Pedro IV el "Ceremonioso" |
Cuando Pedro IV accedió al trono tenía dieciséis años, siendo coronado solemnemente en la Seo de Zaragoza en 1336.
Uno de los objetivos del rey era recuperar para
la Corona de Aragón el reino mallorquín que Jaime I había segregado de la
Corona al entregarlo a su segundo hijo, Jaime. Sus sucesores reclamaron
constantemente la adhesión de Mallorca a la Corona aragonesa mediante
reconocimiento por el rey balear de su vasallaje al aragonés, pero éste no se
había llevado a cabo. Es más, durante el reinado de Pedro III, los mallorquines
habían apoyado a la dinastía de Anjou frente a los aragoneses y en 1275 Jaime
II había renunciado a la soberanía del reino de Mallorca mediante el tratado de
Anagni.
No siempre los habitantes de Sos mostraron
fidelidad a la monarquía, pues además de los casos de rebeldía contra Pedro III
a los que ya hemos hecho referencia, también existieron otros casos en 1348
contra Pedro IV.
En lo referente al litigio entre el abad de
Leire y el alcalde de Sangüesa sobre la percepción de diezmos de El Real
todavía continúa para estas fechas. Los vecinos de El Real informaron al rey
Pedro que aunque se habían dictado sentencias en lo referente a estos diezmos,
éstas no se habían llevado a efecto, lesionando el derecho que el rey tenía en
El Real, por lo que Pedro IV, el 9 de septiembre de 1337, ordenó al abad que
actuaran de tal manera que no se perjudicaran los derechos reales[1]. Bastantes años más tarde,
los vecinos de Sangüesa, sin causa justa y, según se decía, por mandato del
obispo de Pamplona, se negaban a pagar a los clérigos y porcioneros de El Real
la mitad de los diezmos de todos los frutos, trigo y vino de las tierras que
sembraban y trabajaban, por lo que el abad y el convento de Leire y los
clérigos porcioneros de El Real se quejaron al Ceremonioso, quien el 4 de
febrero de 1360 rogó al obispo de Pamplona que no permitiera que se
continuara perjudicando a los suplicantes y que se les devolviera lo que
indebidamente se les había usurpado.[2]Con la misma fecha realizó
la misma petición al rey de Navarra, Carlos II, como señor que era de Navarra[3].
Durante este siglo la villa de El Real es
invadida varias veces por gente de armas de Sangüesa; pero también vecinos
de El Real interceptan en varias ocasiones cabezas de ganado de gente de Sangüesa
alegando que habían entrado en sus tierras. Los problemas fronterizos que Jaime
II quiso solucionar al fundar El Real se van incrementando conforme va
transcurriendo el siglo, hasta tal punto que Pedro IV suscribe en 1341 una
tregua con el reino de Navarra sobre estos problemas fronterizos, momento que
el rey utilizará para destinar parte de la primicia a la reconstrucción y
reparación de los muros de Sos[4] Pero la tregua se violará
en 1362 con la tala de El Real por parte de Sangüesa.
Por
referencias posteriores al año 1371 se sabe que El Real fue destruído y
despoblado en la guerra, lo que motivó nuevos intentos de la monarquía por
habitar el lugar, como asignar los 1000 sueldos que anteriormente se destinaban
a la tenencia de la torre de El Real a sufragar las obras de los muros[5], o como enviar al baile
general del reino para que pregonase que todos aquellos que tuviesen heredades
y habitasen allí antes de la contienda bélica regresaran bajo pena de perder
sus tierras; pasando un tiempo prudencial, el baile debería vender las
heredades de aquellos que no hubiesen retornado, destinando lo obtenido a las
obras de los muros o bien entregar las tierras en nombre del rey a nuevos
pobladores[6]. A pesar de estas
iniciativas El Real jamás volvió a ser la entidad que fuera antaño, terminando
por convertirse en un núcleo poblacional de ínfimo tamaño (en el fogage de 1495
sólo se contabilizaron tres fuegos)[7]
En agosto de 1349 Pedro IV consiguió que el
reino mallorquín quedara finalmente incorporado a los dominios de la Corona de
Aragón, manteniendo sus leyes e instituciones propias. Igualmente consolidó el
dominio sobre Cerdeña y de los ducados de Atenas y Neopatria.
