Castillo de Sos. Torre del homenaje y torreón circular |
Sos, hasta el siglo XI estaba formado por el castillo
y poco más, simplemente era un lugar defensivo y militar, como así lo atestigua
la documentación que denomina a Sos en los siglos X y XI como “castrum”
(castillo), siendo a partir del siglo XII cuando lo hace como “villam” (villa),
es decir, que ya contaba entonces con habitantes. El castrum se completaba con
una iglesia anexa (posiblemente también de madera, ¿o piedra?) en torno a la
cual se desarrollaron las características necrópolis de tumbas antropomórficas
excavadas en la roca y de cabecera occidentada[1]
Tumba antropomorfa excavada en la roca bajo los ábsides de la iglesia de San Esteban |
El estratégico emplazamiento del castillo de Sos no fue elegido al azar,
así lo certifica el extenso dominio visual que abarca, desde la cercana
localidad de Sangüesa, sierra de Leyre, valle de Onsella o Sierra de Santo
Domingo hasta las cumbres de los Pirineos.
En un principio, el castillo fue una sencilla
construcción de madera y que, con toda seguridad, estaría ubicado en las rocas
que hay frente al Parador de Turismo, como así lo atestiguan los restos
visibles de las entalladuras practicadas en la roca que sujetarían aquellas
primeras estructuras defensivas de madera y los hoyos practicados para fijar
las estructuras verticales. Posiblemente estaría constituído por alguna torre defensiva
de madera complementada por alguna serie de paramentos pétreos dispuestos en la
parte alta de la roca, constituyendo de esta manera un recinto defensivo más
sólido, e incluso compuesto de varios núcleos defensivos ubicados sobre
diferentes puntos estratégicos, como así indican los restos encontrados, y el conjunto de todos ellos formaban “el castillo”, atestiguado por los documentos existentes.
Primitiva muralla pétrea junto al Parador de Turismo. |
El uso de la madera es indudable, pues las plataformas rocosas tanto de la
parte del Parador de Turismo como en la cercana a la iglesia, presentan
oquedades redondas o cuadradas de 20 a 40 cm. de diámetro o de lado y de 15 a
20 de profundidad, dispuestos en círculo, que sirvieron para alojar los pies
derechos que componían la estructura fundamental de las torres redondas de madera.
Del mismo modo, en las paredes rocosas se constatan series de mechinales,
ordenados en líneas horizontales y paralelas, en los cuales se alojaban las
vigas que, con ayuda de pies derechos u oblicuos y entalladuras, soportaban
algunos cadalsos de uno o dos pisos, estratégicamente dispuestos para proteger
la escalera de acceso a la plataforma o la cota mínima de la roca. La techumbre
estaba cubierta con un tejado de simple o doble vertiente que penetraba en la
roca por medio de una entalladura. A veces se accedía a los cadalsos con
escaleras, cuyos peldaños lígneos se incrustaban también en la roca. La
plataforma se cerraba con uno o varios recintos, cuya estructura era
ciertamente de madera y quizás también de tapial.[2] El castillo
disponía de aljibe. En las cercanías del Parador restan varios aljibes con
marcas de entalladuras y pies derechos, así como una necrópolis.
Poco a poco, estas construcciones lígneas fueron
sustituidas por otras edificaciones de piedra en los siglos posteriores,
ampliándose hasta llegar al emplazamiento actual, en el promontorio más
septentrional de la Sierra de Peña, sobre uno de los dos salientes rocosos de
esta sierra, llamado Roca Feliciana; en el otro promontorio, Peña Ferma, se
alza el Palacio de los Sada, sobre las ruinas del anterior castillo.
