Al igual que el óbito de otros muchos reyes, no se
sabe con exactitud cual fue el motivo de la enfermedad y muerte del rey
Fernando, y esto se debe fundamentalmente a la falta de datos e información derivada
por dos principales motivos: el primero, y hasta que la medicina siglos después
no dio un paso de gigante, es el desconocimiento que existía entonces acerca de
la naturaleza de las enfermedades y a la identificación de éstas a partir de la
sintomatología con la que se manifestaba en los enfermos; y el segundo lugar,
es el poco interés que los cronistas de la época manifestaban por analizar
el fallecimiento de los monarcas, pues consideraban de mayor transcendencia los
momentos posteriores a la muerte; aquellos en los que la proclamación del
heredero aseguraba la sucesión dinástica, si éste existía; o por el contrario,
la incertidumbre que se creaba en el reino al no haber sucesor.[1]
No obstante, lo que sí sabemos de Fernando El
Católico, gracias a los escritos que los cronistas nos han dejado, son los
síntomas que padecía, la duración de su agonía y los trastornos que le
ocasionaba su enfermedad. Lo que no sabemos es qué es lo que le ocasionaba estas
indisposiciones o molestias.
Con estos datos
y otros testimonios historiográficos de la época podemos conocer, si no con
exactitud, sí aproximarnos a las causas de las dolencias que padeció el monarca
y su posterior óbito, aunque como antes dijimos, no se puede certificar con
exactitud el origen de su enfermedad.
Pero los estudiosos del tema, apoyándose en los escasos escritos que
restan de la historia, no se ponen de acuerdo y cada cual expone sus
conclusiones, más o menos acertadas, sin que con ello quede con total
verificación el acontecimiento de la muerte del rey Fernando.
Repasando la historia documentada sabemos que Fernando
el Católico se casó en segundas nupcias el 19 de octubre de 1505 con Germana de
Foix, una adolescente de 18 años. Esta chica era hija de Juan de Foix (conde de
Etampes y vizconde de Narbona) y de Mª de Orleáns, hermana de Luis XII de
Francia. La boda se celebró en cumplimiento de los acuerdos de paz firmados
entre Luis XII de Francia y Fernando el Católico en el tratado de Blois. En los
pactos, el rey de Francia cedió a su sobrina los derechos dinásticos del reino de Nápoles y
le concedió el título de rey de Jerusalén, derechos que retornarían a Francia
en caso de que el matrimonio no tuviese descendencia; a cambio, el Rey Católico
se comprometió a nombrar heredero al posible hijo del matrimonio. El matrimonio
levantó las iras de los nobles de Castilla, ya que lo vieron como una maniobra
del Rey Fernando para impedir que Felipe “El Hermoso” y Juana I heredasen la
Corona de Aragón. Esto hizo que el Rey Fernando necesitara de un vástago con
urgencia.
Germana de Foix.G. Bausá.Museo de Bellas Artes de Valencia |
Germana de Foix no era una
mujer muy agraciada físicamente, además padecía de cojera y era algo rellenita
en carnes, amiga del placer y el sexo, muy ardiente, fogosa, impulsiva y
pasional. Procedía de una familia muy fértil, por lo que con todos estos
ingredientes la procreación de un heredero para la Corona de Aragón, por su
parte, estaba prácticamente asegurada. El problema estaba en la otra parte,
pues Fernando pasaba de los cincuenta años y el tiempo empezaba ya
a pasarle factura. La fogosidad y virilidad que tuvo en su tiempo con Isabel (de
la que tuvo cinco hijos), con doña Aldonza Roig, Joana Nicolau, Toda de Larrea
y Pereira, con las que tuvo otros cinco vástagos bastardos, o los desconocidos
devaneos amorosos con otras damas de las que no sabemos si también tuvo
descendientes, ahora le fallaba; él sabía que su apasionada fogosidad se estaba
apagando y debía darse prisa si quería tener un heredero, por lo cual si quería
estar a la altura de su joven y fogosa esposa no le quedaba otra alternativa
que recurrir a la ingesta de afrodisíacos que excitaran su decadente virilidad y apetito
sexual.
