En 1832 el
rey Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción , derogando la Ley Sálica que impedía
reinar a las mujeres, abriendo de esta manera la sucesión al trono a su hija
Isabel, en detrimento de su hermano Carlos María Isidro, el cual encabezó una
sublevación contra su sobrina que condujo al país a una guerra civil adormecida
y reavivada periódicamente a lo largo del siglo XIX bajo la forma de tres
Guerras Carlistas en defensa de los derechos al trono de una segunda rama
dinástica de los Borbones.
Las principales operaciones militares de la
primera guerra carlista tienen lugar en el País Vasco, Navarra, Cataluña y en
el Maestrazgo. El trasvase de tropas entre el norte y Cataluña hace que existan
partidas, o cuerpos militares, de paso por el territorio aragonés y por Sos,
que en cualquier momento pueden ocasionar enfrentamientos con los liberales, o
la conquista de núcleos de población obligando a sus habitantes a rechazar la
nueva Constitución.
La
población de Sos, al igual que la mayoría de las poblaciones de las Cinco Villas,
se inclinó a favor de Isabel. A principios del año 1834 se celebra en Sos “con la mayor pompa, la proclamación de nuestra
augusta Reina Doña Isabel II como Soberana de las Españas”[1]
Es por esto por lo que la villa sufrió varias incursiones de partidas carlistas
de la vecina y foralista Navarra, saqueando las tropas de don Carlos las casas
de la Villa ,
quemando archivos, documentos, destrozando las fortificaciones, robando, asesinando
y cometiendo toda clase de fechorías. Con este panorama había que reforzar la
zona de efectivos contra los rebeldes. Así, el 22 de enero de 1834, ante el
temor de que dos batallones de los rebeldes navarros llegaran a Sos,
procedentes de Sangüesa, se reforzó al brigadier Dn. Vicente Vargas, Gobernador
de Sos, con 100 infantes del 12 de línea y 20 caballos de Borbón, que unidos a
las fuerzas que tenía el Gobernador, 60 tiradores y 25 caballos de
flanqueadores de Navarra, pusieron a Sos libre de todo ataque por parte de los
rebeldes. Los dos batallones de rebeldes que llegaron a Sangüesa el día 21, con
una caballería compuesta por 200 caballos, salieron en dirección a Tiermas y
Verdún al día siguiente, el 22 de enero. Una columna de combatientes al mando
del capitán Suárez partió de Sos el día anterior para juntarse con una brigada
de 12 infantes y dos escuadrones de caballería que el capitán general de
Aragón, Marcelino Oráa, tenía en el puente de Cáseda y en el de Gallipienzo
para alcanzar al día siguiente a los rebeldes en Verdún o en sus inmediaciones.
Las tropas de refuerzo que se enviaron a Sos sostuvieron un tiroteo con la
retaguardia rebelde. Estos refuerzos iban al mando de sus respectivos
comandantes: el ayudante Dn. José García al mando de la caballería de Borbón, y
el capitán Dn. León Iriarte al mando de los flanqueadores de Navarra. El capitán
General comunica que el día 26,
a las siete de la tarde, fueron fusilados en Verdún seis
rebeldes que había cogido, y al amanecer del día 27 seguirá hacia Burgui, desde
donde el capitán Suárez regresará con su columna a Sos[2].
Como
vemos, la actividad en la villa de Sos durante la guerra y los movimientos de
tropas en la misma de uno y otro bando eran constantes y seguirán siéndolo,
como veremos a continuación. Así, el 8 de febrero de 1834 una columna de 900
hombres al mando del brigadier Linares se acercó a Sos para juntarse y auxiliar
a otra columna dirigida por el brigadier Oráa, que desde Puente La Reina se dirigía tras los
facciosos que se dispersaban hacia Elizondo, Navascués y Salvatierra[3].
El 12 de
agosto del mismo año, de nuevo el brigadier Linares estuvo en Sos dando
descanso a sus tropas tras una campaña por el valle del Roncal, Hecho y Ansó[4].
La
crueldad y el hacer caso omiso de los acuerdos pactados entre ambos bandos
también se dejó notar en el bando enemigo. Así, en el mes de mayo de 1834 se
tiene noticia de que los rebeldes de Navarra persiguen, arrestan, destruyen,
extorsionan y secuestran a vecinos de los pueblos fronterizos de Aragón,
llegando a Sos y cometiendo toda clase de fechorías e intentando conseguir dinero
a toda costa[5].
