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Castillo de Roita, en Sos del rey Católico |
Situación
Coor. geográficas
-1º 11´98"
42º 47´30"
Coor.UTM ETRS89 H30
654557
4704012
El castillo de Roita
pertenece al término municipal de Sos, y aunque no se encuentra muy lejos de la
villa sí que es cierto que resulta más dífícil su localización y acceso al
mismo que otros castillos de la zona, por eso es de los menos conocidos de
Aragón; pero merece la pena visitarlo por su majestuosidad y belleza, aunque
actualmente se encuentra en total estado de abandono y dejadez, siendo la
propia naturaleza, con sus zarzas, maleza, árboles y todo tipo de vegetación
quien se está adueñando del espacio que ocupa.
Lo podemos
situar a unos ocho kilómetros en línea recta al este de Sos del Rey Católico,
en un bello entorno natural, el barranco de la Rinconera, muy cercano a la
localidad de Petilla de Aragón, a 920 m de altitud, en lo alto de un cerro en
el corazón de los montes de los cuales toma su nombre (montes de Roita) y con
un amplio dominio visual. Esta extraordinaria posición, haciendo frontera con
Navarra, dominando el valle del río Onsella y la entrada hacia las sierras
interiores de las Cinco Villas, lo convirtieron en un privilegiado y codiciado
enclave tanto para musulmanes como para cristianos.
Para llegar hasta él
podemos realizar el recorrido de diferentes maneras: a pie, en coche o combinando
ambas formas
(ver).
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A la derecha del corral derruido comienza el sendero de ascenso al castillo |
Para hacer el
trayecto en coche desde Sos (se recomienda un todo terreno) debemos tomar la
carretera A-1601 que va a Navardún y unos metros antes de llegar al municipio
hay que desviarse a nuestra derecha por la A-2601 hacia Petilla de Aragón. Tras
1.900 kilómetros de carretera veremos a nuestra izquierda la pardina de Ceñito,
donde podemos contemplar el caserío y su bella iglesia románica
(ver ermita). Justo
enfrente del caserío, a nuestra derecha, nace una pista forestal que vemos que
se interna en los montes. Nos metemos por esta pista, y tras recorrer 4,900
kilómetros por ella tomamos un desvío a nuestra izquierda, en curva cerrada,
bastante empinada y cuyo ancho de pista es algo más estrecho que el que
llevábamos hasta aquí, y tras recorrer por ella unos seiscientos metros nos
deja en la base del castillo, donde la pista se ensancha y podemos dejar el
coche. Allí mismo vemos los restos de una casa o corral abandonado y derruido.
A partir de aquí hay que subir andando a través del monte por un sendero,
señalizado con un poste marcado con dos franjas roja y blanca, que comienza
junto al corral mencionado. Es un tramo corto, fácil pero muy empinado. El
esfuerzo habrá merecido la pena una vez que lleguemos al castillo y
contemplemos el bello y majestuoso castillo y las maravillosas vistas que
pueden verse desde allí.
Es de
suponer que desde lo alto de las torres se vieran los castillos de Petilla y de
Sos, pues era condición indispensable en la construcción de los castillos de la
época el contacto visual con las fortificaciones próximas, ya fueran torres de
vigilancia o castillos. De todos modos podemos decir que actualmente desde el
castillo de Añués, en la frontera con Navarra, muy cerca de Sangüesa, que se
encuentra a varios kilómetros de distancia de éste, se ven claramente las
torres de Roita.
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El pueblo de Petilla (Navarra) asoma entre los montes |
Historia
Antes de comenzar
hay que aclarar las constantes y desacertadas atribuciones históricas a este
castillo por parte de prestigiosos y notables estudiosos de la historia y la
castellología, que han atribuido al castillo de Roita hechos históricos
pertenecientes a otro castillo, todavía no encontrado, y aunque
no se sabe su ubicación exacta, sí que estamos en condiciones de certificar su
emplazamiento aproximado por la documentación existente y los datos que
conocemos. Pero vayamos por partes.
Primeramente separemos
los dos castillos en razón a los distintos nombres conocidos y que hasta ahora
todos ellos han sido atribuidos a Roita.
Este castillo en el
que nos encontramos es el denominado Royta, Rueyta, Ruyta, Ruieta, Cercastiel,
Cer Castiello o Cercastiello, ningún otro nombre más.
Originariamente el
castillo era conocido con el nombre de Cercastiel o Cercastiello. Cercastiello
está formado por el antropónimo, o nombre propio, “Cerco” y el apelativo
“castillo”, dando origen a un topónimo relacionado con el propietario del
terreno: “Castillo de Cerco”
.
No se le empezaría a llamar Roita hasta finales del siglo XIII, según Mª Jesús
Berraondo, posiblemente coincidiendo con el inicio de la construcción que
actualmente observamos
.
Y, al igual que Cercastiello, el topónimo Roita tiene su origen en el nombre
propio del propietario del terreno: “Ruetius”
.
Posteriormente se le fue llamando Arrosta, Arroitia, Arroita, Ruita, y ahora
Rueyta o Roita.
Pero ¿Cómo sabemos
que Cercastiello y Roita son el mismo castillo? Afortunadamente la
documentación aportada por Bofarull y Mascaró sobre las rentas reales de Aragón
en los siglos XIII y XIV nos lo aclara inequívocamente:
“cer Castiello que es dit Rueyta”(1294)
.
