Diversos yelmos utilizados en la Edad Media (Celadas, capacetes, bacinetes, barbutas, capelinas...) y otros utensilios armamentísticos medievales. |
En la sociedad de la Edad Media, portar armas o poseer armamento era
un privilegio casi exclusivo de los grupos superiores, pues la
tenencia de armas no estaba al alcance de cualquiera, y mucho menos del sector
más desfavorecido de la población, a quienes su uso estaba totalmente restringido para
asegurar la preeminencia del estamento privilegiado sobre el resto de los habitantes. Los sectores más bajos de la sociedad, armados únicamente con palos, horcas y poco más,
nada podían hacer contra el armamento de la élite de la sociedad en una supuesta sublevación contra los excesivos abusos y habituales
injusticias de la alta nobleza.
En un
principio, durante la Reconquista, y para asegurar las zonas fronterizas contra
los continuos ataques musulmanes, los reyes concedieron una serie de
privilegios a quienes poblaran los nuevos pueblos y ciudades conquistados; uno
de estos privilegios fue el derecho de poder llevar armas y formar parte de las
llamadas milicias concejiles, que
posteriormente servirían también para mantener el orden y perseguir a los
malechores que invadieran su territorio.
Aunque la élite de la sociedad
medieval tenía derecho a llevar armas, únicamente los caballeros tenían la
obligación de portarlas, pues tenían que estar preparados para la guerra en
caso que el rey los necesitara con urgencia. En Sos sólo hubo dos caballeros en
el siglo XV: Mosén Hugo de Urriés y Mosén Martín de Ampiedes.(ver)
El alcón, un arma de caballeros. |
Conforme los linajes nobles fueron creciendo también lo hicieron con ellos los escudos heráldicos de armas, que indicaban
que su portador descendía por línea directa de su ancestro y noble fundador que
tenía derecho a llevar armas, por lo tanto los descendientes también heredaban
el mismo derecho.
Así se conformó una nobleza en Sos donde muchos de sus
miembros eran portadores de armas, pues en el siglo XV y principios del XVI la villa estuvo dividida en bandos, donde los frecuentes enfrentamientos entre las clases más poderosas degeneraron en verdaderas luchas armadas(ver).
Fueron los infanzones de Sos un numeroso grupo de la sociedad que disfrutó casi del
total monopolio de la tenencia de armas en la villa, como así lo atestiguan algunos testamentos e inventarios de los mismos, que demuestran que fue un
grupo particularmente relacionado con ellas. Un ejemplo lo tenemos en la última voluntad del escudero Gil de
Olleta, quien indicó que poseía unas armaduras[1]
Barbuta medieval |
En ocasiones, portar un arma podía llevar a
cometer acciones no relacionadas con la guerra o con la defensa propia y ser
mal utilizada por motivos más banales, como le ocurrió al escudero
Rodrigo de Aso, a quien en 1441 le concedieron permiso los magistrados de Sos
para llevar armas en la villa, siendo este hecho aprovechado por el noble que, tras
tener un altercado con el notario Sancho Pérez de Castiliscar, le lanzó un
venablo[2]( lanza
corta y arrojadiza). O como lo sucedido en 1447, cuando el jurado Gil de Sos hirió mortalmente en el pecho con una espada a García del Parral por desavenencias en la redacción de unos nuevos estatutos y ordinaciones[3]
Peto o coraza y otras protecciones para distintas partes del cuerpo usadas en la Edad Media |
Otro infanzón, éste más armado, fue Martín de Undués,
a quien en la partición de los bienes tras su muerte aparecieron dos paveses, unas
corazas y una espada[4]
Pero quien disponía de un verdadero arsenal fue el
escudero Eximeno Ballés, entre cuyas propiedades aparecen unas corazas, tres
bacinetes, una espada, una ballesta de fusta, tres lanzas, un cuchillo largo,
dos puñales, un cuchillo gastonil y dos frenos y dos espuelas de caballo[5]
Pero no sólo infanzones y escuderos en Sos poseían
armas. Aunque en menor grado, también los eclesiásticos compartieron el gusto por ellas, como así lo
demuestran los testamentos del racionero de Martín Despierto menor de días, Pedro
de Urriés o el vicario Juan de Narbayz, quien en 1451 poseía dos corazas, dos
espadas, una ballesta, un broquel y una cervellera[6].
En definitiva, que en la Edad Media en Sos no sólo portaban armas aquellos que estaban autorizados, como los caballeros o los miembros de las milicias concejiles, sino también infanzones y eclesiásticos en prevención de posibles altercados, la mayoría de las veces entre ellos, originando en repetidas ocasiones alteraciones en la convivencia vecinal, sobre todo en el siglo XV y principios del XVI.
Las restricciones sobre la tenencia de armas vendría más tarde.
Las restricciones sobre la tenencia de armas vendría más tarde.
[1]
A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 380, ff. 5-6.
[2]
A.H.P.S., Miguel Martínez de Sada, p. 370, f. 16.
[4]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 400, ff. 61-61v.
[5]
A.H.P.S., Miguel Martínez de Sada, p. 379, ff. 21v-24.
[6]
A.H.P.S., Martín de Ampiedes, p. 384, ff. 17-18v.
BIBLIOGRAFÍA
-ABELLÁ
SAMITIER, JUAN. Selección de documentos de la villa aragonesa de Sos (1202-1533) Fuentes
históricas aragonesas, 48. I.F.C. (C.S.I.C.) Zaragoza, 2009.
-ABELLÁ
SAMITIER, JUAN. Sos en la Baja Edad Media. Una villa aragonesa de frontera. I.F.C.
(C.S.I.C.) Zaragoza, 2012.
En
la web:
-Blog
de Manuel Valle. http://villadesosdelreycatolico.blogspot.com/2016/02/las-luchas-de-bandos-en-sos.html
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