Paramento del lienzo oeste del castillo construido en época de Ramiro Garcés de Viguera. |
En un principio, el primer paso hacia el castillo
pétreo fue la construcción de torres y murallas con gruesos mampuestos
ordenados en hiladas regulares y unidos con un género de mortero blanco de un
grano bastante grueso y muy duro, de los que quedan las cinco primeras hiladas
escalonadas, en forma de zarpa, en los restos del recinto que encerrara el
palacio de Ramiro Garcés de Viguera en el actual jardín que rodea la iglesia de
San Esteban y también en las ruinas de una torre construída sobre la roca que
sucedió al viejo castillo de madera y tapial[3]
Torreón circular del castillo |
Castillo de Sos. Torre del homenaje |
Tras los restos localizados en diferentes ocasiones y
las prospecciones realizadas por georadar parece ser que la planta original
remite a un castillo de planta cuadrada con torres en las esquinas y una torre
a modo de la del homenaje adosada al muro Norte.
Según el montañero y estudioso del tema, Adolfo
Castán, el paso inicial en este tipo de fortificaciones fue la construcción o
el reaprovechamiento de los primitivos puestos de vigía que tenían una clara
función defensiva, y estaban dispuestos estratégicamente en montañas aisladas
de forma cónica con un enorme campo visual. Estas montañas fueron aterrazadas
en su cima, disponiéndose en aquellos lugares más accesibles fosos y muros de
mampostería en seco carentes de torres; la construcción de estos muros de
cierre no fue necesaria en aquellas partes de la terraza artificial en que
existían grandes cortados naturales. Posteriormente se crearon unas
fortificaciones más ambiciosas que son mencionadas en las fuentes escritas como
muros o murillos. Estos muros se construyeron en lo alto de las montañas
menos pronunciadas, que contaban en su parte superior con una terraza de mayor
superficie que proporcionaba amparo a hombres y animales en caso de necesidad,
mientras que los edificios de vivienda se desperdigaban en su alrededor. Estos
muros son de mampostería dispuesta sin argamasa y protegen solamente los flancos
más accesibles, y carecen de torres o estructuras de refuerzo. A medida que
avanza el siglo X esta idea arquitectónica de un muro que protege únicamente el
flanco más accesible de una montaña protegida en tres de sus lados por cortados
naturales, resulta ser bastante precaria y va siendo madurada; así, la primera
fortaleza prerrománica de Sos del Rey Católico era un muro recto de sillares de
gran tamaño- en línea de los existentes en los castillos prerrománicos de
Xavier y de Añués- que cerraba por completo el acceso a la plataforma del
castillo, construído a principios del siglo X por la monarquía Navarra, debido
a que entonces Sos estaba bajo su área de influencia, y se edificó como
baluarte fronterizo frente al Islam. Cabe reseñar y recordar que en el
emplazamiento actual de la iglesia de San Esteban se levantaría la
fortificación edificada por Ramiro Garcés de Viguera, puesto que queda un muro
del siglo X que posteriormente Ramiro I aprovechó para la construcción de su
castillo, y al que anteriormente se ha hecho referencia.
El torreón circular en su parte superior |
El dominio de los musulmanes fue breve, pues a
comienzos del siglo X Sos estaba ya en poder de los cristianos navarros tras
una feliz campaña de Sancho Garcés I .Según el erudito abad de San Juan de la
Peña, don Juan Briz Martínez, la memoria mas antigua que se tiene de la
fortificación de Sos data del año 907, cuando “el rey don Sancho Garces, o
sea Abarca, que empezó a reinar en el año 907, fundo el Castillo de Sos”[4]
En el año 970, Sancho Garcés II acrecentó la fortificación.