Turmas de toro, o criadillas |
Afrodisíacos, con mayor o menor grado de efectividad, los ha habido
siempre y se han usado en todas las culturas del mundo. Había civilizaciones
antiguas que creían que por comer testículos de toro dotaban de la energía y
fortaleza del animal a quien los ingiriese, fortaleciendo de este modo la
potencia sexual, teoría que carece totalmente de fundamento científico. Pero el
hecho es que esta creencia y costumbre perduró hasta la Edad Media. Además, si
te atiborras de testículos de toro lo más que te puede pasar es que cojas una
indigestión; de ello no vas a morir y, al contrario de lo que pueda pensarse,
son muy nutritivos.
La hiperactiva y fogosa Germana de Foix, tras múltiples intentos con
su marido para poder concebir al nuevo vástago lo antes posible, comprobó en
sus propias carnes la falta de deseo y de potencia sexual de Fernando, por lo
que decidió recurrir al mencionado afrodisíaco de los testículos de toro, tan
de moda en la Edad Media, pero por si esto resultase poco eficaz podría ser que
decidiera añadirle también un preparado de cantárida[2], otro afrodisíaco que,
en contraposición a la ineficacia como tal de las turmas de toro, sí que tenía
resultados aparentes.
Mosca española. Lytta vesicatoria o cantárida. |
La lytta vesicatoria, conocida popularmente
con el nombre de cantárida, y también como mosca española, es un insecto
coleóptero, de la familia Meloidae, de color verde esmeralda metalizado, que
habita en ecosistemas cálidos y subtropicales y suele encontrarse en los
olivos, saúcos, fresnos, álamos…, árboles muy corrientes en nuestras tierras
castellanas. También se denomina polvo de cantárida, o cantaridina, al producto
resultante de la desecación del insecto y su posterior trituración, utilizado
en medicina por su poder vesicante para el tratamiento de ulceraciones de la piel,
aplicando emplastos que supuestamente ayudaban a eliminar sus líquidos
perniciosos, y por vía oral se ha prescrito como diurético y contra la
incontinencia urinaria. Es cierto y probado que tomado oralmente produce
irritaciones en el aparato urinario y priapismo (erección del pene) que podía
durar horas, y la gente de la Edad Media lo sabía; por esta razón, erróneamente
se creía que se trataba de un afrodisíaco. En la Edad Media se conocían los efectos
inmediatos de esta “viagra”, pero no los efectos secundarios consecuentes de
una sobredosis, que podían provocar lesiones renales, nefritis, retención de
líquidos, diarreas, hidropesía, apoplejías e infartos.
Según Antonio Balduque, eran tan grandes las ganas que tenía la joven
Germana de Foix de estimular a don Fernando que sin prever, por total desconocimiento,
los efectos de la cantaridina, hizo que en los brebajes que le preparaba se
pasara de cantidad, ocasionándole un efecto contrario al deseado. Las crónicas
cuentan que el rey “después de holgar”
con ella se empezó a encontrar indispuesto, apareciendo en él graves
desarreglos físicos.
La sobredosis de cantárida no
fue lo suficientemente elevada como para matarle en el acto, pero sí para saber
que su muerte estaba anunciada. Jerónimo
Zurita cuenta: “… Estaba en este tiempo
el rey en Medina del Campo: y siendo vuelto de Carrioncillo, adonde se había
ido a holgar con la reina (…) adoleció de una grave enfermedad(…) ocasión de un
feo potaje, que la reina le hizo dar para más habilitarle, que pudiese haber
hijos(…)esta enfermedad se fue más agravando cada día, confirmándose en
hidropesía con muchos desmayos, y mal de corazón: donde creyeron algunos, que
le fueron dadas yerbas”.
Y el cronista Sandoval dice que enfermó el rey Católico en Medina del
Campo, viniendo de Carrioncillo, “porque
la reina su mujer, con codicia de tener hijos, le dio no sé qué potaje ordenado
por unas mujeres de las cuales dicen fue una, doña María de Velasco. Dominóle
tan fuerte la virtud natural que nunca tuvo día de salud, y al fin le acabó
este mal”.
Durante dos años Fernando el Católico tuvo que sufrir diarreas,
desajustes de tensión arterial, problemas de corazón, retención de líquidos,
hidropesía y desajustes renales hasta que la muerte le libró de este
sufrimiento. Todos estos desarreglos son síntomas inequívocos que provoca la
ingesta de la cantaridina.