El 5 de
diciembre de 1834, el brigadier Linares regresó a Sos, que había sufrido otra
incursión por parte de los rebeldes y el pueblo estaba aterrado por las sanguinarias
y feroces actuaciones de las hordas de facciosos: “se llevaron unos 40 mozos que ya habían desertado, y los padres o
parientes de los que no se han presentado”. Los carabineros que el
brigadier Linares mandó a Sos, “rescataron
a un vecino de Undués de Lerda que después de haberle robado los facciosos
cinco duros que llevaba, lo conducían preso”; además, en la villa “se habían apoderado y llevado 8 cargas de
harina; al sosiense Ramón Bornas, mercader, lo aprehendieron y piden cinco mil
duros por su rescate”[6]...
Con todo
este movimiento de tropas isabelinas en la villa de Sos, y dada su posición
fronteriza con Navarra, no es de extrañar que también se utilizaran las instalaciones
de la villa como centro de intendencia para los ejércitos combatientes. Así, en
el mes de marzo de 1835, un batallón del general Aldana se quedará en Sos a la
espera de otros tres batallones más, preparando los víveres y el equipo
necesarios para los mismos con vistas a perseguir e ir tras los facciosos que
se habían desplegado y refugiado hacia los Pirineos[7].
Igualmente
el 31 de mayo de 1838 llegaba a Sos una columna del coronel José Coba, la cual,
tras ser racionada, partió hacia Urriés, donde se hallaban unos 600 facciosos
navarros asolando todo por donde pasaban[8].
El 25 de
mayo de 1835 llegó a Sos una columna de 3.000 hombres que iban a incorporarse
al ejército. Formaban parte de nuevos movimientos para hacer más crítica la
posición de los enemigos[9].
Al día
siguiente, 26 de mayo, el capitán de lanceros de Isabel II, don Mariano Sanz,
jefe de la columna del distrito, salió de Sos con su columna de infantería y caballería
hacia Sangüesa, pues tenía noticia de que se hallaban allí, con todas sus fuerzas,
los cabecillas facciosos Royo de San Vicente y Manolín. Decidió atacarles al amanecer,
con el resultado de 9 rebeldes muertos y varios heridos, mientras que las
fuerzas de Sanz sólo se saldaron con 4 heridos[10].
A finales
del mes de junio de 1835 se acercó a Sos un batallón de facciosos, teniendo que
replegarse la guarnición dentro de sus murallas, con tan mala suerte que el
alférez que los mandaba, Dn. Pío Salvani y su asistente, no pudieron seguir al
resto y, con el fin de no ser vistos por los rebeldes, se escondieron entre
unos matorrales esperando no ser descubiertos; y caso de que así fuera, el
alférez siempre confiaba en la “estipulación” o convenio pactado entre ambos
bandos, y pasar a ser considerados como prisioneros de guerra[11]. Se
equivocó Salvani en su juicio, pues al ser descubiertos por cinco lanceros
rebeldes los asesinaron a lanzazos[12].
El 24 de
julio de 1835 llegó a Sos la caballería e infantería del comandante León Iriarte,
que procedente de Pamplona, regresaba de una expedición en Ochagavía donde
logró sorprender a varios rebeldes que en su fuga fueron muertos, haciendo
entre el resto varios prisioneros y al día siguiente llegó también, procedente de Pamplona, la caballería del citado Iriarte, que se preparaba para marchar sobre Sangüesa y Bigüezar [13].
El 20 de
diciembre de 1835 llegaba a Sos el general de la división auxiliar argelina con
su 6º batallón y Estado Mayor. Al día siguiente un batallón de Sádaba entra en
Sos y manda al resto de batallones de la villa, añadiendo 400 caballos y
algunas compañías de infantería, además de la división argelina que llegara
ayer, hacia Sangüesa, pues se han visto por allí movimientos de siete batallones
de facciosos[14].
El 23 de
octubre de 1836 salen de Zaragoza en dirección a Sos el batallón 1º de
Zaragoza, la compañía de granaderos, la 1ª de carabineros, la de cazadores y la
1ª de tiradores[15].
El 14 de
noviembre del mismo año es relevado de Sos el batallón nº 13 de Mallorca,
compuesto por 1.100 soldados, por el batallón de nacionales movilizados de
Zaragoza[16].
El 9 de
enero de 1838, 7 batallones de carlistas, más 4 escuadrones y algunas piezas de
montaña, merodean las inmediaciones de Sos; el Gobernador dio parte a las 9 de
la noche de este avistamiento ignorando la dirección que iban a tomar[17].