No puede ser más explícito.
Hasta aquí todo
queda claro, pero antes de pasar a enumerar los otros nombres que se han
atribuido a Roita y que pertenecen al otro castillo, que más adelante veremos,
hay que decir que Roita también ha sido
confundido por varios historiadores con Ruesta, probablemente por su similitud
fonética y no demasiado distante en su ubicación. Así, Goñi Gaztambide indicó
que Roita era Ruesta
; ó Madoz, que aunque los datos aportados
en su diccionario corresponden a Roita los atribuye a Ruesta
,
pero la distinción entre estas dos fortalezas está bastante bien definida
actualmente.
El problema y los
mayores errores se han producido con los demás nombres que identifican a otro
castillo y que sin embargo se han atribuido a Roita, junto con su historia. Nos
estamos refiriendo a Charat K´achtila, Xera Caxtila, Serracastellum,
Sercastiello, Serracastel, Serra Kastellu, Serracastiello, Sierracastiello,
Sierracastello, Serra Castellum, Sierra Castel, Serracastellu o Sierra
Castillo; todos son el mismo castillo, y aunque todavía no se conoce su exacta
ubicación, como indicamos al principio, por la documentación existente se
situaría en la zona de Salinas de Jaca. Precisamente la ausencia de restos de
esta fortificación, de la que se pensaba que no existía, sumado a esta fonética
tan similar entre los dos castillos (Cer castel y Sierracastel) y a las
erróneas transcripciones y traducciones de los textos y documentos por parte de
muchos estudiosos, es lo que ha dado lugar a continuas confusiones en la identificación,
ubicación y análisis de la historia, atribuyendo toda la información existente
al único castillo que se conocía: Roita, lugar del que no se sabía nada hasta
que Abbad Ríos lo incluyó en su catálogo monumental de España
.
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El castillo se yergue majestuoso sobre la roca caliza |
Dicen los
investigadores e historiadores que la historia de este solitario castillo
montano de Sierra Castillo es muy interesante por haber formado parte de las
defensas extremas de la llamada “marca superior”, o también “marca de
Zaragoza”, según Al-Udrí, y que fue conquistado por Sancho Garces I en 911
frente a efectivos de una expedición de castigo que dirigida por Al-Tawil
regresaba de Navarra y se estableció en su castillo llamado Charat K´achtila o
Xera Caxtila, y que Lacarra indicó que se puede traducir por Cer Castiel
o Sierra Castillo, identificándolo con Cercastiello o Rueyta
, al igual que Guitart, quien dijo que
Cercastillo y Sierracastillo eran Roita
Antonio
Ubieto, en este regreso de Al-Tawil a su fortaleza, comenta que se estableció
sobre un castillo llamado Charat K´achtila, al que erróneamente adjudicó el
nombre de Cercastillo, aunque sí lo ubicó bien en la zona de Salinas de Jaca.
Además, Ubieto añade que Codera emplazó Charat K´achtila en Cercastiello, al
que confundió con Ruesta
. Parecida es la adjudicación de Arbeloa,
quien también atribuyó Charat K´achtila a Cercastiello, pero junto a Ruesta
.
Ana Isabel Lapeña
sitúa bien Serracastellum en la zona de Salinas de Jaca, pero lo traduce como
Cercastiel
Mª Jesús Berraondo,
en 1983, y siguiendo los datos aportados por Guitart y Lacarra, continúa con
las mismas confusiones
;
una década más tarde, en un excelente artículo en la revista suessetania nº 12
la misma autora nos desenreda todo este embrollo, haciendo un profundo estudio,
clarificador y diferenciador de los dos castillos en cuestión, artículo que
tomo como referencia para aclarar todo este desorden
.
Después de todo este
enjambre de confusiones y erróneas traducciones, transcripciones y atribuciones, no es de
extrañar el lógico desconcierto que generaba la identificación y ubicación de
ambos castillos, pero al menos ya han quedado bien claros los nombres con que
se identifican estas dos fortificaciones y su ubicación: Roita, Rueyta,
Cercastiello etc.. en el lugar que lo conocemos, en Sos, y Charat Kasthilla,
Serracastiello, etc...en la zona de Salinas de Jaca.
Una vez aclarado esto,
vayamos a ver qué nos dice la documentación existente sobre estos dos castillos
para separar definitivamente la historia, hasta ahora atribuida erróneamente a
Roita, y adjudicar los textos a cada
castillo.
Hay algún dato escrito
que nos clarifica algo este enredo, y es el hecho de que cuando los documentos
hablan de Serracastiello o Sierra Castillo lo hacen siempre mencionando su
dominio. Así, en un documento procedente del monasterio de Leire del año 938
el rey García Sánchez I confirma a
los monjes sus derecho sobre las décimas de veintidós localidades, todas ellas
situadas en las Cinco Villas y en la Jacetania:”...Uncastillo, Luesia, Biel,
Sos...Agüero, Murillo,...
Serracastello cum suo dominatu,...” Hacemos
notar que ya desde esta época Sierracastiello se menciona con su dominio y que,
aunque en este documento no se detalla, por escritos posteriores sabemos que
ese dominio era sobre las localidades de Salinas, Fañanás, Villalangua, Gavás,
Mullermorta, Bayetola, Novemfontes y Biartum, todas ellas situadas entre la
sierra de Santo Domingo, Salinas y Bailo
.