Además de la crónica expuesta anteriormente de Zurita vamos a ver el
análisis de los testimonios escritos que nos han llegado y que a continuación
detallamos, donde expertos y cronistas parecen coincidir en que el Monarca
murió de una infección renal.
El cronista Santa Cruz
alude a la hidropesía que padeció Fernando el Católico en el momento de su
muerte:
(…) Falleció en ábito
de Santo Domingo, muy rehecho de las carnes que tenía, por le sobrevenido
cámaras, que no sólo le quitaron la hinchaçon de la hidropesía pero les
deshicieron y demejoraron de tal manera que no parecía el que solía ser(...)[3]
Fray Prudencio de Sandoval apuntaba la posibilidad de que el monarca padeciese
alguna enfermedad cardíaca:
(…) Y a la verdad su
enfermedad fue hidropesía con mal de corazón, aunque algunos quisieron decir
que le habían dado yerbas, porque se le cayó cierta parte de una quijada; pero
no se pudo saber de cierto más de que muchos creyeron que aquel potaje que la
reina Germana le dio para hacerle potente le postró la virtud natural (…)[4]
El cronista Santa Cruz señala:
(..) una noche, siete de
junio, estuvo su alteza tan malo que pensaron que no llegaría a mañana (..)[5]
Exactamente lo mismo, pero con fecha algo posterior se expresaba Galíndez
de Carvajal:
En una carta de P. Mártir de Anglería, datada el 18 de julio, el
citado humanista decía:
(…) Llevado de un
repentino impulso se ha instalado aquí, porque una de las noches próximo
pasadas casi se quedó ahogado mientras dormía. Un síncope y el catarro le
obstruyeron las fibras del corazón. Uno de los encargados de la vigilancia nocturna
del rey (…) sintió al soberano atragantarse y dar unos horribles ronquidos.
Paseaba el centinela por la estancia (…) y acudió al estrépito que formaba el
rey, casi a punto de expirar. Entró en el aposento y lo encontró medio muerto,
con la cabeza colgando fuera de la cama. Prorrumpió en gritos el desdichado.
Acuden los camareros y acomodan al rey en el lecho. Friccionan sus miembros y
sacuden todo su cuerpo. Traspuesto, con el habla perdida, torcía los ojos. Le
rocían el rostro con agua fría. Por fin volvió en sí (…)[7]
Un mes más tarde, estando en Segovia, según relata Galíndez de Carvajal,
el rey “estuvo asaz malo”[8]. A finales del mes de
octubre, los médicos que lo trataban le aconsejaron que abandonase Madrid y se
marchase a Sevilla, pues consideraban que el clima cálido de esa ciudad sería
beneficioso para su salud[9]. Pero don Fernando no
volvió a Sevilla nunca más. Tras permanecer en Plasencia y posteriormente en
Trujillo- en esta última ciudad estuvo hasta el día de reyes-[10] se marchó hacia
Madrigalejo, lugar en el que se agravó su enfermedad[11] y en el que encontró
la muerte[12].
Con estos datos no se puede saber a ciencia cierta cuál fue el motivo
de la enfermedad de Fernando el Católico; lo más que podemos sacar en claro es
que estaba muy enfermo, con graves dolencias y paradas cardíacas; que esta
dolencia le sobrevino medio año antes de su muerte, es decir, en el verano de
1515; que murió poco antes de su 64 cumpleaños; que empezó a sentirse
indispuesto después de tomar el potaje que la reina le dio; que dicho potaje le
fue administrado para potenciar su virilidad y que los síntomas de la
hidropesía eran evidentes.
La pregunta es: ¿Formaba parte la cantárida en el potaje que le dio a
tomar Germana de Foix a Fernando, sustancia conocida por sus efectos afrodisíacos
pero de la cual se desconocían sus mortales efectos secundarios? Los médicos
desconocían estos daños colaterales de la cantárida, pero sí tenían claro que
el abuso del afrodisíaco brebaje menguaba la salud del rey, (de esta opinión es
Angel Casas, profesor de Historia Medieval de la Universisdad de Barcelona,)[13] pero para cuando
dejaron de administrarle la “pócima mágica” ya era demasiado tarde, la salud
del rey era irreversible, y el 22 de enero de 1516 cuando se dirigía a Guadalupe, procedente de Plasencia, se agravó tanto su enfermedad que la Comitiva Real tuvo que buscar refugio a mitad de camino en Madrigalejo (Cáceres), concretamente en la casa de Santa María, propiedad de los monjes del monasterio de Guadalupe,donde falleció la madrugada del día 23.
