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Portada de la cripta de Santa María del Perdón (Sos del Rey Católico) |
La
historiografía oficial data la construcción de la cripta de Santa María del
Perdón de Sos del Rey Católico en el siglo XI, fecha confirmada y aceptada por numerosos
investigadores. En uno de sus muros, junto a cruces de consagración, Abbad Ríos
leyó una inscripción que constata la fecha: “In Era de M.X.C.III”(año de 1055). Cuatro años después el
presbítero García Garcés iniciaría la redacción de un “cartorarium”, en el año
1059, “quando feci istas casas propter
amorem Dei et Sancti Stefani”, en el que fue anotando
diferentes registros de naturaleza jurídica que irían reforzando y consolidando
el poder religioso de la incipiente abadía de San Esteban, hecho que refuerza
la teoría de que fue para estas fechas cuando concluyeron las obras de
construcción de la iglesia baja de Sos.
Para
entonces, Sos es ya una frontera segura que permite el asentamiento estable de
población y donde el rey Ramiro I acomete la consolidación de su fortaleza para
hacerla aún más segura, coincidiendo este período de tiempo con el inicio de
las conquistas cristianas hacia el este y el sur. El poder religioso empezaba a
tener un rol decisivo en la sociedad, teniendo influencia en todos los órdenes
de la vida de la Edad Media, por eso, donde había gente, había una iglesia.
“En el año 1055 la Reina
Estefanía, viuda del Rey García de Nájera, promovió la edificación del templo
de San Esteban con subvenciones piadosas…” Este
texto es el que solemos leer en muchas publicaciones en referencia a la
construcción de la iglesia de San Esteban de Sos, más concretamente sobre su
iglesia baja o cripta, pero muy pocas nos hablan de lo que allí hubo antes, sin
duda debido a la falta de documentación y estudio.
El
hecho de que la construcción de la actual cripta de Santa María del Perdón sea del siglo XI no
justifica que todo lo que en ella se encuentra sea de este siglo o posterior a
su construcción. Existen determinados elementos y detalles cuya datación es
bastante anterior a este siglo. Ciertos grabados o inscripciones, sillares,
objetos e incluso documentación, nos inducen a pensar que ya antes del siglo XI
existieron, al menos, un templo paleocristiano y visigótico en el espacio de lo que actualmente es
la cripta de Santa María del Perdón, construidos sobre un primer templo pagano romano.
¿Se construyó, entonces, la
actual cripta del Perdón sobre otro templo anterior?
En
este sentido disponemos de muy poca información. La falta de documentación y
estudios relacionados con el tema que nos ocupa nos sumergen en una gran laguna donde las
únicas referencias viables para poder responder esta pregunta las tenemos que
buscar entre los restos arqueológicos que pudieran quedar, en sincronización
con la documentación histórica que ha llegado hasta nuestros días y de los
hechos o acontecimientos históricos probados. Sólo a través de la historia, compaginándola
con el estudio de dichos restos, es posible acercarse, aunque sea de una forma
vaga, a la verdadera realidad histórica y artística del momento que
representan; pero no por falta de documentación física y explícita los
resultados obtenidos hay que considerarlos como disparatados o desacertados. Se
trata de contextualizar costumbres, hechos conocidos e historia con restos
arqueológicos. En este sentido, veamos la información que nos brindan algunos
de estos detalles en la que fue, en el siglo XI, la primera iglesia de San
Esteban en Sos.
NOTA: Debido
a la extensión de este post, y con el fin de no cansar al lector, he decidido
dividir el texto en varias entradas, pero completando y finalizando en cada una
de ellas el relato dedicado a cada exposición.
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1-. PAGANOS Y CRISTIANOS
La
implantación del cristianismo en Hispania fue temprana pero bastante lenta, detectándose las
primeras comunidades cristianas en Aragón en el siglo III, apareciendo los
primeros mártires oscenses (Orencio, Paciencia, Lorenzo, Vicente…) y los zaragozanos Santa Engracia y
los conocidos como “mártires de Zaragoza” (18 en total) a inicios del siglo IV,
víctimas de la persecución de Diocleciano en el 303-304, según cuenta el poeta
apologético Aurelio Clemente Prudencio en su obra Peristéfanon.
Con
la promulgación por el emperador Constantino del “Edicto de Milán” en el año
313, quedaron suprimidas las persecuciones a los cristianos y se dio libertad
de culto al Cristianismo, con lo que su expansión se vio favorecida. A partir
de ahora, los cristianos ya no se verían obligados a adorar en hogares
privados, en el campo o, para escapar de la persecución, en las catacumbas u
otros lugares ocultos; Constantino, los posteriores monarcas y los obispos serían los
propulsores de los templos cristianos, comenzando las construcciones de las
primeras iglesias en todo el territorio peninsular, siendo a partir del 392, tras el edicto de Teodosio por el que se suprimieron los templos paganos, cuando empezaron a proliferar las iglesias tanto en las grandes urbes como en las zonas rurales.
Estas
primeras iglesias cristianas se levantaron, en muchas ocasiones, sobre los
restos de un templo pagano anterior, romano, aprovechando los buenos materiales
con que se construían estos templos, de ahí que actualmente queden muy
pocos ejemplares de templos romanos bien conservados. Los templos romanos podían ser públicos o privados. Los públicos solían levantarse en zonas muy pobladas; eran inviolables e inalienables, y su destrucción dependía de la expresa autorización del emperador, mientras que en las villae romanas solían edificarse templos o altares privados, más pequeños y administrados por la curia o
por los ciudadanos, sin necesidad de ser construidos previa autorización
imperial, además de poder ser legalmente demolidos y “desacralizados” sin la
intervención de las autoridades.
