A la
muerte de Sancho III, en 1035, Pamplona era el Reino más importante de la
Península y, su testamento, sin pretenderlo él, marcó el inicio de los reinos
de Aragón y Castilla.
Sancho el
Mayor repartió sus territorios entre sus cuatro hijos. El mayor de ellos fue
Ramiro, fruto de una relación extramatrimonial con una noble de Aibar, los
otros tres, fruto del matrimonio del rey con doña Muniadoa, fueron García (el
mayor de ellos), Fernando y Gonzalo.
El
testamento del rey se realizó bajo el derecho navarro, por ello el reino
patrimonial, es decir, las tierras que Sancho había heredado no admitían
división alguna y debían ser transmitidas a su primer hijo legítimo. Es por
ello que don García (1035-1054) heredó el reino de Navarra y el extremo occidental
con los valles de Escá, Aragón y Onsella y las fuentes del río Arba de Luesia y
Biel.
Ramiro I el "Monje" |
La costumbre en la dinastía Navarra era asignar a los demás hijos un patrimonio formado por bienes territoriales, los cuales podrían ser transmitidos a sus herederos. El reparto de los dominios territoriales de Sancho III no significaba su desvinculación e independencia de Pamplona ya que, como decía Estaban Sarasa, el rey “tenía capacidad para encomendar y repartir el patrimonio particular pero no para dividir el regnun o fragmentar la potestas regalis”. Es decir, que Sancho el Mayor podía repartir la gestión del patrimonio entre sus hijos, pero no mermar el poder del rey. Por tanto, los territorios de Fernando, Gonzalo y Ramiro no eran independientes sino que estaban sujetos a la autoridad de su hermano y soberano García, rey de Pamplona.
Así, a
Gonzalo le dejó el condado de Sobrarbe, ampliado con la anexión de la ribera
del Cinca, y el condado de Ribagorza, desde Matidero, en su límite occidental,
hasta Llort (ayuntamiento de Spot, provincia de Lérida) en el oriente ribagorzano,
lindante con el condado de Pallars, habiendo prestado juramento de fidelidad y
sumisión a su hermano García. Y entre las demarcaciones de García y Gonzalo
estaba el territorio de Ramiro I, es decir, el comprendido entre Martes, villa
situada al este de Mianos y Bagüés, que pertenecía a Navarra, y Matidero, donde
nace el río que da nombre al valle del Guarga, con la inclusión de los
castillos de Cacabiello, Agüero, Murillo y Loarre; al igual que su hermanastro
Gonzalo, también prestó juramento de fidelidad y sumisión a su otro hermanastro
García, rey de Pamplona. Y por último, Sancho III dejó el condado de Castilla a
su hijo Fernando.
Ramiro I, en conclusión, recibió de su padre el antiguo condado de Aragón, ampliado con los territorios conquistados a los musulmanes en los siglos X y XI, más la región del Serrablo, desde Agüero y Murillo hasta el valle de Nocito. El historiador Roberto Viruete nos cuenta cuáles eran los lítites occidentales del territorio heredado por Ramiro I: “Este territorio tenía los límites occidentales en las montañas de la cordillera pirenaica que marcan la línea divisoria de aguas del valle del Roncal, quedando el condado de Aragón a la izquierda de dicho valle. El territorio de Ramiro I continuaría hacia el sur por las mismas montañas hasta el punto en el cual el río Esca separa las sierras de Leyre y de Orba, continuando la frontera por dicho cauce fluvial hasta su desembocadura en el río Aragón. Desde este lugar era el río Aragón quien trazaba el límite de los territorios de Ramiro I, para luego atravesar los altos de Las Ripas y de Santa Cruz para llegar a las inmediaciones de la sierra de Peña Musera. En las cercanías de la misma, concretamente en la partida denominada de La Sierra el límite se dirige hacia el sur para conectar con la sierra de la Sarda. En esta sierra tomaría la línea marcada por las aguas del barranco de San Miguel hasta su desembocadura en el río Onsella, al este de Navardún, localidad que estaría en territorio del rey pamplones. A partir de aquí el límite seguiría por el tramo final del río Onsella hasta que desemboca en el río Aragón cerca de los vestigios de Vadoluengo”.