En otro documento de
1036
,
al quedar divididos los territorios del viejo reino entre los hijos de Sancho,
Ramiro I dotó a su esposa Gisberta, hija de Bernardo de Couserans-Foix, Conde
de Bigorria y de la condesa Guarsinda o Garsinda de Bigorra, quien cambió el
nombre por Ermisenda, de los castillos, pueblos y fincas de Atarés, Senebué,
Tena, Arres, Lobera,
“...et castrun qui vocatur Serracastellum cum suas
villas et cum suis terminis...”,(vuelve a aparecer Serracastellum con sus
villas y términos), citándose como tenente a Lope Sangiz, además de ser uno de
los firmantes del escrito. En 1037
,
y en otra donación de Ramiro I, se cita a Aznar Galindonis como tenente de
Serra Kastellu, que seguirá documentalmente hasta el año 1043
. (A ambos tenentes, Lope Sangiz y Aznar
Galindonis, se le habían atribuído erróneamente la tenencia del castillo de
Roita, cuando en realidad lo fueron del de Sierra Castillo)
|
El castillo de Roita asoma entre la espesa vegetación |
Sin embargo, cuando
la documentación habla de Roita, Cercastiel o Cer Castiello, lo hace siempre
indicando ser un paraje solitario, además de reseñar en algún caso, como ya
hemos visto, que Cer Castillo es Roita. Nos lo dice Bofarull
detallando las cuentas reales de
Aragón de los siglos XIII y XIV, en las que en un documento de 1294 dice:
“
Cer Castillo que es dit Rueyta no y ha tan solament el castiel y el
munt (en Cer Castillo o Rueyta no hay más que el castillo y monte) y
más adelante continúa:
“...en esti lugar no a pueblo sinon el castillo”,
es decir, que en Roita no hubo villa ni población, sólo el castillo, aislado, en mitad
del monte. “Cer Castillo es Roita”: parece ser que a finales del siglo XIII es
cuando empieza a ser citado Roita como tal en vez de Cercastillo, posiblemente
debido a la reconstrucción del castillo que se hizo en esta época, como ya
indicamos anteriormente, según Berraondo. Según Marcelino Cortés, esta
retoponimización del lugar, que recoge muy bien el documento antes mencionado,
es otra de las causas de la confusión, pues en un principio el castillo era
conocido como Cercastiel o Cercastiello y posteriormente pasó a denominarse
Roita
.
Más datos sobre
Sierracastillo, Serracastel...
:
Sobre el año 1076,
García, obispo de Jaca y hermano del rey, arrebató al obispo de Pamplona las
iglesias de Murillo y Agüero, siguiendo el ejemplo de sus antecesores que
habían sustraído a Pamplona las iglesias de Eliso, Castelmanco, Serracastel y
Tolosana, según Goñi Gaztambide
.
Tras fallecer el
obispo de Pamplona, Blasco, el obispo de Jaca, García, se hizo proclamar
también obispo de Pamplona. Las disputas entre los dos obispados prosiguieron
durante muchos años más, y con la llegada del obispo navarro Pedro de Roda
(1083-1115) estas fueron más tenaces. Los obispos de Aragón,- decía el de
Pamplona- habían arrebatado injustamente a sus predecesores de Pamplona las
iglesias de Eliso, Castelmanco, Serracastel con
su dominio, Tolosana, Agüero y Murillo.
En un documento que
se cita en el cartulario de Santa Cruz de la Serós
, Ramiro II concedió a este monasterio, en
enero de 1135, lo que le pertenecía en las salinas de Sierracastel,
”...illa
salina de Serra Castello...”.
En 1205, el abad de
San Juan de la Peña, Fernando, y el rey Pedro II de Aragón permutaron unas
fincas. El abad Fernando cedió el castillo y términos de Obelba, en
Salvatierra, y el rey concedió al abad el señorío de la villa de Martes y la
honor de Serracastiello
con sus
localidades, por lo que a partir de
entonces San Juan de la Peña dispuso de las Salinas de Jaca para su uso y
venta.
En 1274 Fernán
Sánchez, hijo ilegítimo de Jaime I, y los de su bando se despidieron como
vasallos del rey de Aragón porque estaba desheredado de Pinzano (¿Pintano?),
Lorbés, Sasa, Sierracastello y Foradada
.
En 1276 el infante
Pedro, futuro Pedro III, efectuó otro cambio de villas y castillos con Rodrigo
Jiménez de Luna, quien entregó Las Cellas y Ponzano a cambio de Serracastiella,
entre otras villas y castillos. Jiménez de Luna tuvo Serracastiella durante 18
años, hasta que en enero de 1294, al recibir del rey Jaime II el castillo y la
villa de Bolea y la Torre de Murillo de Gállego con sus aldeas, devolvió a la
corona el castillo de Serracastel
con
todas las villas pertenecientes a él y sitas en sus términos.
Seguidamente, Jaime
II empeñó el castillo a Alamán de Gudar por una cantidad de trigo. Pedro Boyl,
tesorero de Jaime II, lo indicaba en las deudas reales de
1302:
“...item an Alamán d´Agudal per retinencia dels
castells de la Penna e de Serracastiel et de Jaz los quales li son obligats per
le senyor rey per deute que li deu III mill solidos jaqueses... ”. La deuda debió ser saldada porque
Alamán devolvió el castillo.
