domingo, 9 de agosto de 2020

¿UN "CAGANER" EN LA IGLESIA?

Canecillo en la iglesia de San Esteban. Sos del Rey Católico
                  El “caganer” es una conocida figura navideña que se coloca en los belenes  de Cataluña. Es una estatuilla de barro de una persona en posición agachada, con los pantalones bajados y defecando. Posiblemente tiene su origen en el período del Barroco (ss. XVII-XVIII), caracterizado por su exagerado realismo, pues es en esta época cuando aparece, y parece ser que simboliza la prosperidad y la recogida de buenas cosechas, pues dicen que el “gaganer”, con sus heces, fertiliza las tierras y campos sembrados.
            En varias ocasiones he oído comentar que en la iglesia de Sos del Rey Católico existía un “caganer”, figura que aparece con relativa frecuencia en la iconografía románica. Efectivamente, en uno de los canecillos frente a los ábsides de la iglesia de San Esteban, bajo la cornisa del muro norte de la sacristía, puede apreciase la figura esculpida de un hombre aparentemente en posición agachada, dando la impresión de estar defecando. Evidentemente, la imagen del "caganer" es muy anterior en el tiempo a la famosa estatuilla  catalana y, eso sí, con un simbolismo completamente distinto al que se le aplica en los belenes pero, parece ser que este “caganer” de Sos no es tal, sino que se trata de un personaje veterotestamentario con un claro mensaje hacia la población medieval.
    En primer lugar vamos a centrarnos en su ubicación porque, evidentemente, una figura de este carácter no puede colocarse, por ejemplo, en la entrada del templo.
   El arte románico se caracteriza por una ordenación espacial planificada a conciencia por los maestros artífices. Esta jerarquización espacial se da tanto en las estructuras arquitectónicas como en los grupos escultóricos, en los murales o pinturas y en cualquier otra manifestación artística del período románico.
               Simbólicamente, las diferentes partes y espacios de una iglesia románica están jerarquizadas, y las representaciones escultóricas expuestas en ellos  siguen un riguroso orden de jerarquización dependiendo de su importancia, representando así los mensajes que se querían transmitir a la gente. Por ejemplo, en el exterior, el tímpano de la puerta de entrada sería el emplazamiento más importante en esta escala jerárquica, por ser el lugar más visible y por el que todo fiel debe pasar para entrar en el templo. Poniendo como ejemplo la iglesia de San Esteban de Sos del Rey Católico observamos que en el tímpano de la entrada, uno de los lugares, religiosa y espiritualmente, más importantes, aparece Cristo como figura principal, rodeado por los cuatro evangelistas. Las estatuas columna serían otro de los lugares más destacados; en ellas pueden aparecer santos, vírgenes, reyes, obispos y otras eminencias. En un segundo orden aparecen otra clase de  representaciones variadas, como pasajes de la vida de Cristo, representaciones  de las virtudes y los pecados simbolizando el bien y el mal, imágenes reproduciendo la vida social, laboral, etc… talladas, por ejemplo, en las arquivoltas de los pórticos, existiendo más lugares secundarios y terciarios, tanto en el exterior como en el interior de los templos románicos. 
Y en el último escalafón de esta imaginería jerarquizada de los templos, quedan los lugares menos importantes por estar ubicados lejos de la portada, ser menos visibles, estar semiescondidos..., como pueden ser los canecillos, gárgolas, misericordias, metopas…  En estas relegadas ubicaciones solemos encontramos toda una variedad de personajes marginales o representaciones con connotaciones negativas o muy mal vistas en la Edad Media, como demonios, monstruos, seres diabólicos, brujas, prostitutas, adúlteras, exibicionistas, detalles escatológicos, obscenos, lujuriosos, relativos al sexo, a la homosexualidad, onanismo, la necedad, la sumisión, la cobardía, al erotismo, con un marcado acento perverso y lascivo, etc.., imágenes que no parecen corresponder en la decoración de un templo cristiano en una oscura y represiva Edad Media.
Pero hay que señalar que todas estas representaciones que a nosotros pueden parecernos impúdicas, no lo eran tanto para la plebe de la Edad Media, acostumbrada a una vida dura, donde todo el clan familiar vivía en una misma habitación donde se hacía  y se veía “de todo” y con una moralidad mucho más laxa que la nuestra. Además, no siempre las frívolas escenas tienen que representar el pecado, también existen las que poseen connotaciones de advertencia moral, las que critican satíricamente algunas actuaciones de determinados colectivos sociales, sobre todo de clérigos, las que son usadas como amuletos, contra hechizos o disuasorios del mal, o las que suponen simplemente una realidad cotidiana, aunque fuera de tipo sexual, que el vulgo veía con normal naturalidad.
