domingo, 31 de mayo de 2015

EL CASTILLO DE SOS

Castillo de Sos. Torre del homenaje y torreón circular
Sos, hasta el siglo XI estaba formado por el castillo y poco más, simplemente era un lugar defensivo y militar, como así lo atestigua la documentación que denomina a Sos en los siglos X y XI como “castrum” (castillo), siendo a partir del siglo XII cuando lo hace como “villam” (villa), es decir, que ya contaba entonces con habitantes. El castrum se completaba con una iglesia anexa (posiblemente también de madera, ¿o piedra?) en torno a la cual se desarrollaron las características necrópolis de tumbas antropomórficas excavadas en la roca y de cabecera occidentada[1]
Tumba antropomorfa excavada en la roca bajo los ábsides de la iglesia de San Esteban




El estratégico emplazamiento del castillo de Sos no fue elegido al azar, así lo certifica el extenso dominio visual que abarca, desde la cercana localidad de Sangüesa, sierra de Leyre, valle de Onsella o Sierra de Santo Domingo hasta las cumbres de los Pirineos.

En un principio, el castillo fue una sencilla construcción de madera y que, con toda seguridad, estaría ubicado en las rocas que hay frente al Parador de Turismo, como así lo atestiguan los restos visibles de las entalladuras practicadas en la roca que sujetarían aquellas primeras estructuras defensivas de madera y los hoyos practicados para fijar las estructuras verticales. Posiblemente estaría constituído por alguna torre defensiva de madera complementada por alguna serie de paramentos pétreos dispuestos en la parte alta de la roca, constituyendo de esta manera un recinto defensivo más sólido, e incluso compuesto de varios núcleos defensivos ubicados sobre diferentes puntos estratégicos, como así indican los restos encontrados, y el conjunto de todos ellos formaban “el castillo”, atestiguado por los documentos existentes.                                                                                                                                       
Primitiva muralla pétrea junto al Parador de Turismo.

 El uso de la madera es indudable, pues las plataformas rocosas tanto de la parte del Parador de Turismo como en la cercana a la iglesia, presentan oquedades redondas o cuadradas de 20 a 40 cm. de diámetro o de lado y de 15 a 20 de profundidad, dispuestos en círculo, que sirvieron para alojar los pies derechos que componían la estructura fundamental de las torres redondas de madera. Del mismo modo, en las paredes rocosas se constatan series de mechinales, ordenados en líneas horizontales y paralelas, en los cuales se alojaban las vigas que, con ayuda de pies derechos u oblicuos y entalladuras, soportaban algunos cadalsos de uno o dos pisos, estratégicamente dispuestos para proteger la escalera de acceso a la plataforma o la cota mínima de la roca. La techumbre estaba cubierta con un tejado de simple o doble vertiente que penetraba en la roca por medio de una entalladura. A veces se accedía a los cadalsos con escaleras, cuyos peldaños lígneos se incrustaban también en la roca. La plataforma se cerraba con uno o varios recintos, cuya estructura era ciertamente de madera y quizás también de tapial.[2] El castillo disponía de aljibe. En las cercanías del Parador restan varios aljibes con marcas de entalladuras y pies derechos, así como una necrópolis.
  Poco a poco, estas construcciones lígneas fueron sustituidas por otras edificaciones de piedra en los siglos posteriores, ampliándose hasta llegar al emplazamiento actual, en el promontorio más septentrional de la Sierra de Peña, sobre uno de los dos salientes rocosos de esta sierra, llamado Roca Feliciana; en el otro promontorio, Peña Ferma, se alza el Palacio de los Sada, sobre las ruinas del anterior castillo.
Paramento del lienzo oeste del castillo construido en época de Ramiro Garcés de Viguera.
En un principio, el primer paso hacia el castillo pétreo fue la construcción de torres y murallas con gruesos mampuestos ordenados en hiladas regulares y unidos con un género de mortero blanco de un grano bastante grueso y muy duro, de los que quedan las cinco primeras hiladas escalonadas, en forma de zarpa, en los restos del recinto que encerrara el palacio de Ramiro Garcés de Viguera en el actual jardín que rodea la iglesia de San Esteban y también en las ruinas de una torre construída sobre la roca que sucedió al viejo castillo de madera y tapial[3]
 
