sábado, 3 de diciembre de 2016

LA VEGETACIÓN

El estudio de la vegetación de la zona hay que realizarlo desde el punto de vista de las transformaciones y modificaciones sufridas a través de los siglos de intervención humana.
En un principio esta zona era un vergel, con una exuberante vegetación donde encinares, quejigos, pino laricio y enebros poblaban las laderas bajas de las montañas, junto con el boj y otras variedades de leñosas. En las zonas húmedas aparecía el haya, los chopos, sauces…; todo estaba poblado de árboles, podría decirse que hasta los siglos X y XI resultaba más bien difícil transitar por estos lugares, donde el único paso existente era el natural que ofrecía el paisaje.
Uno de los factores determinantes de la transformación del paisaje es el clima. La continentalización de la zona es evidente que influye en esta transformación, pero el factor más relevante es la acción humana. Durante los siglos XII, XIII y XIV la zona boscosa se reducirá considerablemente en beneficio de la agricultura; progresivamente fueron talándose árboles para dar paso a espacios cultivables cada vez mayores y más abundantes.
En Sos, con el paso de los siglos y el consiguiente aumento de la población, al ser una zona eminentemente agrícola y ganadera, la necesidad de espacio cultivable y de pastoreo hizo que se aprovechara hasta el menor emplazamiento posible, llegando a roturar hasta las laderas de los montes, labrando éstas por medio de franjas cultivables, llamadas bancales, de difícil acceso y la mayoría de ellos abandonados actualmente, modificando su primigenia orografía y formando el típico paisaje de laderas escalonadas, constituyendo un importante valor paisajístico-ambiental reflejando el proceso de adaptación del hombre en el territorio. 
Franjas en las laderas de los montes para cultivar. Sofuentes.

Dicho esto, podemos hacernos una idea de la gran transformación que ha sufrido el primigenio ecosistema de Sos a través de los siglos. Pero el proceso continúa.
   A partir de los años cuarenta de la última centuria, este proceso de transformación se ha acelerado variando radicalmente las bases económicas de la zona. La despoblación y la escasa cotización de los cereales ha dejado muchos campos abandonados, dejando amplias zonas a merced de la erosión y demás agentes climáticos, resurgiendo una vegetación estepoide; tampoco hay que olvidar el cambio sufrido por la disposición de la red viaria en el transcurso de los siglos, sobre todo en los últimos años.
   Esta transformación del paisaje, junto a los agentes climáticos propios de la comarca, hace que la vegetación de la zona esté adaptada a una sequedad más o menos constante, falta de precipitaciones y a un subsuelo empobrecido y poco evolucionado. Así se pueden observar rasgos esteparios, poco arbolado, matas bajas de coscojo, romero, aliagas, etc. es decir, vegetación poco influyente de matorral esclerófilo de hoja persistente y coriácea. Está poco desarrollada, de estructura suelta y por lo tanto de fácil erosión. Se presenta un paisaje más o menos homogéneo aunque dependiendo de la altitud de éste se dinamiza en líneas generales y se pueden establecer diferentes espacios. Así a los 300-400 m de altitud sería más estepario, sotobosque escaso y pobre, mientras que hacia los 700 m comienza el pinar y la riqueza y diversidad del manto vegetal.
Encina o carrasca (Quercus ilex)
La sierra de Peña es una alineación montañosa que se extiende desde Gallipienzo hasta Sos del Rey Católico. Predomina el encinar o carrascal (Quercus ilex) montado junto con robles, coscojas (Quercus coccifera), quejigos (Quercus fagínea), acebos (Ilex aquifolium)), algunos arces (Acer campestre) y chopos en los barrancos y bojes (Buxus sempervirens) enebrinas (Juniperus Oxycedrus) y sabinas (Juniperus phoenicea, Juniperus thurifera) en los sotobosques. En los roquedos se extiende visiblemente el tomillar (Thymus Vulgaris). En las laderas más soleadas de las sierras, al abrigo de las heladas, la carrasca forma comunidades de influencia más montana. La encina se asocia con el boj (Buxus sempervirens), el madroño (Arbutus unedo) o la genista (Genista hispánica) La vegetación potencial de la carrasca se encuentra roturada por los cultivos de secano.
Tradicionalmente aprovechados como leña o para hacer carbón, los carrascales están formados por ejemplares relativamente jóvenes que crecen agrupados en “matas”. Se conservan ejemplares de buen porte en zonas cultivadas o junto a corrales, gracias al esfuerzo conservador de varias generaciones de agricultores.