Pero vamos a centrarnos en los canecillos. Estructuralmente, los canecillos son sillares escuadrados colocados a tizón en la parte superior de los muros de un edificio, bajo la cornisa, cumpliendo la función de soporte de esta. Como los artistas románicos aprovechaban cualquier lugar de la piedra para poder esculpir y exponer sus mensajes, biselaron el extremo exterior de los canecillos- el que sobresale de los muros- para aprovecharlo como lugar donde tallar sus obras. Al estar casi fuera del alcance de la vista y bajo la techumbre, resulta ser el sitio idóneo, a la vez que un tortuoso lugar, donde los allí representados tienen que soportar, como si de un castigo fuera, todo el peso del alero del edificio, alejados del pórtico y completamente al exterior del templo, como si esta ubicación llevara consigo el destierro espiritual de los mismos, a la vez que los allí representados, o las escenas mostradas, encarnan a los pecadores, sobre los que siempre triunfa la Iglesia. 
El estudio de la iconografía de los canecillos es un mundo donde tras los numerosos análisis realizados por muchos investigadores  aún no han hallado respuesta para muchas de estas representaciones. La mayoría de las piezas estudiadas en las iglesias románicas representan condenas y pecados, pero existen otras muchas tallas, representadas generalmente por cabezas, humanas o animadas, mayoritariamente grotescas, a las que los expertos no terminan de encontrar un significado unánime, pero en lo que sí coinciden es en que este significado no es nada positivo.
          Las representaciones plásticas de personas defecando o enseñando el trasero son muy frecuentes en las iglesias románicas, y los estudios sobre estas singulares figuras, y de otras de carácter sexual y erótico, han dado origen a numerosas interpretaciones. Hay quien opina que el caganer representa un cátaro en grotesca actitud, irreverente, anticlerical,...burlándose de la Iglesia Católica en respuesta a la sangrienta persecución sufrida por su comunidad religiosa; otros piensan que tiene un carácter adoctrinador, representando lo que no debe hacerse; otros, que son pequeñas travesuras de los maestros canteros; pero en este sentido hay que decir que los canteros no tenían gran poder de decisión en los temas decorativos, de eso se encargaban los obispos o los donantes de la obra; pero la opinión más generalizada del caganer es la de ser una figura de carácter apotropaico, protectora del templo contra los demonios. 
Una frase atribuida a San Agustín dice: “inter faeces et urinam nascemus” (entre heces y orina nacemos). Independientemente que este Padre de la Iglesia lo dijera o no, lo que sí es cierto que la Iglesia medieval mantuvo una clara repugnancia por el cuerpo y sus funciones excretoras[1], y el Papa Inocencio III veía en los esputos humanos, la orina y los excrementos, la “vil innobleza de la existencia humana”[2] 
Esto es cierto. Entonces…¿Porqué permitía la Iglesia estas obscenas representaciones?
En la crestería de la catedral de León se encuentra un personaje con las manos separándose las nalgas mostrando el ano, siendo éste, desde muy antiguo, un gesto para ahuyentar al diablo.[3]
Caganer con la boca abierta en Villanueva de la Nía (Cantabria)
  La mierda y todo lo infecto (olores, materia, etc) son instrumentos eficaces contra el demonio. De este modo, aunque la Iglesia se oponía a todo lo escatológico, precisamente por ser diabólico, permitía estos caganers,  pues todo lo que sirviera para ahuyentar a Satanás del Templo de Dios era bienvenido, y la m… y los olores lo eran. Además, muchos caganers de los templos románicos están representados con la boca abierta, consiguiendo con ello una doble función apotropaica; en este caso el ruido o grito que expulsa el caganer.
 Con el caganer fuera del edificio, si el diablo intentaba profanar alguna de las tumbas del camposanto exterior de la iglesia o acceder al interior del templo, iba a ser sorprendido, asustado  y repelido por la presencia de algo inesperado, nauseabundo y desagradable. 
Aunque esta es la interpretación más generalizada del caganer románico, nunca sabremos con certeza cuál fue el verdadero motivo que llevó a los escultores a tallar estas figuras escatológicas. Pero ahí están, cual guardianes de los templos. Los podemos ver en una gárgola de la fachada de Sant Iu en la catedral de Barcelona, en San Quirce de los Ausines (Burgos), colegiata de San Pedro en Cevatos (Cantabria), San Martín de Tours en Artaiz (Navarra), iglesia de San Juan Bautista en Villanueva de la Nía (Cantabria), etc… Respecto al resto de imágenes lascivas y obscenas que aparecen en los numerosos templos románicos de nuestra geografía, hay que decir que el Clero fue permisivo en muchos casos porque, de algún modo, contenían cierta dosis de crítica moral y eran consideradas como ejemplarizantes para la sociedad a la que iban dirigidas.