El 29 de octubre de 1838 la correspondencia
oficial que tenía que llegar a Sos procedente de Zaragoza fue interceptada y
quemada en Uncastillo, pues la facción navarra había invadido el mencionado municipio[18].
A todos
estos movimientos de tropas que pasaban por Sos hay que añadir el batallón de la milicia nacional nº 17 de Sos, que a
finales de 1842 estaba formado por los siguientes jefes, oficiales y
suboficiales:
-Brigadier primer comandante: Patricio Domínguez
-Segundo comandante: Rodrigo López de Artieda. Ayudante: Pedro Ponz
-Capitanes:
Joaquín Ballario, Silverio Bueno, Joaquín Sánchez, Isidoro Gil.
-Tenientes:
Nicolás Tutor, Antonio Muro, Mariano Arceiz, Basilio Asensio.
-Subtenientes: Antonio García, José Martínez.
-Sargentos:
Jorge Alastruey, Antonio Gaztelu.
-Cabos y soldados: Manuel Moreno, Jorge Fuertes, Salvador Fanteva, Manuel Berjes y Francisco
de Laca.
Durante el
conflicto también se daban casos de colaboración con el ejército, como fue el
caso del patriota Antonio Andía. Operaba por estos lugares el cabecilla faccioso
Peralta, encargado de interceptar los correos de la zona. El 25 de enero el
capitán León Iriarte, en el trayecto de Sos a Pamplona, custodiando la
correspondencia oficial con 23 lanceros y 54 tiradores, trató de averiguar el
paradero de la facción mandada por Peralta. Antonio Andía, con 7 compañeros más
que se presentaron desde Olite, se adelantaron a Monreal, pueblo de dicho
cabecilla, y haciéndose pasar por facciosos consiguieron un guía que los llevó
hasta los rebeldes, siendo sorprendidos de esta forma por la infantería mandada
por los oficiales Dn. Bernardo Echaluce y D. Santos Fidalgo, que atacaron el
pueblo por diferentes puntos, haciendo huir a los rebeldes que posteriormente
fueron alcanzados, escapando sólo 3 de los 20 que eran, de los que 15 fueron
muertos y dos hechos prisioneros[19].
Y, como
suele ocurrir en todas las guerras, también había traidores y desertores. El 1
de junio de 1835 tres compañías carlistas se aproximaron a Sos y tiraron algunos
balazos a sus murallas. Los vecinos y los vigías quisieron hacer una salida
para contraatacar, pero el gobernador, que se llamaba Bayona y era natural de
Aoiz, se opuso, por lo que la guarnición se amotinó llamándolo faccioso y
queriéndolo asesinar[20]. El
30 de mayo de 1836 fueron fusilados en Sos, Estaban Sanz y Casimiro Cortés,
quintos de Tarancón, que desertaron de sus banderas[21].
Por otra
parte, los gastos ocasionados por la guerra fueron muy cuantiosos. Para
solventarlos, el 7de noviembre de 1837 se publica en el Boletín Oficial de la Provincia de Zaragoza el
reparto con el que los pueblos de Aragón han de participar en la Contribución
Extraordinaria de Guerra decretada por las Cortes el 8 de
septiembre de 1837, entre ellos Sos con la cantidad de aportación de 51.575
reales. Si tenemos en cuenta que por aquella época el jornal medio de un
trabajador del campo era de 5 reales diarios, la contribución de guerra
representaba 10.315 jornales. Realizando la equivalencia a un jornal medio
actual, por ejemplo de 50 euros/día, nos sale que Sos pagó 515.750€ (85.813.579
pesetas), y teniendo en cuenta también que no era la primera contribución de
guerra que abonaban, es de suponer que los sosienses estaban para pocas bromas,
y menos para que alguien les viniera con ideologías de este o aquel calibre.
Durante la
primera guerra carlista y como consecuencia de la firma del Tratado de la Cuádruple Alianza
en abril de 1834, que suponía el apoyo de Francia y Gran Bretaña a los
gobiernos liberales de Portugal y España en sus respectivas guerras civiles, en
agosto de ese mismo año España también consiguió que Francia se comprometiera a
cerrar la frontera a los carlistas. Además, en 1835 el gobierno de Martínez de la Rosa solicitó también el
envío directo de tropas. Tanto franceses como británicos evitaron participar
directamente en la guerra carlista y enviaron a España tropas especiales de
voluntarios y los franceses su “Legión Extranjera”, tan necesarios en la guerra
como indeseables, pues sus tropelías, saqueos, pillaje, borracheras,
deserciones, etc... dotaron a estos legionarios de una merecidísima mala fama.
