Año 1000. El fin del mundo. |
Tras rebasar la barrera del año mil se empezó a forjar la sociedad
medieval. Entre los años 980 y 1030, occidente vivió un período de espera
confuso, en el que se mezclaban el miedo y la esperanza. La cercanía del año 1000
se vio acompañada de un temor suscitado por el capítulo XX del Apocalipsis de
san Juan:"el Anticristo aparecerá cuando hayan transcurrido los mil años en los que habrá eswtado encadenado, y el mal invadirá el mundo. A continuación el cielo se abrirá para el retorno de Cristo glorioso que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos".
Por circunstancias lógicas de la naturaleza, y como si de dar la razón al texto de san Juan se tratase, las desgracias fueron sucediéndose entre los años 980 y 1030 en forma de lluvias diluvianas, inviernos fríos e interminables, inundaciones y plagas de langosta que provocaron escasez y hambre. El paroxismo alcanzó su punto culminante en los años 1030-1032 en que la hambruna se adueñó de buena parte de Europa hasta el punto de que la gente se alimentaba de hierbas y raíces y mezclaba la harina con arcilla blanca.
Los infortunios de la época se vieron acompañados por el paso de cometas, eclipses de sol, combates de estrellas, lunas de sangre, caídas de meteoritos…Incluso los acontecimientos políticos sugerían la presencia del Anticristo, ya que en 997 Almanzor destruyó Santiago de Compostela y el califa al-Hakam inauguró en Egipto una política anticristiana ordenando destruir el Santo Sepulcro de Jerusalén. Convencidos de la inminente llegada de Cristo a la tierra, grupos de peregrinos se encaminaron hacia Jerusalén con la esperanza de morir o presenciar allí la llegada de Cristo. Parecía como si el huracán arrastrase incluso a la Iglesia.
Y sin embargo, igual que sucediera en el año 2000 con las proféticas teorías apocalípticas, ni el año 1000 ni el 1033 trajeron el fin del mundo. Una sensación de alivio embargó a todo el mundo. Una fiebre constructora se apoderó del pueblo cristiano y la vida recobró sus derechos. Un gran movimiento de expansión impulsó a occidente desde principios del siglo XI hasta mediados del siglo XIII. Esta intensa actividad arquitectónica durante el siglo XI y la voluntad de renovar y modernizar las edificaciones, gestó y desarrolló lo que convino en llamarse el primer arte románico, que se movía entre una herencia de una tradición constructiva basada en las costumbres artísticas propias de la antigüedad tardía y una mayor apertura hacia una Europa en expansión que al mismo tiempo recogió los cambios que supusieron las nuevas estructuras sociales y económicas que se instalaron en el país.
Dentro del ámbito teórico del primer arte románico meridional ha tenido una especial fortuna el papel que se ha atribuido a los maestros lombardos. Se ha venido manteniendo la teoría de que existían grupos de canteros, procedentes de Lombardía, que recorrían el norte de España o el sur de Francia.
Pero el primer arte románico no es un fenómeno que se ciña únicamente a la expansión de los maestros lombardos, sino que debemos considerar también la común pervivencia de una tradición romana anterior al siglo VIII, enriquecida en España por la presencia de la cultura musulmana, en Italia por el bizantinismo y en Borgoña por el mundo carolingio y luego otoniano. Además, en el interior de la zona europea meridional se mantuvo una intensa relación de intercambio tanto por vías naturales como a través de las relaciones monásticas. La expansión de Cluny en toda esta zona fue a mediados del siglo XI una realidad. En Cataluña, el abad Garí y el abad Oliba iniciaron un movimiento congregacionista de claro espíritu cluniacense. Así mismo, este panorama de relaciones con el exterior debe completarse con las peregrinaciones a Roma, Santiago de Compostela, Santa Fe de Conques y San Martín de Tours.
