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Hojas de acantos. Portada de San Esteban (Sos del Rey Católico) |
Apenas
nos fijamos en ellas, pero un sinfín de hojas de acanto decoran la portada de
la iglesia de San Esteban en Sos del Rey Católico. Posiblemente, la razón por la que casi pasan desapercibidas, en contraposición a la escultura iconográfica, más visible e interpretable, sea la poca importancia que muchos estudiosos otorgan a la flora esculpida medieval por considerarla como un elemento meramente decorativo y carente de simbología, relegándola a un segundo orden. Por contra, otros investigadores no son de la misma opinión.
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Acanto (acanthus mollis) |
El acanto (acanthus mollis) es una planta perenne con espectaculares hojas de
forma ovada, espinosas y acabadas en punta. En el Mundo Griego formó parte de
la decoración arquitectónica en los clásicos capiteles corintios, cuya creación
Vitruvio atribuye a Calímaco. Cuenta la leyenda que sobre la tumba de una niña
corintia, su nodriza depositó un canastillo con los objetos que más quería y
tapó la cesta con una teja con el fin de preservarlos de la lluvia y de
ocultarlos para evitar que fueran robados. En la primavera siguiente pasó por
allí el arquitecto Calímaco buscando la inspiración para unas obras que debía
realizar y, al ver la teja levantada por un armonioso manojo de hojas de acanto
que nacían de la tumba, le sugirió la idea de la típica cesta decorada con
estas hojas, y por eso, pasó a denominarse
capitel corintio.
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Hojas de acanto en los capiteles "corintios" de las estatuas- columna. Portada de San Esteban (Sos del Rey Católico) |
Con posterioridad, el arte románico
adoptó diversas formas y elementos constructivos del mundo clásico, entre
ellos, el capitel corintio.
En la iglesia de Sos podemos ver
hojas de acanto en los capiteles “corintios” de las estatuas-columna del pórtico.
Igualmente, aparece también el acanto en toda la superficie de las tres arquivoltas
vegetales que, alternándose con las iconográficas, completan el conjunto de
arquivoltas de la portada.
Pero, las hojas de acanto ¿tienen
algún simbolismo de carácter religioso, o simplemente cumplen una función
decorativa derivada de sus bellas hojas? Lamentablemente no podemos aclarar
esta disyuntiva. Algunos estudiosos e investigadores afirman que tienen un
simbolismo funerario porque los griegos empleaban las hojas de acanto en la
decoración de estelas funerarias en tumbas y mausoleos, y este simbolismo
estaría ligado a la inmortalidad, que el
espíritu del hombre griego supo plasmar admirablemente de forma metafórica en
la leyenda de la creación del capitel corintio,
antes citada; por el contrario, otros sostienen la total ausencia simbólica,
siendo su finalidad meramente decorativa, pues el temido horror vacui (miedo al vacío) generaba
en los artistas el compulsivo “relleno” de superficies vacías con repetitivos
dibujos y formas, bien sean vegetales o geométricas, en forma de extensas
cenefas que hacen dudar de cualquier representación simbólica que pudieran
llevar implícitas.
Sin embargo, resulta extraño que en
el mundo románico, donde el simbolismo aflora sistemáticamente en cualquiera de
sus creaciones artísticas, los motivos vegetales o geométricos carezcan de significado.
Por eso, otros autores niegan esta falta de simbolismo.
Las
hojas de acanto, al nacer, presentan unas pequeñas espinas dúctiles y blandas que apenas
pinchan si se tocan pero, conforme la planta va creciendo, estas espinas se van
endureciendo, convirtiéndose en fuertes púas hiriendo profundamente a quien las
coge sin precaución.
Para el monje benedictino, y
escritor, Ramiro de Pinedo, las carnosas hojas del acanto son la carne de pecado que con nosotros llevamos, de la que
indefectiblemente nacen los vicios (espinas), débiles al principio, y fuertes después. Este simbolismo nos enseña,
según Ramiro, cómo debemos desarraigar
estas espinas al principio para luego, al hacerse más fuertes y agudas, no nos
acucien, haciéndose más difícil el desarraigarlas, y atormenten el alma con sus
fuertes púas
Es decir, las hojas de acanto nos
están predicando las consecuencias del pecado, incitándonos a huir de él y a
redimirnos desde un principio para no ofender al Señor antes de que sea
demasiado tarde y nos pinchemos con las púas del pecado, siguiendo el consejo, como dice Ramiro, del Salmo 57: "Antes que vuestras espinas, es decir, vuestros vicios, formen una cambronera, debéis desecharlos, pues si no, sólo quedará la ira de Dios que caiga sobre vosotros y os absorba"[4]
En las tres arquivoltas florales de
la portada de San Esteban de Sos vemos reflejadas, con diferentes trazos
esculpidos, las tres fases de la vida del acanto. De dentro a fuera: nacimiento
(tras la primera arquivolta figurada),
crecimiento y desarrollo (a continuación de la segunda) y madurez (tras la
tercera y última, cerrando el arco de la portada).
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Primera arquivolta de acantos |
La primera de ellas (nacimiento), muestra el acanto con jóvenes hojas y débiles espinas, representadas con una
fina incisión de trazo, siendo muchas y delgadas hojas agrupadas, planas y
estriadas. Conforme nos alejamos de la puerta, el acanto va creciendo. La siguiente
arquivolta floral muestra el crecimiento y desarrollo de la planta, representando
en un roleo entrelazado el crecimiento del tallo de la planta con sus hojas y, finalmente,
en la última arquivolta se muestran las hojas mucho más grandes y anchas, totalmente
desarrolladas y, por lo tanto, al ocupar más espacio, en menor cantidad que en los finos trazos de la
primera arquivolta, con un mayor relieve y mejor definición de la hoja.
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Segunda arquivolta
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Tercera arquivolta (exterior)
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Aunque posiblemente nunca lleguemos
a saber el significado de este adorno floral, las hojas de acanto de la iglesia
de Sos, empleadas con tanta profusión en la portada, merecen ser observadas desde
una perspectiva espiritual que permita considerar el simbolismo que pudieran
tener y que pudo haber influido en su incorporación al esculpido floral en el
arte Románico, ya que, como antes se ha dicho, nunca llegaremos a saber con
seguridad cuál fue la intencionalidad del artista al tallar estos elementos
vegetales en la maravillosa portada de San Esteban, pero que el monje Pinedo supo encontrar un simbolismo que bien podría aplicarse en este caso.
BIBLIOGRAFÍA
-DE PINEDO MONASTERIO, RAMIRO.
El simbolismo en la escultura medieval española. Espasa-Calpe.
Madrid,1930.
En la web:
-QUIÑONES COSTA, ANA MARÍA. La decoración vegetal en el Arte Español de
la Alta Edad Media: su simbolismo. Tesis doctoral. U.C.M. Madrid, 1992. https://eprints.ucm.es/id/eprint/2389/1/T18298.pdf