Torreón circular del castillo
El lugar actual es un recinto amurallado de planta irregular y de pequeñas dimensiones, en cuyo ángulo más agudo presenta un torreón circular provisto de dos filas de saeteras, por lo que debía tener varias plantas. En el centro, la gran torre del homenaje, de planta cuadrada, de seis metros de lado, levantada en piedra sillar, donde en su parte alta se incorporan sendas ventanas abiertas en arco de medio punto y rematadas por almenas; posee dos puertas orientadas al norte y al sur que se abren en arco de medio punto. La puerta septentrional está cegada, y en la meridional se modificaron sus arcos de medio punto con la adición de sillares irregulares, por lo que ahora su arco es adintelado.
Castillo de Sos. Torre del homenaje
Tras los restos localizados en diferentes ocasiones y las prospecciones realizadas por georadar parece ser que la planta original remite a un castillo de planta cuadrada con torres en las esquinas y una torre a modo de la del homenaje adosada al muro Norte.
Según el montañero y estudioso del tema, Adolfo Castán, el paso inicial en este tipo de fortificaciones fue la construcción o el reaprovechamiento de los primitivos puestos de vigía que tenían una clara función defensiva, y estaban dispuestos estratégicamente en montañas aisladas de forma cónica con un enorme campo visual. Estas montañas fueron aterrazadas en su cima, disponiéndose en aquellos lugares más accesibles fosos y muros de mampostería en seco carentes de torres; la construcción de estos muros de cierre no fue necesaria en aquellas partes de la terraza artificial en que existían grandes cortados naturales. Posteriormente se crearon unas fortificaciones más ambiciosas que son mencionadas en las fuentes escritas como muros o murillos. Estos muros se construyeron en lo alto de las montañas menos pronunciadas, que contaban en su parte superior con una terraza de mayor superficie que proporcionaba amparo a hombres y animales en caso de necesidad, mientras que los edificios de vivienda se desperdigaban en su alrededor. Estos muros son de mampostería dispuesta sin argamasa y protegen solamente los flancos más accesibles, y carecen de torres o estructuras de refuerzo. A medida que avanza el siglo X esta idea arquitectónica de un muro que protege únicamente el flanco más accesible de una montaña protegida en tres de sus lados por cortados naturales, resulta ser bastante precaria y va siendo madurada; así, la primera fortaleza prerrománica de Sos del Rey Católico era un muro recto de sillares de gran tamaño- en línea de los existentes en los castillos prerrománicos de Xavier y de Añués- que cerraba por completo el acceso a la plataforma del castillo, construído a principios del siglo X por la monarquía Navarra, debido a que entonces Sos estaba bajo su área de influencia, y se edificó como baluarte fronterizo frente al Islam. Cabe reseñar y recordar que en el emplazamiento actual de la iglesia de San Esteban se levantaría la fortificación edificada por Ramiro Garcés de Viguera, puesto que queda un muro del siglo X que posteriormente Ramiro I aprovechó para la construcción de su castillo, y al que anteriormente se ha hecho referencia.
El torreón circular en su parte superior
El dominio de los musulmanes fue breve, pues a comienzos del siglo X Sos estaba ya en poder de los cristianos navarros tras una feliz campaña de Sancho Garcés I .Según el erudito abad de San Juan de la Peña, don Juan Briz Martínez, la memoria mas antigua que se tiene de la fortificación de Sos data del año 907, cuando “el rey don Sancho Garces, o sea Abarca, que empezó a reinar en el año 907, fundo el Castillo de Sos”[4]
En el año 970, Sancho Garcés II acrecentó la fortificación. Se sabe que en año 975 Ramiro Garcés de Viguera había establecido su residencia en Sos para dirigir la defensa contra los musulmanes. De esta época es el lienzo de cierre de la muralla que antes hemos visto en la zona que rodea la iglesia de San Esteban y está realizado en sillería, de unos 2,30m. de altura  en cinco hiladas, cuyos sillares, de gran tamaño, están relativamente bien encuadrados, si bien la marca de los instrumentos utilizados en la talla son escasas. El aparejo se dispone a soga y tizón, agrupándose los tizones en grupos de dos o tres, lo que constituye una clara imitación de los ritmos constructivos propios de la arquitectura islámica de la época del califato de Córdoba.[5] En la parte oeste y al Sur de este lienzo hay una reparación posterior que se debe corresponder con el final del reinado de Ramiro I o primeros años de Sancho Ramírez. La esquina suroeste presenta una sillería en la que la almohadilla es tan fina que prácticamente ha desaparecido. Este tipo de aparejo, que debe datar de los últimos años de Ramiro I recuerda la cantería islámica, que también es evocada por el zócalo escalonado de esta parte de la muralla. En el resto del castillo el aparejo está muy erosionado, y la sillería se dispone a soga, siendo muy frecuente los tizones.
El muro confluye en la mitad de los lados de la torre
Los muros que confluyen en la torre lo hacen en la mitad de sus caras, invadiendo la mitad de la torre el patio del castillo