Por circunstancias lógicas de la naturaleza, y como si de dar la razón al texto de san Juan se tratase, las desgracias fueron sucediéndose entre los años 980 y 1030 en forma de lluvias diluvianas, inviernos fríos e interminables, inundaciones y plagas de langosta que provocaron escasez y hambre. El paroxismo alcanzó su punto culminante en los años 1030-1032 en que la hambruna se adueñó de buena parte de Europa hasta el punto de que la gente se alimentaba de hierbas y raíces y mezclaba la harina con arcilla blanca.
Los infortunios de la época se vieron acompañados por el paso de cometas, eclipses de sol, combates de estrellas, lunas de sangre, caídas de meteoritos…Incluso los acontecimientos políticos sugerían la presencia del Anticristo, ya que en 997 Almanzor destruyó Santiago de Compostela y el califa al-Hakam inauguró en Egipto una política anticristiana ordenando destruir el Santo Sepulcro de Jerusalén. Convencidos de la inminente llegada de Cristo a la tierra, grupos de peregrinos se encaminaron hacia Jerusalén con la esperanza de morir o presenciar allí la llegada de Cristo. Parecía como si el huracán arrastrase incluso a la Iglesia.
Y sin embargo, igual que sucediera en el año 2000 con las proféticas teorías apocalípticas, ni el año 1000 ni el 1033 trajeron el fin del mundo. Una sensación de alivio embargó a todo el mundo. Una fiebre constructora se apoderó del pueblo cristiano y la vida recobró sus derechos. Un gran movimiento de expansión impulsó a occidente desde principios del siglo XI hasta mediados del siglo XIII. Esta intensa actividad arquitectónica durante el siglo XI y la voluntad de renovar y modernizar las edificaciones, gestó y desarrolló lo que convino en llamarse el primer arte románico, que se movía entre una herencia de una tradición constructiva basada en las costumbres artísticas propias de la antigüedad tardía y una mayor apertura hacia una Europa en expansión que al mismo tiempo recogió los cambios que supusieron las nuevas estructuras sociales y económicas que se instalaron en el país.
Dentro del ámbito teórico del primer arte románico meridional ha tenido una especial fortuna el papel que se ha atribuido a los maestros lombardos. Se ha venido manteniendo la teoría de que existían grupos de canteros, procedentes de Lombardía, que recorrían el norte de España o el sur de Francia.
Pero el primer arte románico no es un fenómeno que se ciña únicamente a la expansión de los maestros lombardos, sino que debemos considerar también la común pervivencia de una tradición romana anterior al siglo VIII, enriquecida en España por la presencia de la cultura musulmana, en Italia por el bizantinismo y en Borgoña por el mundo carolingio y luego otoniano. Además, en el interior de la zona europea meridional se mantuvo una intensa relación de intercambio tanto por vías naturales como a través de las relaciones monásticas. La expansión de Cluny en toda esta zona fue a mediados del siglo XI una realidad. En Cataluña, el abad Garí y el abad Oliba iniciaron un movimiento congregacionista de claro espíritu cluniacense. Así mismo, este panorama de relaciones con el exterior debe completarse con las peregrinaciones a Roma, Santiago de Compostela, Santa Fe de Conques y San Martín de Tours.
Ermita de San Nicolás. Ceñito (Sos del Rey Católico) |
Las primeras
iglesias de tipo lombardo suelen tener una planta sencilla y cubierta de madera.
En San Nicolás de Ceñito, en Sos, tenemos un bello ejemplo.( ver iglesia)
A medida que
mejoran las condiciones económicas se desechó el modelo lombardo, que utilizaba
en los muros material económico y de reducida consistencia, y se intentó
sustituir la cubierta de madera por otra de piedra, mucho más pesada, lo que
obligó a modificar la estructura de todo el edificio.
La sustitución de la cubierta de madera por bóvedas de
piedra, con las modificaciones que comporta, será el mayor logro del segundo
arte románico, que se extiende desde mediados del siglo XI a finales del XII.
Este resurgir arquitectónico será asimilado por la Orden de Cluny, que cuenta a
finales del siglo XI con más de dos mil monasterios extendidos por toda Europa.
