Torreón de Biel e iglesia de San Martín. |
Ubicación
La
localidad de Biel se encuentra a 50 Km de Sos. Para llegar hasta este municipio
debemos tomar la carretera A-127 en dirección a Sádaba hasta llegar al alto del
puerto de Sos, donde giraremos a la izquierda por la CV-841 hasta Uncastillo, y
aquí de nuevo a la izquierda por la A-1202, y tras pasar la localidad de Luesia,
recorreremos 14 kilómetros más hasta llegar a Biel.
La fortificación está situada
en la cumbre de un pequeño montículo rocoso sobre la población, en la cabecera
del río Arba y junto a su orilla, donde la Sierra de Santo Domingo deja lugar a
campos de cultivo.
Dada su proximidad con la
frontera Navarra, Biel fue siempre un punto estratégico custodiando, junto a
las fortificaciones de Uncastillo y Luesia, los caminos que desde Ejea, por el
sur, penetraban a las tierras del condado de Aragón.
Lado norte del torreón. |
Historia
El conjunto está formado por la torre y la iglesia
románica de San Martín, algo posterior a la torre, ya que fue construida en el
siglo XI y luego reconstruida en el XVI.
Aunque ya debía existir en el siglo X, la construcción
del edificio actual corresponde a tiempos de Sancho el Mayor y Ramiro I, siglo
XI. En el transcurso de los siglos XI y XII tuvo distintos destinatarios, siendo su primer tenente conocido Blasco
Orioli, entre 1042 y 1051, con Ramiro I.
Durante todo el siglo XI, y hasta el siglo XIII, el
castillo estuvo vinculado de forma muy directa a la familia real aragonesa. Se
sabe que Sancho Galíndez y su mujer, Doña Urraca, lo donaron al rey Sancho
Ramírez que aparece como tenente en 1062. Una vez rey Sancho Ramirez, lo
entregó en dote a su esposa Felicia de Roucy, con la que contrajo matrimonio en
1071. A partir de esta fecha el castillo de Biel aparece citado algunas veces
como palacio del Rey, del que serán tenentes sucesivamente sus hijos Fernando y
Alfonso (el que llegaría a ser Alfonso I el Batallador) que fue tenente del castillo
entre 1096 y junio de 1104. Después sería Castan de Biel, amigo del rey, quien
lo gobernó desde 1110 hasta 1135, y que también fue tenente del
castillo-palacio de Anzánigo, en el término municipal de Esquedas.
En
estas fechas se registra la estancia de Ramiro II en el castillo, pues hizo
donación de un molino a los monjes de San Juan de la Peña. Después fue custodiado
por diversos tenentes durante todo el siglo XII, entre los que se conocen a don
Calvet de Biel en 1166 y Ximeno de Luesia en 1197. Jaime II lo puso bajo la
custodia de Lupo Sancho de Luna en 1312, luego fue gobernado por el infante don
Juan, hijo de Alfonso IV, y en 1328 el rey lo vendió junto con la villa a
Margarita de Luna. Cinco años más tarde tal venta se trasladó a favor del
obispo de Zaragoza, Ximeno, pero la cesión se aplazó y el castillo continuó en
realengo. El infante Martín, hijo de Pedro IV, donó el lugar a Enrique de
Trastámara en 1380 y dos años más tarde el rey le concedía permiso para su
venta, aunque no llegó a realizarse.
En
1409, el rey Martín I lo traspasó a Ramón de Mur. En 1426 Alfonso V concedió a
Juan Martinez de Luna permiso para recuperar de los herederos de Ramón de Mur
el castillo y lugar de Biel, que dieciocho años más tarde sus herederos Jaime
Martinez de Luna y su esposa Sancha de Guzmán vendieron al arzobispo de
Zaragoza Dalmau de Mur, en cuyo señorío continuaba en el siglo XVIII.
Fachada occidental con numerosos vanos; más grandes en las primeras plantas, zona más habitable del torreón. |
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De la época arzobispal hay pocas referencias, aunque se sabe que en 1551 el
arzobispo de Zaragoza, Don Hernando de Aragon, mandó hacer unas reformas que
afectaron, entre otras, a las ventanas de los pisos de las habitaciones, como así lo
corrobora un documento de 1553 por el que Joan de Vara y Miguel de Fillera otorgan
carta por 23.100 sueldos a don Hernando de Aragón en relación con las obras
realizadas por éstos en el castillo de Biel: ”1553, septiembre, 10. Juan de Vara y Miguel de Fillera, obreros de la
Villa de Ejea otorgan ápoca a don Hernando de Aragón, por manos de don Lupo
Marco, de 23.100 sueldos. De ellos 22.000 corresponden a las obras realizadas
en el castillo de Biel; 300 sueldos por pago de las “puertas, ventanas y hacer
unos pedazos de paredes y unos pilares” no incluídos en la capitulación, y los
800 sueldos, a cumplimiento de los 23.100, “por los torrejones grandes y
pequeños que hizimos” [1].
