La principal ocupación de los señores en la Edad Media eran las guerras,
pero cuando los caballeros no estaban en la guerra pasaban el tiempo
disfrutando de diversos deportes y juegos que todavía hoy muchos de ellos se
siguen practicando, y al igual que ahora no estaban exentos de ciertos riesgos.
Los torneos, batallas individuales preparadas entre caballeros, surgieron en el siglo X
y contaron desde sus inicios con la condena del Papa, en el segundo Concilio de
Letrán, bajo el Papa Inocencio II, y de los reyes de Europa, que no aprobaban
las heridas y las muertes producidas entre sus caballeros por lo que ellos
consideraban una actividad frívola. Sin embargo los torneos se extendieron, formando parte importante de la vida de un caballero y convirtiéndose en destacados acontecimientos sociales, llegando a atraer a patrocinadores y participantes desde lejanos lugares.
Se construyeron recintos especialmente
destinados a ellos, con pabellones para los combatientes y gradas para los
espectadores. Los caballeros seguían batiéndose individualmente, pero ahora lo
hacían también en equipos. Se retaban utilizando diversas armas y llevaban a
cabo simulacros de batalla con cuadrillas. Las justas o lizas, un
enfrentamiento de dos caballeros con lanza, se convirtieron en el
acontecimiento más celebrado. Los caballeros competían como los atletas de
nuestros tiempos para obtener premios, prestigio y la mirada de las damas que
llenaban las gradas.
En el siglo XIII, murieron tantos hombres durante los torneos que los
gobernantes de Europa, incluyendo el Papa, comenzaron a alarmarse. En 1240, por
ejemplo, murieron sesenta caballeros en un torneo realizado en Colonia. El Papa
quería disponer del mayor número posible de caballeros para luchar en Tierra
Santa, y no aprobaba que se mataran entre sí en los torneos. Se despuntaron las
armas y se dictaron reglas encaminadas a reducir la incidencia de lesiones
relevantes, pero seguían produciéndose heridas graves y fatales. Enrique II de
Francia, por ejemplo, fue herido de muerte en una justa que se llevó a cabo
para celebrar la boda de su hija.
Representación de un combate entre caballeros. Sos del Rey Católico |
Los retos normalmente se planteaban de forma amistosa, pero si existían
rencores entre combatientes, estos podían resolverse en un combate a muerte.
Los perdedores eran capturados y debían pagar un rescate en caballos, armas y
armaduras a los vencedores para su liberación. Los heraldos llevaban un control
de los resultados del torneo, como los marcadores actuales. Un caballero de
bajo rango podía amasar una fortuna gracias a los premios obtenidos y atraer a
alguna dama adinerada.
La caza era deporte de ricos y pobres, nobles y plebeyos, aunque,
naturalmente, existían diferencias. El poderoso buscaba, sobre todo, el oso y el
jabalí, con acompañamiento de peones que batían el terreno y de perros que
olfateaban primero y acosaban y acorralaban después la pieza perseguida. Otros
animales codiciados, aunque en menor medida, eran los ciervos, lobos y zorros.
Estas piezas no estaban al alcance de los pobres, que se tenían que conformar
con el cobro de la liebre y el conejo, actividad que, al no representar peligro
alguno ni excesivo esfuerzo físico para el cazador, no tenía el mismo interés
para la clase dominante. No obstante, esta libertad de caza para el campesinado
pobre siempre estaba condicionada por la permisibilidad del señor de las
tierras, porque el campo, aparte de algunos terrenos comunales, era de
propiedad señorial. Dotados de poco armamento, lo suplían con astucia,
preparando lazos, ligas o trampas.
La caza y matanza del jabalí. Le Livre de la chasse. Gaston Phoebus. Ms M. 1044. The Morgan Library&Musseum |
En cuanto a la caza de aves los señores se reservaban para su uso
exclusivo la caza de aves de altos vuelos, utilizando para ello otra ave
cuidadosamente entrenada para ello, el halcón o azor, dando nombre al arte de
la cetrería. De origen oriental, esta modalidad de caza llegó a España a través
de los árabes y la posesión de una de estas aves era motivo de orgullo del rey
y de cualquier caballero que pudiera permitirse un deporte tan caro. Como de
costumbre, el pobre se las tenía que ingeniar para, con un poco de audacia,
poder cazar alguna perdiz, codorniz, gorrión o cualquier pajarillo que se
posara en alguna rama de los árboles.
La caza menor permitida al villano está reglamentada por los concejos
municipales. Ya en 1252 se acepta por el rey Alfonso X la institución de la
veda desde el carnaval a San Miguel, en septiembre, lo que además de ayudar a
la procreación de las especies, favorecía a la abstinencia de carne que la
Iglesia católica preconiza a partir de Carnestolendas. Igualmente en la misma
época se prohibía el comercio de huevos de perdices y codornices.
El lugar adecuado para que los campesinos ejercieran el deporte de la caza eran las tierras de dominio común concejil siempre y cuando no estuvieran sembradas. Viñas y tierras de cereales estaban protegidas por la ley municipal contra los cazadores. El permiso de cazar a los vecinos del pueblo presupone que éstos vendiesen las piezas cobradas en el mismo lugar pagando el impuesto correspondiente. Por eso se prohíbe en casi todas las zonas sacar esas piezas para venderlas en otros lugares bajo multa y pérdida de las piezas cobradas.