Durante un corto
período de tiempo el castillo lo tuvo Rodrigo de Biscarre
, al que el rey mandó entregar 1.500 s.j.
en razón de la tenencia, según se indica en los libros de tesorería de la Casa
Real de Aragón que transcribió E. González y que dice así:
“...XIV die dicti mensis madie, en Valencia, done 1.500 s.j. an Rodrigo
de Biscarre los quals a ell eren deguts per rahon de la retinensa del castell
de Serra Castiello, lo qual ell solia tenir e los quals lo Senyor Rey a
el habia assignats sobre el monedatge d´alguns locs d´Aragon ab carta sua qui
es data Ilerde 16 Kls. Marcii anno Domini 1301...”.
Jaime II, el cinco
de noviembre de 1301 restituyó al monasterio de San Juan de la Peña:”...
castrum
de Sierracastiello et loca predicta Salinas, de Fanyanas et de Villla longa,
cum hominibus et feminis, terminis, montibus et planis, redditibus, exitibus et
proventibus et universis aliis auribus et pertenenciis ipsorum locorum,..”.
En cuanto a relatos históricos tenemos la crónica del historiador árabe Aben-Adari, que nos habla de una expedición de Mohammed ben Abd el-Melik et-Tawil, señor de Huesca, y por Abd Allah den Mohammed ben Lope, señor de Tudela. La crónica, citada por Antonio Ubieto, cuenta que la expedición se apoderó, entre Huesca y Pamplona, del castillo de Hicn el-Berber o Al-Berber, otro castillo no localizado, y que Codera ubicó, dudosamente, en el término de Santa Bárbara de Monreal, y que luego la expedición renunció ir hacia Pamplona y retrocedió hasta uno de los castillos de su dominación llamado Charat-Kachtilla o Xera Caxtila (que Codera confundió con Ruesta)
Si repasamos el texto, la expedición salió de Huesca, y siguiendo el camino de La Peña-Bailo hacia Puente la Reina de Aragón, los expedicionarios dieron media vuelta antes de remontar el accidentado puerto de Santa Bárbara, donde en las cercanías de Bailo existe un monte llamado
Castiel Mayor situado junto a la ermita de Santa Bárbara, donde es muy probable que se ubicara el castillo de Al-Berber (Santa Bárbara), y más atrás la zona geográfica de Salinas de Jaca, donde la expedición regresó a su castillo de Charat-Kachtilla.
Con todo esto queda
claro que Sierra Castel y los lugares de su dominio estaban en las montañas de
Jaca, cerca de Salinas de Jaca, y no en las de Sos, así como los topónimos
homónimos citados del castillo: Sierracastiello, Serra Castiello, Serracastiel,
etc...pertenecen a este mismo castillo.
Sería cuestión de
buscar por los términos de Salinas de Jaca y Villalangua los restos de este
castillo.
Una vez aclarado
esto, vamos a ver los datos históricos del castillo que nos ocupa: Roita,
Rueyta, Ruyta, Roitia, Cercastiel o Cer Castiello.
Datos históricos de Roita
Pocos datos tenemos
de este castillo hasta el siglo XIII.
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El amplio y lejano campo visual llega hasta la cordillera pirenaica |
Cercastiel, en un
principio, fue una fortaleza árabe en la frontera de la ocupación musulmana. No
sabemos cuándo la construyeron, pero podemos decir que quizás a mediados del
siglo IX. Los musulmanes levantarían una torre de base pétrea en el punto más
alto del roquedal aflorante, es decir, en el lugar que actualmente ocupa la
semidestruída torre suroeste, de la que partiría una empalizada de madera hacia
el este, hasta la inconclusa torre de la capilla (ángulo sureste). De la época
islámica han llegado a nuestros días algunos sillares y unos interesantes
pequeños fragmentos de cerámica. Posiblemente se trataría de una primitiva
torre
.
Cercastiel aparece
mencionado ya en el año 1055 en documentos referentes a la línea defensiva
realizada por Sancho el Mayor.
La división
territorial que siguió a la muerte de Sancho III impuso una nueva dimensión al
concepto de tierras limítrofes, el castillo se reforzó, siendo un importante
punto defensivo en la guerra entre Navarra y el Condado de Aragón.
En tiempos de Ramiro
I, aquella primitiva torre, tal vez rechoncha y mínima en su obra pétrea y
coronada por un voladizo ígneo de madera corrido, se encontraba en estado
completamente ruinoso, ya que durante una centuria su significado y función
defensiva no habrían tenido ningún sentido
.
En 1254 aparecen las
primeras noticias sobre el castillo de Ruyta, al que aparece vinculado el noble
Sancho de Antillon. No se sabe con certeza cómo Roita pasó a manos de este
noble, pero parece ser que fue una donación de Jaime I, teniendo en cuenta que
Vallés de Antillón fue uno de los caballeros que le rescataron del castillo de
Monzón cuando el infante Fernando, su tío, lo tuvo secuestrado en esa
fortaleza.
