jueves, 2 de julio de 2015

CUATRO ARAS TAUROBOLICAS EN SOS

Cuatro aras taurobólicas hispanorromanas se han hallado en Sos del Rey Católico, dos de ellas cerca de la villa, otra  en Sofuentes y una más en Mamillas, lo que hace suponer la existencia de un centro de culto al toro en la comarca si bien, la falta de documentación y la ausencia de más restos o edificaciones asociadas al mismo, hacen que los estudiosos del tema no se pongan de acuerdo, variando de este modo las teorías sobre su significado, aunque la opinión más generalizada por los investigadores del tema es la del culto a este animal, que ya desde la antigüedad ha sido objeto de veneración en todas las civilizaciones y partes del mundo. Egipcios, hebreos, sirios, caldeos, asirios, persas, griegos o romanos, entre otros, conocieron el culto al toro, pero donde desempeña un importante papel hasta el punto de ser su representación la más importante de todas, ya sea de forma completa o bajo la forma simbólica de la cabeza o sólo de los cuernos, es en la civilización prehelénica, donde además de recibir culto, es también objeto de juegos y fiestas en los que aparecen los antecedentes de nuestras corridas.[1]
Fig. 1. Ara taurobólica hallada en Sos. Museo Institución Príncipe de Viana
La figura 1, hallada en Sos, es un bloque de arenisca, tallada por ambos lados; en su cara más representativa e interesante, que tiene 0’44 x 0’30 metros, nos muestra una cabeza de toro en alto relieve, con orejas y dos discos entre sus cuernos, también en relieve, inscritos en otros dos círculos más pequeños con el centro en rebajo y de los cuales salen rayos hasta la periferia de los primeros. Hay quien los identifica como dos discos astrales relacionando el sacrificio del toro con los astros. Debajo de la cabeza del toro, y a nuestra izquierda un individuo de cuerpo cilíndrico y ancho, pasando después a un cilindro más estrecho correspondiendo a las piernas, con cabeza discoidea en la que pueden distinguirse unos trazos marcando los ojos y la nariz, sostiene en sus brazos una vasija globular, en actitud de verter su contenido en un ara en el que hay un gran cuchillo de sacrificio; a la derecha otro instrumento de difícil interpretación, puesto que no se conserva su parte inferior izquierda, y que parece ser un mazo sacrificial o un hacha; todo el borde de la piedra va orlado con un cordón en espiral.[2] La deidad a que aluden los taurobolios no está del todo clara, y a través de ellos se ha querido ver el culto al toro de carácter indígena u otro a Júpiter y a Cibeles[3]; otros relacionan la escena en un sentido más comercial (carnecería) o gastronómico : cabeza de buey,  cuchillo, carnicero o comensal, bandeja, y los dos astros serían dos panes; y también hay quienes sostienen que estos taurobolios sirvieron como soporte a pequeñas estatuas de toros, de bronce u otro material, y que fueron fijados de diferentes formas a sus pedestales, ya que muestran marcas de anclaje y apoyo en su superficie, siendo en éste caso su función, posiblemente, cultural. En la otra cara, de 0’43 x 0’48 metros, se representan, en alto relieve, dos grandes arcos de herradura muy peraltados, con el semicírculo muy marcado; los fustes de los arcos no llevan capitel y descansan sobre gruesos plintos; el borde está muy mutilado presentando en la parte superior un complicado dibujo a rayas formando triángulos y a un costado ,al igual que la cara anterior, está rodeado por un cordón en espiral. Según Gómez Moreno, los arcos de herradura ya eran usuales en la península ibérica al esculpirse estas estelas, aunque las destrucciones de los edificios es esta época no han permitido que llegasen hasta nosotros ejemplar arquitectónico alguno de esta índole. Para otros estudiosos estos arcos representan puertas que conducen a los campos de ultratumba, sirviéndose de apoyo para esto en la representación de puertas en los monumentos fúnebres romanos; y hay quien cree que son degeneración de representaciones antropomorfas que la impericia del artífice ha llegado a convertir en arcos de herradura.[4]
Fig. 2. Ara hallada en Mamillas
La figura 2 fue encontrada en Villa Vieja, pardina de Mamillas, en el término de Sos; es de arenisca con una sola cara labrada que mide 0’38 x 0’33 metros. Presenta una cabeza de toro labrada en alto relieve, mucho más ruda que la anterior, con unas prolongaciones en sus extremos representando los cuernos; las orejas bárbaramente señaladas con unas rayas y los ojos representados por dos agujeros. El fondo lleva un trazado de rayas y el borde un cordón análogo a la piedra anterior. Encima de los cuernos, y en su parte central un disco de cuya periferia irradian a los costados rayas que van a converger al lado de los extremos de los cuernos.
Fig. 3 hallada en Sofuentes
La figura tres se encuentra empotrada formando parte del muro en la puerta de un viejo horno en la pardina de Sofuentes. Es igualmente de arenisca y mide 0’46 x 0’30 metros, y la forma de la cabeza del toro presenta gran similitud con la reseñada anteriormente; en la testuz presenta varios picos constituidos por unas rayas que formando ángulos señalan el pelo; los ojos son dos círculos pequeños que están rodeados cada uno por otro mayor cuyo dibujo, al parecer, es posterior al trabajo general de la piedra. El fondo está formado por rayas entrecruzadas que constituyen triángulos. A diferencia de las anteriores, ésta no lleva ningún dibujo en su borde. Las rayas entrecruzadas del fondo del bibujo podrían ser representaciones de las dobles hachas que tan frecuentemente van asociadas en la Grecia prehelénica al culto del toro y que también se encuentran en otras zonas de España, pero parece algo aventurado asegurarlo. Según Uranga parece la tan conocida estrella de seis puntas, elemento decorativo, patrimonio de los pueblos primitivos, cuya supervivencia ha llegado hasta nuestros días.[5]
Fig. 4, hallada en Sos. Museo de Zaragoza
La figura 4, hallada en Sos, presenta la cabeza de toro con los cuernos, orejas y ojos perfectamente marcados.




[1] Glotz. La civilización Egea, pág. 377, en Vestigios del culto al toro en Sos, José E. Uranga
[2] Uranga, J.E. Vestigios del culto al toro en Sos.
[3] Uranga, J.E. “El culto al toro en Navarra y Aragón”, en IV simposio de Prehistoria Peninsular. Pamplona 1996.
[4]Uranga, J.E. Vestigios del culto al toro en Sos.
[5] Uranga, J.E. Vestigios del culto al toro en Sos.








BIBLIOGRAFIA



-URANGA, JOSÉ ESTEBAN. El culto al toro en Navarra y Aragón, pp. 213-231. IV Simposio de Prehistoria Peninsular. Pamplona, 1996.
-URANGA, JOSÉ ESTEBAN. Vestigios del culto al toro en Sos. Boletín de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de Navarra. Cuarto trimestre de 1926. Tomo XVII, nº. 68, pp. 415-421. Lib. de Vda. N. Aramburu. Pamplona, 1926.
En la web:
-MARCO SIMÓN, FRANCISCO. ¿Taurobolios vascónicos? La vitalidad pagana en la Tarraconenese durante la segunda mitad del siglo IV. U.C.M.

-www.tierravascona.info. Alicia Mª Canto. La tierra del toro. Ensayo de identificación de ciudades vasconas


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