En el siglo XV y principios del XVI la pluralidad
de poderes y la falta de una delimitación perfecta de los mismos habían
favorecido, al entrar en colisión unos con otros, la existencia de frecuentes
litigios entre las clases más poderosas de Sos que acabaron por degenerar en
verdaderas luchas armadas.
El destacado protagonismo que
tuvieron los miembros de la nobleza en estos violentos comportamientos es lo
que se ha denominado tradicionalmente como lucha de bandos.
Estas luchas estaban basadas en
los fundamentos ideológicos propios de los integrantes de este grupo social,
resumido en el concepto del “honor” y del “más valer”, que implicaba
tanto la competencia entre los nobles por disfrutar de más bienes materiales,
de más dinero, como por poseer más valor y más honor[1], ya
que el honor proporcionaba prestigio y poder. El cronista Lope García Salazar
decía que estas luchas se hacían para saber “quién valía más en la tierra”, y
fray Juan de Vitoria, en el siglo XVI, igualmente comentaba que se hacían para
demostrar “cuál ser más y mandar más.”
En estas luchas de bandos no se
perseguía la aniquilación del enemigo, puesto que se necesitaba a un rival
igual para competir y reactivar continuamente el honor mediante la realización
de actos valerosos[2].Además tenían su propio código de honor
con sus normas, como la de no hacer la guerra sin razón, no quebrantar las
treguas, no matar a traición, guardar la palabra dada, etc…
La villa de Sos estaba dividida
en banderías, siendo “los dichos guerreantes hombres principales e muy
emparentados”[3],
y los enfrentamientos afectaban “no solament a las dichas partes, mas
ahun encara a todos vecinos e habitadores de la dicha villa”[4]
o sea, que no sólo participaban en estos enfrentamientos los nobles e
infanzones, sino que arrastraban también en sus confrontaciones a vecinos de la
villa no pertenecientes a la élite social.
Estas disensiones entre las
familias más poderosas no sólo se dieron en Sos, sino que afectaron a todos los
pueblos de la comarca: Uncastillo, Sádaba, Biel, Luesia…llegando a producirse
también estas confrontaciones entre familias de diferentes municipios, por lo
que este agitado clima que se vivía tanto en Sos como en toda la zona en el
primer tercio del siglo XVI hizo que la situación del orden y la paz
social en Sos se viera alterada, siendo muy difícil encontrar en el
territorio un solo año de paz en esta época, quedando la vida de los vecinos
profundamente trastornada y convirtiendo el concejo y sus términos en lugares
inseguros.
Muchos de los enfrentamientos
que se dieron en Sos sólo se quedaban en un intercambio de palabras
injuriosas por cuestiones que nos pueden parecer banales, aunque en muchos
casos tenían que intervenir los árbitros judiciales para impartir justicia y
mediar en una tregua entre las partes; pero el caso es que a estas banalidades
la nobleza le daba mucha importancia por las razones antes expuestas del
”más valer”, y los rencores volvían a aflorar y las paces o treguas que
firmaban se volvían a reactivar al cabo de un tiempo. Así, por ejemplo, se conoce la
animadversión que tenían los Artieda contra los Undués y contra los Urroz
de Uncastillo, que aunque no sabemos el motivo que provocó este enfrentamiento,
sí conocemos la tregua que estas familias firmaron en 1447 hasta el día de
Santa María de agosto de ese mismo año entre Fernando de Undués y Fernando de
Undués menor de días, y Juan y Sancho de Urroz con los Aznar de Sádaba y con
los Artieda de Sos y de Uncastillo[5]. Sin
embargo los conflictos entre estas familias continuaron, pues en 1456 firmaron
una tregua perpetua el escudero Fernando de Undués con los infanzones Alfonso y
Pedro Alfonso de Artieda[6], que
de perpetua no tuvo nada, pues tan sólo cinco años después, en 1461 una
sentencia arbitral muestra de nuevo el enfrentamiento de los Artieda contra los
Undués y los Urroz por un motivo que, como anteriormente se ha comentado, nos
puede parecer de lo más banal, como es el hecho del orden en el que debían
sentarse los miembros de estas familias en la iglesia de San Esteban[7]; pero
no olvidemos que este orden de ubicación en la iglesia marcaba también el orden
social de la familia en el municipio, aflorando de nuevo el
concepto del “más valer”, el “más prestigio”, el “más honor”.