Tras la razzia de Almanzor de 999-1000 contra la frontera de los Arbas, el Onsella y el Gállego, la zona quedó bastante desolada y derruída, por lo que había que levantar de nuevo fronteras y fortificaciones. El restablecimiento de la antigua frontera corrió a cargo Sancho Garcés III “el Mayor”, hijo de Sancho Garcés II, quien mejoró, allá por el año1024, la fortaleza de Sos para reforzar la frontera, nombrando tenente del mismo a Gimeno Garcés, quien estuvo al mando del castillo hasta 1054, perteneciendo ese período al reino de Navarra. El castillo de Sos es un modelo representativo de esta primera fase de la castellología que se llevó a cabo con Sancho III el Mayor.
  El primer rey aragonés, Ramiro I, incorporó el lugar a Aragón en 1044 para plantar cara a Navarra desde el mismo, realizando de nuevo obras en el castillo aprovechando sus viejos muros. Seguramente en los años centrales de su reinado, sobre el 1050, se consideró que el muro concebido como un único lienzo recto hacia el año 975 era insuficiente y no estaba en consonancia con las comodidades propias de la arquitectura militar de la época, por lo que se decidió construir un nuevo castillo de planta rectangular que reutilizara el muro prerrománico en su frente de poniente, completándolo con otros dos rectos y un tercero. Este nuevo castillo presenta en su lado norte una articulación integrada por dos torres de mayor tamaño en las esquinas, una rectangular en el ángulo noreste y otra cuadrada, además de otra medial más pequeña en el centro, estando de esta forma en deuda con la castellología islámica. La torre rectangular tiene unas medidas en los lados cortos de 2,20 m(este) y 2,23 m.(oeste) por 3,93 (norte) y 3.90 m. (sur), con un grosor en el muro oeste de 2,06 m y en el sur, que daba al interior del recinto, de 1,72 m.; las hiladas de los sillares oscilan entre los 28 cm la menor y 52 cm la mayor. Era en esta última cara en su extremo occidental donde se encontraba en planta baja el vano de acceso al interior de la torre, del que se conserva la solera con la marca del cerrojo que corresponde a los batientes de madera. En la torre cuadrada podemos observar que parte de su planta invade el patio del castillo, es decir, que los muros que confluyen en ella por ambos lados, lo hacen en la mitad de sus respectivas caras. Los otros muros carecían de torres, incluso en las esquinas, al menos en el ángulo suoeste, pues el suroriental ha sido destruído en obras posteriores y no se puede apreciar nada.[6]
La clara influencia de la arquitectura militar islámica en los castillos románicos en el reinado de Ramiro I de Aragón en las Cinco Villas se debe principalmente a dos hechos: El primero es que la renovación de los castillos que se llevó a cabo durante el siglo X y las primeras décadas del XI en los condados catalanes y en el condado de Ribagorza apenas es perceptible en las Cinco Villas, donde estas soluciones llegan extremadamente debilitadas. Y el segundo es que el carácter fronterizo de las Cinco Villas respecto al Islam facilitó que la arquitectura militar románica de esta comarca adoptara numerosas soluciones creadas en las fortificaciones musulmanas.
Los ábsides de la iglesia forman parte de la muralla defensiva
Otro elemento típico del castillo lo constituía la iglesia, integrada dentro de los muros del mismo, de tal modo que su muro o parte del mismo formaba también parte defensiva, como ocurre con los ábsides de la iglesia de San Esteban, constituyendo una verdadera muralla y un sólido refugio en altura para los habitantes de la villa en caso de ataques. Este tipo de castillo propio del románico primerizo se encontraba ya en la España islámica de la segunda mitad del siglo X, lo que vuelve a demostrar una vez más la incidencia de la cultura musulmana en la mayoría de las construcciones defensivas cristianas.
En el caso concreto de Sos, la topografía de su casco urbano pudo además, en su tiempo, contribuir a facilitar su defensa. En la documentación disponible no se citan más espacios fortificados que el antiguo castillo del siglo XII y la iglesia mayor. El caserío, situado en pendiente bajo este espacio, debía quedar suficientemente aislado para evitar que los enemigos pudieran fortificarse en él. “Que la esglesia del dito lugar fuesse ensellada e valleyada con el castiello ensemble...con tal provision que de la villa nova a la dita fuerça antiga danyo alguno non pudiessa venir”. [7] En septiembre de 1362, en plena guerra con Navarra, sólamente había diez hombres a caballo en el castillo, cuando se estimaba que debían ser unos 100 hombres el mínimo necesario para defenderlo. Para cumplir todas estas medidas, el rey envió allí al infante Fernando, que entonces era lugarteniente general.
La torre edificada sobre la roca natural
Torre del homenaje sobre la Peña Feliciana
El nacimiento de un lenguaje común entre los castillos del primer tercio del siglo XI se puede probar observando las similitudes existentes entre el primer castillo de Loarre, el de Abizanda, en Huesca, y el de Torres de Oeste, en Galicia: las mismas técnicas de trabajo de la piedra, y sobre todo, las mismas plantas de las torres y la misma manera de disponer los pisos, características que llevaron a pensar que estos castillos del siglo XI pudieron ser fruto de la iniciativa del rey Sancho III el Mayor. Todos pertenecen al primer arte románico.
En 1129 Alfonso I hace mejorar las defensas de la fortaleza de Sos, y hacia 1137 se concluyen las obras, fechas en las que, por iniciativa del rey aragonés Ramiro II “El Monje”, se reconstruyó y consolidó esta atalaya en una impresionante fortaleza, construyendo la torre del homenaje, alrededor de la cual se construye una muralla, dejando en el interior de ella un patio al aire libre. Este podía servir tanto como patio de armas para la guarnición del castillo como de refugio temporal para la población. De esta forma mejoró las instalaciones para defender, vigilar y controlar la frontera con Navarra. Un documento de Ramiro II del año 1137 habla del maestro Jordán, que hace un castillo en Feliciana, viéndose esculpida su marca en algunos sillares de la iglesia de San Esteban. Este documento es una donación hecha por el propio monarca a San Juan de la Peña en el mes de mayo de dicho año:
“...el castillo actual se empezó a fabricar en el reinado de Alfonso el Batallador y se perfeccionó en el de Don Ramiro el Monje, su hermano. Así resulta de una donación hecha por este último rey a Sa Juan de la Peña por el mes de mayo de 1137, hallándose en Sos, donde había ido a ver el castillo, que había fabricado el artífice o ingeniero llamado Jordán en el sitio, que entonces se decía Feliciana y confirma este privilegio don Pedro de Atares, señor de Borja y Sos.”[8]
            La donación realizada fue el molino de Santa Cruz, llamado de “Paradiso”, primera noticia existente de un molino de propiedad real. A partir de entonces la localidad de Sos sería el principal bastión defensivo del reino aragonés frente a Navarra, como demostraron los enfrentamientos entre los años 1141 y 1143 en las zonas de Lumbier y Sos entre navarros y aragoneses.
                   Así se termina de construir este excelente ejemplo de fortaleza que protege una población medieval, y paradigma del binomio castillo-templo románico tan frecuente en Aragón y Cataluña.
En 1139 tomó el castillo el rey navarro don García Ramírez, poniendo de alcalde a don Guillén Aznárez de Oteiza
En 1143 lo vuelve a recobrar para Aragón el príncipe don Ramón de Berenguer.
En 1283 se realizan obras en el castillo, según un documento que refleja un mandato a Mosse de Portella, judío, para que pagase a Juan Martínez de Undués, entonces alcalde de Sos, la cantidad de 750 s.j.por las obras que se habían realizado en el castillo[9]
En 1288 Alfonso III tuvo que entregar el castillo a los unionistas.
En 1361 se reconstruyeron las murallas, según se desprende de un documento en el que los obreros y vecinos de Sos Jimeno de Lozano y Pedro Tailadura recibieron de los comisarios de las ventas de las primicias del Obispado de Pamplona cierta cantidad de dinero para la reconstrucción de las mismas[10]
Durante el reinado de Felipe IV, y en el año 1641 se reconstruyeron otra vez el castillo y las murallas, que estaban muy dañadas.
El castillo de Sos fue restaurado por los servicios estatales competentes en 1941 según el proyecto del arquitecto Larrodera.
Entre 1960-1970 el arquitecto Pons Sorolla reconstruye y restaura el recinto amurallado del castillo.
En 1985 el Gobierno Aragonés restaura la zona norte de las murallas.


