domingo, 3 de noviembre de 2019

LOS "ATALAYAS" EN LA BAJA EDAD MEDIA EN SOS

Torreón de Buzcalapueyo (Sos del Rey Católico)
Sobre las ruinas del torreón edificado en tiempos de Sancho el Mayor y Ramiro I,
se edificó una casa-fuerte en la Baja Edad Media.

                 
                Una atalaya (del árabe hispánico at-tala´i´(vigía o avanzadilla), y este del árabe clásico tala´i´), por definición, según la RAE, es una  “torre hecha comúnmente en un lugar alto, para registrar desde ella el campo o el mar y dar aviso de lo que se descubre.”
     Las atalayas son fortificaciones aisladas, generalmente de uso militar (aunque también se usan en otros campos), ubicadas en lugares altos, donde el campo de visión es muy amplio, y cuyo objetivo es realizar labores de vigilancia.
               En la Edad Media se usaban con el fin de vigilar el terreno cercano a una población y, en caso de descubrir enemigos aproximándose, poder dar aviso al pueblo con la suficiente antelación para poder proteger a los habitantes y preparar con tiempo su defensa. Estas torres tenían contacto visual con otras atalayas próximas y con la fortificación del pueblo para que el aviso fuera inmediato, generalmente mediante señales visuales.
                En Sos, donde en cada momento de su historia sus habitantes han tenido que sortear innumerables veces los continuos ataques de diversos enemigos debido a su privilegiada y estratégica situación territorial, las atalayas fueron puntos clave para la defensa del pueblo, creándose durante la Plena  Edad Media (ss. X-XIII) un sofisticado y férreo sistema de vigilancia por medio de estas torres-vigía. Gordún, Ceñito, Oyarda, Basaboz, Arbe, Fillera, Ull, El Real, Añués, Buzcalapueyo…son ejemplos de atalayas que daban cobertura a Sos.
                Muchas de estas torres fueron destruidas durante las guerras y otras abandonadas conforme la Reconquista avanzaba, pues ya no se utilizaban para la misión con la que fueron edificadas. Pero mientras la lucha contra los musulmanes se desplazaba hacia otras zonas de la Península, los enfrentamientos entre Aragón y Navarra en los últimos siglos de la Baja Edad Media (XIV-XV) hacían que Sos, pueblo fronterizo entre ambos reinos, sufriera continuos ataques e incursiones, y la Villa ya no disponía de la amplia y férrea línea de cobertura de atalayas que dispuso siglos atrás. Pero el pueblo había que defenderlo y la vigilancia de las tierras cercanas había que realizarla de un modo u otro para adelantarse al enemigo y protegerse de su ataque.

          En la Baja Edad Media, Sos estaba fuertemente fortificado; con un impresionante recinto amurallado prácticamente infranqueable y un majestuoso castillo, pero con las ayudas de las dispersas torres-atalayas muy mermadas, por lo que había que buscar soluciones.
                De estas torres-atalayas deriva la acepción del verbo atalayar (vigilar)y el sustantivo atalaya como "la persona o soldado que explora, vigila o atalaya el campo."
             
Monte San Cristóbal. Sos del Rey Católico.
No sabemos si en los campos cercanos a Sos se volvió a reedificar algún torreón vigía, pero lo que sí sabemos con seguridad es que en el siglo XV colocaban estos  “soldados atalayas” (vigías) en los puntos “muertos” de visión o puntos más débiles de cobertura visual para vigilar el terreno. Uno de estos puntos débiles era el monte San Cristóbal pues, dada su elevada altura y la cercanía del mismo al núcleo urbano, aun desde el punto más alto de la torre del castillo, este monte impide la visión del terreno situado en la ladera opuesta a Sos, y que es la que mira hacia Sangüesa y Navarra, precisamente la zona más conflictiva de donde podían venir los ataques. Así pues, el Justicia y los jurados de Sos, entre otras disposiciones tomadas para defender la villa de los ataques navarros, decidieron poner vigías (atalayas) en el citado monte[1], según un documento de 1485.
               Estos atalayas estaban sujetos a unas disposiciones y obligaciones muy estrictas, pues bajo su responsabilidad dependía la seguridad de la villa, siendo castigados con importantes penas pecuniarias en caso de contravenir sus obligaciones. Por ejemplo, los atalayas  del monte San Cristóbal tenían que ser “hombres de mayor edat de XVIII anyos”, aunque en otros lugares podía haber atalayas de 16 años e incluso mujeres; debían estar en sus puestos antes de las campanadas de vispras (vísperas)y estar en la plaza del pueblo a la hora que toquen las campanadas del alba, bajo multa si no aparecieran; igualmente eran penados si los encontraban en sus puestos realizando cualquier otra actividad que no fuera la de vigilar, como hilar, coser…etc: …”que ninguna de las dichas atalayas no puedan fazer fazienda, asi como seria coser, filar ni otra alguna que empache a la dicha atalaya ius la dicha pena contenida en el present capitol.[2]
                De dicho documento se desprende que había más lugares en Sos donde se apostaban más atalayas o vigías, de lo que se deduce claramente que muchas, si no todas, de aquellas avanzadas torres que siglos atrás defendieron el reino, ahora estaban derruidas o inservibles, siendo sustituidos sus muros de piedra por sencillos puestos de vigía donde voluntarios de Sos ejercían de atalayas humanas.



[1] A.H.P.S., Miguel del Sen. P. 446, ff. 37-38.
[2] Ibidem





BIBLIOGRAFÍA

-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. Colección de documentos de la villa aragonesa de Sos (1202-1533). I.F.C. (C.S.I.C.). Excma. Diputación Provincial. Zaragoza, 2009.
-Revista de Historia de España y el Mundo, nº 70. Abril, 2011.“Atalayas”, pp.32-38. Grupo Planeta.

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