El lugar adecuado para que los campesinos ejercieran el deporte de la caza eran las tierras de dominio común concejil siempre y cuando no estuvieran sembradas. Viñas y tierras de cereales estaban protegidas por la ley municipal contra los cazadores. El permiso de cazar a los vecinos del pueblo presupone que éstos vendiesen las piezas cobradas en el mismo lugar pagando el impuesto correspondiente. Por eso se prohíbe en casi todas las zonas sacar esas piezas para venderlas en otros lugares bajo multa y pérdida de las piezas cobradas.
El espectáculo español por excelencia, los toros, ya existía entonces,
aunque con algunas diferencias: el toreo se hacía siempre a caballo, por lo que
era deporte reservado a los nobles; los villanos actuaban a sus órdenes
atrayendo al animal con la capa o sirviendo las lanzas cortas (rejones) al
caballero; si el toro rehuía el enfrentamiento, le soltaban perros que le
mordían.
Correr toros. Alfonso X "el Sabio". Cantigas de Santa María. Miniatura de la cantiga nº 144. |
Fiesta de señores, pero también popular, era el toro “enmamorado” o
ensogado. También se admiraba el “mancornar” de las reses, agarrándolas del
testuz a cuerpo limpio, costumbre que hoy se mantiene en Portugal con los
“forcados”
Uno de los juegos que ha permanecido más años en el recreo de los hombres
es el ajedrez, un juego tan noble que Alfonso X el Sabio creyó oportuno
explicarlo en un libro, llamándolo juego “del seso”.
Templarios jugando una partida de ajedrez Miniatura del libro de los juegos, de Alfonso X |
Igualmente llamó juego de “aventura” (azar) a los dados, que se prohibió a
finales del siglo XIV. La razón que dio el Fuero de Jaca para esta prohibición
es la típica de un juego de azar, es decir, la adicción y las deudas que
contrae el jugador empedernido y sus consecuencias; pero curiosamente esta
sería la segunda razón. La primera y motivo más poderoso todavía de su
prohibición es que el jugador tiende a
enfadarse con su suerte y por ello a blasfemar y decir pestes de la Divinidad…
Porque el nombre de Nuestro Señor y de los
santos es a menudo blasfemado por los tahúres y por los que juegan a los dados,
y salen muchos hurtos y muchos homicidios y se hacen muchas cosas contra la fe
cristiana, por esto mandamos y establecemos que, de aquí en adelante, ninguno
de nuestro señorío ose jugar a los dados y el que lo haga que pierda la mano
derecha…y a los que a los jugadores presten dados y tablero…los pierdan y
paguen 60 sueldos al consejo de la villa…
Y más adelante hace una señalización un tanto discriminatoria si los
aficionados son de mayor categoría:…pero
si los caballeros o infanzones se quieren distraer con estos juegos, que
jueguen sólo en sus casas.
De 1456 existe un
documento en el cual el oficial de la Valdonsella prohíbe a los clérigos de Sos
jugar con dados y naipes[1], bajo pena de
cien florines."...don Pero Lobera, regient el officio de Valdonsiella,...fizo innicion e mandamiento a los vicario, clerigos e racioneros de la yglesia de Sant Esthevan de la villa de Sos que no jugasen juego ninguno de dados e naypes, dius pena de cient florines..."
También se jugaba a
la pelota, tanto con el pie como con una raqueta o bastón. San Isidoro da la
definición de una jugada: Dícese “dar pantorrilla” cuando los jugadores
intentan golpear la pelota extendiendo la `pierna.”(Etimologías,
libro 18)
Otros golpeaban el
esférico con palos parecidos a los de jockey de hoy, e incluso a los del golf.
Otro deporte más a
gusto de la plebe era la lucha, algo parecido entre la grecorromana, la libre y
el boxeo.
También practicaban
el tiro con arco tanto con flechas como con lanzas contra una diana. De esta
última especialidad procede el lanzamiento de jabalina, aunque el interés del
deportista de ahora, más que acertar en el blanco, es lanzarla lo más lejos
posible.
[1]
A.H.P.S. Juan Zareco, p. 404, f. 29v.
BIBLIOGRAFÍA
-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. Selección de documentos de la villa de Sos
(1202-1533) I.F.C. (C.S.I.C.) Excma. Diputación de Zaragoza. Zaragoza,
23009.
-ROJAS LOZANO, MIGUEL; ROMERO RODRÍGUEZ,
CARLOS. Patrimonio Histórico Español
del juego y el Deporte: Etimologías de San Isidoro de Sevilla (627-630) Museo
del juego. Madrid, 2010.
-Historia de Aragón (Coleccionable)
Heraldo de Aragón. Zaragoza, 1991.
En la web:
-historiaybiografias.com. Diversiones, fiestas y juegos (ajedrez) en
la Edad Media, caza y pesca.
Muchas gracias por la informacion
ResponderEliminarGracias a tí. Me alegro que te haya gustado. Un saludo
ResponderEliminarQue bueno, genial !!
ResponderEliminarMuchas gracias, me alegro que te haya gustado. Un saludo
EliminarGracias por la aportación
ResponderEliminarMuchas gracias. Un saludo
EliminarGracias por aportar esta información
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado. Muchas gracias. Un saludo
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