A mediados de este siglo llega a la península
la “peste negra”. Durante estos años las pérdidas demográficas fueron
cuantiosas. A los estragos de la peste se añadieron los de la guerra,
concretamente la que enfrentó a Castilla y Aragón, conocida como la “guerra de
los dos Pedros”. Pedro I de Castilla estaba enfrentado a un sector de la
nobleza castellana dirigido por su hermanastro Enrique de Trastámara, que
pretendía el trono. Pedro IV de Aragón se alió con él esperando a cambio la
cesión del reino de Murcia. La guerra duró desde 1350 a 1369 y en el transcurso
de los acontecimientos Pedro I se apoderó de ciudades como Tarazona, Calatayud,
Cariñena o Teruel. Durante el invierno de 1362 y primavera de 1363 los ataques
castellanos fueron constantes en toda la frontera aragonesa.
Ante estos hechos de guerra, la villa de Sos se
alzó como plaza fuerte de todo su entorno, refugiándose en ella
los habitantes de las plazas próximas.
Ante las acometidas del rey de Navarra por la
frontera Nordeste de Aragón, se alarmaron los habitantes de Sos, Ejea y
Tiermas, pues el rey navarro, con 2.000 hombres de armas, se acercaba a la
frontera por la parte de Tiermas y Sos, localidades puestas a recibir ayuda de
parte de Pedro Jordán de Urriés y Jordán de Urriés. Pero el rey navarro Carlos
II, aliado de Pedro I, puso sitio a Sos y éste tuvo que rendirse a pesar de su
heróica defensa; asimismo entrega los términos, heredades y casas de El Real a
Sangüesa[8]
En el mes de marzo de 1362 se ordenó, que "para mayor defensa de Sos y su fortaleza,
y para mayor seguridad en la Frontera, que todos los vecinos de los lugares de
Isuerre, Berdún, Lobera, Longares de Bagues, Navardún y otros de la comarca que
no se podían defender, se desamparasen y los vecinos con sus armas y viandas se
recogiesen en el Castillo de Sos como plaza de Armas y antemural contra Navarra”[9], encomendando
la custodia y defensa de la Villa de Sos a un Caballero llamado Ruiz Pérez de
Abarca. En Sos, al igual que en Sádaba, se recurrió a la evacuación de parte de
su población, como en otros muchos lugares de similares características. En febrero
de 1363, por ejemplo, el rey ordenó al capitán de Sos sacar del castillo a las
mujeres, niños y hombres incapacitados para manejar las armas, con objeto de
que no consumieran las provisiones disponibles[10]. Además, en el mismo año,
Pedro IV incorporó a la villa de Sos El Real y sus aldeas, junto a su
jurisdicción[11],
abandonando e incluso destruyendo los caseríos[12]. El Real debía ser
derrocada completamente, de manera que únicamente quedara en pie su torre,
rodeada por un foso, en la que deberían refugiarse todos sus habitantes[13]
Estos agitados años supusieron una reordenación
de las estructuras de la población, notándose en la documentación existente
cómo muchos lugares de la Valdonsella se despoblaron por esta gran crisis.
Parece ser que Sos se vio favorecida de esta reorganización del espacio
comarcal, puesto que muchos de los despoblados fueron anexionados y convertidos
en términos municipales sosienses, como Basanoz, lugar éste que en 1369 el
monarca concedió a perpetuidad para que los sosienses pudieran llevar a pacer
sus ganados gruesos y menudos[14]
Además
de Basanoz se constata la desaparición de los lugares donde se percibían rentas
eclesiásticas o reales de diversas entidades como Sosito, Añués, Sibirana,
Villicilla, Domeino o la parroquia de Miana. En el libro de las rentas del
obispo de mediados del siglo XIV se menciona que Villicilla, Domeino y la
parroquia de Miana se encontraban destruidas[15].