Para
los cristianos de los siglos IV y V, la destrucción de uno de estos templos
significaba la privación de las creencias de los paganos del lugar y su
posterior cristianización, además, como antes se ha dicho, del aprovechamiento
del lugar para levantar el templo cristiano y también de los lotes de tierras que
servían para su mantenimiento, a los que posteriormente se irían sumando las
donaciones privadas, aumentando y acelerando de este modo la acumulación de
tierras y, por lo tanto, el patrimonio de las primeras iglesias locales.
A
tenor de los numerosos restos arqueológicos encontrados en la comarca, sabemos
que la romanización en la zona de las Altas Cinco Villas fue bastante intensa,
impulsada por una de las grandes vías de comunicación que atravesaba la
Península y que conducía a Pompaelo
(Pamplona), existiendo un ramal que, proveniente de Sofuentes, llegaba a Sos
para, atravesando Campo Real, dirigirse a Sangüesa y Pamplona.
De lo que no cabe duda, según los restos estudiados y de la toponimia del lugar, es de que hubo población romana en Sos. Es evidente que esta población romana no estuvo organizada mediante estructuras arquitectónicas poblacionales semejantes a las grandes civitas de su entorno, como Campo-Real/Fillera, Cabeza Ladrero o Los Bañales, pero eso no significa que no hubiera población y tuvieran un lugar debidamente acondicionado para celebrar sus actividades rituales. No resultaría extraño, pues, que en los primeros siglos de nuestra Era los romanos levantaran un templo o altar en el alto de la peña bajo la que se asentaría su población, como así lo ratifica un estudio osteoarqueológico elaborado por la doctora Mª Paz De Miguel Ibáñez de unos restos humanos incinerados procedentes de un enterramiento romano recuperado en Sos del Rey Católico.
Según
Rogelio Taboada este templo estaría ubicado en el lugar que actualmente ocupa
la cripta de Santa María del Perdón, destruido prontamente y reconvertido al
cristianismo bajo la advocación de San Feliciano, uno de los primeros mártires
cristianos, de quien tomaría el nombre la elevación rocosa sobre la que estaba asentado, Peña Feliciana, dando nombre, a su vez,
al asentamiento poblacional allí ubicado, pues sabemos que ya en el siglo IX
había población en Sos o, para ser más exactos, en Feliçana.
En un documento de 880 García Iñiguez, rey de
Pamplona, dona a San Salvador de Leire las villas de Lerda y Añués, apareciendo
como testigo el firmante Blasco Dacones
de Feliçana. En la relación de “índice
de lugares” de los “Documentos para el estudio de la Reconquista y repoblación
del Valle del Ebro”, de José María Lacarra, se refiere a Feliçana como un “despoblado
cerca de Sos”, lo que nos hace pensar que
este poblado llamado Feliçana no debía estar muy lejos del actual Sos, si no
fue un poblado asentado en la misma Peña Feliciana, ya antes del año 880. Y
como núcleo poblacional, por pequeño que fuera, debía tener un lugar donde sus
gentes fueran a rezar.
Marcelino Cortés atribuye Feliciana a un topónimo de origen latino, cuyo origen es el
cognomen Felicius, en referencia al
propietario o poseedor del lugar (villa Feliciana o Peña Feliciana),
de ahí el pensar que el poblado (Feliçana)
estuviera, muy probablemente, en la misma peña.
Aquí surge la disyuntiva en saber si fue el romano Felicius o sanctus Felicius quien diera nombre a la peña: el poseedor del
terreno o la advocación del santo de la iglesia del lugar. No vamos a entrar en un asunto de muy difícil
aclaración, puesto que no existe documentación alguna al respecto pero, independientemente
que fuera uno u otro, ambos nos remiten a la misma raíz: Felicius (Feliciano). Si fuera San Felicius…¿Podría ser este templo
de S. Feliciano, en el alto de la Peña de su mismo nombre, el lugar donde
actualmente se encuentra la cripta, y edificado sobre un altar pagano derribado
por el creciente empuje del cristianismo y la proliferación de construcción de nuevas
iglesias?
Con la crisis económica general del siglo III y la fuerte implantación del cristianismo legalizado por Constantino, la romanidad empieza a decaer progresivamente, terminando la cultura y tradición romanas con las invasiones bárbaras del siglo V.
Con la llegada de los visigodos en el siglo V, y tras la conversión del arriano rey Recaredo al cristianismo en el 586, se inició un proceso de consolidación de la Iglesia que alcanzará gran importancia y protagonismo a partir del III Concilio de Toledo, en el 589, ratificando la unidad religiosa y política del reino; y con ellos, también vendrían unas construcciones con caracteres propios e identificativos del breve período arquitectónico visigodo.(continuación)
BIBLIOGRAFÍA
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En la web:
-GEA (Gran Enciclopedia
Aragonesa) Hagiografía
-Valle Molero, Manuel. “Orígenes
del asentamiento poblacional en Sos”. https://villadesosdelreycatolico.blogspot.com/2020/12/origenes-del-asentamiento-poblacional.html