Como se ha indicado al principio de este post, el canecillo de San Esteban de Sos, a simple vista, puede parecer un caganer, porque además está  ubicado en el lugar que le correspondería según la jerarquía iconográfica románica.
La lejanía del canecillo visto desde los pies de los monumentales ábsides, la oscuridad en la que se encuentra, tanto por la ennegrecida piedra por efecto de las lluvias como por la sombra proyectada por el alero, y la erosión sufrida con el paso de los siglos, además de tener el personaje la cabeza cercenada, hace que muchos nos confundamos y veamos una persona agachada en actitud de defecar. Pero con unos buenos prismáticos u objetivo de cámara podemos ver detalles que nos inclinan a distinguir, casi sin duda alguna, la figura de Adán simbolizando el Pecado Original.
La iconografía románica del Pecado Original está compuesta, básicamente, por la escenificación de Adán y Eva, situados uno a cada lado del Arbol de la Ciencia, en cuyo tronco aparece una serpiente enroscada simbolizando al demonio, la tentación. A partir de este básico esquema, existen numerosas variantes representativas.
 En cuanto a las posturas y actitudes de los protagonistas de la escena también es muy variada, pero hay un gesto de Adán que se repite en muchas de las escenificaciones románicas del Pecado Original: su mano derecha colocada en su garganta y la izquierda tapando sus genitales.
Adán con una mano sobre su garganta y la otra tapándose los genitales.
Sos del Rey Católico
En el canecillo de Adán de la iglesia de San Esteban, aun falto de cabeza y bastante deteriorado, puede apreciarse perfectamente cómo la mano derecha de Adán se la lleva al cuello (garganta), mientras que con la izquierda se tapa los genitales, en una actitud y postura prácticamente idéntica a las que podemos apreciar en otras muchas representaciones en numerosos templos románicos; por ejemplo, en la iglesia de San Martín de Frómista (Palencia), claustro de San Juan de la Peña (Huesca), iglesia de San Lorenzo en Vallejo de Mena (Burgos)…, entre otras muchas; sin ir más lejos, podemos volver a ver esta imagen en uno de los capiteles que adornan las arquerías del interior del ábside central de la iglesia superior de San Esteban de Sos del Rey Católico.
El gesto de llevarse la mano al cuello es interpretado, mayoritariamente, como señal de atragantamiento, expresando la maldad del bocado que acaba de ingerir; un atragantamiento moral de pésimas consecuencias para la salud espiritual del género humano, por haber comido el fruto del árbol prohibido (De aquí viene el llamar “bocado de Adán” a la nuez de la garganta de los hombres). La otra mano tapándose los genitales demuestra que el pecado ya ha sido cometido, apareciendo el pudor y surgiendo la vergüenza de su propia desnudez, que hasta ahora no sentía porque estaba en estado de gracia hasta que sucumbió a la tentación del diablo. El hecho de que parezca estar sentado, y no de pie, como en otras representaciones, viene dado por la propia configuración del canecillo, en ángulo recto, obligando al artista a amoldarse a la forma de la piedra, dando la impresión de estar sentado o en cuclillas, cuando en realidad lo que ha tratado el cantero es aprovechar al máximo toda la superficie tallable del canecillo.(de ahí el efecto resultante)

El Pecado Original. Capitel del claustro de
San Juan de la Peña (Huesca)


            La función didáctica es inseparable del arte románico, cuya cultura es teocéntrica (Dios en el centro del Universo). En una sociedad dominada por nobles y clero y una gran masa de sometidos campesinos analfabetos, la religión, a través del arte en la piedra, ejerce un férreo control ideológico sobre los iletrados campesinos, mostrando las nefastas consecuencias que derivarían al desobedecer, tanto al poder divino (Dios), como hizo Adán, como al terrenal (nobleza y clero), siendo la obediencia el único camino ante Dios para evitar el castigo terrenal y conseguir la salvación eterna. Es decir, sumisión ante el poder: la vía rescatadora que lleva a la salvación de las almas y a la redención, una de las mayores preocupaciones de la masa analfabeta de la Edad Media.