Se sabe que en año 975 Ramiro Garcés de Viguera había establecido su residencia
en Sos para dirigir la defensa contra los musulmanes. De esta época es el lienzo de cierre de la muralla que antes hemos visto en la zona que rodea la
iglesia de San Esteban y está realizado en sillería, de unos 2,30m. de altura en cinco hiladas, cuyos sillares, de gran
tamaño, están relativamente bien encuadrados, si bien la marca de los
instrumentos utilizados en la talla son escasas. El aparejo se dispone a soga y
tizón, agrupándose los tizones en grupos de dos o tres, lo que constituye una
clara imitación de los ritmos constructivos propios de la arquitectura islámica
de la época del califato de Córdoba.[5]
En la parte oeste y al Sur de este lienzo hay una reparación posterior que se
debe corresponder con el final del reinado de Ramiro I o primeros años de
Sancho Ramírez. La esquina suroeste presenta una sillería en la que la
almohadilla es tan fina que prácticamente ha desaparecido. Este tipo de
aparejo, que debe datar de los últimos años de Ramiro I recuerda la cantería
islámica, que también es evocada por el zócalo escalonado de esta parte de la
muralla. En el resto del castillo el aparejo está muy erosionado, y la sillería
se dispone a soga, siendo muy frecuente los tizones.
El muro confluye en la mitad de los lados de la torre |
Los muros que confluyen en la torre lo hacen en la mitad de sus caras, invadiendo la mitad de la torre el patio del castillo |
Tras
la razzia de Almanzor de 999-1000
contra la frontera de los Arbas, el Onsella y el Gállego, la zona quedó
bastante desolada y derruída, por lo que había que levantar de nuevo fronteras
y fortificaciones. El restablecimiento de la antigua frontera corrió a cargo
Sancho Garcés III “el Mayor”, hijo de Sancho Garcés II, quien mejoró, allá por
el año1024, la fortaleza de Sos para reforzar la frontera, nombrando tenente
del mismo a Gimeno Garcés, quien estuvo al mando del castillo hasta 1054,
perteneciendo ese período al reino de Navarra. El castillo de Sos es un modelo
representativo de esta primera fase de la castellología que se llevó a cabo con
Sancho III el Mayor.
El primer rey aragonés, Ramiro I, incorporó
el lugar a Aragón en 1044 para plantar cara a Navarra desde el mismo,
realizando de nuevo obras en el castillo aprovechando sus viejos muros. Seguramente
en los años centrales de su reinado, sobre el 1050, se consideró que el muro concebido
como un único lienzo recto hacia el año 975 era insuficiente y no estaba en consonancia
con las comodidades propias de la arquitectura militar de la época, por lo que
se decidió construir un nuevo castillo de planta rectangular que reutilizara el
muro prerrománico en su frente de poniente, completándolo con otros dos rectos
y un tercero. Este nuevo castillo presenta en su lado norte una articulación
integrada por dos torres de mayor tamaño en las esquinas, una rectangular en el
ángulo noreste y otra cuadrada, además de otra medial más pequeña en el centro,
estando de esta forma en deuda con la castellología islámica. La torre
rectangular tiene unas medidas en los lados cortos de 2,20 m(este) y 2,23
m.(oeste) por 3,93 (norte) y 3.90 m. (sur), con un grosor en el muro oeste de
2,06 m y en el sur, que daba al interior del recinto, de 1,72 m.; las hiladas
de los sillares oscilan entre los 28 cm la menor y 52 cm la mayor. Era en esta
última cara en su extremo occidental donde se encontraba en planta baja el vano
de acceso al interior de la torre, del que se conserva la solera con la marca
del cerrojo que corresponde a los batientes de madera. En la torre cuadrada
podemos observar que parte de su planta invade el patio del castillo, es decir,
que los muros que confluyen en ella por ambos lados, lo hacen en la mitad de
sus respectivas caras. Los otros muros carecían de torres, incluso en las
esquinas, al menos en el ángulo suoeste, pues el suroriental ha sido destruído
en obras posteriores y no se puede apreciar nada.[6]
La clara influencia de la arquitectura militar
islámica en los castillos románicos en el reinado de Ramiro I de Aragón en las
Cinco Villas se debe principalmente a dos hechos: El primero es que la
renovación de los castillos que se llevó a cabo durante el siglo X y las
primeras décadas del XI en los condados catalanes y en el condado de Ribagorza
apenas es perceptible en las Cinco Villas, donde estas soluciones llegan extremadamente
debilitadas. Y el segundo es que el carácter fronterizo de las Cinco Villas respecto
al Islam facilitó que la arquitectura militar románica de esta comarca adoptara
numerosas soluciones creadas en las fortificaciones musulmanas.
