Rocío. La castañera de Sos |
Una castañera es ese
pintoresco y típico personaje que aparece en las ciudades españolas llegado el
otoño y que, con un pequeño fogón portátil, se instala en una plaza o en una
esquina de sus calles para asar y vender, bien calentitas, esos frutos secos
otoñales, ricos en proteínas, minerales, grasas y vitaminas B y C, que son las
riquísimas castañas.
La castañera fue una
estampa muy popular en nuestras ciudades durante el siglo XIX y primera mitad
del siglo XX, siendo considerada como una institución, formando parte muy
importante de la industria callejera y venta ambulante de la historia de
España. Todo un noble oficio con una
técnica profesional y artesanal que se ha venido realizando por tradición
familiar y transmitida de padres a hijos.
Castañera de Madrid (foto: todocoleccion.net) |
Como muchos trabajos
artesanos y oficios de entonces ya desaparecidos, el de ser castañera también
estaba casi predestinado a desaparecer por falta de relevo generacional y por
otros motivos de otra índole por todos conocidos. Pero, afortunadamente, nuevas
generaciones de jóvenes castañeros, hombres y mujeres, han adaptado este oficio
a los nuevos tiempos para no perder y dejar en el olvido esos valores
tradicionales ni la esencia de este humilde y noble oficio, como así ha hecho
una simpática y joven muchacha que desde hace cuatro años se deja ver, llegado
el mes de octubre, por las frías calles de Sos.
La imagen costumbrista y
castiza que solemos tener de una castañera es la de una señora mayor, curtida
por el frío y vestida de negro, con un pañuelo en la cabeza, también negro,
anudado bajo la barbilla, protegida la espalda y pecho por un chal o toquilla,
con guantes cortados a la altura de los metarcarpianos para facilitar el tacto
y poder mover los dedos con fluidez, sentada sobre una pequeña silla de espadaña
o esparto y con una manta por encima de las piernas, papeles de estraza o de
periódicos para hacer los característicos
cucuruchos para contener las castañas compradas, cesto de mimbre forrado con
arpillera para echar las castañas asadas y tapándolas con otro trozo de
arpillera para guardar el calor y terminar su cocción.
La vestimenta de Rocío,
que así se llama la castañera de Sos, como representante de la nueva generación
de castañeros, evidentemente, nada tiene que ver con la indumentaria de aquellas
castañeras del pasado siglo, pero lo que
sí conserva de ellas es la técnica y la forma tradicional de asar las castañas
tal y como lo hacían entonces.
Asar castañas puede
parecer fácil, pero tiene su técnica; desde rajarlas bien y asarlas con paciencia, con brasa no muy fuerte, hasta saber
el punto en que deben retirarse del fogón y conservarlas calientes en el cesto
de mimbre para que se terminen de cocer.
Las manos tiznadas de Rocío delatan su profesionalidad |
Rocío, con apenas treinta
años, nacida en Madrid, aunque ella se considera petillesa, ha sabido aprender
este oficio a la perfección. Basta con verla trabajar. Basta con ver su forma
de proceder, de moverse, de rajar las
castañas, de echarlas al fogón, de asarlas, vigilarlas para que no se le
queme ninguna, revolverlas para que todas se hagan por igual, de controlar
las más gordas y dejarlas más tiempo al fuego para que terminen de hacerse, de
retirarlas una a una si fuera necesario, de arroparlas bajo la arpillera…, todo
un lento y minucioso proceso en el que las tiznadas manos, dedos y uñas de
Rocío, sin guantes, ennegrecidas por el hollín y las quemadas cáscaras de las
castañas, reflejan el buen hacer de esta castañera y el mimo con que trata su
producto para sacarle el mejor partido y ofrecer al cliente el mejor de los resultados. Tras
limpiarse las manos con un trapo, Rocío inicia de nuevo el cuidadoso proceso,
como si fuera un ritual, para preparar otra “hornada”, y otra…y otra…hasta que
la demanda de castañas cesa.
Rocío sirviendo un cucurucho de castañas a un cliente |
Igualmente, los utensilios
y materiales que maneja y usa Rocío son los mismos que las de aquellas
castañeras tradicionales del siglo XIX ó XX. El fogón, sustituto de los
antiguos anafres, es el único elemento que se ha adaptado a los nuevos tiempos,
aunque el mecanismo es el mismo de siempre, pero Rocío continúa utilizando el
cesto de mimbre, la arpillera y ¡cómo no! el clásico cucurucho de papel para
servir las castañas, materiales tradicionalmente usados por las castañeras de
toda la vida.
Por otro lado, ser
castañera está considerado como un duro oficio, pues Rocío tiene que soportar
las inclemencias del tiempo, lluvia, frío y viento durante muchas horas, aunque
para paliar, en parte, estas dificultades climatológicas, disponga del calor
del fogón; pero para Rocío, sin duda, el mejor calor reconfortante que puede recibir
es que sus clientes regresen de nuevo al puesto, vuelvan a comprar castañas y
le feliciten por lo buenas y lo bien hechas que están.
Antaño, en algunos
lugares de España, el oficio de castañera se convirtió en un recurso económico,
aunque de forma temporal, para personas con pocos medios para subsistir y sin
ninguna regulación por parte de los ayuntamientos. Actualmente la venta
ambulante de castañas está regulada por unas normativas que rigen en cada
ciudad, con lo que podemos hablar de una "profesionalidad" de este
oficio tan antiguo. Profesionalidad que algunas empresas y particulares, en su
afán de rentabilizar al máximo sus negocios, se olvidan del método tradicional
de asar las castañas y recurren a procedimientos más “industriales” con el fin
de asar el máximo número de castañas en el menor tiempo posible, utilizando
para ello hornos mucho más grandes y sofisticados que los convencionales y usando
gas como fuente calorífica, reduciendo a la mitad el tiempo de asado de las
castañas. Pero…¡ qué diferente resulta una castaña asada de forma tradicional,
en las brasas, lentamente, y con mimo!, como las hace Rocío.
La castañera y el vendedor de la ONCE, dos peculiares personajes en las calles de Sos del Rey Católico |
Si vienes a Sos podrás
encontrarla en las calles más transitadas de la localidad (Plaza de la Villa,
calle de Fernando el Católico…) pues gracias al fogón portátil que posee puede desplazarse
y ubicarse en distintos lugares refugiándose de las duras condiciones
climatológicas y de las inclemencias del tiempo. Pero tanto si llueve como si
hace viento, Rocío te recibirá con una amplia sonrisa y te ofrecerá, con gran
amabilidad, su mimado producto. Simpática, afable, cordial, charlatana y fiel a
su cita anual con Sos del Rey Católico desde hace cuatro años, se está ganando,
con creces, ser otro de los personajes populares y tradicionales que pasarán a
formar parte, junto con Julio, el vendedor de la ONCE,(ver) del costumbrismo
local de Sos.
Así pues, si visitas Sos del Rey Católico en temporada otoño-invernal y ves a Rocío “la castañera” no dudes en contribuir
a esta popular tradición de saborear el otoño con castañas recién asadas, al estilo tradicional, comprando un cucurucho a esta simpática castañera ¡Buen provecho!
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