Pino silvestre (Pinus sylvertris)
En la Sierra de Santo Domingo, Uncastillo y Peña, las pendientes son muy fuertes y condicionan una vocación agrícola nula o muy difícil, dominando la existencia de bancales. Al tener esta zona una mayor altitud, es capaz de capturar mayor humedad. Las precipitaciones son más elevadas (superiores a 600 mm.) y las nieblas frecuentes. Un rasgo característico de esta zona es el desplazamiento del máximo de pluviosidad hacia la primavera tardía (mayo-junio), siendo en forma de nieve en el período invernal, de ahí que la vegetación esté dominada por un pinar musgoso (Pinus sylvestris) con boj, formando masas aisladas.  Estos pinares a veces forman comunidades estables sin competencia con otras especies, pero en otras ocasiones son bosques secundarios que se han desarrollado tras la eliminación del bosque natural de hayas, quejigos o robles producida por la acción humana (talas, roturaciones, incendios o pastoreo) Las especies desplazadas germinan y rebrotan bajo el pinar, con la posibilidad de sustituirlo en posteriores etapas.
El quejigo (quercus fagínea), también llamado “chaparro” o “pollizo” es un árbol de hoja marcescente (la hoja se marchita, pero permanece hasta el final del invierno), forma masas arboladas que se extiende por toda la Sierra de Santo Domingo. Junto al quejigo crece el arce de Montpellier (Hacer monspessulanum) El quejigal ocupa el piso situado entre los encinares y pinares de carrasco de carácter mediterráneo y las comunidades con mayor influencia eurosiberiana: el pinar silvestre y el hayedo. En las laderas frescas de umbría encontramos el roble de hoja pubescente (Quercus humilis) En ciertos lugares más húmedos y sombríos podemos encontrar hayas (Fagus sylvatica), aunque sin formar densas masas, acebos (Ilex aquifolim), tilos (Tilia platyphyllos) y repoblaciones de fresnos (Fraxinus excelsior), álamos blancos (Populus alba) y sauces. Las zonas más bajas están dominadas por el quejigal seco, gayuba (Arctotaphylos uva-ursi), pinares pobres, pastos secos, etc.  En las zonas más soleadas nos encontramos con arces (Arce campestre), carrascas, robles, enebros (Juniperus communis), endrinos (Prunas spinosa), griñoleras (Amelanchier ovalis), betelainas (Viburnum lantana) y, en algunas crestas altas de Santo Domingo, erizon (Echinospartum horridum) Al pie de las laderas, entre relieves tabulares de arenisca, limos, arcillas provenientes de la erosión y campos de cereal como resultado de la eliminación de la primitiva vegetación por la intervención humana, aparece el tomillo (Thymus vulgaris),el romero (rosmarinus offinalis), la aliaga (Ulex parviflorus), sisallo (Salsola vermiculata), esparto (Stipa tenacisima),las  bochas o “coronillas de fraile” (Globularia alypum) y  la ontina (Artemisa herba-alba)
Aliaga (Ulex parviflorus)
La presencia del nivel freático cerca de la superficie asegura un suministro permanente de agua a las plantas y provoca un cambio en las condiciones ambientales que determinan la composición de la vegetación. Junto a las riberas de los ríos y arroyos la vegetación se configura como una estrecha franja que acompaña  ambos lados del cauce durante todo su recorrido y forma una galería compuesta por árboles y arbustos, con un sotobosque denso en zarzas, plantas trepadoras y espinos.
Chopos blancos (Populus alba) Fuente de Calderón
                                                    En el sotobosque del río Onsella predominan los sauces (Salix alba, salix eleagnos, salix purpúrea) el fresno (Fraxinus angustifolia), el chopo negro (Populus nigra), la tremoleta (Populus tremola) y el  chopo lombardo (Populus deltoides), el chopo blanco (Populus alba) y el tamariz o taraje (Tamarix gallica) Completa la vegetación grandes formaciones de matorral denso, vegetación de los cauces fluviales: zarzas (Rubus caesius), zarzamoras (Rubus ulmifolius), colas de caballo (Equisetum telmateia) , y enraizado en el agua aparece el carrizo (Phragmites australis), la anea (Tipha angustifolia), distintas especies de juncos (Juncus  articulatus,Juncus inflexus), las trepadoras dulcamara (Solanum dulcamara) y el matacán (Cynanchum acutum), bajo ellas aparecen distintos tréboles (Trifolium fragírenum, Trifolium pretense, Trifolium campestre y Trifolium repens), sobre los que destacan en altura la verbena común (Verbena officinalis), la escrofularia (Scrophularia auriculata), y diversas variedades de verónicas (Verónica anagallis-acuatica y la Verónica beccabunga); En primavera destacan por su colorido las violetas(viola spp), nazarenos(muscari neglectum) y varias especies de orquídeas: la cymdidium spp y la dendrobium.
Griñolera (Amelanchier ovalis)
Nazarenos (Muscari neglectum)
       Todas estas variedades vegetativas del sotobosque constituyen un paisaje de ribera característico en la comarca, siendo refugio y zona de cría de muchas aves y otros animales terrestres. Igualmente este ecosistema tiene gran importancia como vías migratorias.

Otras plantas que podemos encontrar por los alrededores de Sos son las siguientes:

-Arceuthobium oxycedri
-Atropa belladonna
-Campanula speciosa
-Cirsium tuberosum
-Cotoneaster integerrimus o “griñolera”
-Cotoneaster nebrodensis, otra variedad de “griñolera”
-Crucianella angustifolia
-Euphorbia minuta
-Geranium sanguineum
-Helianthemum nummularium
-Inula salicina
-Iris gramínea
-Linum viscosum
-Melittis melissophyllum
-Plantago sempervirens
-Sideritis hirsuta
-Stachys heraclea
-Tanacetum corymbosum







BIBLIOGRAFÍA

-ASÍN GARCÍA, NURIA (Coord)Comarca de las Cinco Villas. Col. Territorio, 25. D.G.A. 2007.
-SAGASTE, FERNANDO y MANUEL SERRANO. Paseos naturalísticos por las Cinco Villas. Prames. Zaragoza, 2008.

-UBIETO ARTETA, AGUSTÍN (Coord)Las Cinco Villas, paso a paso. I.F.C. Ejea de los Caballeros, 2002.
-Colección CAI 100, nº 44. Cinco Villas.
-
Colección RutasCAI por Aragón, nº 44. Cinco Villas. Zaragoza, 2006.
-Revista Zaragoza La Provincia, nº 1, marzo 2009. Por la Sierra de Peña en las Altas Cinco Villas, por Eduardo Viñuales.

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