Así pues, cuando volvamos a mirar hacia arriba en la iglesia de San Esteban de Sos del Rey Católico e identifiquemos en uno de sus canecillos la figura de un caganer, no es que estemos ante un guardián del templo, ahuyentador de demonios, sino ante Adán y el Pecado Original, la Desobediencia.




[1]  Fernando López Ríos. Arte y medicina en las misericordias de los coros españoles. Valladolid. Junta de Castilla y Leon, 1991, p. 105; cit. en Fernando Villaseñor,“Obscenidad en el margen”, p.110, en VV.AA. Relegados al margen. Marginalidad y espacios marginales en la cultura medieval. Biblioteca de Historia del Arte, 12, pp. 101-113. C.S.I.C. Instituto de Historia. Madrid, 2009.
[2] Camille Michael.”Manuscript Illumination and the art of copulation”, in Lochrie, Kanna (ed.) Construngting Medieval Sexuality. New York, 1989. Citado en: Villaseñor, Fernando. “Obscenidad…” cit., p.104 , nota 23.
[3]  Ibidem, p.110: nota 71.





BIBLIOGRAFÍA

MONTEIRA ARIAS, INÉS. ”Destierro físico, destierro espiritual. Los símbolos de triunfo sobre el “infiel” en los espacios secundarios del templo románico”, en: VV.AA. Relegados al margen. Marginalidad y espacios marginales en la cultura medieval. Biblioteca de Historia del Arte, 12, pp. 129-142. C.S.I.C. Instituto de Historia. Madrid, 2009.
-RUIZ DE LA PEÑA GONZÁLEZ, ISABEL. " Modelos iconográficos del Pecado Original en el Románico del Noroeste peninsular". XV Congreso nacional de Historia del Arte. Palma de Mallorca, octubre de 2004. Modelos, intercambios y recepción artística, V.1, pp, 159-173. Universidad de las Islas Baleares. Palma, 2008.
-VIDAL GARCÍA, MERCÉ. Representación del Pecado Original en la iconografía románica catalana: Lujuria y penitencia. Trabajo fin de grado.2016-2017. Depósito Digital de la Universidad de Barcelona. diposit.ub.edu › bitstream › TFG_Vidal Garcia, Merce
-VILA-BELDA MARTÍ, FAUSTINA. Imagen y palabra. Los pecados más frecuentes en la iconografía de Castilla medieval.(siglos XI al XV)Tesis Doctoral.U.A.M.Madrid,2016. repositorio.uam.es›handle›vila_belda_marti_faustina
VILLASEÑOR SEBASTIÁN, FERNANDO. “Obscenidad en el margen”, en: Relegados al margen. Marginalidad y espacios marginales en la cultura medieval. Biblioteca de Historia del Arte, 12, pp.101-113. C.S.I.C. Instituto de Historia. Madrid, 2009.

