Los expertos en
lingüística no se ponen de acuerdo sobre
la procedencia y significado del concepto “gabacho”, al que que atribuyen diferentes significados, como
cobarde, falso, de poco carácter, “el que habla mal”, bocioso, grosero, maleducado, puerco, extranjero y
otros significados según las diversas etimologías aplicadas por los estudiosos.
Pero en lo que sí están de acuerdo es sobre el colectivo al que hacen
referencia (los franceses) y la connotación despreciativa que conlleva el
término.
Tras la invasión francesa, que
dio origen a la guerra independencia en España, era muy común referirse a los
franceses llamándolos gabachos, en un tono totalmente despectivo, y así sigue
hasta nuestros días cuando queremos referirnos a un ciudadano francés en un
modo despreciativo sobre su origen y procedencia, con connotaciones claramente raciales.
El pseudogentilicio con el que
se conoce a los fuencalderinos es el de gabachos, y su explicación viene dada por
la costumbre que tenían los habitantes de Fuencalderas en los siglos XIX y XX
de ir a vendimiar a Francia, donde pasaban varios meses y regresaban a su
pueblo con algunas palabras y frases aprendidas en francés. Los vecinos de
otros pueblos, al oírles hablar en francés, se referían a ellos llamándoles "gabachos", más que por desprecio, por identificarlos como quienes han pasado una temporada en el país vecino, y que finalmente, por extensión, acabó aplicándose a todos los
habitantes de Fuencalderas, hubieran ido o no a la vendimia francesa, generándose y generalizándose así este pseudogentilicio.
Actualmente todavía queda en el
pueblo algún habitante de avanzada edad
que no ha olvidado su aprendizaje del idioma francés.
Por la misma razón también se
les llama gabachos a los habitantes de Adahuesca, Isuerre, Jaca, Lascuarre,
Linares de Mora, Rasal o Yebra de Basa.
Pero, al parecer, también existe otra razón por la que a los fuencalderinos les llaman gabachos, que según José Damián Dieste lleva la connotación de "persona falsa", pérfida, "sin redaños", cobarde; aplicable a las personas que muestran poca fortaleza ante los problemas o adversidades que se le plantean, actuando sin ánimo ni determinación.
Dieste cuenta que un vecino de San Felices de Agüero le comentó que este apodo deriva de un antiguo incidente municipal "de una actitud comunal poco honrosa". Hace mucho tiempo, Fuencalderas entró en pleitos con el cercano municipio de Murillo de Gállego por la discordia que tenían sobre la titularidad del viejo poblado de Tolosana y sus tierras y por los terrenos de La Gorgocha. Los de Murillo de Gállego querían apropiárselos. Tolosana está ubicado mucho más cerca de Murillo que de Fuencalderas, pero su jurisdicción siempre había pertenecido al municipio de Fuencalderas. La falta de interés, lucha, desidia y poca fortaleza que mostraron los de Fuencalderas en este pleito hizo que los de Murillo se apropiaran de las casas y heredades de Tolosana. Por eso, desde entonces, los fuencalderinos fueron tachados, popularmente, de "gabachos"[1],pues se dejaron arrebatar las tierras por su falta de carácter.
Dieste cuenta que un vecino de San Felices de Agüero le comentó que este apodo deriva de un antiguo incidente municipal "de una actitud comunal poco honrosa". Hace mucho tiempo, Fuencalderas entró en pleitos con el cercano municipio de Murillo de Gállego por la discordia que tenían sobre la titularidad del viejo poblado de Tolosana y sus tierras y por los terrenos de La Gorgocha. Los de Murillo de Gállego querían apropiárselos. Tolosana está ubicado mucho más cerca de Murillo que de Fuencalderas, pero su jurisdicción siempre había pertenecido al municipio de Fuencalderas. La falta de interés, lucha, desidia y poca fortaleza que mostraron los de Fuencalderas en este pleito hizo que los de Murillo se apropiaran de las casas y heredades de Tolosana. Por eso, desde entonces, los fuencalderinos fueron tachados, popularmente, de "gabachos"[1],pues se dejaron arrebatar las tierras por su falta de carácter.
[1] Dieste,
José Damián. “Apodos altoaragoneses”. Diario del Alto Aragón. 10/12/2000. P. 8
(Costumbres, cap. 24)
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