domingo, 17 de mayo de 2020

EL "PULLIZO" O "TRONCA DE NAVIDAD"


          


            La tronca, tizón o pullizo de Navidad es una antigua tradición altoaragonesa, ligada al folklore y mitología pirenaica, que se celebraba la noche de la víspera de Navidad (Nochebuena) en muchos pueblos de la geografía altoaragonesa y catalana.
            Según la zona recibe distintos nombres: tronca, tizón, pullizo, toza, corniza, zoca, troncada,…, pero todos ellos simbolizan lo mismo, haciendo referencia a un gran tronco de leña seca que se ha guardado a propósito para ser quemado en el hogar o chimenea esa importante noche del año. En Sos del Rey Católico es más conocido como pullizo, tal y como lo recoge el “léxico aragonés de Sos del Rey Católico”, recopilado del “Diccionario del aviador”(ver): "Pullizo: leño delgado del tronco o ramas del árbol."
            El ritual en esta noche tan especial del año engloba tres elementos importantísimos ligados al hogar: la unidad familiar, el fuego purificador y el fruto de las cosechas.
          Según los estudiosos, este ritual  tiene su origen en ancestrales ceremonias paganas relacionadas con el solsticio de invierno y que celebraba el aumento de más horas de luz solar sobre la noche, festejando la victoria del Sol sobre la oscuridad; si bien este ritual, en sus orígenes, nada tiene que ver con la actual celebración navideña.
             El fuego siempre ha estado presente en muchos rituales y celebraciones como elemento purificador, ligado al Sol. Con el paso de los años y los siglos, aunque el ritual se conservó en nuestro folklore, sí fue sufriendo diversos cambios en cuanto a su significado y celebración, cruzándose y fusionándose el ritual pagano con las tradiciones cristianas, haciendo partícipes, en esta noche tan especial, a todos los miembros de la familia, incluidos los niños, siendo el pullizo el protagonista de la noche, como si de Papá Noel se tratara.

            Días antes de Nochebuena, el pullizo se colocaba en un destacado lugar de la casa, convenientemente decorado y cubierto con una manta para proteger los secretos que guarda en su interior.
            En sus orígenes, en Nochebuena, se reunía toda la familia alrededor del pullizo, se bendecía, se rezaba por los familiares difuntos y a continuación se depositaba en el fuego de la chimenea o fogaril para que se consumiera, en un acto de invitación a la familia de vivir al calor del hogar y al calor del amor. Generalmente era el cabeza de familia el encargado de bendecir el pullizo o, en su defecto, el hijo mayor o heredero universal o el siguiente miembro familiar según el escalafón dictado por esta tradicional institución jurídica aragonesa, como es la familia.
          Algunas de las oraciones o bendiciones decían: “Buen pullizo, buena brasa. Dios bendiga a todos los miembros de esta casa”; “yo te bendigo en el nombre de Dios y en el del Niño Jesús que va a nacer esta noche”, o “pullizo de Navidad, yo te bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén”.
         Con el tiempo, la ceremonia fue cambiando y evolucionando. Últimamente, la bendición del pullizo la realiza cualquier miembro del hogar y se suele hacer con un porrón de vino, vertiendo su contenido sobre el tronco realizando una cruz; seguidamente se alza el porrón recitando las oraciones, que más o menos, con diversas versiones según las zonas, vienen a decir: “Bebe, pullizo; bebe porrón; tú por la boca y yo por el garganchón”, y acto seguido se echaba un buen trago y se santiguaba por la protección de la familia.
            Ya más recientemente, el rito ha derivado hacia una celebración más festiva de carácter infantil en la que, aunque la familia y el fuego siguen formando parte esencial de la ceremonia, los niños son los auténticos protagonistas de esta fantástica noche.
         Así como el fuego purifica y es símbolo del sol, este influirá en la obtención de unas generosas  cosechas y frutos, expulsando el pullizo, desde su interior, estos frutos en forma de caramelos, nueces, gominolas, peladillas, galletas…e incluso juguetes, ante el asombro y alegría de los más pequeños de la casa.
      
