La casa
del sosiense, al igual que las del resto de los mortales, era el centro del
universo.
La casa
tenía como finalidad la consecución del bienestar de sus moradores y la
perpetuación de la estirpe además de ser un espacio inviolable. Por otro lado
la casa ha sido lugar de refugio para propios y extraños atribuyéndole una
especie de derecho de asilo que perdura hasta nuestros días. Todavía persiste,
o se ha mantenido hasta fechas recientes, la antigua creencia que en casa
estamos a salvo de todo mal. A pesar de todo también podía, en su conjunto, ser
maldecida y conjurada. Así pues, la casa, pilar social superior a los
individuos que la habitaban, había que defenderla de los elementos externos
nocivos protegiendo todos sus accesos: puertas, ventanas y chimeneas.
Lauburu vasco o religada pirenaica |
En las
puertas y ventanas los amuletos más conocidos son la esvástica, el lauburu
vasco o nuestra religada pirenaica,
que es un signo solar atribuido a los pueblos indoeuropeos y que se encuentra
en la mayoría de los pueblos de todo el mundo, las cardinchas o cardos
(simboliza el sol), pieles de serpiente, escarbaderas de ave (gallina o
pato), patas de oso, de jabalí, garras de águilas, cuernos de animales, búhos,
azores, gavilanes, etc que todavía pueden verse por el Pirineo protegiendo el
corazón del universo: la casa.
Corazón de Jesús con leyenda de bendición |
Corazón de Jesús |
Cruz |
Curiosa inscripción |
Todos
estos elementos estaban destinados a impedir la entrada de seres semihumanos
como las lamias u otros seres relacionados con el agua, como las fadas
d´agua, encantarias y moras y así
preservar el bien dentro de la casa.
También
para asegurarse de que una entrada está segura frente a influencias malignas,
se tallan motivos en los dinteles y las jambas de las puertas o se añaden
“totems” simbólicos en las aldabas de las puertas, como herraduras.
No nos olvidamos de las brujas, las grandes protagonistas de la mitología de todas las culturas; contra ellas era la protección en las chimeneas. Los espantabrujas hacían que no pudieran introducirse por ella para hacer ningún mal en la casa. Consiste en una piedra que representa una tosca figura humana con los brazos extendidos y una gruesa cabeza, que en conjunto ofrece el aspecto de una extraña cruz.
La brujería constituyó para la
sociedad tradicional un importante foco de temores y miedos. Los infortunios
que sufría repentinamente una casa se atribuía a brujas. Por inercia, hasta el
abandono de la sociedad rural en muchos pueblos, se imputaría el carácter de
bruja a una vecina de forma bastante aleatoria, considerándola en gran medida
causante de los males de la comunidad.
BIBLIOGRAFIA
-Chusé Aragüés. Mitos, leyendas y creencias. Coleccionable "El Pirineo Aragonés" Heraldo de Aragón.
NOTA: Todas las fotografías están realizadas en Sos del Rey Católico.
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