Situado en la población de Sádaba, a 561 m. de altitud, este suntuoso castillo se
alza sobre un pequeño cerro a cuyos pies se localizaba la antigua villa, hasta
que en el siglo XV la población se trasladó al otro lado del río Arba. Coordenadas ED50 UTM: X:642,968,87; Y:4,682,674,79
Historia
La zona de Sádaba se empezó a repoblar en el siglo XI.
Un castillo más primitivo que el actual data de antes de 1125, ya que un
documento firmado por Alfonso I en este año ya hablaba del castillo: “...delante de aquel castillo nuevo que
hicimos en el campo de Sádaba...” [1] Posteriormente,
en 1158, pasó a manos de un hijo de los señores, Don Pedro García, lo que
significaba un señorío hereditario, algo nada común en Aragón durante el siglo
XII.
En 1215 el rey de Navarra, Sancho VII, lo incluyó en
sus territorios por la proximidad de la localidad de Sádaba a su reino.
En 1223 era tenente del castillo Fernando de Leret, lo
que incita a pensar que fue entonces cuando se construyó la fortificación
actual. Su sucesor, Teobaldo I, devolvió el castillo a Fontanet en 1224, a
ruegos del conde de Verán, pero con todas las obligaciones de un vasallo. En
1261 Sádaba volvió a Aragón por solicitud de sus vecinos. Años después se puso
en guerra contra Navarra y Francia en 1283. Un documento de 1302 revela que
Jaime II debía 1.200 sueldos a Jordana Savial de Morgia, esposa de Ramiro
Sánchez de Antillón, quienes habían comprado el castillo y que entonces lo custodiaba
G. de Castell Nou.
En la Guerra de los dos Pedros, el castillo de Sádaba
fue uno de los entregados en rehén a Carlos II de Navarra durante las
negociaciones entre ambos reyes. En 1384 Pedro IV vendió la villa a Francisco
de Villanueva, pero los vecinos compraron su libertad en 1339 y Sádaba ya no
estuvo más fuera de la Corona de Aragón. En 1452 volvió a sufrir, al igual que
otras localidades fronterizas, ataques por parte de Navarra.
Aunque Sádaba ha sido escenario de numerosas guerras,
en el siglo XVI se mantuvo el castillo en buen estado pero se abandonó en los
siglos posteriores. En la actualidad ha pasado a manos de la Administración
Provincial de la D.G.A, que se ha encargado de su restauración y conservación.
Esta bajo la protección de la Declaración del Decreto
de 22 de abril de 1949, y la ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español.
Fue construido en piedra sillar del siglo XIII y con decoraciones claramente cistercienses.La fortaleza carece de elementos defensivos y no
existe foso ni tampoco barrera. Las saeteras y los vanos son escasos y no posee
matacanes. Sus únicas defensas son el grosor de sus muros, construidos en
piedra labrada, en sillares perfectamente trabajados y colocados en hileras
horizontales que sólo rompen su estructura para la formación de las torres en
los puntos defensivos claves del edificio, y los adarves.
El recinto amurallado es de planta rectangular, casi
perfecta, de 38 x 30 metros y ocupa una superficie de más de 1.000 metros
cuadrados. En torno a su patio se levantan siete torres de plantas
rectangulares y rematadas en almenas, muy diferentes unas de otras, cuatro de
ellas en las esquinas.
La torre situada en la parte suroeste, conocida como
Torre del Rey, es algo mayor que las restantes y en ella se ubica la puerta de entrada a
la fortaleza; posee dos vanos adintelados y adornados con columna completa que
descarga el mencionado dintel. En su interior, el primer piso es una pequeña
sala abovedada por medio de medio cañón apuntado y reforzado por dos arcos
fajones que apean en capiteles de sencilla hechura y carentes de columnas. Un
pequeño arco apuntado enmarca una zona excavada en el muro este: éste vano, al
parecer no defensivo y dada su orientación Este, hace pensar que pudiera
tratarse de un oratorio. Pero lo realmente curioso nos espera en la segunda
planta: múltiples epigrafías realizadas en la decoración de las juntas entre
los sillares, tanto a nivel de las nervaduras de la crucería como en los muros
laterales y en los intradoses de sus dos vanos. En el intradós del vano sur
hallamos el dibujo de un caballero, posiblemente un rey, y un texto inteligible
que probablemente hace alusión al caballero dibujado; más inscripciones de muy
difícil lectura están repartidas por la estancia; en algunas puede
identificarse, incompleta, las fechas de un año posterior a 1400, otros
dibujos y textos plasmados en escritura medieval hacen alusión a un tal Ximeno,
notario, o a un cirujano llamado Pedro Basat. Es de esperar que los investigadores
estudien y descifren estas epigrafías para que de este modo nos aporten interesantísimos
datos del castillo o del siglo en el que estas inscripciones fueron realizadas.
Torre del Rey (izquierda) y torre de la Reina (derecha) |
A la derecha de la Torre del Rey se sitúa la torre
conocida como Torre de la Reina. En el interior, en los muros oeste y norte, se
aprecian los restos de las dos salas principales del castillo y un aljibe de
gran capacidad,labrado en el espesor de la propia roca, con tres arcos
apuntados que sostenían una bóveda que actualmente no se conserva. Una abertura
servía para extraer agua del mismo.
La sala del lado oeste tiene 15m por 4m de planta y la
del lado norte mide 22 x 6m. Ambas disponían de dos alturas, según los restos
de los arranques de los arcos que pueden verse en sus muros, arcos que
sustentarían los suelos de madera.
Un estrecho camino de ronda atraviesa las torres, dando
entrada a una especie de zaguán descubierto por el que se accede al amplio patio de
armas.
Muro oeste del castillo de Sádaba. |
El interior de la capilla, igual de sobrio que el exterior,presenta dos pilastras en cada ángulo sustentando arcos apuntados, y en el diedro que forman las mismas, columnas rematadas en capitel con decoración muy sencilla de palmetas, frondes de helechos o motivos geométricos, en la que apean las nervaduras triples de la bóveda de crucería. El vano de la cabecera del altar es de medio punto abocinado, de gran profundidad debido al grosor del muro, igual que el situado en el muro norte, situado por encima de la imposta; el del muro sur es adintelado y se encuentra por debajo del nivel de la imposta, aunque en este muro no existe.
[1] Según
refleja Ricardo del Arco, citado por Cristóbal Guitart.
BIBLIOGRAFÍA
-GUITART APARICIO, CRISTÓBAL. Castillos de Aragón, II. Librería
General. Zaragoza, 1976.
-JIMÉNEZ APERTE, MANUEL. Las Cinco Villas, tierra de castillos. “Zaragoza,
la Provincia”, nº 2, junio, 2009. Patronato de Turismo de la provincia de
Zaragoza.
-MORET, JOSÉ. Anales del Reino de Navarra. Imp. Bernardo de Huarte. Pamplona, 1695.
-MORET, JOSÉ. Anales del Reino de Navarra. Imp. Bernardo de Huarte. Pamplona, 1695.
En la web:
-www.castillosenaragon.org
-www.castillosnet.org
-www.castillosenaragon.org
-www.castillosnet.org
-www.romanicoaragones.com
-www.sadaba.es
-www.sadaba.es
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