La
construcción de la fortaleza se realizó en dos fases. La primera a principios
del siglo XI, y la segunda, de ampliación, para unir su condicion militar a la
de residencia palaciega, hacia las décadas de 1070-1080. En su primera fase se
comenzó un castillo de planta pentagonal, pero muy pronto se abandonó éste
proyecto y aprovechando la parte construída se amplió este primer núcleo tanto
en anchura como longitudinalmente hacia el norte, convirtiendo la fortaleza en
un auténtico castillo residencial. En el extremo sur del ángulo oeste se ve
claramente cómo las nueve primeras hiladas no traban con la ampliación, además
los tendeles son diferentes. Es a partir de la décima hilada cuando ambos muros
empiezan a estar bien trabados con tendeles isódomos. Fue posiblemente en esta
época cuando se construyó también la primitiva iglesia de Biel.
Muy
poco se conserva del recinto que servía para reforzar y nivelar el terreno
formando una pequeña plaza en forma aproximadamente oval, de unos treinta por
veinticinco metros en sus ejes, en cuyo extremo meridional y sobre la pared más
escarpada se edificó la torre del homenaje.
La
fortaleza tuvo que estar terminada antes de 1086, fecha en la que se establecen
castillos avanzados más al sur, como Obano y Luna, donde pudieron trabajar los
mismos canteros o los lugareños que de ellos aprendieron. Quizás las torres de
Luesia y Sibirana se construyeron a la vez que esta de Biel, obedeciendo a las
mismas circunstancias.
Según
Cristobal Guitart, la grandiosa torre del castillo pudo ser construida por
artífices nórdicos, quizás normandos que vendrían con los caballeros que en
1064 asediaron Barbastro, o con la fracasada cruzada de 1073. Esta hipótesis
viene avalada por la gran superficie interior de la torre, cosa inusual en el
momento español, y que hace pensar que pudiera ser un palacio, aproximándose a
la idealogía del donjón característico del norte de Francia.
El
castillo esta bajo la protección de la Declaración Generica del Decreto de 22
de abril de 1949, y la ley 167/1985 sobre el patrimonio Histórico Español.
En
1996 el Ministerio de Cultura invirtió 25 millones de pesetas en restaurar el
tejado y proteger su interior, al parecer con motivo de una serie de reportajes
de televisión. Posteriormente estuvo prevista su total restauración para
convertirlo en un centro de interpretación de la vida de los castillos en época
medieval, con el programa europeo Terra, que puso en marcha la Mancomunidad de
las Altas Cinco Villas, pero el Ministerio de Cultura desestimó esta
intervención. No obstante el Ayuntamiento continuó en su idea a la espera de
una respuesta positiva, que por fin llegó y en el 2008 terminaron las obras de
restauración del castillo, con un presupuesto de 418.534 €, obras ejecutadas de
acuerdo con el proyecto del arquitecto Manuel Manzano-Monis y López-Chicherri,
conocedor del castillo por haber dirigido las obras de restauración de la
cubierta de 1996. La torre, totalmente vacía en su interior, se restauró
recuperando las plantas que tenía originariamente, cuyos forjados se han
realizado con unas impresionantes vigas de madera de más de 400 kilos cada una,
material que también se ha utilizado para el resto del forjado, además del
aislante y una tarima como pavimento de cada una de las plantas. Igualmente se
han colocado ventanas de forja y cristal en los más de 40 vanos existentes; se
ha reparado el tejado y se han rejuntado los sillares de los muros, tanto
exteriores como interiores; asimismo se puso una escalera de metal e
instalación eléctrica en cada una de las plantas.
