Andrés Bernaldez, cronista de los Reyes Católicos, cuando los judíos se
dirigían al destierro en 1492, decía de ellos:
“...é todos eran mercaderes é vendedores, é
arrendadores de alcabalas é rentas de achaques y hacedores de señores,
tundidores, sastres, zapateros, curtidores, zurradores, tejedores, especieros,
buhoneros, sederos, plateros, y de otros semejantes oficios; que ninguno rompia
la tierra, ni era labrador, ni carpintero, ni albañiles, sino todos buscaban
oficios holgados, é de modos de ganar con poco trabajo; eran gente muy sotil y
gente que vivia comunmente de muchos logros y osuras con los christianos, y en
poco tiempo muchos pobres de ellos eran ricos”[1]
Plaza de la Sartén, en el corazón del barrio judío,
Sos del rey Católico
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Las actividades comerciales de los judíos tuvieron un papel fundamental, si bien estas
ocupaciones variaban dependiendo del tamaño de núcleo poblacional en el que
estaban asentadas las aljamas o del enclave de las mismas, si estaban en
núcleos urbanos o rurales.
En Sos las actividades de los judíos no difieren mucho del resto de comunidades asentadas en otros lugares de las Cinco Villas.
En Sos las actividades de los judíos no difieren mucho del resto de comunidades asentadas en otros lugares de las Cinco Villas.
Antigua sinagoga. Barrio judío.
Sos del Rey Católico
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Contrariamente a lo estereotipado
por Bernáldez, los judíos de Sos destacaron en el cultivo de la vid. La necesidad de consumir vino kosher (puro) hizo que el colectivo hebreo de Sos se dedicara a este tipo de cultivo y heredades, pues no podían consumir el vino de los cristianos al no estar cultivado y elaborado según el ritual de la religión judía. Así, en el inventario de las propiedades de los judíos en Sos realizado por los
comisarios con motivo de su expulsión, del total de las 42 parcelas agrícolas que se detallan pertenecientes a los mismos, la mayoría de ellas, 33 concretamente, son tierras destinadas al cultivo de la vid[2],
estando muy distribuida la propiedad de las parcelas, pues salvo Pérez Zarfati,
que tenía dos viñas y un majuelo, la viuda Navarro, que poseía dos viñas y un
yermo, y Faym Gualit, con dos viñas y un huerto, la mayoría de los judíos
poseían una parcela, lo que demuestra que no hubo grandes terratenientes en
este sentido[3] y que el cultivo de la vid era únicamente para el consumo familiar.
Pero donde realmente resaltaron los
judíos de Sos fue en la industria artesanal
textil y peletera. El cultivo de cáñamo y lino estuvo muy extendido en esta zona, obteniendo abundante materia prima. Asímismo, la cuantiosa ganadería existente en Sos en aquella época garantizó también el abastecimiento de lana a los artesanos hebreos. De este modo, zapateros, sastres, tejedores, pellejeros, tundidores,
curtidores,...eran las actividades artesanales que aportaban a los judíos de
Sos la mayor parte de sus ingresos familiares, llegando prácticamente a
monopolizar estas actividades. Además, estos oficios eran de carácter
totalmente familiar, donde los cabezas de familia, junto a sus mujeres e
hijos, aportaban la mano de obra al grupo ayudando en tareas complementarias,
como la preparación del hilado.
De este modo tenemos, según el estudio de Juan Abellá, que en la década
de 1440 a 1449, de los siete tejedores que había en la villa cinco eran
judíos; en la década siguiente (1450-1459) hubo seis tejedores, siendo cinco de
ellos hebreos; en la siguiente década hubo cinco tejedores, de los cuales
cuatro eran judíos.
Callejón de Salsipuedes. Barrio judío.
Sos del Rey Católico
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Cabe observar cómo los tejedores judíos compraban fibras textiles a las mujeres cristianas, que previamente las habían preparado en sus propias casas, como vemos en el recordatorio que realizó en su testamento Elvira del Villar en 1487 por el cual aseguró que el judío tejedor Bicas le debía tres sueldos por hilo de lino.[4] Pelliceros y zapateros hebreos se abastecían en la carnecería de los cristianos comprando por adelantado la corambre de los animales que sacrificaban, como así hizo el zapatero Iuce Cohen en 1454, llegando a un acuerdo con el carnicero Juan Martínez de Casiliscar, por el cual pagó 22 sueldos por cada docena de cabruna[5]; o como el pacto que suscribieron en 1478 Juan Ruiz con el pellicero Abraham Orella y con familiar suyo, Iuce Orella, de una parte, y con el pellicero Cohen del Frago y su compañero Faym Arrueti de la otra, por el que vendió a cada grupo la mitad de la corambre de lana de la que dispusiera durante un año[6].