Como se ha dicho, y siguiendo la costumbre Navarra, antes de heredar, Sancho III situó a
su hijo Ramiro al frente del condado aragonés, pero al quedar régulo de Aragón
Ramiro I, dada su juventud, nombró un aitán o eitán – palabra
seguramente procedente de la voz vasca aita, “padre” o tutor- que le
orientara. Este tutor, ayo y consejero fue Jimeno Garcés, quien debió ser un
personaje de particular confianza del monarca pamplonés, pues al parecer también
ostentaba la representación directa del rey en las tierras aragonesas, por ser el
tenente del castillo de Sos entre los años 1014 a 1030. Asímismo, Jimeno Garcés debió asistir a Ramiro
en su guerra contra su hermano el rey García Sánchez, pues el enfrentamiento
entre ambos hijos de Sancho el Mayor se debía, ante todo, a una cuestión de
límites entre ambos reinos en la canal de Berdún, dominada desde el sur por la
atalaya de Sos. Es por ello que algunos autores consideran que en el año 1035
la localidad de Sos formaba ya parte del recién nacido reino de Aragón.
Esta
amistad del rey con su tutor también se ve reflejada en un documento de 1057 en
el que Jimeno Garcés y su esposa Sancha permutan con el rey la villa de Güé por
la de Biasuso, en el que además Ramiro I, entre otras condonaciones, le perdona
una deuda de 105 nietros de vino en Sos.[1]
La tutoría de Jimeno Garcés es también atestiguada por un
documento del propio Ramiro I, fechado el 21 de abril de 1059, a favor del
conde Sancho Galíndez, para el que confirma la posesión de una casa en Sos, que
había sido comprada al “senior Eximino Garceiç meo etiane”, el cual
debió morir entre los años 1051 y 1054, y le hizo donación “de illa peça de terra que est ad sancti Tirsi”, autorizándole
además para roturar cuanto pudiera “in
Sos et in val d´Onsella”. [2]
En definitiva, el gran acierto del rey Sancho el Mayor
consistió en preparar las bases militares y administrativas que posibilitaron
las futuras expansiones territoriales del reino de Ramiro I y de sus sucesores.
Las
cláusulas que Sancho III puso en su testamento para evitar rivalidades entre
sus herederos fueron meramente formales; una vez fallecido el padre, todos los
hijos intentaron ganar su independencia mediante las armas y el derecho,
enfrentándose a su hermano García en batalla, anexionando territorios y
buscando intitularse reyes.
Ramiro I
aspiraba a convertir sus posesiones en un estado potente e independiente de
Pamplona. Para conseguirlo se enfrentó por las armas a su hermano García. Llegó
con su ejército a Tafalla en agosto de 1043. A las tropas aragonesas se habían
sumado refuerzos de las taifas de Zaragoza, Huesca y Tudela, pero eso no bastó
para vencer al rey de Pamplona. García sorprendió a Ramiro en su propio
campamento y el ejército, muy mermado en su número, tuvo que retirarse. Esta
batalla supuso para Ramiro la pérdida de un grupo de caballeros e infanzones
muy experimentados y leales para Aragón, tales como Aznar Galíndez, Iñigo
Jiménez de Guasillo, Jimeno Garcés, García Sánchez, Jimeno Iñiquez, Ariol
Sánchez y Lope Sánchez. La huída fue encaminada a refugiarse en Sos, villa que
siempre había sido leal a Ramiro, desde su tenencia en 1015 hasta la subida al
trono de García, lo que explicó que se ejerciera una feroz y eficaz resistencia
contra los navarros tanto de los perseguidores provenientes de Sangüesa en un
primer momento como al grueso de las fuerzas que venían tras él desde Tafalla;
pero el plan de huída obligaba al rey a partir inmediatamente de Sos sin
esperar auxilio en esta plaza, pues estaba muy alejada de sus reservas en
Berdún y Jaca y, de acuerdo a la posición de sus perseguidores, el tiempo
corría en su contra. En esta persecución desesperada el ejército navarro iba
tomando, desde sus dos frentes, y de forma sucesiva, plazas y territorios. No
debía de ser muy difícil, pues estas posesiones habían pasado indistintamente a
manos aragonesas y navarras en los últimos dos decenios tras la muerte del rey
Sancho el Mayor, y las lealtades no estaban bien definidas, por lo que el rey
no podía permanecer mucho tiempo en las mismas: urgía continuar la huída hacia
territorios más seguros. Así los navarros tomaron Eslava, Sada, Aibar, Sos,
Escó, Sigües, Navardún, Isuerre, Uncastillo, Luesia y Agüero, cercando
finalmente la fortaleza de Biel, donde resistió con éxito su tenente, Velasco
Ariol. Esta mayor resistencia ofrecida por Biel y el difícil avance entre la
depresión del río Aragón y la Sierra de las Salinas, impidió unir de forma
rápida y efectiva los dos frentes perseguidores de los navarros y confluir con
éxito antes de que el rey Ramiro se acogiera a los dominios de los Soteras en
los Pintanos; esa fue su salvación. Por otra parte, ya en esos momentos, el
tiempo corría en favor de los aragoneses que, escasamente en una semana,
empezaron a recibir refuerzos desde la guarnición de Berdún y de Jaca, con lo
que pudieron estabilizar las posiciones hasta ese momento alcanzadas por los
navarros.
