Se dice
que los habitantes de Sofuentes siempre se han sentido un tanto abandonados respecto a la cabecera del municipio, Sos del Rey Católico, situada a más de
cuatro horas de camino y al otro lado de un importante puerto de montaña, y
parece ser que esto ya viene arrastrando desde la Edad Media , pues ya en
el siglo XIV los vecinos de Sofuentes expusieron al Papa Benedicto XII “...que su pueblo distaba legua y media de la
iglesia parroquial de Sos, a la que pertenecían, y que se alzaban de por medio
unos montes altísimos, por lo cual ellos, que eran unos cien, no podían acudir
a dicha iglesia especialmente en invierno, carecían de sacramentos y morían sin
ellos, sus cadáveres permanecían inhumados varios días en sus casas y los niños
fallecían la mayor parte de las veces sin bautizar”.. El Papa mandó al
obispo de Pamplona que autorizase a los habitantes de Sofuentes para construir “una capilla con cementerio y pila bautismal,
y dotarla para la sustentación de un capellán, que celebrase en ella
continuamente”.[1]
No se sabe
si se llegó a construir la capilla con el cementerio, pero lo que sí es cierto
que si llegó a edificarse no ha conseguido mantenerse en pie a lo largo de los
siglos por los motivos que fueran (abandono, destrucción, guerras...) No obstante, casi un siglo después, en 1415, los vecinos de Sofuentes seguían pidiendo la construcción de una iglesia en la que poder celebrar misa y otros oficios divinos, según un mandato oficial de Benedicto XIII al oficial de Zaragoza [2]. Parece ser que esta vez se construyó una ermita con advocación a San Salvador, pero no duró mucho tiempo en pie porque sobre sus restos edificaron el convento los PP. escolapios.
Esto, tal
vez pueda explicar la existencia de una actual leyenda en Sofuentes que suele darse
totalmente por verdadera y en la que interviene una mula, con
cierta aureola mágica y extraña, en la construcción del pequeño cementerio de
la localidad que permitió, por fin, poder dar sepultura a sus muertos, no teniendo que transportarlos por el largo y pesado camino hasta Sos.
Algún
vecino de Sofuentes todavía recuerda que “... hace muchos años tampoco teníamos aquí cementerio, había que ir a
enterrar a Sos, y hubo un señor, Zacarías, que le decían de casa de la Crescencia , que se le
murió un crío y se negó a llevarlo a enterrar; entonces los de Sos mandaron
unos alguaciles a buscarlo y el hombre se negó, y le insistieron y seguía negándose.
Entonces los alguaciles buscaron una mula jita e iban a montar el mortichuelo
que se dice, el crío, en la mula jita y la mula se tiraba al suelo y no
consintió que nadie la cogiera, y así varias veces, y entonces aquello resultó
tan violento que hicieron cementerio”.[3]
A Partir de entonces los sofuenteros ya no tuvieron la necesidad de ir a Sos a enterrar a los muertos, pues contaban ya con su propio camposanto. Era el año de 1897.(ver actualización)
[1] Reg.
Vat. 129, f .
182v, n. 181 (18 agosto 1341) Publ.José Goñi Gaztambide. Los obispos de Pamplona del siglo XIV, p. 113-114. Institución
Príncipe de Viana. Pamplona, 1962.
[2] Reg. Aviñonés 347, ff.455v-456r. publ. en: Ovidio Cuella Esteban. Bulario Aragonés de Benedicto XIII; III, La Curia de Peñíscola (1412-1423) Doc. nº 506, 15 de febrero de 1415, pp. 250-251.
[3]
Rivas, Félix. A. “Los paisajes del
silencio,” en La Magia
de Viajar nº 28, octubre 2007, p. 80.
BIBLIOGRAFÍA
-CUELLA ESTEBAN, OVIDIO. Bulario Aragonés de Benedicto XIII; III, La Curia de Peñíscola (1412-1423). Fuentes Históricas Aragonesas, nº 40. I.F.C. Zaragoza. 2006.
-GOÑI GAZTAMBIDE, JOSÉ. Los obispos de Pamplona del siglo XIV, I.P.V. Pamplona, 1962.
-RIVAS, FELIX A. "Los paisajes del silencio" Rev. La Magia de viajar, nº 28. Octubre 2007.
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