domingo, 12 de abril de 2020

"TRIMULOS" LOS DE CASTILISCAR


             A los habitantes del municipio cincovillés de Castiliscar se les conoce con el pseudogentilicio de “trimulos”.
            Si preguntamos a los castiliscienses por el significado de este apodo nos dirán que viene a ser un sinónimo de “ignorante”, “paleto”, “torpe”, “falto de entendimiento”… y un sinfín de sinónimos con el mismo significado despectivo, dando a entender que los habitantes de este municipio son gente rústica con un comportamiento tosco, rudo, simple o vulgar; o sea, lo que habitualmente los aragoneses conocemos como “cazurros”.
           Pero la palabra “trimulo” resulta que no es un sinónimo de  todos estos adjetivos y, por no ser, no es ni tan siquiera una palabra, puesto que no la recoge el diccionario de la lengua española, resultando ser un término inventado, compuesto por el prefijo tri (tres) y mulo(animal equino), es decir, “tres mulos”.
           Entonces... ¿de dónde viene la palabra “trimulo” que, aunque inventada, es un sustantivo que tiene un significado propio aparentemente lógico y su desigual cambio significativo cuando se convierte en adjetivo? ( Sólo en la comarca de las Cinco Villas)
          El origen de este pseudogentilicio hay que buscarlo en un suceso real, según cuenta la tradición oral, ocurrido en los primeros años del pasado siglo, cuando la revolución industrial entre los siglos XIX-XX trajo a la comarca de las Cinco Villas las primeras maquinarias agrícolas.
          En los inicios del siglo XX ya llegaron a los principales municipios cincovilleses (Ejea, Tauste, Sádaba…) las primeras segadoras, un tanto arcaicas y rudimentarias en comparación con las máquinas actuales, pero que en aquellos tiempos supuso un importantísimo avance para la agricultura de la zona, reduciendo considerablemente el número de personas dedicadas a la siega de una parcela y evitando doblar los riñones a los sufridos segadores, es decir, un ahorro de trabajo humano y de tiempo que permitió la expansión de la superficie cultivada.
            En Castiliscar, a principios de siglo, existió un conocido agricultor, con varios y extensos campos de cereal, al que le habían hablado de este nuevo y revolucionario invento de la segadora y que ya se estaba utilizando en otras zonas de la comarca con el consiguiente ahorro de tiempo y personal y, por lo tanto, de buena productividad. El de Castiliscar, reacio a las nuevas técnicas y fiel al estilo tradicional, siguió cosechando sus campos contratando un buen número de peones para segar sus tierras, hasta que le convencieron para ver y llevar con sus propias manos uno de esos nuevos artilugios de siega de los que tanto hablaba la gente.
           Hay que decir que estas primeras segadoras, antes de la aparición de los tractores, eran acarreadas, por medio de arneses, por una pareja de caballos o mulas.    Al castiliciense y sus acompañantes, muy “cazurros” ellos, no se les ocurrió otra cosa que enganchar no dos, sino tres mulas a la segadora, un hecho insólito hasta entonces. En aquel momento, el de Casiliscar se dio cuenta del gran avance que suponía el invento y no dudó en comprarse una segadora.
          Este suceso fue muy comentado en el pueblo y, por supuesto, en toda la comarca, y supuso que a partir de entonces, por un hecho cometido por una sola persona, los vecinos de los pueblos cercanos llamaran “trimulos” a toda la colectividad de Castiliscar, por considerar una "cazurrada" atar tres mulas a la segadora en vez de dos, que era lo más normal y habitual.
           Este episodio, recogido de la tradición oral, también nos lo cuenta el castiliciense Ignacio Bueno Olóriz en su blog donde, en palabras de su abuelo, pone nombre y apellidos al protagonista de la historia.[1]




[1] https://castiliscarignacio.blogspot.com/2017/12/castiliscarrecuerdos-de-antano-verano-html


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