En la zona de Sos del Rey Católico y la Valdonsella se mantiene la creencia de que en
la mágica noche de San Juan, el 24 de junio, pueden ser desencantadas las damas encantadas que
habitan en las fuentes. Para ello se coge un ovillo de hilo que entrega la dama
y hay que andar con él para que se vaya desenrollando pero sin volver la
cabeza. Conforme el hilo se va soltando se oyen fuertes gritos, pero no hay que
asustarse y sobre todo jamás volver la cabeza, en cuyo caso se malogra el
desencanto. Eso es lo que le sucedió a un mozo de Sos, que cuando volvió la
cabeza vio una hilera de yeguas negras unidas al hilo, que desaparecieron instantáneamente,
excepto la primera de la fila, que es la que tenía aferrada con el hilo.
El tema
del ser misterioso que entrega al hombre una madeja, un ovillo o una joya de
gran valor obligándole a seguir adelante y a no sentir curiosidad so pena de
deshacer el sortilegio, de perder el preciado objeto, o de sufrir inmediato
castigo, es muy corriente en la mitología popular. Aparece en la historia de
Ulises, en la Biblia
cuando la esposa de Loth se convierte en estatua de sal por volverse a mirar el
incendio de Sodoma y Gomorra, en el folklore vasco relativo a las lamias, y en
la variante extremeña del Mito de Psiquis estudiada por Julio Caro Baroja en su
libro “Algunos Mitos Españoles”[1]
En la noche de San Juan, la gente de Sos acude a la fuente de Calderón a "Sanjuanarse", con el fin de curarse de enfermedades.
[1] J.Mª.
Iribarren. El folklore del día de San
Juan. Rev. Príncipe de Viana nº 7. pp. 211-212, año 1942.
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