domingo, 2 de agosto de 2020

"PINATENSES" Y "BALLOQUEROS" LOS DE PINTANO

Pintano, ubicado sobre un altozano en el valle de Los Pintanos

En los diccionarios y compilaciones de pseudogentilicios, los habitantes de Pintano aparecen como pinatenses y balloqueros.
El verdadero gentilicio de los vecinos de Pintano es el de pintanense, sin embargo, es muy normal que el vulgo, para referirse a ellos, lo haga como  pinatense.
 Ambos gentilicios suenan muy parecido y significan lo mismo, pero el segundo no está admitido por la Real Academia de la Lengua. “Pinatense”, lingüísticamente hablando, es un metaplasmo (figura de transformación), es decir, una figura de dicción que consiste en alterar la escritura o pronunciación de las palabras sin alterar su significado. Y dentro de las figuras lingüísticas de transformación, en “pinatense” se da una metátesis (trasposición), que consiste en cambiar de lugar sonidos dentro de una palabra, atraídos o repelidos unos por otros, como en este caso la “n” y la “t”.
Es decir, que estamos ante una palabra considerada como vulgarismo, una voz corrompida por el uso y que debe tomarse como una evolución normal del lenguaje popular, como ocurre, por ejemplo, con  croqueta y “cocreta”.
Sin embargo, este pseudogentilicio no es usado contra los pintanenses con fines vituperables, como todos los gentilicios que hemos visto hasta ahora de las Cinco Villas (ver), pues este no es sino una deformación del lenguaje, como ya se ha explicado; así que había que buscar alguno más crítico para los habitantes de Pintano. Y los pueblos colindantes, sobre todo los de Undués-Pintano, debido a la presunción y arrogancia de los pintanenses, optaron por llamarles “balloqueros”, igual que los habitantes de Marracos, Sádaba o Ejea (ver), arrogancia derivada de la altivez y orgullo que exibían ante los pueblos vecinos por tener unas excelentes vistas de todo el valle de Los Pintanos por su privilegiada ubicación en altura al estar construido el pueblo sobre un promontorio, al contrario que sus vecinos de Undués-Pintano, situados en una hondonada del valle.

domingo, 26 de julio de 2020

EL MEJOR MOZO DE ESPAÑA (POEMA)


    Con motivo de la inauguración del recién reconstruido Palacio de Sada, en 1957, la “Revista Aragón” publicó este poema de Jesús Julve dedicado al ilustre don Eduardo Cantivela, presidente de la “FESIT” (Federación Española de Sindicatos de Iniciativa y Turismo) y alma del Sindicato de Iniciativa y Propaganda Turística de Aragón, además de ser un reconocido  fotógrafo y etnógrafo aragonés.


EL MEJOR MOZO DE ESPAÑA

Tras un letargo de siglos,
silencio en glorias pasadas,
hoy han vuelto a repicar
en Sos, alegres campanas.
Anuncio de íntima fiesta
que a todos vientos proclaman
el recuerdo de un gran hombre,
primer monarca de España.

Por eso tiemblan de orgullo
las callejas y las plazas;
han despertado de un sueño
y su alegría contagian
a los muros venerables
de aquel Palacio de Sada,
salvado de ruina y muerte
para gloria de la Patria.

Vuelve a vivir Don Fernando,
desde su natal estancia,
hasta los juegos de niño
y atrevidas cabalgadas,
que hicieron de su persona
el mejor mozo de España.
¡Gran cabalgada la suya,
salvando de la desgracia
a una princesa sin trono…
y a Castilla sin su Dama!
Gracias a su bravo gesto,
la anarquía es dominada,
sellando con matrimonio
lo que fue unidad de España.

Después, el triunfo final
al reconquistar Granada…
…y al ser pequeños los límites,
las carabelas se lanzan
a la locura bendita
que aragoneses financian,
camaradas del buen Rey,
compañeros de su infancia.

Sagaz y audaz en sus actos,
valiente en toda batalla,
perseverante en sus fines
y católico por su alma.

Hoy revive con más fuerza,
cabe los muros de Sada,
la grandeza que hace siglos
tenía en ruinas guardada.

Por eso tiembla el Palacio
al recordar sus hazañas.
Parece que el Gran Fernando
vuelve de nuevo a su casa…
…¡Y suenan los clarinazos…
Y atabales…y campanas…!
¡Aragón es un delirio
de inmortalidad en raza,
porque regresó de nuevo
el mejor mozo de España!


                                                                                    Jesús Julve (Valencia, julio 1957) [1]



[1]  Publicado en la “Revista Aragón”. Julio, Agosto, Septiembre de 1957.

sábado, 18 de julio de 2020

SEGUNDO FESTIVAL "SOS EN VIVO"







            A partir del 18 de julio y hasta el 22 de agosto, se celebrará en Sos del Rey Católico la segunda edición del festival  musical “Sos en vivo”, que nació para paliar el vacío musical dejado en el municipio, en el año 2011, del desaparecido festival “Luna Lunera”, además de presentar y potenciar la riqueza artística y cultural de la villa mostrando sus posibilidades de futuro en la lucha contra la despoblación.
            Del mismo modo que el pasado año, los artistas actuarán en las propias calles del municipio o en emblemáticos edificios de la localidad para, de este modo, acercar más la música al espectador.
            Un elenco de artistas visitará la villa de Sos para deleitarnos con su música y voces, la mayoría de ellos jóvenes músicos, casi todos aragoneses, con una prometedora carrera profesional y musical en la que ya están cosechando diversos éxitos.

