domingo, 26 de marzo de 2017

POZOS Y ALJIBES


Aljibe en el patio de una casa de Sos del Rey Católico
        
           El agua es el elemento esencial de la vida. Las ciudades y pueblos nacieron siempre junto a una fuente de agua, bien fuera río, arroyo o manantial, pues sin dicho elemento la vida es imposible. Pero hubo otros pueblos que crecieron lejos del elemental líquido, al abrigo de una solitaria construcción, el castillo, levantado expresamente para defender un territorio de las invasiones enemigas. El castillo era generalmente edificado en un lugar elevado y rocoso, donde no existía la posibilidad de perforar el suelo para acceder a aguas subterráneas, por lo que tanto el castillo como las casas que comenzaron a edificarse alrededor del mismo tenían que construir un pozo o aljibe donde almacenar agua  para el consumo, tanto de personas como para animales. Sos es un claro ejemplo de este tipo de pueblos nacidos al abrigo del castillo, allá por el siglo IX.

Sos fue creciendo, y al mismo tiempo se roturaban nuevas tierras  para cultivos que poco a poco se fueron extendiendo y alejando del núcleo urbano. En aquellos apartados campos se edificaron cabañas, bardizas y corrales, donde los agricultores y ganaderos pasaban jornadas enteras o incluso largas temporadas , por lo que la necesidad de agua les llevó a construir pozos tanto para el consumo propio como para dar de beber a las caballerías, animales de tiro  y ganado.
    Un pozo es una perforación vertical hecha en el terreno que atraviesa diversas capas del subsuelo hasta llegar a la capa freática donde se acumula agua subterránea. Su construcción se complementaba en la superficie con la construcción en piedra de un brocal de aproximadamente un metro de altura donde se apoyaba el cubo o pozal y que servía también como medida de seguridad para que nadie cayera en su interior. En ocasiones el brocal era rematado por un madero horizontal donde se colocaba una polea con una cuerda atada al cubo con el fin de facilitar y aligerar el peso del cubo durante el izado del mismo. Otras veces se instalaba una bomba manual de succión para subir el agua. Los pozos ubicados en zonas de cultivo o de monte suelen ser más toscos y el brocal, a menudo, está realizado con piedra seca.
Igualmente, era muy común la existencia de un abrevadero junto al pozo, pues la misión principal de su construcción  era dar de beber a los animales, por lo cual su ubicación en bardizas y casas de campo era junto a las cuadras y corrales.
Por otra parte, el aljibe es una construcción  cerrada realizada bajo el nivel del suelo, a modo de depósito, de no mucha profundidad, de forma cuadrada, circular, rectangular o prismática, con las paredes verticales construidas a base de piedras selladas con mortero de cal (últimamente el cemento sustituyó a la cal)
Respecto a los aljibes hay que diferenciar los rurales de los construidos en el casco urbano.
Pozo en un corral de Ceñito (Sos del Rey Católico)
En el medio rural los aljibes se alimentaban del agua de lluvia y escorrenteras; solían estar cubiertos al exterior por un tejadillo o cerramiento aterrazado con el fin de impedir que entre suciedad e impurezas al interior. Igual que en los pozos, una poza de piedra, pila o abrevadero se ubicaba junto a ellos para dar de beber a animales y ganado. Para sacar el agua, a veces se colocaba en la parte exterior, en la cubierta, un madero donde se sujetaba la carrucha. Para acceder a la superficie del depósito se excavaba en el terreno una entrada ligeramente inclinada  hasta el interior, que se cerraba con una portezuela de madera para impedir la entrada libre de animales salvajes o del ganado, y de este modo preservar la pureza y calidad del agua. Un ejemplo de estos aljibes es el Pozo Sampón de Sofuentes, o el aljibe de Basanoz.
En cuanto a los aljibes urbanos hay que recordar que Sos está edificado sobre la roca de una elevación del terreno por lo que, ante la imposibilidad de perforar el suelo para construir un pozo que llegue hasta el nivel freático del subsuelo,  las casonas señoriales  de la villa, ya desde hace siglos, construyeron aljibes domésticos para almacenar agua, unas veces obtenida con aportaciones de acarreo y otras a través de una obra de canalización que les permitía recoger el agua de lluvia del propio tejado de la casa mediante canaleras, mientras que las clases menos favorecidas de la villa se tenían que conformar con desplazarse diariamente hasta el arroyo o fuente más próxima acarreando cántaros y vasijas.
Palacio Español de Niño. Bajante de piedra canalizado que alimenta el aljibe.
Sos del Rey Católico
Estos pozos o aljibes se abrían generalmente en el patio de las casas, donde se encontraban los establos y cuadras. En Sos todavía podemos encontrar varios de estos aljibes en los patios de algunas casas, y en el patio del Palacio de Niño aún se conserva, y todavía funciona, la canalización pétrea que alimenta el aljibe en toda su bajante desde el tejado del edificio.
Pozos y aljibes domésticos quedaron obsoletos en el siglo XX con la instalación del agua corriente en la Villa, si bien se han conservado muchos de ellos como elemento decorativo en los patios de las casas, recordándonos  lo imprescindibles que han sido durante siglos estas típicas construcciones que tradicionalmente sirvieron para el suministro de agua a personas y animales.
En el entorno rural, allí donde el agua corriente no llega, todavía quedan servibles y operativos algunos pozos y aljibes para saciar la sed de animales y ganado, labradores y pastores que, continuando la misma labor que realizaron sus antepasados, se sirven de estas centenarias y sencillas construcciones, pero básicas para poder sobrevivir.




Aljibe del Palacio Español de Niño. Al fondo a la izquierda canalización que
baja desde el tejado, de donde recoge el agua de lluvia. Sos del Rey Católico.

Pozo en unas cuadras de Vico (Sos del Rey Católico)




BIBLIOGRAFÍA

-RIVAS GONZÁLEZ, FÉLIX A. “Las gentes y el agua. Piedras para el agua. Algunas construcciones para el aprovechamiento urbano”  Pilar Bernard Esteban (Coord.)La cultura del agua en Aragón. Usos tradicionales, pp.116-133. Rolde de Estudios Aragoneses. Zaragoza, 2008.


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