Torreón de Buzcalapueyo (Sos del Rey Católico) Sobre las ruinas del torreón edificado en tiempos de Sancho el Mayor y Ramiro I, se edificó una casa-fuerte en la Baja Edad Media. |
Una atalaya (del
árabe hispánico at-tala´i´(vigía o
avanzadilla), y este del árabe clásico tala´i´),
por definición, según la RAE, es una “torre hecha comúnmente en un lugar alto,
para registrar desde ella el campo o el mar y dar aviso de lo que se descubre.”
Las atalayas son fortificaciones
aisladas, generalmente de uso militar (aunque también se usan en otros campos),
ubicadas en lugares altos, donde el campo de visión es muy amplio, y cuyo
objetivo es realizar labores de vigilancia.
En la Edad Media se usaban con
el fin de vigilar el terreno cercano a una población y, en caso de descubrir
enemigos aproximándose, poder dar aviso al pueblo con la suficiente antelación
para poder proteger a los habitantes y preparar con tiempo su defensa. Estas
torres tenían contacto visual con otras atalayas próximas y con la
fortificación del pueblo para que el aviso fuera inmediato, generalmente
mediante señales visuales.
En Sos, donde en cada momento de
su historia sus habitantes han tenido que sortear innumerables veces los
continuos ataques de diversos enemigos debido a su privilegiada y estratégica
situación territorial, las atalayas fueron puntos clave para la defensa del
pueblo, creándose durante la Plena Edad
Media (ss. X-XIII) un sofisticado y férreo sistema de vigilancia por medio de
estas torres-vigía. Gordún, Ceñito, Oyarda, Basaboz, Arbe, Fillera, Ull, El
Real, Añués, Buzcalapueyo…son ejemplos de atalayas que daban cobertura a Sos.
Muchas de estas torres fueron
destruidas durante las guerras y otras abandonadas conforme la Reconquista
avanzaba, pues ya no se utilizaban para la misión con la que fueron edificadas.
Pero mientras la lucha contra los musulmanes se desplazaba hacia otras zonas de
la Península, los enfrentamientos entre Aragón y Navarra en los últimos siglos
de la Baja Edad Media (XIV-XV) hacían que Sos, pueblo fronterizo entre ambos
reinos, sufriera continuos ataques e incursiones, y la Villa ya no disponía de
la amplia y férrea línea de cobertura de atalayas que dispuso siglos atrás.
Pero el pueblo había que defenderlo y la vigilancia de las tierras cercanas
había que realizarla de un modo u otro para adelantarse al enemigo y protegerse
de su ataque.
En la Baja Edad Media, Sos estaba
fuertemente fortificado; con un impresionante recinto amurallado prácticamente
infranqueable y un majestuoso castillo, pero con las ayudas de las dispersas torres-atalayas
muy mermadas, por lo que había que buscar soluciones.
De estas torres-atalayas deriva
la acepción del verbo atalayar
(vigilar)y el sustantivo atalaya
como "la persona o soldado que explora, vigila o atalaya el campo."
Monte San Cristóbal. Sos del Rey Católico. |
Estos atalayas estaban sujetos a unas disposiciones y obligaciones muy
estrictas, pues bajo su responsabilidad dependía la seguridad de la villa, siendo
castigados con importantes penas pecuniarias en caso de contravenir sus
obligaciones. Por ejemplo, los atalayas
del monte San Cristóbal tenían que ser “hombres de mayor edat de XVIII anyos”, aunque en otros lugares
podía haber atalayas de 16 años e
incluso mujeres; debían estar en sus puestos antes de las campanadas de vispras (vísperas)y estar en la plaza
del pueblo a la hora que toquen las campanadas del alba, bajo multa si no aparecieran;
igualmente eran penados si los encontraban en sus puestos realizando cualquier
otra actividad que no fuera la de vigilar, como hilar, coser…etc: …”que ninguna de las dichas atalayas no puedan
fazer fazienda, asi como seria coser, filar ni otra alguna que empache a la
dicha atalaya ius la dicha pena contenida en el present capitol.”[2]
De dicho documento se desprende
que había más lugares en Sos donde se apostaban más atalayas o vigías, de lo que se deduce claramente que muchas, si no
todas, de aquellas avanzadas torres que siglos atrás defendieron el reino, ahora estaban
derruidas o inservibles, siendo sustituidos sus muros de piedra por sencillos
puestos de vigía donde voluntarios de Sos ejercían de atalayas humanas.
BIBLIOGRAFÍA
-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. Colección de documentos de la villa
aragonesa de Sos (1202-1533). I.F.C. (C.S.I.C.). Excma. Diputación
Provincial. Zaragoza, 2009.
-Revista de Historia de España y el Mundo,
nº 70. Abril, 2011.“Atalayas”, pp.32-38. Grupo Planeta.
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