El pasado 17 de Mayo se
celebró en el frontón de la villa de Sos del Rey Católico el III Seminario
Internacional de Migas de Pastor, un evento que, en palabras de la alcaldesa
del municipio, Mª José Navarro, se ha consolidado gracias a la alta
concurrencia de participantes, a la extraordinaria implicación y contribución
de patrocinadores y colaboradores y a la cooperación y ayuda de vecinos
voluntarios y organizadores, todos ellos “amigos de las migas”; una iniciativa
que reúne a gente de otras localidades y provincias españolas bajo el
denominador común de la pasión por la tradición culinaria de la elaboración de
este humilde plato de nuestra cocina pastoril.
En
esta tercera edición, 36 cocineros
—seis más
que la anterior edición—, venidos de otros municipios cercanos y de otras
comunidades autónomas, elaboraron hasta 19 variedades distintas de migas.
Muchos de los nombres con los que “bautizaban”
sus calderos ya nos sugieren la localidad o comarca de procedencia de los
cocineros: “migas sopiconas”, “migas sofuenteras”, “migas a la roncalesa”, “al
estilo de Mamillas”, “migas Iruña”, “migas santoñesas”(con bonito),“migas extremeñas”,
“migas tradicionales de Sangüesa con hongos”…; otros cocineros venían de tierras
lejanas con recetas acomodadas a productos de su tierra: “MacMigas”(migas
escocesas, con salmón ahumado, cocinadas por una pareja del Reino Unido, que ya
repiten por tercer año consecutivo); otros cocineros consagrados innovaron y se
atrevieron con curiosas y sugerentes recetas: “migas ibéricas del dragón”
(migas hindús, con setas shiitake, ajo y curry), “migas al usón” (usón es el
nombre aragonés que se le da a los perretxicos), “migas con hongos”…; hasta
hubo una pareja, que es la primera vez que se presenta, que hicieron unas migas
para celíacos: “migas gluten free”, sin gluten; y, lógicamente, las
tradicionales migas de siempre, esas que hacían nuestros padres y abuelos,
algunas con ingredientes añadidos de la zona: “migas al estilo casa Rondan”, “migas
con txistorra”, “migas con longaniza”, “migas de mis padres”, “migas de toda la
vida”, “migas tradicionales”, “las migas de siempre” o “migas del abuelo”;
estas últimas las he dejado para el final porque merecen un comentario aparte,
ya que fueron la atracción de la jornada.
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Antonio, el pastor, cortando migas |
Antonio,
de 92 años, es un pastor de Sofuentes que este año es la primera vez que acude
al seminario y fue la atracción y admiración tanto de cocineros como de
visitantes, pues cortó las migas a la antigua usanza, sentado y con el pan y el
cuchillo en el regazo. La experiencia de toda una vida, dedicada al pastoreo y
a la preparación de las migas en mitad del monte en innumerables ocasiones, se apreciaba
en sus avezados movimientos de manos y su diligente manejo del cuchillo. Era
todo un espectáculo verlo cortar migas, convirtiéndose, sin pretenderlo, en una
atracción tanto para los jóvenes como para los no tan jóvenes. “Así las cortaba
mi abuela”, “me recuerda a mi abuelo cortando las migas en la puerta de casa”,
“¡qué recuerdos me trae a la memoria!” eran los comentarios de los más mayores,
mientras hubo jóvenes, sobre todo niños, que preguntaban: “¿así se cortaban las
migas?”, “¿entonces no había bolsas de migas en la panadería?”, eran sus
curiosas e ingenuas preguntas ante la primera vez que veían esta tradicional
“estampa” del pasado de un pastor cortando migas. A esto se sumó el especial,
atípico y característico caldero de hierro “pasado de moda”; el mismo caldero
que usaba Antonio a mediados del siglo pasado cuando salía al campo con las
ovejas. Todo esta experiencia, sapiencia y conocimiento sobre este típico
plato, más un poco de ajo y sebo —ningún
ingrediente más—, dieron como resultado uno de los mejores platos de migas de
la jornada que las diferenciaba de las demás. No lo digo yo, lo dijo mucha
gente que probó sus migas, y es que tenían “algo especial”, y ese ingrediente
oculto, ese “algo”, no era otra cosa que la experiencia, la forma de cortarlas,
de cocinarlas y de usar el caldero adecuado (y es verdad que se nota).
Tras
elaborar, dar a probar sus exquisitas migas y contestar a las preguntas de
curiosos y visitantes, Antonio se paseó por todos los puestos y carpas que
llenaban el frontón, probando las de los demás participantes, dando consejos e
intercambiando su sabiduría culinaria con el resto de cocineros y visitantes. “Ha
sido una experiencia muy bonita e inolvidable. Al año que viene, volveré
seguro. Me ha encantado esta iniciativa de promover y dar a conocer uno de
nuestros platos más representativos, y que los niños vayan aprendiendo…”,
comentó, emocionado, cuando le entregaron el diploma de participación; porque,
todos los años, una cuadrilla de niños entre 7 y 12 años se apuntó a cocinar
migas que, bajo la dirección y supervisión de un maestro miguero, ya es el tercer
año que participan y según comentó el maestro: “ya se van soltando y casi no
hay que decirles cómo las tienen que hacer. Al año que viene, ya podrán cocinarlas
sin ayuda. Son nuestro relevo generacional, ¡que buena falta hace!”.
En cuanto al número de raciones de migas
repartidas, aunque ha habido algún participante más que la pasada edición, este
año se han repartido menos raciones, unas 850 frente a las más de 1000 del
pasado año. La razón no es otra que la falta de turistas foráneos y extranjeros
por coincidir el seminario este año en el mes de mayo y no en junio, que se
celebró la pasada temporada, mes con más afluencia de turistas. “Este año no
ha venido ningún autobús, frente a los 5 ó 6 que vinieron el año pasado”—comenta
uno de los organizadores—. “Salvo esta circunstancia puntual, podría decirse
que ha habido un poquito más de afluencia de gente de la zona y alrededores que
el año pasado, sobre todo de la vecina localidad navarra de Sangüesa”,
—continúa explicando.

También,
y como viene siendo habitual en todos los seminarios celebrados hasta la fecha,
la cata de las migas es totalmente gratuita, pero se pide a los visitantes y
degustadores una pequeña aportación voluntaria cuya recaudación se destina
íntegramente para alguna Asociación
benéfica. En este caso, fue para la Asociación Española contra el Cáncer. Desde
estas líneas damos las gracias a todos los donantes.
Un
año más, el seminario de migas ha servido para lo que fue creado: una reunión
“familiar” de amigos de este bucólico plato de la gastronomía aragonesa para
dar a conocer y difundir sus pequeños trucos y aprender la técnica de su
elaboración, compartiéndola y enseñándosela a los más jóvenes y a curiosos,
siendo ejemplo de confraternización con gentes de otros municipios y
comunidades autónomas, donde la armonía y buen ambiente se transmite a todos
los visitantes, consiguiendo pasar entre todos una jornada divertida, alegre,
participativa, educativa y formativa, erigiéndose este evento, cada año con más
fuerza, como ejemplo y modelo de una apuesta gastronómica al más alto nivel
culinario en nuestra comarca.
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MUCHAS GRACIAS A TODOS. ¡HASTA EL AÑO QUE VIENE! |