En febrero de 1476, y por el
mismo trivial motivo, se enfrentaron los Sada y los Artieda; tras dictar
sentencia los árbitros y adjudicarles su sitio en la iglesia, establecieron que
Pedro Alfonso y Martín de Sada fuesen amigos desde entonces y que hiciesen paz
perpetua de qualesquiere quistiones e rancores, que por la dita razon
entre las ditas partes fasta el dia e ora presentes se esen subseguido[8].
Pero también es cierto que en
otras ocasiones, ante la constante preocupación por parte de las familias
nobles de demostrar su “más valer” ante la sociedad, la situación se les
escapaba de las manos, terminando en escandalosos y terribles resultados,
llegando a protagonizar las familias litigantes violentas agresiones físicas,
incluso en algún caso con resultado de muerte.
Así, en la víspera del día de
San Jaime de julio del año 1447 hubo una ingente pelea entre vecinos en las
Eras del Solano, consiguiendo refugiarse una de las dos partes en la villa,
cerrando las puertas tras de sí, mientras que el otro grupo intentó entrar en
el recinto amurallado violentamente. Debieron ser muchos, incluso mujeres, pues
se menciona cómo “hombres e mulleres cerravan la puerta, que no
entrasen los de fuera.” Cuando el jurado Gil de Sos acudió al lugar, se
unió al bando que pretendía penetrar y al no poder hacerlo hirió con una espada
mortalmente en el pecho a García del Parral[9]. Los motivos del altercado no parecen
claros, aunque cinco meses antes, el 6 de marzo de 1447, el concejo había dado
poder al Justicia y a los jurados para que, junto a ocho diputados a los que
tenían que elegir, redactaran unos nuevos estatutos y ordinaciones[10] que al parecer ya estaban redactados
en el mes de agosto[11]. Tal vez las tensiones originadas por el
hecho de dotarse de un nuevo marco que regulase la convivencia y un nuevo
reparto de las cuotas de poder, así como la sorda pugna entre diversos sectores
por participar en su confección, salieron a la luz en las vísperas del día de
San Jaime, una jornada muy significativa para las comunidades rurales.
Respecto a la implicación
de los linajes y participantes en este altercado apenas hay datos sobre los
mismos, a excepción de los ya citados Gil de Sos y García del Parral, a lo que
debe añadirse el ataque de Sancho de Agüero sobre la persona del racionero
Domingo de Sos en la misma jornada[12], no perteneciendo ninguno a familias
infanzonas[13], lo que demuestra, como anteriormente se ha comentado, que no sólamente los
nobles participaban en los altercados.
Para acabar con las luchas
internas dentro de la villa de Sos, en diciembre de 1454, el Justicia, los
jurados y vecinos de la villa, reunidos en concejo, y con la presencia de mosén
Juan López de Gurrea, gobernador del reino de Aragón, aprueban un estatuto
estableciendo en el mismo que las diferencias entre particulares deben ser
resueltas por los magistrados locales; así, ante los muytos
albolotos, escandalos e bolicios que de continuo en la dita villa se sucitan e
fazen se estipuló que en caso de que suscitasen bregas,
scandalos, bulicios, menaças o palavras injuriossas o dessaffiamientos, las
partes debían dejar sus diferencias en manos del Justicia y de los jurados y
aceptar su sentencia, bajo pena de 1.000 sueldos; si se persistía en
desobedecer lo decretado por los magistrados, los insumisos debían ser encartados,
exiliados e fuera quitados de la dita villa e terminos de aquella[14].
Pero aún así los altercados
continuaron.