Casa de Santa María. Madrigalejo (Cáceres) |
[1] Cabrera Sánchez,
Margarita. “La muerte de los miembros de la realeza hispánica medieval a través
de los testimonios historiográficos”. Universidad de Córdoba, en: la España Medieval, año 2011, vol. 34, pp. 97-132.
[2] Antonio Balduque
Alvarez. Fernando “El Católico”: El Rey
que murió de sobredosis de afrodisíacos. Escritores en red.
[3] Santa Cruz, A. de,: Crónica de los Reyes Católicos, t. 2,
p.338.
[4] Sandoval, Prudencio
de: Historia de la vida y hechos del
emperador Carlos V, vol. 80, p.63.
[5] Santa Cruz, A. de: Crónica de los Reyes Católicos, t. 2, p.
302.
[6] Galíndez de Carvajal,
L. Anales breves del reinado de los Reyes
Católicos don Fernando y doña Isabel. Vol. 70, p.561.
[7] Mártir de Anglería, Pedro.
Epistolario. Vol. XI, p. 181. en Colección
de documentos inéditos para la historia de España.
[8] Galíndez de Carvajal,
L. Anales breves del reinado de los Reyes
Católicos don Fernando y doña Isabel. Vol.70, p. 561.
[9]“Desde Madrid se partió su alteza a la ciudad de Plasençia, para de allí
venirse a Sevilla porque los médicos le decían que por ser tierra caliente le
sería buena para su mal(…) ( Santa Cruz, A de. Crónica de los Reyes Católicos., t. II, p. 320.
[10] Galíndez de Carvajal,
L. Anales breves del reinado de los reyes
Católicos don Fernando y doña Isabel, vol. 70,p. 561. “(…) Y estando su alteza en este lugar se le
agravó en gran manera su enfermedad y le fue dado a entender que estaba muy
cercano a la muerte(…) (Santa Cruz, A. de. Crónica de los Reyes Católicos, t. II, p. 331.)
[11] Ibidem, p. 338
[12] Jerónimo Zurita sólo
consigna la fecha de la muerte (Zurita, J. Anales
de la Corona de Aragón. T. 2, p. 740.
[13] Casas Angel. L´estranya mort de Ferran el Católic. (texto de Arnau Cónsul,
periodista.) Revista Sapiens nº 54.
BIBLIOGRAFIA
-CABRERA SÁNCHEZ, MARGARITA. “La muerte
de los miembros de la realeza hispánica medieval a través de los testimonios
historiográficos”, en “La España Medieval”,
año 2001, vol. 34, pp. 97-132. Madrid.
-CASAS, ANGEL. L´estranya mort de Ferran el Católic. (Texto de Arnau Cónsul, periodista)
Revista Sapiens nº 54. Badalona. Abril, 2007.
-FISAS, CARLOS. Historias de la historia. Primera serie. Círculo de Lectores. Barcelona,
2008.
-GALÍNDEZ DE CARVAJAL, L. Anales breves del reinado de los Reyes Católicos
don Fernando y doña Isabel. Vol. 70. Ed. BAE. Madrid, 1953.
-MARTIR DE ANGLERÍA, PEDRO. Epistolario, en: Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, vol. XI.
Ed. López de Toro. Real Academia de la Historia. Madrid.
-SANDOVAL, PRUDENCIO de. Historias de la vida y hechos del emperador
Carlos V, vol. 80. Ed. BAE. Madrid, 1955.
-SANTA CRUZ, A. Crónica de los Reyes Católicos, t. 2. Ed. Carriazo. Sevilla, 1951.
-VACA DE OSMA, JOSÉ ANTONIO. Los Reyes Católicos. Espasa (Biografías)
Madrid, 2001.
-ZURITA, JERÓNIMO. Anales de la Corona de Aragón. T. 2. Zaragoza, 1977.
En la web:
-Wikipedia. Lytta vesicatoria
-www.antoniobalduque.blogspot.com.es.
Blog de Antonio Balduque Alvarez. Fernando
“El Católico”: El Rey que murió de sobredosis de afrodisíacos (entrada del 19
de noviembre del 2009)
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