Albarelos en la antigua botica de Sos del Rey Católico |
En los bajos de la
casa del número 29 de la calle Fernando el Católico se ubicaba la antigua botica
del municipio. Un establecimiento que las hijas del boticario, ya fallecido,
han sabido conservar y cuidar hasta el más mínimo de los detalles. Mostrador,
estanterías, suelo, cajones, armarios, tarros, frascos, aparatos de medición y
pesaje, objetos y material instrumental propio de los farmacéuticos del pasado
siglo permanecen en este pequeño museo farmacológico.
Cruzar el umbral de la puerta
donde un antiguo rótulo nos indica la actividad desarrollada tras la misma es,
con sólo dar un paso, pasar de la vida moderna al siglo XIX; un viaje en el
tiempo que nos sumergerá en un mundo donde los preparados químicos, pócimas,
jarabes, ungüentos, hierbas y otros productos eran elaborados por el boticario
para dar con el remedio pertinente y distribuirlo para aliviar, calmar o curar
las dolencias de los enfermos.
Manuel
Alvira fue el último farmacéutico al frente de esta apoteca o botica desde
principios del siglo XX, y a ella acudían las gentes de Sos para buscar
soluciones a sus males de salud o para que el boticario les preparara los
medicamentos indicados por el médico, porque no hay que olvidar que hasta bien
entrado el siglo XX los medicamentos no se expedían tal y como los conocemos
actualmente, sino que eran meticulosamente preparados y elaborados manual y
personalmente por los boticarios en su laboratorio.
Al
entrar en la antigua botica de Sos podemos ver todas sus paredes cubiertas con
muebles de madera ocupando toda la superficie de la misma, desde un extremo al
otro y desde el suelo hasta el techo. El mueble de la izquierda está compuesto
en su parte superior por varias vitrinas ocupadas por numerosos tarros
medicinales o albarelos; bajo las vitrinas un lineal de pequeños cajones
rotulados cada uno con el nombre de sus respectivo contenido y, bajo ellos, otro
lineal de pequeñas puertas de madera decoradas a mano con motivos florales y
herbales. El resto de paredes están cubiertas con muebles muy parecidos al
descrito, salvo que no tienen la vitrina de cristal y la colección de albarelos
son distintos que los anteriores, pues fueron comprados a otro farmacéutico del
municipio cuando éste cerró su farmacia.
En
el centro de la parte derecha del establecimiento se ubica el antiguo mostrador
sobre el que puede verse, totalmente completo, un juego de pesas de precisión y
una balanza de dos platos.
En
los dos extremos superiores de la pared, tras el mostrador, sendos bustos de
dos ilustres personajes de la medicina, Galeno e Hipócrates, rompen con la
homogeneidad de las paredes en las que sólo se ven albarelos y frascos.
Busto de Hipócrates |
Busto de Galeno |
Respecto
a estos médicos de la Antigüedad, y como curiosidad, Mª Pilar, la hija del
boticario, nos comenta que, al poco de tener la botica su padre, allá por los
años 30 del siglo pasado, unas mujeres de Sos que entraron por primera vez en
la farmacia, al ver los bustos, y pensando que eran santos católicos, se
arrodillaron frente a ellos para rezar y pedir su intercesión por la salud de
ellas y la de sus familiares.
Pero si la sala de ventas de la
farmacia ya nos ha dejado asombrados, no menos curioso y asombroso resulta la
rebotica, a la que se accede por una pequeña puerta situada tras el mostrador.
Estanterías y muebles de madera con infinidad de pequeños frascos antiguos de
cristal marrón-anaranjado y de vidrio conservan aún, un tanto borrosos, los nombres de los diferentes
productos, mezclas y preparados que contenían, libros antiguos de farmacología,
fórmulas, probetas, ventosas, irrigadores, balanzas de laboratorio y …¡ cómo no
iba a faltar!: el “ojo del boticario”, ese mueblecito especial donde el
boticario guardaba con extremado celo, y bajo llave, las materias primas más
valiosas o difíciles de conseguir o los preparados más costosos.
Todo un placer para la vista que
nos recuerda cómo era el trabajo del farmacéutico a principios del pasado siglo,
y cómo era el lugar de trabajo del licenciado Manuel Alvira, quien con gran
profesionalidad y plena dedicación veló durante muchos años por la salud de los
pacientes, atendiendo y administrando los preparados correspondientes a las
dolencias y enfermedades de los sosienses.
Balanza de platos |
Juego de pesas |
Tras pasar esta puerta viajaremos en el tiempo |
LA REBOTICA
Agradecimiento
especial a Mª Pilar Alvira, hija del licenciado Manuel Alvira, por mostrarme
amablemente la farmacia de su padre y facilitarme todo tipo de información.
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