Todos
estos lugares eran pequeños enclaves fruto de la expansión económica y
demográfica que había experimentado la zona desde el siglo XI, donde se
ubicaron el excedente humano de núcleos más consolidados y de mayores
posibilidades, como demuestra la toponimia en el caso de Sosito con Sos. Muchos
de ellos ya habían sufrido las incursiones navarras y francesas a finales del
siglo XIII, o la política de los reyes aragoneses tendente a concentrar a la
población en nuevos núcleos fortificados en detrimento de estos modestos
enclaves, por lo cual el azote de la
peste y el retorno de la guerra, fue el puntillazo para gran parte de estas
aldeas que acabaron por abandonarse, refugiándose su población, como hemos
visto, en Sos, que terminó por apoderarse de estos
despoblados, integrándolos en sus términos y convirtiéndolos en numerosas
ocasiones en zonas de pasto, en una evidente reorganización económica y social
del espacio, en el que las entidades eclesiásticas, linajes de la pequeña
nobleza, y villas cabeceras de la comarca pugnaron entre sí por dominar los
nuevos despoblados, generalmente para destinarlos a fines ganaderos.[16] M. Berthe señala como
períodos especialmente intensos en el abandono de núcleos de población el que
fue de 1347 a 1349 y el que comprendió de 1362 a 1368[17] Además, Pedro IV también
situó en Sos un puesto de aduanas de las Generalidades, con lo que la monarquía
aragonesa potenciaba así a la Villa como centro administrativo y fiscal de la
Valdonsella, implicando más a la localidad sosiense en la defensa del reino.
En 1364 el rey navarro y el aragonés se aliaron
contra el rey castellano y se reunieron en Sos para firmar su alianza y unas
capitulaciones, jurando ambos cumplir lo pactado sobre el Santísimo Sacramento
de la iglesia de Sos el 2 de marzo de 1364.”...se congregaron en la villa de Sos, el Rey Don Pedro de Aragón, el Rey
Carlos de Navarra y el Conde de Trastámara para conferenciar sobre los negocios
públicos y por mayor seguridad de las personas reales, fue puesto por Alcayde y
Gobernador del Castillo y Villa Don Juan Ramírez de Arellano [18]”. Para
mayor seguridad de este tratado, Pedro IV dio en rehenes a su hijo, el infante
don Martín, y el navarro a un sobrino suyo, el infante don Luis y a otros
jóvenes de familias principales. Tras jurar la concordia, y como viera el de
Aragón que tenía dificultad en dar al de Navarra la gran suma de dinero que en
tratos anteriores éste le había ofrecido, se convino ahora en que le daría al
contado 50.000 florines de oro, dejando en rehenes por el resto de la deuda, la
ciudad de Jaca y las villas de Sos, Uncastillo, Tiermas y Ejea.
Hacia 1366 la situación se tornó más favorable
para los aragoneses y cuando, finalmente, Pedro I murió en Montiel en 1369,
Enrique de Tratámara se hizo con el trono castellano. Pero el tratado de paz
pactado en Almazán en 1375 no respondió a las aspiraciones de Pedro IV que, si
bien pudo recuperar los territorios perdidos durante la guerra, hubo de
renunciar a cualquier otro beneficio y otorgó a su hija Leonor como esposa al
infante Juan de Castilla. Este enlace permitirá a los Trastámara llegar al
trono de Aragón en el futuro, inaugurando una nueva etapa en la configuración
política de la península.
Pedro IV concedió al concejo de la villa de Sos
numerosos privilegios, entre ellos confirmó a la Villa el privilegio concedido
por su padre y abuelo, los señores reyes Don Alfonso y Don Jaime, acerca de la
exención de tributos, con reserva de los tres sueldos por vecino, y 300 por
toda la Universidad, y lo mandó expedir en Zaragoza a 25 de febrero de 1336,
siendo el secretario Ximeno Garcés de Fillera[19].
