mira el Turco y Africano

El Frances y Veneciano

Que de todos soy señor.

 

Por mi divina intencion

Por mi fe a Dios ofrecida

La Christiana religion

Fue con gran veneracion

Dilatada y defendida.[1]
.



[1] Paulo Iovio. Elogios o vidas breves, de los Cavalleros antiguos y modernos, Ilustres en valor de guerra, que estan al vivo pintados en el Museo de Paulo Iovio, pp. 129-131.



BIBLIOGRAFÍA

 -IOVIO, PAULO. Elogios o vidas breves, de los cavalleros antiguos y modernos, Iliustres en valor de guerra, que estan al vivo pintados en el museo de Paulo Iovo. Traduxolo de Latin en Castellano, el Licenciado Gaspar de Baeça. Casa de Hugo de Mena. Granada, 1568.

-SÁNCHEZ LAÍLLA, LUIS. “La imagen de Fernando el Católico en las letras barrocas: de Lope de Vega a Baltasar Gracián.” Aurora Egido y José Enrique Laplana (eds.) La imagen de Fernando el Católico en la Historia, la Literatura y el Arte, pp.201-234. I.F.C. (C.S.I.C.). Zaragoza, 2014.