Artistas del II festival “Sos en vivo”, 2020.

Daniel Minimalia (18 de julio. Parador de turismo)
         
                Músico independiente, guitarrista y compositor gallego. Con su primer disco “Cuentos Sonoros”, conquistó al público y crítica recibiendo el calificativo de “el Mike Oldfield español”, consiguiendo  una nominación a los premios Hollywood Music Awards. Con su segundo disco, “Arenas de luna”, realizó  su  gira de conciertos-presentación en España  y en  EE.UU, donde obtuvo además varias nominaciones en los premios Hollywood Music Award,  y  finalmente consiguió el galardón  por su exitoso tema “Olas del sur”. En 2016 lanzó su tercer disco:”Origen”. Sin duda, su mejor trabajo hasta el momento, afianzándose  como uno de los referentes musicales del país y también fuera de nuestras fronteras con su nominación al Grammy Latino.
      Rock sinfónico, clásico, flamenco, jazz, “new age”, pop, étnica, folk y hasta música de raíz son algunos de los géneros en los que Daniel Minimalia se mueve como pez en el agua.



Hot Hands (25 de julio. Bar Landa)


       Dúo de dilatada trayectoria musical formado por los músicos aragoneses Joaquín Pardinilla, guitarrista y compositor, con una gran trayectoria en la investigación del folk-rock, la música tradicional y el jazz, y Ernesto Cossío, cantante y guitarrista, de formación clásica especializado en música folk, flamenca, sudamericana, blues, folk y el ragtime (rag).
       Joaquín y Ernesto y su pasión por el blues les ha llevado a versionar en acústico canciones emblemáticas de este estilo musical que popularizaron, entre otros, Muddy Waters o Eric Clapton.




Sara Serena (1 de agosto. Bar Las Coronas)
   
      

                  En este evento musical de “Sos en vivo” no podía faltar nuestra estrella local, Sara Serena.
     Desde que a los 16 años ganara uno de los más exitosos programas americanos de Talent Show, el Aim2Fame, su carrera musical no ha parado de cosechar éxitos. En 2016 lanzó su primer disco: Skyline, cantado en inglés y castellano.
    Con dulce y armoniosa voz, y un timbre de frescura, combina el pop, baladas, ritmos más festeros e incluso jotas. Una hermosa y melodiosa voz que “engancha” a todos los públicos.





Mar Giménez (8 de agosto. Mayor 25)



                Otra joven zaragozana, compositora, pianista y vocalista. Desde niña ya componía canciones inspiradas en artistas como Chavela Vargas y Joaquín Sabina. El pasado año lanzó su última grabación bajo el nombre de “El Loco”. Recientemente ha obtenido la Beca Prodigio de la Fundación Cultural Latin Grammy, que le ayudará a lograr su sueño de obtener su educación musical y una licenciatura en una institución tan prestigiosa como Berklee.
                     Mar, combina distintas raíces latinas con jazz y otras músicas.



Sweet Lorraine (14 de agosto. Bar Rte.Vinacua)

  Sweet Lorraine es un dúo formado por Julio Calvo Alonso a la guitarra eléctrica y Lorena García Embún a la voz y guitarra acústica, ambos con amplia trayectoria artística e integrantes en la actualidad de diversos proyectos musicales.  Han actuado en numerosas salas de Zaragoza y ofrecido conciertos en diferentes localidades españolas.
       Poseen un amplio repertorio de estilos musicales, como el blues, el soul o el country, pero también interpretan canciones de grandes estrellas como Jonny Cash, Etta James, Credence Clearwater Revival, Janis Joplin o Susan Tedesky, entre otros muchos.



 Eva McBel (22 de agosto. Las Cazuelas)


     Joven cantautora zaragozana. Decidió trasladarse a Madrid para continuar con su carrera musical y producir su propio Extended Play (EP). Su primer tema, “The Clock”, se publicó en 2018. Ha realizado numerosos conciertos en salas de Zaragoza y diversas giras. Su estilo, además de propio, podría definirse como folk-pop, acústico.



