El origen de los dados es un tanto incierto, si bien hay
quien cree que pudieron ser los egipcios quienes los inventaron. No obstante el
dado más antiguo del que se tiene constancia fue descubierto en Persia y tiene unos 5000 años de
antigüedad.
Se
sabe que los utilizaron en China o en La India alrededor del 2000 a.C.; también
fueron muy aficionados a ellos los griegos,
romanos y árabes, siendo los caballeros de las Cruzadas quienes importarían el
juego de los dados a Europa, que supuso la introducción del primero de los
juegos de azar en el Continente.
Generalmente se
fabricaban de huesos de animales o marfil, aunque también se han encontrado de
todo tipo de materiales (piedra, madera, vidrio, bronce…)
Los dados, conocidos en
la jerga del jugador como Juan Tarafe, personificación de la anticuada palabra "tarafe" (dado), fueron muy populares en la Edad Media y practicados por hombres, mujeres, niños
y por todo tipo de clases sociales, siendo reprobada esta actividad, junto con otros juegos de azar, por los moralistas de entonces. Fernando “El Católico” fue aficionadísimo a
ellos; se dice que pasaba largos ratos jugando a los dados en su tienda de
campaña durante el asedio a Granada.
Alfonso X el Sabio habla
de ellos en su Libro de ajedrez, dados y
tablas, mencionando diferentes modalidades de juegos, como la triga, el
azar, el medio azar, el azar pujado, la marlota, la rifa, el panquist, la guirguiesca,
el par con as…
Se jugaba en cualquier sitio
o lugar: en las calles, en las plazas, en las tabernas, en las casas, en
palacio… Se apostaba mucho, por lo que pronto surgió la figura del tahúr,
personaje sobre el que giraba el ámbito del juego, como retrata ya Alfonso X el
Sabio en el Ordenamiento de las
tafurerías (1276), donde dice que el tahúr es un “hombre que tiene el vicio de jugar y que tiene especial habilidad para
el juego”, así como “jugador fullero
y tramposo”, que llegaba a veces hasta empeñar sus propias ropas en las
jugadas, convirtiéndose así en el prototipo de persona inclinado al juego de
azar.
Pero los juegos de dados
dieron origen a grandes enfados por parte de los jugadores que perdían, blasfemando
durante las partidas e insultando a los contrincantes, lo que originó no pocas disputas,
discusiones, peleas e incluso muertes; por esto, y debido también al gran auge que tuvieron los juegos de dados ya en la Baja
Edad Media, los municipios, por delegación regia, comenzaron a ejercer el
control sobre su práctica, obteniendo un suculento beneficio fiscal y
reduciéndolos, para un mejor control y vigilancia, a determinados lugares
específicos creados al efecto, estableciendo las salas de juegos, tafurerías,
tahurerías o tablajes, para las que Alfonso X mandó que se escribieran leyes
para regularlas: el conocido Ordinamiento
de las tafurerías, que imponía fuertes multas o incluso el destierro para
quienes lo infringieran, llegando en algunos casos a imponer castigos corporales, como recibir
azotes o incluso cortar la lengua a los blasfemos en caso de reincidencia.
Además de todo ello, los juegos de dados suponían en muchos casos la ruina de
las familias, fomentaban la usura de los despiadados y ocasionaban constantemente desórdenes
públicos con graves y continuos enfrentamientos callejeros.
Para entar en las tafurerías o tablajes y poder jugar era obligatorio pagar al tablajero cierta cantidad pequeña de dinero a modo de "entrada" por el uso de las instalaciones. Esta cantidad se conocía como "pagar el barato", cuya locución, posteriormente, llegó a ser un verdadero "impuesto revolucionario"(ver)
Para entar en las tafurerías o tablajes y poder jugar era obligatorio pagar al tablajero cierta cantidad pequeña de dinero a modo de "entrada" por el uso de las instalaciones. Esta cantidad se conocía como "pagar el barato", cuya locución, posteriormente, llegó a ser un verdadero "impuesto revolucionario"(ver)
En las tafurerías o tablajes, una
especie de tabernas donde se servía vino y se practicaba el juego, pronto
hicieron también acto de presencia las prostitutas. Vino, juego y prostitución,
un peligroso cóktel donde la clase
marginal de los municipios encontró, en la picaresca, el engaño, el embuste, el
hurto y las trampas, un modo de vida fácil donde el juego le era algo
connatural.
