Sos
disfruta de un clima continental, alejado de la influencia marítima. Es una
zona climatológica de transición, caracterizada por inviernos fríos y veranos
calurosos y secos. Por su latitud, Sos se encuentra en el límite meridional del
dominio templado de la circulación de vientos del Oeste, en contacto con la
zona de altas presiones subtropicales. Este límite entre el cinturón templado y
el tropical experimenta un movimiento pendular a lo largo del año, de tal modo
que en invierno desciende hacia el Sur, avanzando hacia el interior de la
región, y en verano se desplaza nuevamente hacia el Norte, alejándose de las
latitudes aragonesas. Es por esto por lo que la comarca de Sos está gobernada
durante buena parte del año por los mecanismos propios del área templada, como
son la presencia de masas de aire polar y las típicas borrascas atlánticas con
sus frentes asociados; mientras que, a medida que se acercan los meses
estivales, se aprecia una disminución de esta influencia, con el progresivo dominio
de las masas de aire cálido y las cédulas anticiclónicas de las regiones subtropicales,
más concretamente del popular anticiclón de las Azores.
La ausencia de nubes y el buen tiempo es normal durante el verano |
Dada la
naturaleza cambiante del tiempo, no es posible configurar unas características
generales de la circulación para todo el año; pero un modelo simplificado de
las mismas, de acuerdo con las condiciones geográficas y meteorológicas de Sos,
podría reducirse a dos grandes sistemas bien diferenciados: el primero es el
propio de la estación fría, dominante desde octubre hasta mayo, quedando el
territorio afectado por la dinámica circulatoria del área templada, con dominio
de los vientos del Oeste, flujos de masas de aire húmedo a baja temperatura y
familias de borrascas del frente polar portadoras de lluvias. El segundo es
característico de los meses cálidos, en especial julio y agosto, cuando el
dominio corresponde claramente al anticiclón de las Azores: en este período el
sistema de vientos del Oeste se retira hacia el Norte, mientras las altas presiones
subtropicales ocupan buena parte del suroeste europeo. Estas altas presiones
impiden el desplazamiento hacia la Península Ibérica de las borrascas
atlánticas, que siguen ahora trayectorias septentrionales respecto a Aragón.
Así se explica la estabilidad atmosférica, el mínimo de precipitaciones y de
nubosidad y el normal mantenimiento del buen tiempo durante el verano.
Los
períodos de transición que constituyen la primavera y el otoño están afectados
por ambos sistemas de circulación, con alternancia de uno y de otro, lo que
provoca generalmente un tiempo revuelto, cambiante y complejo, por lo que
resulta difícil de predecir.
Como es de
suponer, este sencillo esquema sufre múltiples combinaciones que dan origen a
una gran variedad estacional, de manera que de un año a otro se pueden suceder
un invierno lluvioso y otro seco, un verano ardiente y tormentoso y otro más
fresco y seco, etc.
Las
precipitaciones caídas en Sos, como se ha comentado, suelen ser muy débiles; el
promedio anual es de 580mm., y en esto juegan un papel muy importante dos
factores: la continentalidad y la configuración topográfica. La situación
interior de Sos, cerrado al mar y soldado a la compacta y alta Meseta castellana,
es el principal obstáculo para recibir de forma directa la influencia marítima,
de tal manera que ésta siempre aparece modificada por la acción continental que
ejerce la Península Ibérica. Así, las masas de aire procedentes del Océano
Atlántico, que son la gran mayoría, llegan a Sos después de haber atravesado la
Península y haber sufrido intensos procesos de desnaturalización (progresivo
enfriamiento durante el invierno y caldeamiento en el verano), lo que acentúa
sus ya de por sí extremados valores térmicos.
El efecto Fohen hace que aparezcan nubes, pero sin lluvia. |
De igual manera los frentes
atmosféricos portadores de lluvias, se debilitan pluviométricamente al llegar
hasta aquí, provocando precipitaciones menos voluminosas o incluso llegan
exentos completamente de agua, limitándose tan sólo a cubrir de nubes
el cielo, circunstancia muy frecuente en la Villa, pues al estar Sos encajonada
entre los sistemas montañosos de los Pirineos y el Sistema Ibérico, los
caracteres de la circulación atmosférica se modifican, ya que estos dos
sistemas montañosos actúan como verdaderas barreras, de tal modo que, por un
proceso dinámico, se incrementan en estas cordilleras las precipitaciones, sin
embargo, al descender hacia las Cinco Villas, la subsidencia local del aire
favorece la ruptura de los frentes y la disolución de los sistemas nubosos con
el consiguiente descenso de las lluvias, a la vez que los vientos se vuelven
cálidos y secos por un claro “ efecto Foehn” ( el aire dirigido contra una
montaña se enfría y condensa su humedad al ascender, y se calienta y evapora el
agua al descender por la ladera de sotavento) En muchas ocasiones obsevamos
cómo las intensas precipitaciones del Cantábrico se debilitan ya a su paso por
Navarra y al llegar a Sos se debilitan, llegando a lucir el sol o donde el
cielo, como máximo, aparece cubierto de cúmulos aislados.
Amanecer estival en la Sierra de la Sarda. Sos del Rey Católico. |
Por su parte, las masas de aire mediterráneas,
así como las borrascas generadoras de lluvia del golfo de León o de las
Baleares, tienen, salvo en contadas ocasiones, una influencia muy débil a causa
de la normal dirección de Oeste a Este de la circulación general atmosférica,
incidiendo también en la baja cuantía de las precipitaciones.
