Situación
Castillo de Añués, en la muga entre Aragón y Navarra |
El castillo, o Torre de Añués, perteneciente al término
municipal de Sos, se encuentra al noroeste de la Villa, a mitad de camino entre
Sos y Sangüesa, a 515m de altitud.
Para llegar a Añués hay que tomar la carretera de Sangüesa,
recorrer unos tres kilómetros y desviarse a la izquierda bordeando el canal de
las Bardenas, cruzándolo por el tercero de sus puentes de servicio y atravesar
una pista hasta que tomamos un poco de altura. Desde aquí lo divisaremos bien
dada la altura de su torre y su ubicación sobre una pequeña elevación en el
despoblado que lleva su mismo nombre, a la sombra del monte Chaparral
.Enseguida nos percatamos, dada la proximidad con Sangüesa, que nos encontramos
justo en la muga con Navarra, imaginándonos la función militar para la que fue
diseñado y edificado. También podemos llegar hasta él a pie, tomando el sendero
histórico GR 1 que pasa por Sos y tras un paseo de 7,5 Km.
Señal del sendero histórico GR 1 en Añués indicando la dirección a Sos y su distancia (7,5 Km) |
Historia
Este castillo, uno de los más antiguos de la provincia
de Zaragoza, era más bien un puesto de vigilancia avanzado sobre la vecina Navarra. Las
primeras referencias históricas datan de un documento falsificado del año 880,
cuando el municipio era propiedad del monasterio de Leyre, donado a éste por el
rey García Iñiguez junto con Lerda[1].
Según Ubieto Arteta, citado por C. Guitart, es la antigua “Annuissem.”
En la documentación del monasterio de Leire se
conservan varias referencias a la antigua villa y a su iglesia, citando el
lugar con topónimos como Anias, Anios, Aniosse, Agnos...
En 1088 Aznar (Acenarius
clericus de Anios), clérigo de Añués, encomendó su cuerpo y su alma a San
Salvador, por medio de un instrumento en el que figura un tal García, “...sacerdos de Anias.”
En 1090 García Fortuñones de Villatuerta y su mujer
Toda Galíndez estipularon que tras su muerte pasaría a propiedad del abad
Raimundo y el monasterio de Leire su alodio y “palatium” de Añués[2].
En 1098 esta
posesión fue confirmada al abad Raimundo, reconociendo sus derechos sobre la
villa[3].,
figurando entonces como “Anoise”. Parece ser que la donación consistía en la
mitad de la honor que había poseído allí, pues la otra mitad fue entregada por
los hermanos de García, Ortí Ortiz de Cortes y Sancha, en 1099, cuando
confiaron a su sobrino Lupo, hijo de García y Toda, al monasterio navarro.
En el mismo año (1098), y con motivo de la
consagración de San Salvador, el rey Pedro I reconoció los derechos del
monasterio sobre la villa. Un diploma datado antes de 1115 afirma que la villa
había sido donada a los monjes del monasterio de Leire por el monarca,
expresando al mismo tiempo la existencia de una iglesia en el lugar. El
mencionado diploma fue suscrito por García, prior de Añués, lo que indica que
la iglesia fue, probablemente, sede de un priorato dependiente del monasterio
navarro. Por sentencia arbitral, la posesión del templo por los benedictinos no
tendría lugar hasta el año 1197.
En 1136 el Abad
García liberó a los hombres de Añués de las malas pechas y los malos fueros,
regulando sus relaciones con el monasterio. Por estas fechas se repobló la
villa y se mejoraron las defensas del castillo ante el peligro de alguna
invasión navarra. Permaneció en el señorío del monasterio de Leyre hasta que en
1305 los monjes del monasterio lo permutaron a Jaime II por el patronazgo de la
iglesia de La Real.
En 1473 Juan II lo entregó a Juan Ortiz por la ayuda
prestada por éste durante la guerra civil.
La población fue perdiendo
importancia y quedó deshabitado en el siglo siguiente. Sus últimos señores
fueron los Añués, hasta la Desamortización, y en 1840 lo adquirió Marco Antonio Bonafonte, en cuya descendencia familiar continúa.[4]
Arte
Lamentablemente no tenemos información arqueológica de
profesionales sobre este emplazamiento, pero sí un fabuloso estudio realizado
por A. García Omedes.
Torre de Añués |
Lo que más destaca, y por consiguiente, lo primero que
observamos es su torre, de unos doce metros de altura, de planta cuadrada de unos cuatro metros de lado, con una aspillera en la zona inferior y
dos en la superior, y está rematada con almenas. En su interior una escalera de caracol, en piedra.
Adosada a su costado norte vemos los restos de lo que
fuera un templo románico de época tardía (XII-XIII), dedicado a San Pedro, edificado en buena piedra sillar con una cuidada técnica, orientado canónicamente, de
18,5 m de largo por 5,5 de ancho; conserva el muro de poniente, la práctica
totalidad del muro sur con el presbiterio y algo de los pies del muro norte. El
cilindro absidial ha desaparecido, pero se observan sobre el terreno hiladas de
sillares que lo perfilan.
Restos de una edificación posiblemente musulmana |
Una granja del último siglo se adosa a todo el
conjunto. A unos quince metros hacia el noroeste del templo, en la zona más
elevada del pequeño oppidum,
queda el basamento de una construcción de planta cuadrada de unos siete metros
de lado edificada a base de grandes sillares irregulares y poco trabajados
colocados a hueso, que bien pudieran corresponder a una torre anterior, quizás musulmana.