Los ábsides de la iglesia forman parte de la muralla defensiva |
Otro elemento típico del castillo lo constituía la
iglesia, integrada dentro de los muros del mismo, de tal modo que su muro o
parte del mismo formaba también parte defensiva, como ocurre con los ábsides de
la iglesia de San Esteban, constituyendo una verdadera muralla y un sólido
refugio en altura para los habitantes de la villa en caso de ataques. Este tipo
de castillo propio del románico primerizo se encontraba ya en la España
islámica de la segunda mitad del siglo X, lo que vuelve a demostrar una vez más
la incidencia de la cultura musulmana en la mayoría de las construcciones defensivas
cristianas.
En el caso concreto de Sos, la topografía de su casco
urbano pudo además, en su tiempo, contribuir a facilitar su defensa. En la
documentación disponible no se citan más espacios fortificados que el antiguo
castillo del siglo XII y la iglesia mayor. El caserío, situado en pendiente
bajo este espacio, debía quedar suficientemente aislado para evitar que los
enemigos pudieran fortificarse en él. “Que
la esglesia del dito lugar fuesse ensellada e valleyada con el castiello
ensemble...con tal provision que de la villa nova a la dita fuerça antiga danyo
alguno non pudiessa venir”. [7] En
septiembre de 1362, en plena guerra con Navarra, sólamente había diez hombres a
caballo en el castillo, cuando se estimaba que debían ser unos 100 hombres el mínimo
necesario para defenderlo. Para cumplir todas estas medidas, el rey envió allí
al infante Fernando, que entonces era lugarteniente general.
La torre edificada sobre la roca natural |
Torre del homenaje sobre la Peña Feliciana |
El nacimiento de un lenguaje común entre los castillos
del primer tercio del siglo XI se puede probar observando las similitudes
existentes entre el primer castillo de Loarre, el de Abizanda, en Huesca, y el
de Torres de Oeste, en Galicia: las mismas técnicas de trabajo de la piedra, y
sobre todo, las mismas plantas de las torres y la misma manera de disponer los
pisos, características que llevaron a pensar que estos castillos del siglo XI
pudieron ser fruto de la iniciativa del rey Sancho III el Mayor. Todos pertenecen
al primer arte románico.
En 1129 Alfonso I hace mejorar las defensas de la
fortaleza de Sos, y hacia 1137 se concluyen las obras, fechas en las que, por
iniciativa del rey aragonés Ramiro II “El Monje”, se reconstruyó y consolidó
esta atalaya en una impresionante fortaleza, construyendo la torre del
homenaje, alrededor de la cual se construye una muralla, dejando en el interior
de ella un patio al aire libre. Este podía servir tanto como patio de armas
para la guarnición del castillo como de refugio temporal para la población. De esta forma mejoró las instalaciones para defender, vigilar y controlar la frontera
con Navarra. Un documento de Ramiro II del año 1137 habla del maestro Jordán,
que hace un castillo en Feliciana, viéndose
esculpida su marca en algunos sillares de la iglesia de San Esteban. Este documento
es una donación hecha por el propio monarca a San Juan de la Peña en el mes de
mayo de dicho año:
“...el castillo actual se empezó a
fabricar en el reinado de Alfonso el Batallador y se perfeccionó en el de Don
Ramiro el Monje, su hermano. Así resulta de una donación hecha por este último
rey a Sa Juan de la Peña por el mes de mayo de 1137, hallándose en Sos, donde
había ido a ver el castillo, que había fabricado el artífice o ingeniero
llamado Jordán en el sitio, que entonces se decía Feliciana y confirma este
privilegio don Pedro de Atares, señor de Borja y Sos.” [8]
La donación realizada fue el molino
de Santa Cruz, llamado de “Paradiso”, primera noticia existente de un molino de
propiedad real. A partir de entonces la localidad de Sos sería el principal bastión defensivo del reino aragonés frente a Navarra, como demostraron los enfrentamientos entre los años 1141 y 1143 en las zonas de Lumbier y Sos entre navarros y aragoneses.