El 3 de septiembre de 1495 los
magistrados de la villa nombraron a Bartolomé Español como diputado para
negociar la reforma de una nueva insaculación de los oficios de la villa[15], estando elaborada la nueva matrícula en
marzo de 1496[16]. Muchas personas se sintieron
perjudicadas al ver que no podían acceder a los cargos públicos porque
Bartolomé Español, haciendo primar sus intereses,y por puro nepotismo, había
incluído en la lista a su padre y ermanos y otros parientes principales
suyos y ad algunas personas strangeras del regno porque eran sus amigos y
aderecian a su voluntat, y además algunas rentas y emonumentos de la
villa habían sido usurpadas por particulares[17]. El
4 de junio de 1498 más de cincuenta vecinos, entre los que no había infanzones,
nombraron procurador al escudero Miguel de Sada menor de días para que
compareciese ante el Rey, el Obispo, o ante el Gobernador de Aragón para
denunciar este hecho pidiendo al rey que reformase la insaculación y reparase
las rentas de la hacienda local, señalando el escudero que son venidos
los ditos vezinos en malas enconias y se espera algun danyo[18]. Pero el daño ya había
empezado hacía tiempo; así en la Pascua de Navidad de 1496 se produjo un
altercado en el que resultaron heridas siete u ocho personas, llegando el
suceso a oídos del arzobispo de Zaragoza, quien solicitó un informe de lo
acaecido[19], sabiéndose por una carta del 16 de
febrero de 1498 que en uno de los bandos participó el escudero Miguel de Sada[20].
Un año después el fenómeno era
ya endémico y el arzobispo obligó al comisario real Sancho Pérez de Pomar a
instar a los oficiales municipales de Sos a capturar y castigar a los
alborotadores[21]. Aunque en los inicios de 1498 se
establecieron treguas entre varios habitantes[22], el litigio aumentó su gravedad en el
mes de mayo cuando los escuderos Miguel de Sada y Martín de Olleta intentaron
asesinar a Bartolomé Español y tras no conseguirlo, mataron a dos de sus
parientes[23], provocando un recrudecimiento del
conflicto hasta tal punto que los Sada y los Español llegaron a levantar
fortificaciones defensivas en sus domicilios y a contratar mercenarios
extranjeros para defenderse[24].
Así, el 4 de junio de 1498, los
oficiales de Sos requieren a Miguel de Sada para que 20 extranjeros que ha
traído a la villa salgan de la misma para evitar más altercados y escándalos públicos[25]; y
el 22 de noviembre de 1498 los oficiales de la villa conminan a Bartolomé
Español para que no construya una torre con saeteras en su casa; dos días más
tarde éste se dirige a los oficiales justificando la fortificación de su casa
ante el hecho de que Miguel de Sada y Martín de Olleta mataron a dos parientes
suyos e intentaron hacer lo mismo con él, además de que ha traído extranjeros
armados a la villa y que tienen intención de atacar su casa y la de sus
parientes[26].
En el verano de 1499 tanto los
Sada como los Español volvieron a contratar compañías armadas, siendo
requeridas ambas partes el 11 de agosto para que los mercenarios abandonen sus
casas[27].
El conflicto, lejos de
apaciguarse, continuó encrudeciéndose, puesto que en el mes de octubre los Sada
destruyeron las propiedades que Bartolomé Español tenía en torno al molino del
Cubo, junto al río, declarando en la denuncia el hermano de Bartolomé que
cuando llegaron al lugar el molino estaba ardiendo, que entre su trigo y harina
y el de otros vecinos que en el momento del incendio se encontraba en el molino,
habría una cantidad cercana a los 35 cahíces; igualmente denunció que entre
gallinas, capones y pollos habían desaparecido cerca de 70 aves y que habían
quemado también las puertas de un huerto que poseían enfrente del molino,
talando un cerezo quasi grueso como la pierna, el qual estava fresco
cortado y derribado en tierra[28]
En noviembre de 1499 las
autoridades intervinieron de nuevo para lograr la pacificación, ya que el día
12 el Justicia y los jurados detuvieron a catorce o quince navarros armados que
habían llegado a Sos para entrevistarse con Miguel de Sada[29]. Al día siguiente el caballero mosén
Carlos de Pomar, diputado del reino de Aragón, publicó un pregón en la plaza en
el que instaba a los extranjeros a abandonar Sos, incluyendo en el bando que se
había impuesto una tregua entre Bartolomé Español y Miguel de Sada[30]; el día 16 el diputado del reino
solicitó a los oficiales y vecinos que fuesen a sus casas a buscar sus armas
para acompañarle y expulsar a los extranjeros que todavía se encontraban en las
casas de los Sada, obteniendo ayuda del señor de Sigüés y del alcaide del
castillo de Navardún[31].