Portada de San Esteban. Sos del Rey Católico |
Las catedrales del primer románico estarían representadas
en Cataluña por tres grandes edificios: Gerona, Vic y Barcelona, consagrada
ésta última en 1058.En los reinos más occidentales de la península ibérica el
primer románico no fue tan precoz. Será necesario esperar hasta el primer
intento de unificación política y de reconquista llevado a cabo por Sancho III
el Mayor, para encontrar, gracias a su voluntad aperturista y quizás a su
amistad con el abad Oliba, un impulso constructivo parecido al de Cataluña. El
arte del siglo X legó en la zona noroccidental de Aragón a la centuria
siguiente un tipo de iglesia de evidente tradición hispánica: iglesia de una o
varias naves de planta rectangular con cabecera cuadrangular, techumbre a dos
vertientes y una ventana monolítica con dos arcos de herradura. A este tipo de
ventanas pertenecen las dos que se conservan en el Palacio de Sada en Sos del
Rey Católico.
Esta tradición de ventanas monolíticas perduró en la comarca de
las Cinco Villas durante siglos, pudiéndose encontrar numerosos ejemplos con un
vano o dos, con vanos adintelados, de medio punto, de medio punto con una
decoración perimetral de ajedrezados jaqueses o con dos vanos apuntados, en
lugares como Luesia, Malpica de Arba, Sofuentes, Uncastillo, Sos del Rey
Catolico, o en la ermita de la Virgen de Serún,en la pardina de Mamillas, en
Sos (ver ermita)
Ventana geminada. Ermita de Serún (Mamillas) Sos del Rey Católico |
Bajo el reinado de Sancho III el Mayor se construyó el
recinto amurallado de Loarre y se reforzó la fortaleza de Sos, entre otras
construcciones no menos significativas. Estos hechos han propiciado la
consideración de un patrocinio real en estas construcciones y la posible
existencia de formas comunes gracias al interés ultrapirenaico del monarca.
Portada de la iglesia del monasterio de Leire (Navarra) |
Estas primeras manifestaciones artísticas románicas
fueron retomadas por Fernando I, que heredó el reino de Castilla y más tarde el
de León. Igualmente la reorganización del camino de peregrinación a Santiago de
Compostela va a tener profundas repercusiones en el ámbito artístico.
BIBLIOGRAFÍA
-CABAÑERO
SUBIZA, BERNABÉ. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. Cuadernos de las Cinco Villas, 3.
I.F.C. (C.E.C.V.) Ejea de los Caballeros, 1988.
-CABAÑERO
SUBIZA, BERNABÉ. “Precedentes musulmanes y primer arte cristiano”. Las Cinco Villas aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII. Coord. por Esteban Sarasa
Sánchez, pp. 207-248. I.F.C., D.P.Z., Zaragoza, 2007.
-ESTABLÉS
ELDUQUE, JOSÉ Mª. Arte románico, castillos, monasterios, pueblos, paisajes y tradiciones de los Pirineos. Arquitectura románica lombarda..Ed. Arquitectura, Pueblos y Paisajes.
Vitoria, 1985.
-GALTIER
MARTÍ, FERNANDO. "Las primeras iglesias de piedra de la frontera de los Arbas, el Onsella y el Gállego". Rev. Artigrama, nº 1, pp. 11-46. Dpto. de Historia del Arte de la Universidad
de Zaragoza. 1984.
-GALTIER
MARTÍ, FERNANDO. “Los castillos y las iglesias de la frontera de los
Arbas, el Onsella y el Gállego entre los años 900 y 1000”.Revista Artigrama nº 8-9, pp. 259-279. Dpto de Historia del Arte
de la Universidad de Zaragoza, 1991-1992.
-HISTORIA
DEL ARTE ESPAÑOL. T. IV. La época de los monasterios. Planeta.
Barcelona, 1995.
No hay comentarios:
Publicar un comentario