Se tiene constancia de
una de estas casas de juego en Sos a mediados del siglo XV, pues los jurados de
la Villa, en 1453, arrendaron el tablaje del juego de la villa durante un año a
Martín Moreno[1]. En
dicho arrendamiento figuran las condiciones que los oficiales del municipio le
imponen a Moreno, donde podemos observar la mala reputación que gozaban este
tipo de establecimientos y el recelo que suscitaba en el resto de la población
sólo con ver las normativas que debía cumplir el tablajero, como por ejemplo el
no consentir que existiera fraude ni
engaño en el conto de la moneda ny en
los dados, así como que no permitiera que se jugue falssa moneda.
Como precaución para evitar que no hubiera heridos, el tablajero Martín Moreno
debía recoger de los jugadores al entrar en el establecimiento, antes de empezar
a jugar, el puñal u otras armas que portara el jugador: “ no consentirá que ninguno jugue, sino que primero pose el punyal e
otras armas si tendrá en poder del tablajero”. Igualmente, para evitar
engaños, fraudes y trampas con dados trucados por los jugadores, sólo se jugará con los dados entregados por
el tablajero. Con este tipo de normativas nos podemos hacer una idea del tipo de personajes que podían verse por estos establecimientos. Asímismo, las condiciones del arrendamiento reflejaban los días del año y horas
en las que no está permitido jugar y el control del montante de las apuestas
por parte del tablajero para evitar discusiones y fraudes.
Niños jugando a los dados. Bartolomé Murillo. |
Los clérigos tenían terminantemente prohibido jugar a juegos
de azar, especialmente a los dados, porque los “sacan del sosegamiento”, como así figura en las Partidas de Alfonso
X: “..los prelados…non deben jugar á las
tablas, nin á los dados…nin otros juegos semejantes destos por que hayan de
salir de asesegamiento, nin pararse á verlos…”[2] bajo
pena de ser cesados en su oficio por tres años. Pero los prelados hacían caso
omiso a estas prohibiciones. Tanto suscitaba en Sos el interés del juego entre
los religiosos que el oficial de la Valdonsella, el 28 de junio de 1456,
realizó un mandamiento “a los vicario, capellanes, clérigos e
racioneros de la iglesia de Sant Esthevan de la villa de Sos que no jugasen
juego ninguno de dados e naipes”, bajo pena de cien florines[3]
A mediados del siglo XV,
con la invención de la imprenta, crece el interés por un nuevo juego adictivo que
rápidamente se volverá a extender entre todo tipo de clases sociales: los
naipes. La baraja será, en el Siglo de Oro, junto a los dados,”la protagonista principal de una corriente
moral que condena toda inclinación hacia tal adicción”[4]
Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, ya
condenaba y anticipaba en su Libro del Buen Amor (1330-1343) esta grave adicción al juego y
sus consecuencias:
Non quieras jugar dados, nin seas tablajero:
ca es mala ganancia, peor que de logrero(usurero);
el judío al año da tres por cuatro; pero
el tablag (tahur) en un dia dobla el su mal dinero.
Desque los omes están en juegos encendidos
despójanse (se desnudan) por dados, los dineros perdidos.
Al tablajero fincan dineros et vestidos,
do non les come, se rascan los tahúres amidos [5].
[1]
A.H.P.S., Juan Zareco, p. 400, ff.82-82v.
[2] Partida
1, tit. V, ley LVII.
[3] A.H.P.S.,
Juan Zareco, p. 404, f. 29v. Juan
[4]
Encarnación Podadera Solórzano. “Los juegos de azar”. Revista Arqueología e
Historia nº 20, p. 51.
BIBLIOGRAFÍA
-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. Selección de
documentos de la villa aragonesa de Sos (1202-1533) I.F.C. (C.S.I.C.)
Zaragoza, 2009.
-ALFONSO X EL SABIO. Las Siete Partidas. Tomo I.
Real Academia de la Historia. Imprenta Real de Madrid, 1807. Edición digital de
la Biblioteca de Castilla y León.
-ALFONSO X EL SABIO. Libro de los juegos: acedrex, dados e tablas. Ordenamiento de las
tafurerías. Edición
de Raúl Orellana Calderón. Ediciones de la Fundación José Antonio de Castro.
Madid, 2007.
-MOLINA MOLINA, ÁNGEL LUIS. “El juego de dados en la Edad Media”. Revista Murgetana, nº
100, pp. 95-104. Real Academia Alfonso X el Sabio. Murcia.
-PODADERA SOLÓRZANO, ENCARNACIÓN. “Los juegos de azar”. Revista Arqueología e Historia nº 20,
pp.50-54. Desperta Ferro Ediciones. Agosto-Septiembre 2018. Madrid.
En la web:
-www.cervantesvirtual.com. El libro de Buen Amor. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
-www.cervantesvirtual.com. El libro de Buen Amor. Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
-www.joseguadalajara.com. Los
juegos en la Edad Media, por José Guadalajara
-www.QuHist. El origen de los dados, por Sibyla.
27/09/2010
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