Así se
termina de construir este excelente ejemplo de fortaleza que protege una
población medieval, y paradigma del binomio castillo-templo románico tan frecuente
en Aragón y Cataluña.
En 1139 tomó el castillo el rey navarro don García
Ramírez, poniendo de alcalde a don Guillén Aznárez de Oteiza
En 1143 lo vuelve a recobrar para Aragón el príncipe don Ramón de Berenguer.
En 1283 se realizan obras en el castillo, según un documento que refleja un mandato a Mosse de Portella, judío, para que pagase a Juan Martínez de Undués, entonces alcalde de Sos, la cantidad de 750 s.j.por las obras que se habían realizado en el castillo[9]
En 1283 se realizan obras en el castillo, según un documento que refleja un mandato a Mosse de Portella, judío, para que pagase a Juan Martínez de Undués, entonces alcalde de Sos, la cantidad de 750 s.j.por las obras que se habían realizado en el castillo[9]
En 1288 Alfonso III tuvo que entregar el castillo a los unionistas.
En 1361 se reconstruyeron las murallas, según se desprende de un documento en el que los obreros y vecinos de Sos Jimeno de Lozano y Pedro Tailadura recibieron de los comisarios de las ventas de las primicias del Obispado de Pamplona cierta cantidad de dinero para la reconstrucción de las mismas[10]
En 1361 se reconstruyeron las murallas, según se desprende de un documento en el que los obreros y vecinos de Sos Jimeno de Lozano y Pedro Tailadura recibieron de los comisarios de las ventas de las primicias del Obispado de Pamplona cierta cantidad de dinero para la reconstrucción de las mismas[10]
Durante el reinado de Felipe IV, y en el año 1641 se reconstruyeron
otra vez el castillo y las murallas, que estaban muy dañadas.
El castillo de Sos fue restaurado por los
servicios estatales competentes en 1941 según el proyecto del arquitecto
Larrodera.
Entre 1960-1970 el arquitecto Pons Sorolla
reconstruye y restaura el recinto amurallado del castillo.
En 1985 el Gobierno Aragonés restaura la zona
norte de las murallas.
El castillo ha sido objeto de cinco campañas de
excavaciones arqueológicas efectuadas por los arqueólogos Jose María Vidales
Castillo y María Elisa Palomar Llorente. Estas actuaciones arqueológicas han
contribuído a tener un mejor conocimiento de los elementos originales de la
fortaleza, los cuales habían sido ocultados bien por el paso del tiempo, bien
por las obras de restauración llevadas a cabo en la década de los años
cincuenta del siglo XX. Estas excavaciones han permitido descubrir un aljibe
altomedieval, del que parte un aliviadero que, hecho con paredes y cubierto de
losas, desemboca en el ángulo sureste de la fortificación. Según los
arqueólogos data de la época de la fundación del castillo, ya que la contemporaneidad
de las construcciones y el nivel de cerámicas grises que tienen así lo indican.[11]
Aljibe altomedieval |
Informe arqueológico de 1987 de José María Viladés Castillo[13]
En el lado E. del castillo y adosado a la torre se
encuentra un aljibe de 1,90 m. de largo por 3,25 de ancho y 3m. de profundidad.
Su construcción se realiza mediante un sistema mixto de aparejo; los muros
hasta su zona alta, aproximadamente alo 2,5 m. se realizan mediante cantos y
trozos de piedra sin trabajar unidos mediante una argamasa de yeso y ceniza; en
la parte superior cambia, construyéndose a base de sillares muy bien
trabajados, unidos también con argamasa de yeso y ceniza; estos sillares se conservan
en alturas hasta tres hiladas, que se encuentran inclinadas para formar la
posible bóveda que cubriría el aljibe.
