domingo, 3 de octubre de 2021

SENDERISMO COMARCAL. RUTA 2: FUENTE DE SAN VIRILA

 

Señal de inicio del sendero (junto a los paneles informativos)

    De todos es conocida la leyenda de San Virila. (ver leyenda en este post)

    Vamos a realizar el recorrido que nos llevará hasta la fuente donde, según  cuenta la tradición, se quedó dormido el abad Virila  acompañado y adormecido por el canto de un ruiseñor.

               La ruta es corta: 1.800m de ida y otros tantos de vuelta, con un desnivel máximo de 110m, que nos ocupará entre tres cuartos de hora ir y otros tres cuartos de hora volver, siempre que no nos entretengamos mucho en las paradas para ver el magnífico paisaje que se divisa entre los distintos claros de la espesura del monte o en admirar la espectacular naturaleza que nos ofrece el recorrido.

            El grado de dificultad es bajo, si bien existe un pequeño tramo en mitad del recorrido que nos obligará a hacer un pequeño esfuerzo, aunque sigue siendo fácil.

            La dificultad que entraña actualmente este sendero es la mala señalización del mismo. Existen señales de dirección al principio de la ruta, pero a mitad del recorrido éstas desaparecen, por lo que habrá que seguir la senda un poco “a ciegas”, aunque, si nos fijamos bien en los bordes del camino, encontraremos varios hitos que nos indicarán que vamos por la senda correcta, aunque a veces estos desaparecen arrastrados por las lluvias. No obstante, aunque nos desviemos por algún ramal equivocado, este no tiene salida y nos obligará a regresar de nuevo a la senda principal sin haber recorrido muchos metros y sin apenas perder tiempo.

              No es necesario portar bastón de senderismo, pero para las personas algo mayores o que quieran caminar con mayor comodidad y seguridad les resultará muy útil, sobre todo en el tramo intermedio del camino.

           La ruta comienza en el Monasterio de Leire (Navarra), al que habremos accedido tras dejar la carretera nacional NA-2420 o la autovía A-21 a la altura de la localidad de Yesa y tomar la N-2113 que nos adentra ya en la sierra de Leire, y tras recorrer dos kilómetros, la propia carretera “muere” en el mismo monasterio. Dejamos el coche en la zona de aparcamiento que hay junto al cenobio y nos dirigimos hacia los paneles informativos que veremos fácilmente, donde allí mismo comienza el camino que nos llevará hasta la fuente de San Virila. Una señal así nos lo indica.

           



 

Poste de señal rota. Al fondo, el refugio.



          

                   Subimos por el camino marcado y a los pocos metros llegaremos a un cruce con un camino de grava. Aquí existió hasta hace poco una señal que nos indicaba el camino a seguir por nuestra izquierda. Actualmente sólo queda el poste de la señal y una flecha, apenas visible, dibujada en el poste. No obstante, como referencia, frente a nosotros veremos un refugio cuyas paredes han sido grafiteadas con llamativos colores. Tomamos al camino a nuestra izquierda y en leve subida empezamos a ganar altura, llegando a un mirador donde podremos contemplar la belleza del monumental monasterio y, al fondo, el pantano de Yesa. 

           


Mirador con el monasterio de Leire y el pantano de Yesa al fondo.

           Continuamos por el camino unos metros más hasta llegar a una señal que nos obliga a dejar el camino, de nuevo a nuestra izquierda, y empieza la senda propiamente dicha, que nos irá sumergiendo, poco a poco, en la espesura del monte. Carrascas, encinas, pinos y algún que otro roble nos acompañarán en el paseo, al mismo tiempo que los cantos de diversas pequeñas aves deleitarán nuestros oídos.

              Al llegar a una bifurcación, de nuevo otra señal nos indica el camino a seguir.


Señales que nos indican el camino

                   

Ultima señal indicativa
de la senda.

                La senda se va haciendo cada vez más estrecha y la vegetación más salvaje y abundante, llegando a un lugar algo más ancho donde veremos la última señal que actualmente tiene el camino. A partir de aquí la senda se vuelve más abrupta, obligándonos a pasar entre grandes piedras y rocas. Son auténticas torrenteras por las que desciende el agua cuando llueve, en la que confluyen otras pequeñas torrenteras, haciéndonos dudar de si vamos por el buen camino, pues en nada se parece a una senda. Una vez salvado este pequeño tramo intermedio, aparece de nuevo el “tradicional” sendero que, en leve y contínuo ascenso, nos llevará hasta la fuente de San Virila, un pequeño ensanchamiento del camino donde, a través de la roca de la montaña, fluye el agua de la fuente que, dependiendo de la estación del año en la que nos encontremos, manará con mayor o menor cantidad de agua, e incluso la podemos encontrar seca. Sobre la fuente, una escultura de un fraile tallado en piedra representando a San Virila nos recuerda la leyenda de su largo sueño.


            El regreso se hace por el mismo camino por el que hemos subido.

Tras las señales identificativas, varios hitos nos marcan la senda














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