El 4 de junio de 1341 expidió un mandato al
Bayle General de Aragón para que el Justicia y Jurados de Sos tuviesen la
administración de la Primicia gastando principalmente el útil de sus frutos en
las cosas necesarias de la Iglesia y, satisfecha ésta, en la reparación de las
murallas y en otros negocios del municipio, como era costumbre en otros lugares
del Reino; y le manda ”... que no
los compela a dar cuentas de dicha Primicia, si no es que tenga justas rezones
para hacerlo, de las cuales procure, por escrito, informar a la Corte del Rey ..”[20]
Además de este privilegio, tendente a aumentar
la autonomía del concejo, también concedió otros destinados a aumentar las
tierras pertenecientes a Sos, ya que en el año 1363, como ya hemos indicado,
incorporó a la villa de Sos el lugar del Real, sus términos y aldeas de Fuente
Aragón y Añués, lo que provocó una guerra, de más de un siglo, entre Sangüesa y
Sos por dominar estas tierras.
También el 26 de abril de 1363, Predro IV
confirma a los hombres de Sos el privilegio de confirmación otorgado por
Alfonso IV en el que se ratificaban mercedes concedidas anteriormente por Jaime
II, la exención de lezda y peaje[21]. Igualmente en 1337
se menciona en un documento un permiso real para la construcción de dos molinos
de viento en Sos.[22]
Curiosamente es la primera y única vez que
aparecen molinos de viento en esta zona. Su construcción se realiza para paliar
las necesidades de la villa, cuyos vecinos tenían que desplazarse hasta Navarra a moler el
trigo. Para sufragar los gastos de su construcción, el monarca les concede las
primicias de los frutos del lugar.
Por privilegio dado en Barcelona a 10 de
diciembre de 1365 concedió a los jurados de Sos la facultad de imponer y cobrar
dos sueldos por carga de vino que pasase por sus términos por espacio de tres
años; y que este producto sirviese para reparos y fortificación, tanto del
castillo como de la Villa[23]
El 10 de junio de 1366, expedido en Zaragoza y
refrendado por el secretario Pedro de Gostemps, concedió otro Privilegio
relevando a los vecinos de Sos de la imposición de tres sueldos cada uno, cuyo
peculio llegase a setenta, y de los 300 sueldos y 50 medidas de trigo y otras
tantas de ordio por la Universidad; y ordenó que las cuatro caballerías que
sobre este derecho tenía situadas el noble Pedro de Luna, las cobrase de los
derechos y emolumentos de las salidas de Remolinos y el Castellar[24]. También dispone que
pueden poblar la localidad gentes de otros reinos, incluso criminales, a
excepción de implicados en herejía o en sodomía[25].
Pedro IV agregó a la Villa de Sos, por
privilegio dado en Lérida a 21 de marzo de 1375, el lugar despoblado de Ceñito que, sin derecho, quería ocupar el Obispo de Pamplona y manda que sean de una
misma jurisdicción y una misma la contribución, tallas e impuestos[26].
El 14 de agosto de 1376 concedió a la Villa y
vecinos de Sos, por Privilegio dado en Monzón y refrendado por el secretario
Pedro de Gostemps, ”... que
atento a que la conmutación de los tres sueldos por casa y 300 por la
Universidad, con las expresadas medidas de trigo y ordio, no había sido
admitida por el noble Pedro de Luna, y que después, doña Alfa de Exerica como
tutora del noble Pedro de Luna su hijo y de dicho Pedro de Luna ya difunto, los
había absuelto por pacto y convenio de dicho tributo; para que el primer Privilegio
no aparezca en adelante interrumpido y perjudicado, lo da de nuevo y además,
hace a los vecinos francos, libres y exentos de todo Hoste, Junta o Ejercito y
cabalgada, menos cuando el Rey personalmente, o su Primogenito asistiesen, en
cuyo caso tambien deben ir todos los Barones del Reyno”[27]
El 17 de febrero de 1382 Pedro IV confirma a
los hombres de Sos un privilegio de Pedro II por el que se les concedió sus
términos y montes.[28]
Pedro IV murió en Barcelona el 6 de enero de 1487.(Continuación)
Pedro IV murió en Barcelona el 6 de enero de 1487.(Continuación)
[1]
A.C.A., C, reg. 589, f. 24r.