Sancho de Antillón, en este año de 1254, mantuvo
un pleito con el obispo de Pamplona Ximenez de Gazolaz, hombre que ha pasado a la
historia no sólo por su condición de prelado sino por sus actividades
económicas debido a que el castillo y su heredad se encontraban dentro de la
diócesis de Pamplona, y por lo tanto debía satisfacer a ésta las deudas de los
diezmos y primicias de años pasados y los futuros, estimando los atrasos en mil
aúreos alfonsinos. Por su parte, el
de Antillón decía que los diezmos y primicias le pertenecían por privilegio
apostólico concedido a sus ascendientes y a los próceres de Aragón y que estaba
en posesión de ellos desde tiempo inmemorial.
La situación se había tornado muy tensa y
complicada, porque las gentes del obispo habían entrado violentamente en la sierra
de Ruyta y cortaron 25.000 árboles, arrasaron las cosechas, entraron con sus
rebaños, y obligaron a los hombres a refugiarse en el castillo. Por todos estos
daños Sancho de Antillón pedía una indemnización al obispo, en concepto de
daños, por la destrucción de 2.000 cahíces de trigo, y 30.000 sueldos por los
daños causados en los árboles
.
La cuestión se resolvió nombrando hombres
buenos como representantes de ambas partes: Fray Andrés de Albalat, obispo de
Valencia, canciller del rey de Aragón y el noble don Jimeno Pérez de Arenoso.
Tanto el procurador del obispo, Martín Pérez de Zuazo, como el señor de Ruyta,
alegaron estar en posesión desde tiempo inmemorial del derecho a percibir los
diezmos y primicias, con lo que la solución se veía difícil; y aún se agravaba
más por los daños causados por los hombres del obispo en el dominio de Roita.
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Los árboles dificultan a veces el camino hasta la cima |
Los mediadores
acordaron que el obispo percibiría la cuarta parte de todos los diezmos del
lugar de Ruyta, y que el resto sería para el de Antillón, quien a su vez
debería de mantener un capellán en la iglesia. El resultado fue un auténtico
revés para Sancho, porque el obispo jamás reconoció los enormes daños causados
por los suyos, y mantenía además el derecho de la visita anual a la iglesia y
la percepción de diez sueldos al año en concepto de procuración y de conferir
la institución canónica al capellán que le presentara don Sancho.
Los miembros
de la familia de Antillón llegaron a señorear sobre Abiego, Abizanda, Antillon,
Artasona, Castiello, Cella, Clamosa, El Grado, Ponzano, Puy de Cinca, Ruyta,
Siétamo y Solanilla. Todos estos lugares, con la única excepción de Rueyta, y
algunos otros lugares adquiridos después, formaron la baronía de Antillon a
partir de 1414. Este linaje medró ya desde los tiempos de Alfonso I, cuando
Juan Galíndez de Antillon ayudó a este monarca durante el cerco de Zaragoza.
Sancho de Antillon fue uno de los caballeros que acompañaron a Pedro III a
Sicilia en 1282, e incluso defendió el reino frente a la agresión de Navarra
desde su castillo fronterizo de Rueita, en 1285, sin embargo su comportamiento
con sus señores naturales, los reyes de Aragón Pedro III y Alfonso III, fue
ambiguo en determinados momentos, y así vemos que el primero de estos monarcas
incluyó los ocho lugares que dependían del de Antillon, entre los setenta a los
que ordenó que no pagaran las caballerizas a sus señores, y sí al representante
del rey, Iñigo López de Jasa ( Gonzalez Antón)
.
El estado de ruina
en que quedó Ruyta tras la incursión de los navarros, y tal vez el orgullo
herido de aquellos altivos señores, motivaron la retrocesión y venta posterior
del castillo y sus posesiones a los Artieda en fecha imprecisa, pero anterior a
1294, año en que lo detenta Alfonso de Artieda (Bofarull (...) tenet
castrum Rueyta alfonso de artieda ad consuetudo Ispaniae, y su hijo
Alfonso por cccc sueldos (Guitart).
De 1294 data también
un documento de las Rentas Reales de Aragón
donde dice que el custodio del
castillo de Ruyta, Pedro Alfonso de Artieda, recibía la nada despreciable
cantidad de 450 sueldos, a cobrar 300 sobre los derechos de cena de Castiliscar
y 150 sobre la cena del lugar de Navardún, ya que el alfoz, que era propiedad
real, era constantemente invadido por gentes que acudía a cortar leña, hacer
carbón y cazar, por lo que tuvo que impedir que nadie se apropiara de los
herbajes, ni cortaran leña, ni hicieran carbón ni cazara dentro de los términos
del castillo.
Entre los años
1318-1355, el obispo de Pamplona, Arnalt de Barbazán, seguía teniendo los
cuartos de los diezmos del monte de Royta
.
Durante el
turbulento reinado de Pedro IV, estuvo en poder de los nobles de La Unión,
quienes pusieron de alcaide a Pedro Fernández de Saviñán en 1348 (Guitart),
quien tenía las fuerzas de Uncastillo, Monreal, Rueita y Castielfabit
.
En 1363 se cita
como
Çer Castiello y pertenecía a la Corona y fue
intercambiado en rehenes, por el acuerdo entre Carlos II de Navarra y Pedro IV
de Aragón (Lacarra, Guitart). Ya en época del rey Fernando I (1412-1416), éste
seguía teniendo derecho al herbaje del lugar
.