Excavaciones en el castillo
Campañas de excavación en el castillo
El castillo ha sido objeto de cinco campañas de excavaciones arqueológicas efectuadas por los arqueólogos Jose María Vidales Castillo y María Elisa Palomar Llorente. Estas actuaciones arqueológicas han contribuído a tener un mejor conocimiento de los elementos originales de la fortaleza, los cuales habían sido ocultados bien por el paso del tiempo, bien por las obras de restauración llevadas a cabo en la década de los años cincuenta del siglo XX. Estas excavaciones han permitido descubrir un aljibe altomedieval, del que parte un aliviadero que, hecho con paredes y cubierto de losas, desemboca en el ángulo sureste de la fortificación. Según los arqueólogos data de la época de la fundación del castillo, ya que la contemporaneidad de las construcciones y el nivel de cerámicas grises que tienen así lo indican.[11]
Aljibe altomedieval
También se ha documentado un patio, que corresponde con el espacio más amplio del castillo, estando limitado por los muros exteriores del mismo. Este patio, a juzgar por la existencia de bases de pilastras, tendría cubierta en su mayor parte. Por otro lado, en el ángulo noreste se ha hallado una estancia rectangular con muros de sillares de idéntica factura a los de la muralla, lo que hace pensar que se trate de una torre, la cual no se ha encontrado en la esquina sureste hasta los 2.10 metros de profundidad. Finalmente, la prospección por georadar ha permitido constatar la existencia del muro este del castillo junto con la prolongación de otros muros de actuaciones anteriores y otros no descubiertos. En cuanto a su cronología, las características arquitectónicas de los restos encontrados con los ya estudiados, llevan a datar los mismos en la época inicial de la construcción de la fortaleza.[12]