[2] A.C.A., C, reg. 669, f. 147v-148r.
[3] A.C.A., C, reg. 699, f. 148r.v.
[4]
A.C.P. Arca Episcopi VI, doc. 41, nº 233.
[5] A.C.A. R.C.reg. 1467, Castrorum
Aragonum, f. 42v.
[6]
A.C.A. Cancillería, reg. 1467, Castrorum Aragonum, f. 42.
[7] A.
Serrano Montalvo. “La población de Aragón según el fogaje de 1495”. Dos vols,
I.F.C., Zaragoza, 1995-1997, en Abellá Samitier, J. Sos en la Baja Edad Media, p. 32.
[8]
Villabriga, V. Sangüesa ruta
compostelana. Apuntes medievales. Sangüesa, 1962, p. 170, doc. 35.
[9]
Jerónimo Zurita. Anales, T.2, Lib.9, c.43, fol.316.
[10] A.C.A., Canc., reg. 1384, f. 179v.
[11]
Zurita, J. Anales de la Corona de Aragón, lib.IX, p. 452.
[12]
Inciden en este sentido las instrucciones generales emitidas por el rey a
diferentes delegados, especialmente durante la guerra con Navarra. Por ejemplo,
al caballero Pedro Jiménez de Pomar. A.C.A., Canc., reg. 1384, f. 157v. Al
baile, el gobernador, el infante Fernando y el capitán de Sos, A.C.A., Canc.,
reg. 1385, ff. 110v-111v.
[13] A.C.A., Canc.,reg. 1384, f. 60v.
[14]
A.C.A., Cancillería., reg. 912, f. 180r.
[15]
Abellá Samitier, J. Entre Aragón y
Navarra; el arciprestazgo de la Valdonsella a finales de la Edad Media. Príncipe
de Viana, Gobierno de Navarra, nº 243, 2008.
[16] Abellá
Samitier, J. Los orígenes de una élite
rural: la casa de ganaderos de Sos a finales de la Edad Media. Revista
STVDIUM, nº 17, p. 70. 2001.
[17] M.
Berthe. Famines et épidémies dans les campagnes navarraises à la fin du Moyen
Age. S.F.I.E.D., París, 1984, en Abellá Samitier, J., Sos en la Baja Edad Media, pp. 32-33.
[18]
Moret. Anales. T. 4, parte 2, lib. 2,
cap. 2, fol. 107.
[19]
Archivo de la villa de Sos. 1336.
[20]
Archivo de la villa de Sos. 1341 A.C.P. Arca Episcopi VI, doc. 41, nº 2.
[21] A.C.A. R.C. Reg. 858, ff. 69v-70v.
[22] A.C.A. R.C. Reg. 861, fol. 216r-vº.
[23] A.C.A. R.C. Reg. 912, ff. 44v-45.
[24]
Archivo de la villa de Sos, 1366. A.C.A. Cancillería, reg. 912, ff. 178-79v.
[25] A.C.A. R.C. Reg. 912, ff. 178-179v.
[26]
A.V.S. 1375
[27] Noticias históricas de Sos. Ambrosio
Guillén de Jasso; tomado del Archivo de la Villa de Sos, año 1376, y recogido
por J. Cabezudo Astrain.
[28]
A.P.Z. R.O., Reg. 810/7.
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-Coleccionable Reyes y Reinas de Aragón.
Heraldo de Aragón.
En la web:
-www.sosdelreycatolico.com. Historia de Sos del Rey Católico.
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