A partir de esta
fecha no hay ninguna referencia más hasta que Juan Bautista Labaña al pasar por
Sos en 1610 indicó sobre el lugar:
“Atalaya do Castello de Rueyta. Este
castello he del Rey, despovoado, tem hum grande monte de pasto. A 1Lg.” (es del Rey, está despoblado, tiene un gran monte de
pastos y situado a una legua de distancia de Sos.) También menciona Labaña una
iglesia grande al hablar de Ruyta. Si observamos los restos sobre el terreno
vemos que se refería a una iglesia construida junto al castillo, de la que nos ocuparemos en otro momento.
Del castillo de
Roita quedan documentados unos trabajos realizados en el patio y puertas con
fecha de 26 de julio de 1641 y que fueron realizados por el fustero Ambrosio de
Burdeos y por el albañil y cantero local Domingo Sarrías, reparaciones que
costaron 760 sueldos jaqueses
.
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Al castillo se llega por la pared este del palacio gótico |
Antonio Ubieto
indica que existe 1 fuego censado en 1495, lo mismo que en 1646
.
En junio de 1677
Roita, que era de la Corona Real, fue entregado a D. Pedro Coloma, marqués de
Canales, por Pedro de Aragón, Capitán General del Reino de Aragón en las cortes
de 1677 y 1678, con autoridad del rey Carlos II, tomando posesión el 20 de
septiembre del mismo año. Posteriormente Roita pasó a sus sucesores hasta que
en 1718 Dª María Teresa Coloma, marquesa de Canales, lo dejó al convento de San
Juan y Santa Ana de monjas del Císter en Valladolid. En 1725 el convento lo
vendió al doctor D. Pablo Lampérez por 22.500 reales de vellón, cuyos
ejecutores lo cedieron a D. Josef Marco, de Sádaba, con el cargo de pagar
anualmente 12 cahíces de trigo y 12 libras jaquesas para el maestro de gramática
de Salvatierra de Aragón. De D. Josef Marco y Lampérez lo heredó su hija Dª
Mónica Marco, esposa de D. Bruno Borjas, vecinos de Zaragoza, y de éstos su
heredero hijo D. Alejandro Borjas y Marco, regidor de Zaragoza, quien a
principios del siglo XIX posee en Roita una casa con dos
vecinos (unas 14
personas en total) y un oratorio sito en un montecillo cercano a la casa dedicado a San
Josef. (esta podría ser la ermita que hay bajo el castillo, a la que antes hemos hecho referencia)
Miñano, en su
diccionario indicó:
“Coto redondo, del obispo de Pamplona. 1 vecino, 3
habitantes. A 1 legua de Sos. Produce granos, alubias, hortalizas y ganados”. No
citó el castillo
.
Pascual Madoz indica
en su diccionario geográfico estadístico e histórico de España de 1848 que hay
un vecino y tres almas, aunque con la voz del lugar erróneamente citada de
Ruesta, como más arriba se ha mencionado, si bien los datos sí pueden
atribuirse a Royta porque incluyó otra voz idéntica en el diccionario (Ruesta)
ubicándolo correctamente
.
No sabemos cuándo
fue abandonado el lugar, pero sí que hubo una familia a principios del siglo XX
que se dedicaba a las labores agropecuarias.
Actualmente está
totalmente deshabitado, en estado de ruina progresiva y amenazando desplome.
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Torre norte, la mejor conservada, con el vano de
la puerta en alto. |
Arte
El castillo de Roita
se yergue sobre una gran roca caliza. No sabemos exactamente cuándo se
construyó el castillo cuyas ruinas vemos actualmente, pero su datación es del
siglo XIV aproximadamente.
El conjunto
amurallado está formado por dos largos muros en ángulo de 90 grados en cuyos
extremos se alzan sendas torres, unidas estas por otro muro perimetral de 45
metros en trayectoria semicircular, y adosado al muro sur y su torre un
precioso palacio gótico, conformando la fortaleza una planta trapezoidal en
cuyo espacio central estaría el patio de armas, hoy cubierto totalmente de
vegetación y sillares derrumbados de muros y torres.
Los muros que dan al
Norte y Este están construidos con mampostería, mientras que el resto son de
sillería.
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Matacanes de la torre norte |
Lo primero que nos
llama la atención al ver el castillo, a la vez que sorpresa y confusión, son
los elementos góticos que podemos observar a simple vista en los matacanes
voladizos y en algunos detalles de su palacio. La razón es que, pese a su larga
historia, iniciada en el siglo X, pues aparecen algunos sillares típicos de la
época califal, el castillo actual pertenece a una época de reconstrucción
gótica, entre los siglos XIV y XV, aprovechando los restos de la vieja
fortaleza para construir la actual.
También llama la
atención la cuidadosa labra y escuadra de los grandes sillares, con un acabado
perfecto, unidos con argamasa y bien colocados, lo que hace suponer que la
construcción de la fortaleza estaba destinada a durar en el tiempo y que no
sólamente su función iba a ser meramente defensiva.
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Fachada y puerta de entrada al palacio gótico |
El gran castillo
palaciego edificado en la Baja Edad Media, responde a un grandioso proyecto que
intentaría seguir la línea de este tipo de construcciones que iniciaron los
monarcas navarros de la casa de Champagne, desde Teobaldo I(1234), adaptándolo
a una complicada ubicación y rompiendo la austeridad imperante entonces en
aquel reino y que tuvo su inevitable repercusión en todo Aragón: Ejea,
Uncastillo, Biniés, Yequera.... levantados muchos de ellos, a veces de manera
inexplicable, en momentos de gran alteración social o de enfrentamiento militares con los reinos vecinos.