Finalmente, la intervención de las autoridades locales, junto con las enviadas por el Rey y por la Diputación, pudieron sofocar el conflicto entre los Sada y los Español, evitando nuevos enfrentamientos entre ellos que habrían terminado, probablemente, en una verdadera catástrofe, y de este modo devolver la tranquilidad a la villa.
Finalmente, la intervención de las autoridades locales, junto con las enviadas por el Rey y por la Diputación, pudieron sofocar el conflicto entre los Sada y los Español, evitando nuevos enfrentamientos entre ellos que habrían terminado, probablemente, en una verdadera catástrofe, y de este modo devolver la tranquilidad a la villa.
Aunque a partir del
comienzo del siglo XVI la conflictividad disminuyó notablemente, desapareciendo
las compañías armadas y la violencia entre los Español y los Sada, en el
pueblo todavía saltaban rebrotes virulentos, como ocurrió en el mes de marzo de
1502 en el que una noche se enfrentaron los Artieda y los Larraz, recibiendo
Miguel Larraz una serie de cuchilladas por parte de Lope de Artieda, mientras
que Alfonso de Artieda menor de días sufrió una saetada en la misma jornada,
acusando del ataque a Sancho Larraz; el 8 de abril de 1502 ambas familias
firmaron una paz de 101 años evitando que la violencia se reanudase[32].
En estas luchas de bandos el campesinado
fue el sector más perjudicado, pues los señores de los que dependían, para
compensar el descenso de rentabilidad agrícola derivado de la desolación de
campos y montes y de la destrucción causada en sus luchas internas, aumentaron
su presión económica y el control jurídico sobre los campesinos. Este dominio,
que llegó a ser tiránico, dio origen a movimientos antiseñoriales con acciones
violentas, aisladas y sin apoyo social, lo que empeoró todavía más el
campesinado y la situación de la villa.
Pero todos estos factores de
desorden se inician siempre desde la más estricta legalidad: los movimientos
antiseñoriales muestran un casi obligado prólogo de presentación de las
reivindicaciones por vía judicial. Los vasallos sólo reaccionan con violencia
cuando entienden que sus derechos han sido conculcados sin que la justicia les
preste por ello la menor atención. Las reyertas entre los distintos concejos
estaban previstas en los Fueros aragoneses, que establecían incluso los
márgenes en que se podía desarrollar el enfrentamiento, hasta dónde era lícito
el uso de las armas, contra quiénes, etc. Cabía la posibilidad de que los
litigios degeneraran, como hemos visto, en verdaderas luchas armadas sin por
ello transgredir las leyes del Reino. Todas las tensiones entre el monarca y
sus súbditos estaban, al menos en apariencia, motivadas por una distinta
interpretación sobre jurisdicciones y las protestas de unos y otro no se
apartaban de tales términos. Incluso cuando las autoridades aragonesas, en una
de las decisiones más graves de la historia del Reino, opten por enfrentarse
con las armas al ejército del rey que acaba de invadir Aragón, lo harán no
tanto por la esperanza de salir victoriosos en la lucha, cuanto por cumplir con
lo previsto por los Fueros.
Finalmente fueron
los Reyes Católicos quienes anularon y disolvieron los bandos y ligas
nobiliarias a través de pactos, acuerdos y capitulaciones de las distintas
facciones y linajes nobiliarios de la Corona que se mostraba como árbitro y
"cabeza visible de los intereses nobiliarios en su conjunto",
actuando el rey como "pariente mayor de toda la alta nobleza, lo que le
sitúa por encima y al mismo tiempo al frente de todos los lazos de afinidad y
clientela que daban oculta pero intensa cohesión al grupo noble en su
conjunto" y, aunque las viejas formas de actuar de la nobleza no
desaparecieron de inmediato, finalmente "acabaron de convencer a toda la
nobleza de que su futuro político y social estaba ya en la defensa completa de
la autoridad monárquica[33] (Continuación)
[1]
García de Cortázar, J.A. La sociedad
vasca rural y urbana en el marco de la crisis de los siglos XIV y XV. Bilbao,
1975, p. 297. Citado en: Abellá Samitier, J. Sos en la Baja Edad Media. Una
villa aragonesa de frontera, p. 175.