Informe arqueológico de 1987 de José María Viladés Castillo[13]
En el lado E. del castillo y adosado a la torre se encuentra un aljibe de 1,90 m. de largo por 3,25 de ancho y 3m. de profundidad. Su construcción se realiza mediante un sistema mixto de aparejo; los muros hasta su zona alta, aproximadamente alo 2,5 m. se realizan mediante cantos y trozos de piedra sin trabajar unidos mediante una argamasa de yeso y ceniza; en la parte superior cambia, construyéndose a base de sillares muy bien trabajados, unidos también con argamasa de yeso y ceniza; estos sillares se conservan en alturas hasta tres hiladas, que se encuentran inclinadas para formar la posible bóveda que cubriría el aljibe.
Interior del aljibe en el patio del castillo
En el interior del aljibe aparece una pilastra de sillares bien escuadrados al exterior y rellenados entre ellos por trozos de teja y ladrillo, no presentando ningún rastro de argamasa que los una. Cronológicamente el aljibe se encuadra en un momento de la época Alto medieval. La pilastra es aproximadamente de comienzos del siglo XIX. La existencia de esta pilastra hace pensar que el uso de este aljibe fue muy dilatado, o que posteriormente fuera reutilizado, construyéndose la pilastra y una nueva cubierta de madera y teja, constatándose su inutilización mediante un relleno a mediados del siglo XIX, fechado por la aparición de 4 monedas de Isabel II acuñadas entre 1840 y 1861 y gran número de piezas de cerámica.
Bases de pilastras en el patio del castillo hacen suponer que tendría cubierta
Junto al ángulo sureste del aljibe aparece lo que podría ser una canalización construida mediante la colocación de piedras formando las paredes y cubierta mediante losas. Esta canalización se abandonó y se aprovechó como hogar, constatándose niveles de adobe quemados en su interior. La cronología de esta canalización es de la época Alto medieval dada la aparición exclusivamente de cerámica gris.
En lo referente a los muros del castillo podemos contemplar dos de técnicas bien diferentes: el situado junto al aljibe, en su lado N. arrancando de la pared de la torre, está realizado mediante bloques de piedra de gran tamaño y muy poco trabajadas. El otro muro, que arranca de la roca natural del terreno en la que se apoya la torre, está realizado a base de bloques de piedra bien trabajadas y continuándose mediante sillares perfectamente escuadrados al exterior conforme avanza en dirección E.
En el ángulo N.O. del castillo aparece la base de un posible torreón, construído mediante sillares regularmente trabajados y cronológicamente hay que llevarlo al momento de la construcción del castillo, atendiendo al sistema constructivo muy parecido al que se observa en la base de la torre.
Lienzo de muralla del castillo arrancando de la roca natural
En cuanto a los niveles, se han identificado hasta tres estratos. El primero es el que aparece en toda la superficie del yacimiento y que se corresponde con el aterrazamiento realizado a comienzos de 1950 durante las obras de restauración del castillo. Los materiales que ofrecen varían desde el siglo XIX al momento de la restauración.
El siguiente nivel es el que aparece dentro del aljibe y en los alrededores de éste. Los materiales que aparecen se fechan entre los siglos XVIII y XIX, con abundantes intromisiones modernas en la zona superior, así como para su relleno se traen tierras posiblemente de otra  zona del castillo con cerámicas medievales, grises e hispanomusulmanas, aunque éstas últimas muy escasas.
El siguiente nivel es el situado sobre la canalización y bajo la pilastra del ángulo S.E. del aljibe, formado por materiales Alto medievales correspondientes a cerámica de tipo gris.






