En el cristianismo, las dos
fiestas que se celebran dedicadas al culto de la Cruz como símbolo de fe son el
3 de mayo y el 14 de septiembre. Climatológicamente hablando, y según las
creencias populares de los hombres del campo en nuestra comarca, estas dos fechas marcan el inicio
y el fin del período de lluvias y constituyen la mayor amenaza del pedrisco que
destruiría sus cosechas. Es por esto que en el mundo rural surgen infinidad de
rituales populares destinados a ahuyentar las tormentas y a desviar hacia otras
zonas el temido granizo. Rituales que se repiten durante todo el año, pero con
especial insistencia en el intervalo de fechas antes señaladas del culto a la Cruz.
El médico sosiense Emiliano
Ladrero, estudioso también del acervo folklórico de la zona, recoge en sus
anotaciones que en Sos del Rey Católico el ritual empieza la víspera de la Cruz
de Mayo, el día 2. "Este día se reúnen las mujeres del pueblo en el pórtico de
la iglesia, no pudiendo participar en este acto los hombres, y se dispersan por
las calles del municipio diciendo ¡Jesús! ¡Jesús!, repitiéndolo incesantemente
mientras se dirigen hacia los campos de labor y arrojando a la vez piedrecitas
al aire para evitar el pedrisco durante el año. Mientras dura este ritual, es
condición indispensable que no se diga otra palabra que ¡Jesús!, pues de no ser
así el conjuro no resultaría efectivo."
Otros rituales para desviar
las tormentas portadoras de granizo son las esconjuraciones (ver); y más concretamente, el siguiente conjuro contra el pedrisco: “Señor: al Puerto (al Pirineo), donde no
hay ni viña ni huerto”; quemar la paja del centeno, pues se cree que su humo ahuyenta los nubarrones; hacer sonar las campanas de la iglesia o de pequeñas campanillas
caseras,... entre otros rirtuales.
Si, por un casual, estos
conjuros no han surtido efecto y cae el pedrisco, siempre hay otro remedio póstumo: se
arrojan las piedras del granizo en la lumbre; así, de este modo, las nubes de
pedrisco se convertirán en benéfica lluvia.
Existen más rituales contra las tormentas en localidades cercanas navarras y vascas, como encender
la vela del Monumento de Jueves Santo, echar al fuego una rama de laurel
bendecido el Domingo de Ramos, quemar las hierbas recogidas en la madrugada de
San Juan, echar sal en el fuego, quitarse el párroco un zapato y lanzarlo
contra la tormenta, quemar unas flores que habían sido bendecidas para este fin
la mañana de San Juan, sacar de la iglesia santos, santas, vírgenes y cristos… y un sinfín más de costumbres, tradiciones y rituales
cuyo origen, sea cristiano o pagano, religioso o mágico, resulta muy difícil de identificar. La idea de que haciendo sonar las campanas se evitaba el pedrisco y traía la lluvia buena (sin granizo) es una combinación entre que las tormentas las producen los duendes malignos o incluso el diablo y que contra ellas se puede luchar con la oración y la fe en Cristo.
Todo este batiburrillo de costumbres, destinadas a un mismo fin, sólo pone de manifiesto el pánico que hasta no hace mucho tiempo tenía la gente del campo ante la proximidad de una tormenta de granizo y el imperioso afán de evitarla sea como sea, ora con rituales paganos, ora religiosos.
El miedo al pedrisco en el campo seguirá siempre, y actualmente las prácticas usadas contra los nubarrones, si bien ya no se basan en las costumbres, ritos y supersticiones de nuestros antepasados por su probada ineficacia, intentan buscar una respuesta más científica. La idea es la misma que la de nuestros ancestros, solo que ha cambiado el modo de hacerlo; ahora se usan cañones contra las tormentas para evitar el pedrisco, método mucho más avanzado tecnológicamente, pero tan ineficaz como el que un cura arroje un zapato contra la tormenta. (Otra costumbre a añadir a los remedios contra el temido granizo; pero ésta, del siglo XXI.)
Todo este batiburrillo de costumbres, destinadas a un mismo fin, sólo pone de manifiesto el pánico que hasta no hace mucho tiempo tenía la gente del campo ante la proximidad de una tormenta de granizo y el imperioso afán de evitarla sea como sea, ora con rituales paganos, ora religiosos.
El miedo al pedrisco en el campo seguirá siempre, y actualmente las prácticas usadas contra los nubarrones, si bien ya no se basan en las costumbres, ritos y supersticiones de nuestros antepasados por su probada ineficacia, intentan buscar una respuesta más científica. La idea es la misma que la de nuestros ancestros, solo que ha cambiado el modo de hacerlo; ahora se usan cañones contra las tormentas para evitar el pedrisco, método mucho más avanzado tecnológicamente, pero tan ineficaz como el que un cura arroje un zapato contra la tormenta. (Otra costumbre a añadir a los remedios contra el temido granizo; pero ésta, del siglo XXI.)
BIBLIOGRAFÍA
-IRIBARREN,
JOSÉ MARÍA. “El folklore de Sos y la Valdonsella” Historias y costumbres, pp.285-307.
I.P.V. Pamplona, 1956.
-Blog
de Félix Mugurutza. El arca de no sé. “Zapatos contra tormentas”
(2/5/2020)
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