domingo, 3 de julio de 2016

LA MUERTE EN LA EDAD MEDIA

La muerte, según la concepción cristiana, es el instante en que el alma se separa del cuerpo.
Danza de la muerte, de Guyot Marchant
La concepción de la muerte, en el pensamiento medieval, se caracteriza por la creencia de ser un plan divino; un plan donde la vida terrenal que se deja era un regalo de Dios, iniciándose, al morir, otra nueva vida, la eterna, junto a Dios, siempre que en vida todos los actos realizados por el fallecido hubieran sido correctos, concibiendo estos actos insertos dentro del plan divino, es decir, que la vida terrenal era considerada como un tránsito divino a la eternidad. Es por esto, y por su profunda fe, por lo que el hombre altomedieval concebía la muerte como algo normal, natural, que tenía que ocurrir; y para ello tenía que prepararse en vida, realizar buenas obras, vencer las tentaciones y al pecado, ir a misa, recibir la Gracia a través de los Sacramentos, etc... para no condenarse y así gozar de una vida eterna mejor que la terrenal, pues ésta, corta, fugaz y pasajera, requería de mucho trabajo y esfuerzo para poder sobrevivir, plagada de obstáculos, donde la muerte podía llegar en cualquier momento, por lo que había que estar preparado.
Pero a pesar de todo, a pesar de admitir la muerte como algo natural, formando parte de “lo cotidiano” y pensar en una vida mejor tras la Resurrección, el hombre medieval temía a la muerte, porque amaba la vida, que era un regalo de Dios, y el miedo no lo era tanto por el hecho de morir en sí, pues su fe en Dios le daba fuerzas para alcanzar la Vida Eterna, sino al hecho de rendir cuentas ante la Justicia Divina por los actos cometidos durante su vida terrenal, por lo cual el buen cristiano debía estar preparado en cualquier instante para este momento, y las voluntades de los mortales se recogían en los testamentos.
Hasta el siglo XIII se tenía conocimiento de que el alma al morir tenía como destino el Paraíso o el Infierno, dependiendo del comportamiento en vida, sin embargo, a partir de este siglo comienza a tomar fuerza la idea de un tercer lugar, el purgatorio, donde las alma que necesitan purificarse esperan un tiempo antes de acceder a la Gloria, beneficiándose de los actos piadosos hechos en la tierra.
En el siglo XV comienza a difundirse el Ars Moriendi, o “Arte del buen morir”, produciendo en el hombre medieval un cambio de mentalidad frente a la muerte, pasando de una actitud resignada, que consideraba la muerte como algo natural, a un mayor temor hacia ella, una mayor preocupación para procurarse la Salvación. Esto se ve reflejado en los testamentos, donde con frecuencia se hacen menciones al infierno y al diablo, que hasta el siglo XV apenas aparecían en las actas; igualmente aumentan las encomendaciones a los santos, como San Miguel, San Francisco, Santa Bárbara, Santa Ana o San José, como protectores frenta a la muerte súbita; o san Cristobalón, presente en todas las iglesias como el encargado del tránsito a la Vida Eterna.
Closone (Provincia de Bérgamo) Italia
Al final de la Edad Media la muerte no resulta una muerte solitaria, sino un acto de solidaridad al que acuden parientes y amigos, quienes además de acompañar al difunto en sus últimos momentos, le procuran tranquilidad, rezan por su alma e invitan al moribundo a dejar resueltos sus asuntos terrenales mediante la confección de un testamento si aún no lo hubiera hecho, le preparan para morir en Gracia de Dios y procurar su bienestar en la Vida Eterna. Todo esto lo vendrá a regular y fomentar el Ars Moriendi en el siglo XV.
Para procurar el bienestar del fallecido en la Vida Eterna, los familiares y amigos que quedan en este mundo se ocuparán de realizar obras piadosas, celebrar misas por su alma, dar limosnas a iglesias, pobres, cuidar de enfermos o locos, etc.., pero esto dependerá, claro está, de la capacidad económica del difunto y de sus familiares, por lo que el dinero se convierte en un argumento para alcanzar la Salvación, a la vez que contribuye a una evidente diferenciación social y una ayuda económica al capítulo de San Esteban de Sos a través de los anniversarios, capellanías, oblaciones, trentenarios, misas de requiem...





BIBLIOGRAFIA

-HAINDL UGARTE, ANA LUISA. “La muerte en la Edad Media”. Revista Electrónica Historias del Orbis Terrarum, nº 1, pp. 104-206. Estudios clásicos, medievales, árabes y Bizantinos. Santiago de Chile, 2009.

-PAVÓN BENITO, JULIA y GARCÍA DE LA BORBOLLA, ÁNGELES. Morir en la Edad Media: La muerte en la Navarra medieval. Publicacions de la Universitat de Valencia. 2008

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