A partir del siglo X surge un nuevo cambio constructivo en la castellología aragonesa en cuanto a materiales se refiere. La piedra empieza a sustituir a la madera. Muros, recintos amurallados, torres, castillos…se ven reforzados por la robustez y solidez de la piedra. En Sos del Rey Católico quedan restos de estas primeras construcciones pétreas en un lienzo en la zona del castillo y en la torre del castillo de Añués, así como dos ventanas monolíticas que se conservan en el Palacio de Sada, procedentes de algún palacio o iglesia cercanos.[1]
En la Edad Media, el trabajo de la
piedra en la construcción es un oficio artesanal que requiere de precisas , matemáticas
y cuidadas técnicas llevadas a cabo por los “ingenieros” medievales.
Las piedras usadas en una
construcción medieval reciben diferentes nomenclaturas dependiendo de varios aspectos,
como el tamaño, la forma, la talla, su colocación, etc… Pero la cantería no es
el tema que traemos hoy, porque sólo vamos a hablar de un sillar en concreto.
El “sillar” es una piedra labrada
por varias de sus caras, generalmente en forma de paralelepípedo, con acabado
fino y con la cara vista alisada y que forma parte de las obras destinadas a la
edificación o a la construcción.
Existen sillares más o menos
grandes, unos más largos que otros, otros más anchos que largos o, incluso más
altos, pero de lo que no hay duda alguna, sean del tamaño que sean,
es de que su peso es considerable y que en la Edad Media necesitaban de ciertas
técnicas y artilugios para poder izarlas y colocarlas en su debido sitio,
previamente estudiado y calculado por el “ingeniero”.
Aunque el tamaño de los sillares en
un mismo muro en una construcción varía (no hay dos sillares iguales), por norma general guardan cierta equidad entre ellos, pudiendo existir sillares en el misma construcción de
10, 20, 30 cm de diferencia de unos a otros (aunque 30 cm ya es una diferencia
notable). Vamos a exagerar y digamos que incluso pueda haber diferencias entre ellos de
40, 60 u 80 cm. Esto es una exageración, pero si aumento
los centímetros a un metro, metro y medio o dos metros pensaréis que me he ido de
la cabeza.
El sillar mide 342 cm |
Pues no, porque aquí, en Sos del Rey Católico, tenemos el sillar más grande (largo) que hasta ahora he podido encontrar. No sé si habrá otro igual o más grande en otro sitio (yo no lo he localizado), pues mide… ¡tres metros y cuarenta y dos centímetros! (casi “na”).
Lo podéis ver en la cara oeste de la
torre del castillo, a una altura de dos metros del suelo. Es el sillar que contiene la
inscripción que se repite en las paredes de la antigua cárcel de Sos, en el
Ayuntamiento, y que algunos atribuyen a la marca del maestro Jordán. El sillar,
justo en su mitad, presenta una grieta en vertical de arriba abajo que aparenta ser la junta de dos sillares contiguos, pero se distingue perfectamente que dicha
grieta es un pequeño resquebrajamiento que ha sufrido la monumental piedra de 342 cm.
Grieta en mitad del sillar |
El súper sillar está asentado sobre otros siete
sillares más pequeños, de peor labra y más erosionados y anteriores en el
tiempo que toda la estructura superior. Probablemente este mega sillar se colocó ahí para fijar y asegurar más la base de la
torre, sirviendo de cimentación para el resto de sillares que, en altura, van
elevando el muro en un aparejo en el que, ahora sí, los sillares guardan más o menos el mismo tamaño y volumetría entre sí.
[1] Cabañero Subiza, Bernabé. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación.
BIBLIOGRAFIA
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