Los Reyes Católicos y sus tres hijas, Isabel, Juana y
Catalina, entraron solemnemente en la ciudad de Barcelona el 24 de octubre de
1492. La familia real recorrió las calles engalanadas entre aclamaciones del
pueblo y luciendo sus más ricas galas, decidiendo permanecer unos meses en la
ciudad.
El 7 de diciembre, Fernando II se encontraba en la
plaza del Rey preparado para impartir justicia entre su pueblo, cuando
inesperadamente un hombre se abalanzó sobre él por la espalda y le dió una gran
cuchillada en el cuello. Sus mozos de espuelas, Salcedo y Ferrol, pararon la
caída del monarca y lo protegieron de una posible segunda agresión. El rey
consiguió desviar la trayectoria del arma y gritó: “¡Santa María, valme! ¡traición,
traición!”. Andrés Bernáldez nos lo cuenta de esta manera en sus Memorias del reinado de los Reyes Católicos:
Manuscrito de la época donde se relata el atentado al Rey |
Fernando, al ver que sus fieles se lanzaban a dar
muerte al agresor les dijo: “no le matéis”. Debía saber si había alguien más
detrás del atentado. Si se trataba de una conjuración también los otros
miembros de la familia real corrían peligro; el rey ordenó que se reforzara la
vigilancia y se preparase una flota para evacuar a la familia real, si fuera
necesario. Después subió a su caballo para que todos supiesen que seguía vivo,
pero la gravedad de su herida le obligó a regresar a palacio para ser atendido
por los médicos. Nada más saber la noticia, la reina, llorosa y muy alterada,
fue a ver a su esposo, y mientras, por las calles se extendía el rumor de una
traición francesa, navarra o castellana.
Sin embargo, poco después se concluyó que el agresor
había sido un ejecutor aislado, un campesino perturbado, llamado Juan Canyamás
y que el ataque no tenía ningún trasfondo político, ya que decía haber
escuchado al Espíritu Santo y que lo había hecho por “mandato de Dios”.
Los consejeros
del rey le aplicaron un castigo ejemplar, con crueldad y ensañamiento, un
tormento largo y público. Fue conducido desnudo sobre un carro de leña, atado
como si lo fuesen a crucificar y descuartizado vivo en diversos puntos de la
ciudad. En cada parada le cortaban una parte de su cuerpo, desmembrándolo hasta
extraerle el cerebro, lapidar sus restos y quemarlo en la hoguera. Esta muerte
cruel tuvo lugar sin la aprobación del rey, habiéndolo decidido los consejeros
durante la pérdida de conciencia del monarca a causa de las fiebres. Fernando
II, al saber que el atentado fué obra de un perturbado mental, se había mostrado misericordioso y le había otorgado el perdón, pero ya era demasiado tarde para Canyamás.
[1] Bernaldez, Andrés.
Memorias del reinado de los Reyes Católicos, p. 266.
BIBLIOGRAFÍA
BERNÁLDEZ,
ANDRÉS.
Memorias del reinado de los Reyes Católicos.
Ed. M. Gómez Moreno y J. de Maza Carriazo. R.A.H. Madrid. 1962.
-Reyes y
Reinas de Aragón. Coleccionable Heraldo de Aragón, p. 248.
En la
web:
-www.diposit.ub.edu.
Cataluña en el marco de un hecho
histórico: El atentado contra Fernando II de Aragón a finales de 1492 en
Barcelona.
José Luis Moreno Sáenz. U.B. Facultad de Geografía e Historia
-www.el correo.com. El atentado
contra Fernando el Católico. Javier Muñoz, 28/07/2013
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