Lado oriental, donde puede apreciarse la letrina sobresaliendo del muro. |
Arte
La
torre del castillo, aunque da la sensación de ser rectangular, su verdadera
planta es pentagonal, orientada de norte a sur, si bien su extremo sur es
irregular. La superficie interior es de unos 105 metros cuadrados, una altura
de unos 30 m y una planta de más de 20 m en sus lados mayores y de diez metros
en los menores. Esta construida en piedra sillar muy bien labrada y asentada
con un fino tendero de cal. Sus muros son lisos y poseen algunas ventanas
pequeñas, altas y estrechas como saeteras, salvo en el muro occidental, que son
grandes, lo que confirma su indudable carácter residencial. Sus muros son
completamente rectos, a excepción de una peculiar letrina que sobresale a modo
de buharda en la parte alta del muro oriental. Junto a este muro aparece
adosado un pasadizo cubierto en forma de rampa que lleva hasta la puerta
primitiva; situada a la altura de la primera planta, se abre en arco de medio
punto formado por dovelas con un gran dintel superpuesto y tímpano cegado al
exterior y adintelado al interior, habiéndose practicado las dos quicialeras,
una para cada batiente de madera, en el dintel. Para facilitar el recorrido de
la tranca se talló un pequeño rebaje en el muro en forma de escuadra. El muro
occidental, que da al patio, está ligeramente retranqueado y presenta cinco ventanas
de mayor tamaño y distinta factura.
Interiormente
consta de cuatro plantas superpuestas de grandes dimensiones, siendo la primera
de ellas la de mayor altura, ejerciendo muy posiblemente las funciones de
antesala. La siguiente altura sería la planta noble del edificio, dadas sus
condiciones de acceso, habitalidad y confortabilidad, pues contaba con una chimenea para calentar los distintos salones y dormitorios La tercera planta estaría dedicada a
dormitorios y otras dependencias, y la última estaría destinada también a
dormitorios y como acceso a cubierta almenada.
En
las dos últimas plantas los ventanales son más pequeños que los de las plantas
inferiores, rectangulares y con mechinales en sus ángulos, lo que indica que
estos vanos eran totalmente defensivos, pues en ellos se instalaría el
entramado de madera en voladizo para la defensa vertical, procurando no estar
en línea con los vanos inferiores para así hacer más efectiva la defensa.
El castillo debía terminar en terraza, pero ha
perdido su remate almenado, aunque en la actualidad se ha restaurado y se
encuentra cubierta por un tejado a cuatro vertientes.
Los
suelos de madera apoyaban en tres arcos de medio punto en la zona rectangular y
otro más en la pentagonal, en cada planta, de los que se consevan los arranques.
Debajo hay una cámara abovedada, sin puertas ni ventanas, a la que se accede por
una trampilla desde la planta principal y que pudo ser bodega, almacén o
cárcel.
Iglesia de San Martín, junto a la torre. |
Al lado de este majestuoso donjón se alza la iglesia románica de San Martín, del siglo XI y principios
del XII, reconstruida en el siglo XVI en gótico tardío, con el muro norte
adosado a la misma roca y formando parte del recinto del castillo. Es de nave
única con capillas entre los contrafuertes, ábside poligonal y bóvedas
estrelladas. Está rematada por una solana de ladrillo de tipo aragonés. Junto
al muro oeste se encuentra la capilla del Rosario, con ábside poligonal.
[1]
A.H.P.Z., protocolo de Pedro Sancho, 1553, ff. 578r.-578v. En el fol. 578v. y en
la misma fecha, don Lupo Marco, abad de Veruela, cancela la capitulación que tenían
con él Joan de Vara y Miguel de Fillera, obreros de la villa de Ejea.
BIBLIOGRAFÍA
-CABAÑERO SUBIZA, BERNABÉ. "Los castillos del rey Sancho Ramírez (1064-1094)", en Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1094): entre la tradición y la renovación. Cuadernos de las Cinco Villas, 3, pp. 109-112. I.F.C. (C.E.C.V.) Ejea de los Caballeros, 1998.
-GIMÉNEZ APERTE,MANUEL. “Las Cinco Villas, tierra de Castillos”. Zaragoza, la Provincia, nº 2. Patronato de Turismo de la provincia de Zaragoza. Zaragoza, junio de 2009.
-GIMÉNEZ APERTE,MANUEL. “Las Cinco Villas, tierra de Castillos”. Zaragoza, la Provincia, nº 2. Patronato de Turismo de la provincia de Zaragoza. Zaragoza, junio de 2009.
-GUITART
APARICIO, CRISTÓBAL. Castillos de Aragón, II. Librería General. Zaragoza, 1999.
-SAGREDO,
IÑAQUI. Navarra. Castillos que defendieron el Reino. T. II. Los castillos de Sancho III el Mayor en
Alto Aragón, Sobrarbe y Ribagorza. Pamiela. Pamplona, 2007.
En la web:
-www.romanicoaragones.com. Biel
-www.castillosnet.org. Castillo de
Biel.
-www.elperiodicodearagon.com. 3 de agosto de 2007. Biel. “El castillo medieval se arregla”.
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