domingo, 23 de diciembre de 2018

LA CASTAÑERA DE SOS

Rocío. La castañera de Sos


Una castañera es ese pintoresco y típico personaje que aparece en las ciudades españolas llegado el otoño y que, con un pequeño fogón portátil, se instala en una plaza o en una esquina de sus calles para asar y vender, bien calentitas, esos frutos secos otoñales, ricos en proteínas, minerales, grasas y vitaminas B y C, que son las riquísimas castañas.
La castañera fue una estampa muy popular en nuestras ciudades durante el siglo XIX y primera mitad del siglo XX, siendo considerada como una institución, formando parte muy importante de la industria callejera y venta ambulante de la historia de España. Todo un noble oficio con  una técnica profesional y artesanal que se ha venido realizando por tradición familiar y transmitida de padres a hijos.
Castañera de Madrid (foto: todocoleccion.net)
Como muchos trabajos artesanos y oficios de entonces ya desaparecidos, el de ser castañera también estaba casi predestinado a desaparecer por falta de relevo generacional y por otros motivos de otra índole por todos conocidos. Pero, afortunadamente, nuevas generaciones de jóvenes castañeros, hombres y mujeres, han adaptado este oficio a los nuevos tiempos para no perder y dejar en el olvido esos valores tradicionales ni la esencia de este humilde y noble oficio, como así ha hecho una simpática y joven muchacha que desde hace cuatro años se deja ver, llegado el mes de octubre, por las frías calles de Sos.
La imagen costumbrista y castiza que solemos tener de una castañera es la de una señora mayor, curtida por el frío y vestida de negro, con un pañuelo en la cabeza, también negro, anudado bajo la barbilla, protegida la espalda y pecho por un chal o toquilla, con guantes cortados a la altura de los metarcarpianos para facilitar el tacto y poder mover los dedos con fluidez, sentada sobre una pequeña silla de espadaña o esparto y con una manta por encima de las piernas, papeles de estraza o de periódicos  para hacer los característicos cucuruchos para contener las castañas compradas, cesto de mimbre forrado con arpillera para echar las castañas asadas y tapándolas con otro trozo de arpillera para guardar el calor y terminar su cocción.
La vestimenta de Rocío, que así se llama la castañera de Sos, como representante de la nueva generación de castañeros, evidentemente, nada tiene que ver con la indumentaria de aquellas  castañeras del pasado siglo, pero lo que sí conserva de ellas es la técnica y la forma tradicional de asar las castañas tal y como lo hacían entonces.
Asar castañas puede parecer fácil, pero tiene su técnica; desde rajarlas bien y asarlas con paciencia, con brasa no muy fuerte, hasta saber el punto en que deben retirarse del fogón y conservarlas calientes en el cesto de mimbre para que se terminen de cocer.
Las manos tiznadas de Rocío delatan su profesionalidad
Rocío, con apenas treinta años, nacida en Madrid, aunque ella se considera petillesa, ha sabido aprender este oficio a la perfección. Basta con verla trabajar. Basta con ver su forma de proceder, de moverse, de rajar  las castañas, de echarlas al fogón, de asarlas, vigilarlas para que no se le queme ninguna, revolverlas para que todas se hagan por igual, de controlar las más gordas y dejarlas más tiempo al fuego para que terminen de hacerse, de retirarlas una a una si fuera necesario, de arroparlas bajo la arpillera…, todo un lento y minucioso proceso en el que las tiznadas manos, dedos y uñas de Rocío, sin guantes, ennegrecidas por el hollín y las quemadas cáscaras de las castañas, reflejan el buen hacer de esta castañera y el mimo con que trata su producto para sacarle el mejor partido y ofrecer  al cliente el mejor de los resultados. Tras limpiarse las manos con un trapo, Rocío inicia de nuevo el cuidadoso proceso, como si fuera un ritual, para preparar otra “hornada”, y otra…y otra…hasta que la demanda de castañas cesa.
Rocío sirviendo un cucurucho de castañas a un cliente
Igualmente, los utensilios y materiales que maneja y usa Rocío son los mismos que las de aquellas castañeras tradicionales del siglo XIX ó XX. El fogón, sustituto de los antiguos anafres, es el único elemento que se ha adaptado a los nuevos tiempos, aunque el mecanismo es el mismo de siempre, pero Rocío continúa utilizando el cesto de mimbre, la arpillera y ¡cómo no! el clásico cucurucho de papel para servir las castañas, materiales tradicionalmente usados por las castañeras de toda la vida.
Por otro lado, ser castañera está considerado como un duro oficio, pues Rocío tiene que soportar las inclemencias del tiempo, lluvia, frío y viento durante muchas horas, aunque para paliar, en parte, estas dificultades climatológicas, disponga del calor del fogón; pero para Rocío, sin duda, el mejor calor reconfortante que puede recibir es que sus clientes regresen de nuevo al puesto, vuelvan a comprar castañas y le feliciten por lo buenas y lo bien hechas que están.
Antaño, en algunos lugares de España, el oficio de castañera se convirtió en un recurso económico, aunque de forma temporal, para personas con pocos medios para subsistir y sin ninguna regulación por parte de los ayuntamientos. Actualmente la venta ambulante de castañas está regulada por unas normativas que rigen en cada ciudad, con lo que podemos hablar de una "profesionalidad" de este oficio tan antiguo. Profesionalidad que algunas empresas y particulares, en su afán de rentabilizar al máximo sus negocios, se olvidan del método tradicional de asar las castañas y recurren a procedimientos más “industriales” con el fin de asar el máximo número de castañas en el menor tiempo posible, utilizando para ello hornos mucho más grandes y sofisticados que los convencionales y usando gas como fuente calorífica, reduciendo a la mitad el tiempo de asado de las castañas. Pero…¡ qué diferente resulta una castaña asada de forma tradicional, en las brasas, lentamente, y con mimo!, como las hace Rocío.
La castañera y el vendedor de la ONCE, dos peculiares personajes en las calles
de Sos del Rey Católico
Si vienes a Sos podrás encontrarla en las calles más transitadas de la localidad (Plaza de la Villa, calle de Fernando el Católico…) pues gracias al fogón portátil que posee puede desplazarse y ubicarse en distintos lugares refugiándose de las duras condiciones climatológicas y de las inclemencias del tiempo. Pero tanto si llueve como si hace viento, Rocío te recibirá con una amplia sonrisa y te ofrecerá, con gran amabilidad, su mimado producto. Simpática, afable, cordial, charlatana y fiel a su cita anual con Sos del Rey Católico desde hace cuatro años, se está ganando, con creces, ser otro de los personajes populares y tradicionales que pasarán a formar parte, junto con Julio, el vendedor de la ONCE,(ver) del costumbrismo local de Sos.
Así pues, si visitas Sos del Rey Católico en temporada otoño-invernal y ves a Rocío “la castañera” no dudes en contribuir a esta popular tradición de saborear el otoño con castañas recién asadas, al estilo tradicional, comprando un cucurucho a esta simpática castañera ¡Buen provecho!


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