Los campos de Sos del Rey Católico han sido, desde siempre, el verdadero
núcleo de la vida rural de la villa, su principal sustento. La importancia del cultivo cerealista
en el pasado y el rítmico ciclo de la madre naturaleza hoy quedan patentes en
la fuerte huella de la agricultura de nuestro paisaje. Los tiempos han
cambiado pero la naturaleza sigue su curso imponiendo su calendario.
El paisaje agrícola en la comarca de Sos, totalmente cerealista, viene marcado en dos formas bien diferenciadas: el llano, donde las grandes propiedades de terreno cultivable hacen que las parcelas forman un mosaico geométrico, o complicadas figuras con particiones irregulares debido a los caprichos del terreno o al complejo devenir de herencias y patrimonios, y el monte, donde el paisaje adquiere una forma muy singular.El empuje demográfico de los
siglos XIX y comienzos del XX exigió aumentar la superficie de tierra cultivable,y ante la escasez de ésta en el llano, se roturaron terrenos poco favorables a la agricultura y
necesitados de un gran esfuerzo para su preparación; así se trabajaron las fajas sobre vertientes
escarpadas, arrebatando a las laderas del monte las mínimas superficies con posibilidades agrícolas. No era una agricultura a gran escala, sino de estricta supervivencia, en la que el más ínfimo pedazo de tierra no podía ser despreciado. Debido a la poca superficie cultivable que ofrecía una ladera de un monte, se fueron roturando uno tras otro, cada vez más alejados del núcleo urbano, dando lugar a un paisaje muy característico de fajas que, ya abandonadas y bastante degradadas, todavía hoy son reconocibles en toda la comarca
de Sos.
Las duras pendientes de los montes se preparaban para el cultivo con la construcción de bancales. Este modelado del terreno exige un esfuerzo singular, ya que las precipitaciones imponen la horizontalidad casi perfecta del suelo para evitar la rápida erosión. Las fajas quedan separadas por taludes inclinados de hierba y matojos o por muros de piedra denominados tapiales. Estas pequeñas fajas, cuyas exiguas proporciones hacen penoso el laboreo, ponen de manifiesto las duras condiciones en las que se ha desarrollado la agricultura sosiense, una forma de cultivo que es la expresión de la necesidad propia de un medio pobre y adverso.
Las duras pendientes de los montes se preparaban para el cultivo con la construcción de bancales. Este modelado del terreno exige un esfuerzo singular, ya que las precipitaciones imponen la horizontalidad casi perfecta del suelo para evitar la rápida erosión. Las fajas quedan separadas por taludes inclinados de hierba y matojos o por muros de piedra denominados tapiales. Estas pequeñas fajas, cuyas exiguas proporciones hacen penoso el laboreo, ponen de manifiesto las duras condiciones en las que se ha desarrollado la agricultura sosiense, una forma de cultivo que es la expresión de la necesidad propia de un medio pobre y adverso.
Pero todo el paisaje agrícola de Sos, tanto en el llano como en el monte,estaba acompañado por otros indispensables elementos que hacían posible y más llevadero el duro trabajo agrícola. Casetas, refugios, cuadras, torres, parideras, fincas, bordas, cabañas, bardizas, corrales, pardinas, acequias, aljibes, pozos, fuentes, abrevaderos, etc. han dado vida a campos y huertos, así como otros elementos necesarios e interesantes para el entorno de la vida agrícola y ganadera sosiense, dando forma y carácter a multitud de paisajes agrícolas.
Fajas en montes de Sofuentes |
Bancales en Monte Paco. Sos del Rey Católico |
Campos de cereal de superficies irregulares adaptándose al accidentado terreno |
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