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Fachada de la torre suroeste que da a la
sala del palacio
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En el lugar donde en
un principio se ubicaría la primitiva fortificación, se amplió la torre hasta
conformar un gran bloque prismático (la torre suroeste que ahora vemos),
respetando la puerta este, que fue reconstruída, que daría paso a la zona
cercada por la empalizada, y que ahora lo hacía a la elegante sala, una de las
más hermosas que el gótico haya dejado en Aragón.
Exteriormente, el
castillo resulta ser bastante austero, con muros cerrados, sin apenas ventanas,
y que contrasta desmesuradamente con la fachada norte de la sala, donde se
abren dos bellas ventanas góticas geminadas con arco trilobulado y una amplia
puerta de arco apuntado de 4 metros de altura por 4,5 de ancho que conservan en
sus extremos los agujeros para atrancar el cierre de la puerta. Otra puerta más
pequeña al lado de esta, en el tercer tramo de la sala en su parte más
occidental, de 55 cm de anchura, comunicaba, tras bajar unas escaleras donde el
pequeño pasillo adintelado de 2,38 m de recorrido se ensancha hasta los 84cm,
con el aljibe, de 2,6x3,9 m metros y 3 de profundidad, con cubierta de bóveda
de medio cañón que arranca de una simple imposta corrida, hoy derrumbado en
parte, y cuyo interior está lleno de sillares caídos de los muros. En él puede
verse el orificio en forma de U por donde vertía el agua, proveniente de algún
tejado exterior.
El palacio mide 19,8 metros de longitud por
5,9 de ancho y 5 de alto, aproximadamente, formando un rectángulo algo irregular.
Su parte occidental es la sala propiamente dicha, con tres niveles de altura y
cubriendo con armadura de vigas sobre tres fajones apuntados de 53 cm de
anchura que apean sobre sencillas impostas corridas que se han perdido
actualmente pero que se pueden reconstruir imaginariamente por los arranques
que se conservan, conformando estos tres arcos cuatro tramos en la sala. El
paso a la sala se realiza desde el patio de armas a través de la puerta con
arco apuntado antes descrita que se abre al segundo de los tramos de la sala, y
las ventanas geminadas lo hacen en los tramos uno y tres.
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Interior de la zona este de la sala, donde en su primera
altura estaba la capilla
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La distribución en
altura de los tres niveles de la sala se deduce por el hecho de que el vano de
la ventana que abre al tramo uno de la sala tiene el suelo al mismo nivel que
arranca el arco de ingreso a la sala desde el patio, mientras que el vano de la
ventana que abre al tramo tres está en una altura intermedia. Existía pues una
especie de escalera tras la puerta, parcialmente excavada en la roca, por donde
se ascendía a una estancia alta de la sala y a otra altura intermedia hacia
oriente, en cuyo extremo se ubicaría la capilla. Este extremo oriental de la
sala, visto desde el interior, parece una continuación de la sala, pero visto
desde el exterior, en la parte sur, podemos observar una costura de separación
que nos indica que no fueron construidos en el mismo tiempo, observándose
también esta doble obra en el primer tramo del paramento del lado norte. Aquí,
en la parte que da a la plaza de armas se ve cómo la torre tiene una esquina
que sobresale 16 cm porque el muro tiene mayor grosor que el de la sala, cosa
que no ocurre en el lado sur por ser de cierre. La anchura del arco fajón de
separación, con 94 cm, con ensanchamiento por vuelo en la parte superior,
indica que se había previsto alzar un nuevo piso. Otro arco semejante a los de
la sala, y perfectamente conservado, es el que hubiera servido para apoyar el
suelo de la estancia superior, que nunca se llegó a construir.
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Exterior de la parte este de la sala con las aspilleras
correspondientes a sendas alturas
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Esta primera altura
del lado oriental de la sala sería la capilla, con el suelo de madera apoyado
en ménsulas. Un austero vano, adintelado y con gran derrame, similar a los de
Navardún y Yéquera, nos indica la gran influencia que existía entre los
constructores de la época en estas zonas limítrofes entre Navarra y Aragón.
Bajo la capilla se encuentra otra estancia en la que se abre al este una gran
aspillera de 1,20 cm de anchura. Una pared arruinada parece indicar una
escalera de acceso en su lado norte.
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Puerta de la torre suroeste con acceso a la sala |
En la torre del
suroeste, de unos 8.24 m. en su lado mayor este, y 8 m de lados
menores-interiormente 5,04 m. y 4,83 m-, se pueden observar en la parte baja de
la fachada este, que da a la gran sala, con toda nitidez, algunos sillares
reutilizados en la construcción llevada a cabo en dos momentos distintos en la
época del románico; la de Ramiro I, y quizá la de Ramiro II o Ramón Berenguer
IV, cuando la fortaleza volvió a tener valor estratégico. Los muros sur y oeste
están totalmente derruidos y la parte norte presenta una gran grieta vertical
que recorre toda la pared de arriba a abajo amenazando desplome.
Los únicos vanos al
exterior de esta torre son los de las puertas adinteladas de los muros norte y
este, accesibles desde la primera planta, que daría paso al solero, y desde
allí, mediante escalera, al camino de ronda apoyado sobre el cierre sur de la
mencionada sala, que se encuentra a mayor altura y sobre el proyectado muro
oeste, que se construiría muchos años más tarde sin alcanzar la altura
prevista.