Interior del aljibe en el patio del castillo |
Bases de pilastras en el patio del castillo hacen suponer que tendría cubierta |
En lo referente a los muros del castillo podemos
contemplar dos de técnicas bien diferentes: el situado junto al aljibe, en su
lado N. arrancando de la pared de la torre, está realizado mediante bloques de
piedra de gran tamaño y muy poco trabajadas. El otro muro, que arranca de la
roca natural del terreno en la que se apoya la torre, está realizado a base de
bloques de piedra bien trabajadas y continuándose mediante sillares
perfectamente escuadrados al exterior conforme avanza en dirección E.
En el ángulo N.O. del castillo aparece la base de un
posible torreón, construído mediante sillares regularmente trabajados y
cronológicamente hay que llevarlo al momento de la construcción del castillo,
atendiendo al sistema constructivo muy parecido al que se observa en la base de
la torre.
Lienzo de muralla del castillo arrancando de la roca natural |
El siguiente nivel es el que aparece dentro del aljibe
y en los alrededores de éste. Los materiales que aparecen se fechan entre los
siglos XVIII y XIX, con abundantes intromisiones modernas en la zona superior,
así como para su relleno se traen tierras posiblemente de otra zona del castillo con cerámicas medievales,
grises e hispanomusulmanas, aunque éstas últimas muy escasas.
El siguiente nivel es el situado sobre la canalización
y bajo la pilastra del ángulo S.E. del aljibe, formado por materiales Alto
medievales correspondientes a cerámica de tipo gris.
[1]
Galtier Martí, Fernando. Los castillos e
iglesias de la frontera de los Arbas, el Onsella y el Gállego, en: Las grandes líneas del arte prerrománico
aragonés. Artigrama nº8-9, 1991-1992, pp. 265-269.
[2]
Ibidem
[3]
Ibidem
[4] Briz
Martínez. Lib. 2, cap. 9, Fol. 312.)
[5]
Bernabé
Cabañero Subiza. “Precedentes musulmanes y primer arte cristiano”; Las Cinco
Villas Aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII. Esteban Sarasa Sanchez,
pag. 218. I.F.C. Zaragoza, 2007.
[6] Cabañero
Subiza, Bernabé. “El castillo de Sos,”
en: los
orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la
tradición y la renovación. Cuadernos de las Cinco Villas, 3., pp.76-77.
C.E.C.V., Ejea de los Caballeros, 1988.
[11] J.Mª
Viladés Castillo. Informe de la primera
campaña de excavaciones en el castillo de Sos del Rey Católico (Zaragoza).
Boletín del Museo de Zaragoza, 6, pp.456-458. J.Mª Viladés Castillo y Mª E.
Palomar Llorente,
[12] J.Mª
Viladés Castillo, Excavación arqueológica
del castillo de Sos del Rey Católico, Zaragoza, IIIª campaña, 1988,
Arqueología Aragonesa, 1988.1989, p. 254. J.Mª Viladés Castillo y Mª E. Palomar
Llorente, Informe de la excavación del
castillo de Sos del Rey Católico, Zaragoza. Campaña 1989, Arqueología
Aragonesa, 1988-1989, p. 256. J.Mª Viladés Castillo y Mª. E. Palomar Llorente, Informe de prospección por radar del
castillo de Sos del Rey Católico, Zaragoza. Campaña 1989, Arqueología
Aragonesa, 1991, p. 198.
[13] Excavaciones en el castillo de Sos del Rey
Católico, Boletín de Arqueología medieval, 2 pp.193-194. Jose Mª Viladés
Castillo, Informe sobre la excavación del
castillo de Sos del Rey Católico (Zaragoza). Campaña 1987, Arqueología
Aragonesa, 1986-1987,pp. 240-241; Jose Mª Viladés Castillo, Excavación arqueológica del castillo de Sos
del Rey Católico, Zaragoza, IIIª campaña, 1988, Arqueología Aragonesa,
1988-1989, p.254.
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-VILADÉS CASTILLO, JOSÉ Mª y PALOMAR
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