El hecho de que todo el clan de la unidad familiar se dedicara a estas
actividades hizo que sus miembros se especializaran en la materia y que los
conocimientos técnicos de esta artesanía familiar se transmitiera de generación
en generación hasta el extremo que determinadas profesiones arraigaran en el
seno de algunas parentelas, como los zapateros Iucef y Faym Cohen, o los
tejedores Iucef y Azach Gualit. Esta relación con una determinada profesión
incluso se mantuvo entre los judíos conversos, quienes continuaron con sus
actividades aún después de haberse convertido al cristianismo, favoreciendo de
este modo que las técnicas aprendidas pasaran de una comunidad religiosa a
otra. El pellicero Eximeno Ballés es un claro ejemplo; procedente de una
familia de pelliceros, tras bautizarse siguió siendo pellicero, y su hijo
Abraham Orella, que no se convirtió al cristianismo, también se dedicó al mismo
oficio.
Mezuzhá. Barrio judío. Sos del Rey Católico |
Por otra parte,el hecho de que la sociedad cristiana impidiese que los judíos se
dedicasen a determinadas profesiones o accediesen a puestos políticos o
militares de preeminencia, sumado a las trabas que la Iglesia puso a los
cristianos para desarrollar labores relacionadas con los préstamos, hizo que
los judíos ocuparan puestos encargados de la recaudación de impuestos debido a
su pericia en el manejo de técnicas económicas o se dedicaran a las actividades
crediticias.
En este sentido hay que decir que esta actividad ocupó un relegado lugar entre los judíos de Sos en comparación con la relevancia que tuvo en judíos de otras aljamas de las Cinco Villas, como en Biel, Uncastillo, Luesia o Luna, siendo prestamistas de estas aljamas quienes actuaban en Sos. Así, fue Azach Gualit, judío de Biel, quien realizó operaciones en Sos concediendo 24 créditos por un valor de 3,088 sueldos, o Sinson Alfrangil, también de Biel, quien otorgó entre 1440 y 1454 sesenta y cinco créditos entre los habitantes de la villa de Sos y sus aldeas, ascendiendo la suma total de los préstamos concedidos a 13.310 s.j. y 436 florines de oro; en marzo de 1495 todavía queda constancia de las actividades de los Alfrangil de Biel, pues Juan Ruiz le vendió a su hijo por 4.000 sueldos todos los derechos sobre las deudas y comandas de dinero y cereal del Gállego a la parte de Biel que anteriormente habían pertenecido a Faym Alfrangil y que éste tuvo que traspasarle el 11 de junio de 1492 ante la obligación de abandonar el reino[7]; también Azach Rima, de Luesia, otorgó 4.046 sueldos, 5 cahíces y 20 fanegas de trigo en 52 préstamos[8] a habitantes de Sos.
En este sentido hay que decir que esta actividad ocupó un relegado lugar entre los judíos de Sos en comparación con la relevancia que tuvo en judíos de otras aljamas de las Cinco Villas, como en Biel, Uncastillo, Luesia o Luna, siendo prestamistas de estas aljamas quienes actuaban en Sos. Así, fue Azach Gualit, judío de Biel, quien realizó operaciones en Sos concediendo 24 créditos por un valor de 3,088 sueldos, o Sinson Alfrangil, también de Biel, quien otorgó entre 1440 y 1454 sesenta y cinco créditos entre los habitantes de la villa de Sos y sus aldeas, ascendiendo la suma total de los préstamos concedidos a 13.310 s.j. y 436 florines de oro; en marzo de 1495 todavía queda constancia de las actividades de los Alfrangil de Biel, pues Juan Ruiz le vendió a su hijo por 4.000 sueldos todos los derechos sobre las deudas y comandas de dinero y cereal del Gállego a la parte de Biel que anteriormente habían pertenecido a Faym Alfrangil y que éste tuvo que traspasarle el 11 de junio de 1492 ante la obligación de abandonar el reino[7]; también Azach Rima, de Luesia, otorgó 4.046 sueldos, 5 cahíces y 20 fanegas de trigo en 52 préstamos[8] a habitantes de Sos.
La mayoría de estos préstamos iban dirigidos a campesinos para solucionar
pequeños problemas puntuales, generalmente derivados de una mala cosecha, y
casi nunca sobrepasaban los 200 sueldos, aunque se tiene constancia de un préstamo de 1.100 sueldos a favor de Sancho de Agüero[9].
