domingo, 27 de junio de 2021

UN MEGA SILLAR EN SOS DEL REY CATÓLICO

 



               A partir del siglo X surge un nuevo cambio constructivo en la castellología aragonesa en cuanto a materiales se refiere. La piedra empieza a sustituir a la madera. Muros, recintos amurallados, torres, castillos…se ven reforzados por la robustez y solidez de la piedra. En Sos del Rey Católico quedan restos de estas primeras construcciones pétreas en un lienzo en la zona del castillo y en la torre del castillo de Añués, así como dos ventanas monolíticas que se conservan en el Palacio de Sada, procedentes de algún palacio o iglesia cercanos.[1]

             En la Edad Media, el trabajo de la piedra en la construcción es un oficio artesanal que requiere de precisas , matemáticas y cuidadas técnicas llevadas a cabo por los “ingenieros” medievales.

           Las piedras usadas en una construcción medieval reciben diferentes nomenclaturas dependiendo de varios aspectos, como el tamaño, la forma, la talla, su colocación, etc… Pero la cantería no es el tema que traemos hoy, porque sólo vamos a hablar de un sillar en concreto.

            El “sillar” es una piedra labrada por varias de sus caras, generalmente en forma de paralelepípedo, con acabado fino y con la cara vista alisada y que forma parte de las obras destinadas a la edificación o a la construcción.

            Existen sillares más o menos grandes, unos más largos que otros, otros más anchos que largos o, incluso más altos, pero de lo que no hay duda alguna, sean del tamaño que sean, es de que su peso es considerable y que en la Edad Media necesitaban de ciertas técnicas y artilugios para poder izarlas y colocarlas en su debido sitio, previamente estudiado y calculado por el “ingeniero”.

            Aunque el tamaño de los sillares en un mismo muro en una construcción varía (no hay dos sillares iguales), por norma general guardan cierta equidad entre ellos, pudiendo existir sillares en el misma construcción de 10, 20, 30 cm de diferencia de unos a otros (aunque 30 cm ya es una diferencia notable). Vamos a exagerar y digamos que incluso pueda haber diferencias entre ellos de 40, 60 u 80 cm. Esto es una exageración, pero si aumento los centímetros a un metro, metro y medio o dos metros pensaréis que me he ido de la cabeza.

El sillar mide 342 cm

        Pues no, porque aquí, en Sos del Rey Católico, tenemos el sillar más grande (largo) que hasta ahora he podido encontrar. No sé si habrá otro igual o más grande en otro sitio (yo no lo he localizado), pues mide… ¡tres metros y cuarenta y dos centímetros! (casi “na”).

            Lo podéis ver en la cara oeste de la torre del castillo, a una altura de dos metros del suelo. Es el sillar que contiene la inscripción que se repite en las paredes de la antigua cárcel de Sos, en el Ayuntamiento, y que algunos atribuyen a la marca del maestro Jordán. El sillar, justo en su mitad, presenta una grieta en vertical de arriba abajo que aparenta ser la junta de dos sillares contiguos, pero se distingue perfectamente que dicha grieta es un pequeño resquebrajamiento que ha sufrido la monumental piedra de 342 cm.

         

Grieta en mitad del sillar
           No sé cuánto puede pesar, pero imaginad lo que tuvieron que sudar los obreros para izarla y colocarla allí.


   
 El súper sillar está asentado sobre otros siete sillares más pequeños, de peor labra y más erosionados y anteriores en el tiempo que toda la estructura superior. Probablemente este mega sillar se colocó ahí para fijar y asegurar más la base de la torre, sirviendo de cimentación para el resto de sillares que, en altura, van elevando el muro en un aparejo en el que, ahora sí, los sillares guardan más o menos el mismo tamaño y volumetría entre sí.





[1] Cabañero Subiza, Bernabé. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. 

       


BIBLIOGRAFIA

 -CABAÑERO SUBIZA, BERNABÉ. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. Cuaderno de las Cinco Villas, 3. I.F.C. (C.E.C.V.) Ejea de los Caballeros (Zaragoza), 1988.


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