Niños haciendo "cagar" el pullizo de Navidad
  
          Para ello, el pullizo tiene que ser hueco o tener las mayores oquedades posibles para poder introducir en ellas las golosinas o los regalos, que se habrán colocado en el tronco antes de comenzar el ritual y sin que los niños se hayan percatado de ello. Tras bendecir el pullizo, y antes de echarlo al fuego, los niños se acercan al tronco y, golpeándolo con las manos o con un palo, dicen repetidas veces: “¡caga pullizo!”  Y con los golpes éste va expulsando su contenido, como si el tronco realmente los "cagara". No hace falta explicar la cara de ilusión y satisfacción que ponen los niños ante este emocionante momento. Es como si fuera el Papá Noel de nuestros antepasados.
         Es, en definitiva, un acto tradicional que transmite alegría, paz y el espíritu navideño tanto en niños como en mayores, sosteniendo y avivando el amor, la unidad y el calor del hogar.
            Lamentablemente, la despoblación, el éxodo rural a las ciudades y la sustitución de las chimeneas por los nuevos sistemas de calefacción, han contribuido al progresivo declive de esta ancestral tradición, típica de nuestro rico folklore, que aún a día de hoy todavía puede verse en algún hogar de algún pueblo o aldea de Aragón. No obstante, con el ánimo de conservar, recuperar y fomentar la celebración de bendecir el pullizo y, sobre todo, de hacerlo "cagar", existen entidades y asociaciones  aragonesas encargadas de divulgarlo por todo Aragón.

            El pullizo se mantenía en el fuego durante toda la Navidad, hasta el día de Reyes, quemándose poco a poco, y así purificar y proteger la casa de todo mal y garantizar la continuidad de la familia, pues este tronco de Navidad, “ligado al culto solar doméstico, constituye, según los folkloristas, una supervivencia de la renovación del fuego hogareño, cuya llama era preciso conservar, siendo delito irreparable el dejarla extinguir[1].
            Pero tras el día de Reyes, aunque el pullizo se apaga, no lo hace su "mágico poder”. El folklore popular de Sos, y de otras localidades cercanas, conserva otros ritos y costumbres ligados al pullizo de Navidad. Así, es sabido que en Sos, para impedir que las brujas entraran en una casa, se ponían pequeños papelitos conteniendo ruda (planta tóxica) bendecida tres veces en los vanos con acceso al exterior, como puertas, ventanas y chimeneas. Pero si a estos amuletos se añade un trozo de pullizo de Navidad y paja de centeno, el remedio es de efectos seguros[2]. En otros pueblos navarros esparcían las cenizas sobre las tierras, en forma de cruz, el día de San Esteban, para matar gusanos y alimañas[3]. También se usaban las cenizas del pullizo contra el “maldeojo” que podían transmitir las brujas con su mirada, pues contra él no hay defensa alguna si el aojado es propicio a recibir el mal, pero portando como amuleto unos pocos restos del pullizo de Navidad las personas quedarán totalmente inmunes contra el “aojamiento” de las brujas[4].
            También, a las cenizas del pullizo se les atribuía un efecto fertilizante al esparcirlas por los cultivos.
          Como el pullizo solía ser muy grueso, generalmente no terminaba de consumirse para el día de Reyes; entonces, el trozo que quedaba sin quemarse (tizón) se guardaba en la falsa de la casa como protección frente a los rayos. En algunas localidades de Navarra el tizón lo guardaban para curar, encendiéndolo de nuevo, las ubres enfermas de las vacas. Y en el País vasco-navarro el tizón, sacado al día siguiente a la puerta del caserío, tiene el poder mágico de curar el ganado[5].



[1] Iribarren, José María. “El folklore de Sos y la Valdonsella”, nota 19, p. 294.
[2] Iribarren. Op. cit. pp. 296-297.
[3] Iribarren. Op. cit. nota 24, p. 297.
[4] Iribarren. Op. cit. pp. 293-294.
[5] Iribarren. Op. cit.nota 24, p. 297.









BIBLIOGRAFÍA


-GARCÍA PÉREZ, GUILLERMO. “La tronca de Navidad”. Boletín de la Sociedad Ateneísta de Aire Libre, nº 46, diciembre de 2014, pp.9-19. Madrid.
-GIL, ANTÓN CHUSÉ. Léxico aragonés de Sos del Rey Católico.Crica d´edizions. Zaragoza, 1999.
-IRIBARREN, JOSÉ MARÍA. Historias y costumbres. I.P.V. Diputación Foral de Navarra. Pamplona, 1956.

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