[2]
Laliena Corbera, C. Iranzo Muñío, Mª. T. “Poder, honor y linaje en las
estrategias de la nobleza urbana aragonesa (siglos XIV-XV)” Revista d´Historia Medieval, 9.
Oligarquías políticas y élites económicas en las ciudades bajomedievales
(siglos XIV-XVI) Universidad de Valencia, 1998, p.p. 77-78; citado en
Abellá Samitier, J. Sos en la Baja Edad
Media. Una villa aragonesa de frontera, p. 175.
[3]
A.D.Z., Ms. 90, f. 52.
[4] A.D.Z.,
Ms. 90, f. 52.
[5]
A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 380, ff. 34-34v.
[6] A.H.P.S.,
Juan Zareco, p. 404, ff. 2v-3.
[7]
A.H.P.S., Martín de Sada, p. 442, ff. 3v-4.
[8]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 419, f. 6v.
[9]
A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 380, f. 70v.
[10]
A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 380, ff. 26v-27.
[11]
A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 380, f. 70v.
[12]
A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 380, ff. 73v-74v.
[13]
Abellá Samitier, J. Sos...cit. pp.
179-180.
[14]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 402, ff. 21-22.
[15]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 453, ff. 45v-46.
[16]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 454, 13v-14.
[17] A.H.P.S.,
Miguel de Marta, p. 1169, s.f.
[18]
Ibidem.
[19]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 455, ff. 10-11.
[20]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 455, ff. 12-12v.
[21]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 455, ff. 48-49.
[22]
A.H.P.S., p. 481, ff. 11-11v. El 21 de enero de 1498 se establecieron treguas
entre la parte de Miguel García y Domingo de Sos, Lope de Artieda, Gil de
Monterde y Juan del Sen menor de días con la parte de Juan de la Pieza, que
formaba parte del entorno de Miguel de Sada. En Abellá Samitier, J. Sos...cit. p.181.
[23] A.H.P.S.,
p. 440, ff. 22v-24.
[24] A.H.P.S.,
Miguel del Sen, p. 455 B, ff. 37v-38v.
[25] A.H.P.S.,
Juan Zareco, p. 455, ff. 25v-26.
[26]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 440, ff. 22-24v.
[27]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 441, ff. 8-9.
[28]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 456, ff. 47v-48.
[29]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 441, f. 13v.
[30]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 456, f. 56.
[31]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 456, ff. 59v-60.
[32]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 459, ff. 14v-15.
[33] Ladero
Quesada, M.A. “Sobre la política nobiliaria de los Reyes Católicos”. La España de los Reyes Católicos, pp.
107-218.
-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. “Elecciones, poder municipal y
violencia política en las villas aragonesas de la Valdonsella en el siglo XV”,
en La convivencia en las ciudades medievales, pp. 133-148.
Coord. Beatriz Arízaga Bolumburu, Jesús Ángel Solórzano Telechea. I.E.R. 2008.
-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. La villa aragonesa de
Sos en la Edad Media: economía, sociedad y manifestaciones de poder. Tesis
doctoral. Universidad de Zaragoza, 2007.
-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. Sos en la Baja Edad
Media. Una villa aragonesa de frontera. I.F.C. (C.S.I.C.) Excma.
Diputación de Zaragoza. Zaragoza, 2012.
-DÍAZ DE DURANA ORTÍZ DE URBINA
J. R. La
otra nobleza: escuderos e hidalgos sin nombre y sin historia. Hidalgos e
hidalguía universal en el País Vasco al final de la Edad Media (1250-1515) U.P.V.
Bilbao. 2004.
-DÍAZ DE DURANA ORTÍZ DE URBINA J. R. "Las luchas de bandos: ligas nobiliarias y enfrentamientos banderizos en el nordeste de la Corona de Castilla". Conflictos sociales, políticos e intelectuales en la España de los siglos XIV y XV. XIV Semana de Estudios Medievales, Nájera, del 4 al 8 de agosto de 2003, pp. 81-111.Coord: José Ignacio de la Iglesia Duarte.I.E.R. Logroño, 2004.
-LADERO QUESADA, M. A. La España de los Reyes Católicos. Alianza Editorial. Madrid, 2005.
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