Aquí cabe reseñar la noticia de un comunicado durante la contienda en la que
queda reflejada la “simpatía” que se les tenía a estos “aliados”: ” Zaragoza, día 18 de octubre de 1835.
Anteayer llegó a esta capital el barón de Suarce, Coronel de los dos batallones
franceses que estaban en Sos, acompañado de 30 soldados. Se dice que su viaje
tenía por objeto pedir dinero a nuestras autoridades y que sólo pudo conseguir
la facultad o la orden de encaminar directamente sus hombres hacia Francia”[22].
Para esas fechas se encontraban en Sos una
compañía de Mallorca y el batallón de Africa[23].
La última
etapa de la guerra estuvo marcada por la división ideológica del carlismo. Por
un lado estaban los transacionalistas, partidarios de alcanzar un acuerdo con
los liberales, y por otro lado los intransigentes, más cercanos a Don Carlos y
partidarios de continuar la guerra. Maroto, general transacionalista firmó con
el general liberal Espartero el Convenio de Vergara el 31 de agosto de 1839. El
acuerdo establecía la negociación para el mantenimiento de los Fueros en las
provincias vascas y Navarra y la integración de los oficiales en el Ejército
Real. Unicamente las partidas carlistas de Cabrera resistían en el Maestrazgo
en una guerra ya perdida hasta su total derrota en 1840.
El
conflicto bélico acabó en 1839, pero el carlismo y su defensa de los valores
tradicionales del Antiguo Régimen estaban sólamente dormidos. Volverían a despertar
en 1848 con la segunda guerra carlista y en 1872 con una tercera (Continuación)
[1] Parte
recibido en la Secretaría
de Estado y del Despacho de la
Guerra. “La Revista
Española ”, nº 147, p. 3; 21/1/1834.
[2] “La Revista Española ”,
nº 152, p. 3; 2/02/1834; nº 154, p. 2; 7/02/1834.
[3] “La Revista Española ”,
nº 158, p. 3; 16/02/1834
[4] “Eco
del Comercio”, nº 110, p. 3; 18/08/1834.
[5] “La Revista Española ”,
nº 221, p. 3; 22/05/1834.
[6] “Eco
del Comercio”, nº 226, p-2; 12/12/1834.
[7] “Eco
del Comercio”, nº 320, p. 3; 16/03/1835.
[8] “Eco
del Comercio”, nº 1497, p. 1; 6/06/1838.
[9] “La Revista Española ”, nº 97, p. 3;
5/06/1835.
[10] “Eco
del Comercio”, nº 401, p.2; 5/06/1835.
[11] En
abril de 1835 el carlista Tomás de Zumalacárregui y el isabelino Gerónimo Valdés,
ante las barbaridades de los fusilamientos indiscriminados, firmaron un
convenio para erradicar estos fusilamientos y promover el canje de prisioneros.
[13] “La Revista Española , nº, 156, p.
3; 3/08/1835; Diario Balear, 2/9/1835, p.4
[14] “Eco
del Comercio”, nº. 609, p.1, 30/12/1835; nº. 622, p. 6, 12/01/1836.
[15] “Eco
del Comercio”, nº 912, p. 4; 28/10/1836.
[16] “Eco
del Comercio”, nº 934, p. 2, 19/11/1836.
[17] “Eco
del Comercio”, nº 1359, p. 1; 18/01/(1838.
[18] “Eco
del Comercio”, nº 1654, p.1; 10/11/1838.
[19]“La Revista Española ”, nº 155, p.
2; 9/02/1834.
[20] “Eco
del Comercio”, nº. 416, p. 2; 20/06/1835.
[21] “La Revista Española ”, nº 481, p.
4; 23/06/1836.
[22]
Periódico “El Aragonés”, Zaragoza, 21/10/1835, publicado en el “Diario de
Barcelona”, 29/10/1835
[23] “Eco
del Comercio”, nº 649, p. 3; 8/02/1836.
BIBLIOGRAFIA
-RÚJULA LÓPEZ, PEDRO. Realismo y carlismo en Aragón y el Maestrazgo, 1820-1840. PUZ. Zaragoza, 1998.
-RÚJULA LÓPEZ, PEDRO. Rebeldía campesina y primer carlismo: los orígenes de la guerra civil en Aragón (1833-1835). D.G.A. Dpto. de Educación y Cultura. Zaragoza. 1995.
-Historia de España, 8 vols. Plaza& anés Editores, A.A. Espluges de Llobregat (Barcelona) 1991.
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