En muy pocas ocasiones otorgaron cantidades de dinero a las instituciones
públicas cristianas, a las que sí prestaban dinero la gente noble y adinerada
de Sos, destacando los 84 florines que Sinson Alfrangil dió en comanda el 22 de
abril de 1442 al concejo de Sos[10],
o el censal que compró al concejo en los años ochenta el judío de Biel David
Jana por el que se debía satisfacer anualmente una pensión de 240 sueldos[11].
Vivienda de un judío converso. Barrio judío
Sos del Rey Católico
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La evolución general del mercado del dinero en Sos y en el Reino afectó a estas prácticas prestatatrias, pues paulatinamente se difundieron los censos consignativos por los cuales se podían
cargar sobre tierras y casas censos equivalentes a un porcentaje del dinero
recibido. Este tipo de préstamos hipotecarios no estuvo tan mal visto por la Iglesia
posiblemente porque el tipo de interés, más bajo de lo habitual, se acercaba
más al concepto eclesial de “precio respetable y justo”. Fue
precisamente en Sos donde el capítulo de la iglesia de San Esteban y las
cofradías locales entregaron cantidades de dinero a los vecinos bajo esta
modalidad, cargando un censo del 5% de lo entregado sobre alguna propiedad del
deudor. Estos censos consignativos supusieron una competencia para los prestamistas hebreos, lo que les llevó a rebajar considerablemente, bien por propia iniciativa, bien por presión de las autoridades locales cristianas, los tipos de interés que exigían a través
de las comandas.
Estas nuevas
formas crediticias hicieron que los tradicionales prestamistas hebreos ya no
fuesen tan imprescindibles como antaño, puesto que la sociedad había encontrado
alternativas a intereses más bajos, existiendo nuevas personas e instituciones
dispuestas a participar en el mercado del dinero; es por esto que la expulsión
de los judíos de 1492, aunque supuso una hecatombe en otros aspectos, no fue
así en el sistema crediticio local, puesto que miembros de la élite social de Sos asumieron funciones económicas que anteriormente habían ejercido los judíos[12].
“La usura, reiteradamente condenada por la
autoridad de la Iglesia, es practicada, no obstante, por hombres codiciosos y
avaros bajo una apariencia distinta” (León
XXIII)
[1]
Bernáldez, Andrés. Historia de los Reyes
Católicos don Fernando y doña Isabel. T. 1º,cap. CXII,pp.340-341.
[2]
Cabezudo Astrain, J. La judería de Sos
del Rey Católico. Sefarad, XXXII, pp. 89-104, 1972, en Abellá Samitier, J. Sos en la Baja Edad Media. Una villa
aragonesa de frontera, p.286.
[3]
Abellá Samitier, J. Sos...cit. p,
287.
[4]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 404, f. 45v.
[5]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 404, f. 45v.
[6]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 420, f. 23v.
[7]
A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 453, ff. 21-21v.
[8]
A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 394, s.f.
[9] A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 394, s.f.
[10]
A.H.P.S., Miguel Martínez de Sada, p. 372, ff. 5-6v.
[11]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 430, f. 12v.
[12]
Abellá Samitier, J. Sos...cit. pp.
292-293.
BIBLIOGRAFÍA
-ABELLÁ SAMITIER,
JUAN. Sos
en la Baja Edad Media. Una villa aragonesa de frontera. I.F.C. (C.S.I.C.) Excma.
Diputación de Zaragoza. Zaragoza, 2012.
-BERNÁLDEZ,
ANDRÉS. Historia
de los Reyes Católicos D. Fernando y Doña Isabel. T. 1º, Imp. D. José María
Geofrín. Sevilla, 1870.
-CRESPO ÁLVAREZ, MACARENA. “Judíos, préstamos y usuras en la castilla medieval”. Edad Media. Revista de Historia, 5, pp.
179-215. Universidad de Valladolid. Valladolid,2002.
-HINOJOSA
MONTALVO, JOSÉ. “La sociedad y la economía de los judíos en Castilla y
la Corona de Aragón durante la Edad Media.” II Semana de Estudios
Medievales. Nájera 5 al 9 de agosto de 1991. José Ignacio de la
Iglesia Duarte (Coord,). Nájera (La Rioja), 1992.
-MOTIS DOLADER,
MIGUEL ÁNGEL. “La
sociedad judía aragonesa en la Edad Media”. Historia de Aragón II:
Economía y sociedad. I.F.C., 1996.
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