[1] Galtier Martí, Fernando. Los castillos e iglesias de la frontera de los Arbas, el Onsella y el Gállego, en: Las grandes líneas del arte prerrománico aragonés. Artigrama nº8-9, 1991-1992, pp. 265-269.
[2] Ibidem
[3] Ibidem
[4] Briz Martínez. Lib. 2, cap. 9, Fol. 312.)
[5] Bernabé Cabañero Subiza. “Precedentes musulmanes y primer arte cristiano”; Las Cinco Villas Aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII. Esteban Sarasa Sanchez, pag. 218. I.F.C. Zaragoza, 2007.
[6] Cabañero Subiza, Bernabé. “El castillo de Sos,” en:  los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. Cuadernos de las Cinco Villas, 3., pp.76-77. C.E.C.V., Ejea de los Caballeros, 1988.
[7] A.C.A., Can., reg. 1149, ff.31-31v
[8] Archivo de San Juan de la Peña. Briz, lib.5, cap.41, fol.857; Moret, lib.18, cap. 4, fol. 178.
[9] A.C.A. Cancillería. Reg. Nº 71, f. 137v. (6-05-1283)
[10] A.C.A. Real Patrimonio, pergaminos. Carp. 8, nº 358.
[11] J.Mª Viladés Castillo. Informe de la primera campaña de excavaciones en el castillo de Sos del Rey Católico (Zaragoza). Boletín del Museo de Zaragoza, 6, pp.456-458. J.Mª Viladés Castillo y Mª E. Palomar Llorente,
[12] J.Mª Viladés Castillo, Excavación arqueológica del castillo de Sos del Rey Católico, Zaragoza, IIIª campaña, 1988, Arqueología Aragonesa, 1988.1989, p. 254. J.Mª Viladés Castillo y Mª E. Palomar Llorente, Informe de la excavación del castillo de Sos del Rey Católico, Zaragoza. Campaña 1989, Arqueología Aragonesa, 1988-1989, p. 256. J.Mª Viladés Castillo y Mª. E. Palomar Llorente, Informe de prospección por radar del castillo de Sos del Rey Católico, Zaragoza. Campaña 1989, Arqueología Aragonesa, 1991, p. 198.
[13] Excavaciones en el castillo de Sos del Rey Católico, Boletín de Arqueología medieval, 2 pp.193-194. Jose Mª Viladés Castillo, Informe sobre la excavación del castillo de Sos del Rey Católico (Zaragoza). Campaña 1987, Arqueología Aragonesa, 1986-1987,pp. 240-241; Jose Mª Viladés Castillo, Excavación arqueológica del castillo de Sos del Rey Católico, Zaragoza, IIIª campaña, 1988, Arqueología Aragonesa, 1988-1989, p.254.