El presbiterio sur forma parte del lienzo norte de la
torre. Posee una puerta de medio punto dovelada cegada, que comunicó ambas
estructuras. Una imposta biselada recorre la unión de muro y bóveda, de la que
se conserva el arranque en este lugar y por detrás del mismo, permitiendo
aseverar que era de medio cañón apuntado.
Tras el amplio presbiterio, el muro sur muestra el
lugar donde hubo un ventanal, con su medio punto a partir de la imposta. Hubo
dos arcos fajones apeados en pilastras adosadas al muro, mediante continuación
de la imposta descrita. La más anterior ha desaparecido, quedando su cicatriz,
y la posterior, permanece íntegra.
El muro de poniente permanece completo hasta el nivel superior del ventanal
derramado al interior que lo centra en altura. Hay mechinales en los muros
laterales que evidencian la presencia de un coro alto de madera.
A la derecha de la imagen: cierre de mampostería del muro norte |
Gran parte del muro norte ha desaparecido y se
sustituyó por un cierre de mampostería hasta enrasar con la fachada este de la
torre, probablemente para poder cerrar y utilizar como sala para uso diferente
al original. Desde el interior de la granja adosada al conjunto podemos ver la
zona exterior del muro sur del templo y los contrafuertes que señalan la
existencia de pilastras al interior.
Frontal de la torre, donde se aprecian las diferentes hechuras en su construcción |
En la base de la torre está la zona más antigua del
conjunto. Se ubica en su frontal con el ventanal aspillerado y en el ángulo
sureste de la misma. Allí los sillares son de diferente hechura, más toscos,
irregulares y arcaicos, cuyas primeras hiladas están formadas por enormes
bloques, que cuando devienen tizones alcanzan todo el espesor del muro. Son de
la misma época que las cinco primeras hiladas de la primitiva muralla pétrea de
Sos en lo que fuera palacio de Sancho Garcés. Hacia el norte de esta zona se
aprecia la diferente hechura de lo que fue templo del siglo XII-XIII, y en la
parte alta de la torre se aprecia, incluída en ella, el perfil de la cornisa
del muro sur del templo.
Cornisa del muro sur del templo empotrada en la torre |
No es normal picar en una torre para empotrar una
cornisa que no se ha de ver; lo que evidencia que el templo se estructuró adosado a una pequeña edificación arcaica, y posteriormente se levantó una
torre defensiva sobre ella aprovechándola como arranque. Teniendo en cuenta que la construcción del templo data hacia el siglo XIII, la zona media y alta de la torre, con su
elegante escalera de caracol construida en su interior, ha de ser, por lógica, de finales del XIII o ya a principios del XIV.
Exterior del muro de poniente, con ventanal centrado y derramado al interior y los mechinales para soportar el suelo del coro |
Cuando se edificó tardíamente la escalera de caracol,
se dejó una oquedad para permitir la iluminación del arranque, y a través de
ella,en el espesor del muro sur del templo, por detrás de la segunda columna, contemplamos un absidiolo. Sobre el
ventanal, hay imposta biselada de la que arranca una bóveda de cuarto de esfera
de pequeñas dimensiones y tosca ejecución.
La diferencia de hechuras con el templo descrito como
del XII-XIII es abismal para ni siquiera sospechar que fuera una capilla
adosada. Debió de ser parte de un pequeño templo de cabecera plana, orientado,
prerrománico(hispanovisigodo)[5]
[1] Ubieto Arteta, A. Documentos reales navarro-aragoneses hasta
el año 1004. Zaragoza, 1986., doc. 5, pp. 24-27.
[2] Martín Duque, Angel J.
Documentación medieval de Leire,
(siglos IX a XII). Doc. 132, pp. 192-193.
[3] Martín Duque, Angel J.
Documentación medieval de Leire, (siglos
IX a XII) Doc. 164, pp. 234-237.
[4] Cabañas Boyano,A. Aragón, una tierra de castillos, El
Periódico de Aragón, Zaragoza, 1999. p. 170.Guitart Aparicio, C. Castillos de Aragón; T. III, p.151,
Librería General, Zaragoza, 1999.
[5] A. García Omedes.
Romanicoaragones.com.
BIBLIOGRAFIA
-ACÍN
FANLO, J. L. Arquitectura románica. Vol. 5. Universidad de
Barcelona.
-CABAÑAS
BOYANO, AURELIO. Aragón, una tierra de
castillos. El Periódico de Aragón. Zaragoza, 1999.
-CABAÑERO SUBIZA, BERNABÉ. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. Cuaderno de las Cinco Villas, 3. C.E.C.V. Ejea de los Caballeros, 1988.
-CABAÑERO SUBIZA, BERNABÉ. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. Cuaderno de las Cinco Villas, 3. C.E.C.V. Ejea de los Caballeros, 1988.
-GUITART
APARICIO, CRISTÓBAL. Castillos de Aragón, III.
Librería General. Zaragoza, 1999.
-MARTIN
DUQUE, ANGEL J. Documentación medieval de Leire (siglos IX al XII). Pamplona, 1983.
-UBIETO
ARTETA, A.
Documentos reales navarro-aragoneses
hasta el 1004. “Textos medievales”, 72. Zaragoza, 1986.
En la
web:
-castillosespanyoles.bolgspot.com
-www.romanicoaragones.com
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