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Restos de los matacanes de la torre suroeste |
Interiormente se
divide en cuatro plantas, más un semisótano y la terraza defensiva. Del
semisótano no puede verse nada, pues está relleno de sillares caídos de los
muros de la torre. La viguería del suelo de la primera planta se apoyaba en un
arco apuntado medial que arrancaba de los muros norte y sur, a paramento, desde
una imposta, y en cuatro ménsulas que sobresalían de los muros este y oeste que
todavía pueden verse. Otros arcos iguales seguían en las plantas segunda y
tercera con la diferencia de que en esta última el arco arranca de los muros este
y oeste. La parte superior estaba coronada por cuatro buhardas amatacanadas en
las esquinas, de cuádruple o quíntuple vuelo ascendente y base tripartita,
acompañadas en los puntos medios de los muros por cuatro matacanes. Actualmente
sólo quedan, mutiladas, las bases de las dos buhardas y del matacán del lado
este, el único muro que se conserva entero. Las escaleras, como en todas las
torres defensivas de las Cinco Villas, eran de madera.
La otra torre del
castillo, la del norte, es de construcción más tardía y la mejor conservada, edificada
con sillares más regulares y de mayores dimensiones. Es de planta cuadrada y se
encuentra alineada con la de la capilla; resulta ser de menores dimensiones que
la opuesta del suroeste y presenta algunas novedades constructivas, como las
aspilleras con fuerte pendiente hacia el exterior, entre otras.
De una altura
aproximada de 20 metros, su planta tiene las siguientes dimensiones: Lado
norte: 7,14 m en el exterior y 3,80 m en el interior; lado este: 6,86 m en el
exterior y 3,52 m en el interior; Lado sur: 7,09 m en el exterior y 3.75 m en
el interior; lado oeste: 6,80 m en el exterior y 3,46 m en el interior. El
grosor de las paredes alcanza los dos metros. Se divide interiormente en cuatro
pisos: los dos primeros con una altura de 6 metros cada uno y los dos
superiores, algo más bajos, de 4 m. Los muros este y oeste marcan retranqueos
con imposta corrida que los amplia, en donde se apoyaban las tablas de los
suelos de los pisos, en tanto que los otros dos cierres no tienen más que una
pequeña retrotacción a mitad de la última planta. En vez de arcos centrales,
como en la otra torre, lo que aquí se ve son mensulones para apoyo de unos
rollizos a modo de viga. Las dos plantas superiores tienen aspilleras centradas
de fuerte derrame con cierre adintelado escalonado.
En la planta
central, y hacia el sur, se abre la puerta que daba acceso a la torre y, tal
vez, al camino de ronda. La planta inferior recibe la luz de una aspillera
ascendente que se abre al exterior al mismo vano rasgado que la correspondiente
aspillera defensiva de la planta que tiene encima, lo que constituye un
precioso exponente de la evolución de la técnica constructiva en el Aragón
bajomedieval. La terraza imita en su concepción a la de la torre vieja, pero
las buhardas tienen las ménsulas laterales, de cuádruple vuelo, no
perpendiculares al paramento, sino casi paralelas con una suave divergencia
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Patio de armas del castillo cubierto de vegetación y fachada del palacete |
El muro que cierra el patio de armas por la parte este es en principio una prolongación del muro cabecero de la torre de la capilla, midiendo 3,5 m; después se pliega a algo más de 90 º y vuelve a plegarse a unos 83º, describiendo ,en total, una Z. Todo ello con gran caída por el desnivel existente entre la parte superior de la roca en la que se encuentra la torre de la capilla y la base del camino. Al alcanzar la torre norte se producía el fenómeno contrario. El muro proyectado debía tener una gran altura, al menos en sus extremos, como parece indicar la posición en la que se encuentra la puerta de acceso al camino de ronda del mismo desde la torre norte. La puerta que se abría a la vía pública conserva la jamba sur, a 6,75 m del muro norte de la torre de la capilla, siendo su forma semejante a la de la sala gótica.
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Muro norte de cierre |
El muro norte
perimetral de 45 metros de longitud y con trayectoria semicircular que une las
dos altas torres tiene un grosor de 1,5 m. La muralla posee varios vanos, a
modo de aspilleras, separados poco más de un metro cada uno de ellos.
Estos vanos, más grandes de lo normal en una fortificación del siglo XIV, nos
hacen pensar que el muro es una reconstrucción más tardía para adaptar el
castillo a fuerte de fusilería en las guerras contemporáneas.
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El muro norte de la torre suroeste
presenta una gran grieta que amenaza derrumbe
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Arranque de un arco fajón en el muro
norte de la sala |
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Arboles, arbustos y sillares caídos se apoderan del interior de la sala |
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Aljibe, donde puede verse el orificio por donde entraba el agua |
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Acceso de entrada al aljibe visto
desde el interior de la sala
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Dos preciosos ventanales góticos se ubican a ambos lados
de la puerta de entrada a la sala. |
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Zona este de la sala |
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Dispositivo para atrancar el madero
de cierre de la puerta de la sala
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En el lado opuesto de la puerta se encuentra el agujero para
introducir el madero de cierre
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