BIBLIOGRAFÍA

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-CABAÑERO SUBIZA, BERNABÉ. “Precedentes musulmanes y primer arte cristiano”, en Esteban Sarasa Sánchez, Las Cinco Villas aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII. I.F.C., Zaragoza, 2007
-CABAÑAS BOYANO, AURELIO. Aragón, una tierra de castillos. El Periódico de Aragón. Zaragoza, 1999.
-CABAÑERO SUBIZA, BERNABÉ. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. Cuadernos de las Cinco Villas, 3. I.F.C. Ejea de los Caballeros, 1988.
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-VILADÉS CASTILLO, J. Mª. Informe sobre la excavación del castillo de Sos del Rey Católico (Zaragoza). Campaña de 1987. Arqueología Aragonesa, 1986-1987. Zaragoza
-VILADÉS CASTILLO, J. Mª y PALOMAR LLORENTE, Mª ELISA. Excavaciones en el castillo de Sos del Rey Católico. Boletín de Arqueología Medieval, 2. Zaragoza.
-VILADÉS CASTILLO, J. Mª. y PALOMAR LLORENTE, Mª E. Informe de la primera campaña de excavaciones en el castillo de Sos del Rey Católico (Zaragoza) Boletín del Museo de Zaragoza, 6.
-VILADÉS CASTILLO, JOSÉ Mª y PALOMAR LLORENTE, Mª. E. Informe de prospección por radar del castillo de Sos del Rey Católico, Zaragoza. Campaña 1989. Arqueología Aragonesa. Zaragoza, 1991.



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