Esta
impronta topográfica se deja sentir, asimismo, en las temperaturas: el aire,
tanto frío como cálido, en situaciones de tipo anticiclónico se estanca en el
fondo de la Depresión, agravando los efectos térmicos de cada estación. En
verano el calentamiento del aire se eleva considerablemente y provoca tormentas
locales que pueden ocasionar fuertes chubascos cuando en altas capas de la
atmósfera coinciden con el paso de una corriente fría o con situaciones de
“gota fría” ( masa aislada de aire frío): en invierno, el aire frío llega a
permanecer estacionado semanas enteras, hasta llegar a originar una fuerte
inversión térmica, subrayada muchas veces por intensas nieblas de irradiación (
las provocadas por el enfriamiento del aire en contacto con el suelo muy frío)
Pero si el
volumen de precipitaciones en Sos (580mm.) ya es, por sí sólo, muy
significativo, aún es más interesante conocer el ritmo con que éste se produce,
es decir, su régimen. A la escasez pluviométrica de Sos se une un régimen
fundamentalmente equinacional, con dos cortos períodos de lluvias en primavera
y otoño, separados por dos acentuados mínimos en verano e invierno.
Nieblas de irradiación en la Val d´Onsella, provocadas por el enfriamiento del aire al contacto con el suelo muy frío. |
El verano
es muy pobre en lluvias, particularmente los meses de julio y agosto, donde se
recogen en torno al 10-15% del total anual. En esta época, el gobierno de las
condiciones anticiclónicas supone el dominio generalizado de la baja
pluviometría, interrumpida en ocasiones por la presencia de tormentas locales
(a veces de fuerte intensidad). La monotonía del verano se conserva en parte de
septiembre, por la frecuencia de situaciones anticiclónicas y de lluvias
débiles, pero en octubre y noviembre las precipitaciones se generalizan y, con
ellas, entramos en los meses propiamente otoñales, de fuertes contrastes
atmosféricos. A finales de noviembre y en diciembre, las lluvias van
disminuyendo y entramos en otro período seco, tan intenso como el mínimo de verano,
al que se deben aportes anuales inferiores al 20%. Enero y febrero son los
meses menos lluviosos. Marzo es un típico mes de transición y señala, con el
incremento pluviométrico, el inicio de la formación del máximo de primavera. El
momento más elevado se alcanza en mayo, pues a las lluvias frontales propias de
la estación se unen las primeras debidas a la inestabilidad conceptiva, ligadas
a la topografía local. Suele ser este un período de grandes contrastes:
alternan de forma desordenada tiempos calmados y soleados con otros perturbados
e inestables. Esto es consecuencia de la propia indefinición del tiempo
primaveral, con empujes continuados del anticiclón de las Azores, por una
parte, y el paso de frecuentes sistemas frontales, por otra.
En junio
todavía las lluvias pueden ser elevadas, cuando se retrasa el máximo de mayo,
pero rápidamente descienden para caer en el prolongado período seco estival.
Igualmente, como antes se ha comentado, las temperaturas en Sos están condicionadas por la continentalidad y su
topografía. Los veranos, aunque calurosos, no llegan a las altas temperaturas
del centro de la Depresión del Ebro; en el mes de julio se suelen alcanzar unos
moderados valores medios de 21º C. y en el mes de enero 4.2º C. como
temperatura media, siendo la media anual de 12,5º C.
GRADOS
Centígrados
|
|
ENERO
|
4,4
|
FEBRERO
|
5,8
|
MARZO
|
9,2
|
ABRIL
|
12
|
MAYO
|
15,2
|
JUNIO
|
19,2
|
JULIO
|
22,4
|
AGOSTO
|
21,9
|
SEPTIEMBRE
|
19,6
|
OCTUBRE
|
14,7
|
NOVIEMBRE
|
9
|
DICIEMRE
|
4,9
|
Temperatura media
histórica de Sos del Rey Católico
(Fuente: Instituto
Nacional de Meteorología)
Los
inviernos son muy largos. Desde noviembre hasta mediados de marzo predominan
las situaciones de estabilidad atmosférica, con aire frío continental, seco y
transparente, cielo despejado y soleado durante el día y fuertes heladas por
las noches. Así durante más de 5 meses, la temperatura media es inferior a los
10ºC. de los cuales, en tres meses por lo menos, baja de 5ºC, llegando incluso
a nevar.
En
resumen, podemos decir que Sos disfruta de un clima mediterráneo continental
del somontano pirenaico, de transición entre la Depresión del Ebro y los Pirineos,
condicionado por la altitud, que le proporciona mayor humedad y lo aleja gradualmente
del agobiante calor estival de la Depresión, de las inversiones térmicas y de
las fuertes ráfagas de cierzo; sin
embargo, y pese a la menor aridez, mantiene la irregularidad pluviométrica y
una elevada amplitud térmica.
Las
precipitaciones oscilan entre 400 y 700 mm. y son tanto más abundantes cuanto
más elevación tenga el somontano. Siguen el régimen propio de las regiones
mediterráneas, de lluvias equinocciales — algo más abundantes en primavera — y
mínimo solsticial, particularmente acentuadas en verano. Las temperaturas
también se apartan ligeramente del carácter extremo propio del eje del Ebro
pero, con todo, los fuertes calores de julio y agosto todavía alcanzan los
28ºC., y el ambiente frío del invierno sufre el lógico descenso altitudinal que
le lleva a registrar valores medios de 3´5- 4´5º en enero.
BIBLIOGRAFIA
-IBARRA BENLLOCH, PALOMA. Marco
geográfico y rasgos geomorfologicos de la comarca de las Cinco Villas, en
Nuria Asín: Comarca de las Cinco Villas.
Col. Territorio, 25. D.G.A. 2007.
-Colección CAI 100, nº 44. Cinco
Villas.
-Instituto Nacional de Meteorología. Cinco Villas
-Instituto Nacional de Meteorología. Cinco Villas
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