El rey,
tras alcanzar su seguridad en la fortaleza de Pintano, la nombró “Castillo
Real”, y las tierras pasaron a denominarde “del rey”, con lo que Los Pintanos alcanzaban
un reconocimiento en el nuevo Reino de Aragón que nunca perderán, aunque lo
pagarían muy caro posteriormente en el año 1283, cuando los navarros y
franceses asolaron el valle, seguramente con el recuerdo de este hecho,
haciendo desaparecer las aldeas de Espedregales, Noguera, Olaya, Soteras,
Castiello y Miranda, dejando reducidos los núcleos de población a los
actualmente existentes: Pintano y Undués Pintano.[3]
Cuando el
hermano de Ramiro I, Gonzalo, de Sobrarbe y Ribagorza, murió durante una
cacería en junio de 1044 sin haber dejado descendencia, la situación política
dió un vuelco. Los territorios de Gonzalo, el efímero reino de
Sobrarbe-Zaragoza, en lugar de ser restituídos al rey de Pamplona, fueron
ocupados por el colindante Aragón y anexionados a él.
Gracias a la muerte de Gonzalo, Ramiro había
conseguido la ampliación territorial que deseaba y se había convertido en
soberano de todo el Pirineo central, por lo que puede afirmarse que la política
expansionista aragonesa logró algunos éxitos.
Pocos meses después, concretamente el dos de noviembre de
1044, Ramiro I se reunió con García en el monasterio de Sojuela (La Rioja) bajo
la mediación del abad Odilón de Cluny y ambos hermanos hicieron las paces,
devolviendo a Ramiro las plazas fortificadas de Luesia, Agüero y Uncastillo,
además de tierras de los alrededores de las fortalezas de Sos y Biel, ordenando la construcción de un nuevo castillo en Sos.
Las buenas
relaciones con Pamplona se mantuvieron durante todo el gobierno de Ramiro.
García perdió la vida en la batalla de Atapuerca en 1054, derrotado por su
hermano Fernando I de Castilla, quien le usurpó a su sobrino Sancho IV Garcés
“el de Peñalén” (1054-1076), sucesor de don García, gran parte del señorío de
Navarra anexionándolo a la Corona castellana. Para defenderse de don
Fernando, Ramiro, firmó un pacto de
ayuda con su sobrino Sancho IV ”el de Peñalén”, ofreciéndole ayuda militar,
fidelidad, amistad y consejo al nuevo rey de Pamplona. En el caso de que Ramiro
no cumpliera lo pactado, los señores de las honores aragonesas se pondrían al
servicio del rey de Pamplona, lo que hubiera supuesto para Ramiro I la pérdida
del reino de Aragón. A cambio, el nuevo monarca pamplonés donó a su tío el
castillo de Sangüesa con sus términos, la zona del valle de Escá, Ruesta y las
villas de Undués y Lerda, jurando que no se las usurparía ni a él ni a sus
descendientes. Este intercambio aseguró a Ramiro I el control de la
Valdonsella.
La Península Ibérica en 1065 |
Sea como fuere, Ramiro I dejó firmado en su primer
testamento en 1059 que su sucesor fuera su primogénito legítimo Sancho, a quien
dejó todos sus territorios con sus castillos. Estos castillos, que sirvieron en
un principio para asegurar la dominación musulmana de las montañas no
islamizadas y más tarde para contener las fuerzas navarras y aragonesas, fueron
fácilmente aprovechados después de su conquista para montar un sistema
defensivo y ofensivo del reino de Ramiro I, conforme al plan iniciado por su
padre, el rey Sancho el Mayor, sistema que, a la muerte de Ramiro I, presentaba
el siguiente esquema defensivo:
·
La cuenca del río Aragón estaba defendida por
los castillos de Sangüesa, Ruesta, Larués, Atarés y Castiello de Jaca.
·
Las fuentes del río Arba eran defendidas por los
castillos de Petilla,Roita, Sos, Uncastillo, Sibirana,Luesia y Biel.
·
La cuenca del Gállego por los de Senegüé, Ara,
Javierrelatre, Cacabiello, Agüero, Murillo, Marcuello y Loarre.
·
La cuenca del Cinca por los castillos de
Boltaña, Samitier, Abizanda y Monclús.
·
La cuenca del Esera por los de Troncedo y
Perarrúa.
·
El valle de Nocito estaba defendido sólo por un
castillo, y el próximo núcleo del antiguo condado de Sobrarbe por las
fortalezas de Surta y Moncat, en línea Norte-Sur, y por las de Buil y Castejón
al Este.(Continuación)
[1]
A.H.N. Clero. San Juan de la Peña, carp. 699, nº 10. B
[2] Eduardo
Ibarra. Documentos correspondientes al
reinado de Ramiro I, Zaragoza. (C.D.H.A., I) citado en “Sos en los siglos XI y XII” Pascual Galindo Romeo. Revista
Universidad, 1924. pag. 14.
[3]
Soteras Escartín, Fernando; Ramiro I, a
calzón sacado, en www.pintanos.com
BIBLIOGRAFIA
-BUESA CONDE, DOMINGO, J. El rey Sancho Ramírez. Guara Editorial. Zaragoza, 1978.
-CORRAL LAFUENTE, JOSÉ LUIS. Historia contada de Aragón. Librería General. Zaragoza, 2000.
-GALINDO ROMEO, PASCUAL. Sos en los siglos XI y XII. Revista Universidad, año I. Zaragoza, 1924.
-GUITART APARICIO, CRISTÓBAL. Castillos de Aragón. Librería General. Zaragoza, 1979 y 1999.
-DURÁN GUDIOL, ANTONIO. Ramiro I de Aragón. Guara Editorial, 1978.
-UBIETO ARTETA, AGUSTÍN. Los “tenentes” en Aragón y Navarra en los siglos XI y XII. Anubar. Valencia, 1973.
-UBIETO ARTETA, ANTONIO. Estudios en torno a la división del reino por Sancho el Mayor de Navarra; Sobrarbe y Ribagorza entre 1035 y 1045, pp. 163-173; El título de rey de Aragón, pp. 175-182.Revista Príncipe de Viana nº 80-81. Año 1966.
-UBIETO ARTETA, ANTONIO. Estudios en torno a la división del reino por Sancho el Mayor de Navarra; Sobrarbe y Ribagorza entre 1035 y 1045, pp. 163-173; El título de rey de Aragón, pp. 175-182.Revista Príncipe de Viana nº 80-81. Año 1966.
-VIRUETE ERDOZÁIN, ROBERTO. Aragón en la época de Ramiro I. Tesis doctoral. Universidad de Zaragoza, 2008.
-YANGUAS Y MIRANDA, JOSÉ. Historia compendiada del Reino de Navarra. Imp. De Ignacio Ramón Baroja. San Sebastián, 1832.
-Coleccionable Reyes y Reinas de Aragón. Heraldo de Aragón.
En la web:
-SOTERAS ESCARTÍN, FERNANDO. Ramiro I, “a calzón sacado”. www.pintanos.com.
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