  



                 Todos ellos serán los protagonistas de unas excelentes jornadas musicales, cuya música y canciones se escucharán por todos los rincones de Sos del Rey Católico durante un mes, anticipando ser todo un éxito dada la alta calidad artística y profesional de los mismos.

**********

NOTA: No hay que olvidar que, dadas las especiales circunstancias en las que nos encontramos debido a la pandemia del Covid-19, habrá que llevar mascarilla y respetar el distanciamiento social obligatorio en todas las actuaciones.

domingo, 12 de julio de 2020

LA PICARESCA Y LOS JUEGOS DE NAIPES EN LA EDAD MEDIA. UNA TABLAJERÍA EN SOS

"Discusión por un juego de cartas", de Jan Steen.

   La profunda jerarquización que existía en la Edad Media en España, con una sociedad dividida entre la élite social (clero y nobleza) y las capas sociales que emergían del pueblo llano, supuso que una buena parte de la población, la perteneciente a los estratos más inferiores de la sociedad, viviese, si no al límite, rozando la pobreza. No se sabe con exactitud qué porcentaje de la población española vivía en la miseria, pero diversos medievalistas coinciden en que este porcentaje fue alto. Como referencia cercana tenemos el fogaje de Sos de 1495, en el que sobre un total de 124 fuegos figuran 24 hogares calificados como pobres, es decir, una proporción del 20% de la comunidad.
        Aunque desde las instituciones se intentó mitigar la pobreza a través de diversas ayudas y actuaciones, el hecho fue que nunca se consiguió atajar y sólo consiguieron estigmatizar, aún más, esta deficiencia social. El pobre, si quería vivir medianamente bien, sólo tenía dos alternativas: retirarse a un monasterio o enrolarse en las tropas del ejército. Pero hubo otros que, lejos de inclinarse por una de estas dos elecciones, optó por una tercera. Y es en este contexto, y en este empobrecido estatus social, donde surge en España la picaresca; y con ella toda una nueva clase social formada por un ejército de vagos y constituida por rufianes, fulleros, tahúres, ladrones, prostitutas, delincuentes y maleantes, cambiando y disfrazando la mendicidad por una actividad lucrativa que acarreó muchos problemas sociales de todo tipo durante muchos años.
            El pícaro no era violento; hurtaba, robaba sin fuerza, defraudaba, engañaba, vivía a costa de los demás… pero si había un terreno en el que se sentía verdaderamente a gusto era en el juego. Hábil, astuto y de fácil verborrea, no dudaba en entrar en las tablajerías, tahurerías o tafurerías (casas de juego) y tabernas, sólo o acompañado de sus compinches, dispuesto a vaciarle los bolsillos a los más ricachones,  imprudentes o despistados.
            Los juegos de azar fueron el gran vicio de la Edad Media. Primero fueron los juegos de dados y más tarde, hacia 1440, con la invención de la imprenta, se introduce en España el más relevante y trascendental de los juegos de azar del momento: los naipes, aunque ya se jugaba con anterioridad a esta fecha, si bien, el soporte de las cartas estaba realizado de otro material (seda y ropas viejas, trituradas y prensadas). Sabemos que hacia el siglo XIII, en la Corona de Aragón, se jugaba a la gresca, juego que daría lugar a la actual “brisca”, y que fue perseguido por considerarse propio de fulleros y truhanes.
    A los naipes jugaba toda la sociedad: pobres, nobles, artesanos, clérigos, moros, judíos, e incluso los reyes. La variedad de juegos era enorme: “ el cuco, matacán, quince, treinta, cuarenta, veintiuna, treinta y una, la carterta, el reinado, la baceta, el tres, el cacho, capadillo, flor, la primerilla, estocada, una envidada, andaboba, pintillas, banca fallida, quinolas, parar, ganapierde, siete y llevar, pichón, sacante, báciga, rentoy, cientos, repárolo, polla, pintas, primera, triunfo, tenderete, cientos vueltos, maribulle, las rifas, … Toda esta variedad de juegos nos da una idea de lo arraigado que estaba en la época los juegos de naipes, constituyendo una actividad que tenia una función social que ocupaba un lugar significativo en la expresión popular y pública de la fiesta, existiendo una total tolerancia sobre el juego de naipes -y sobre todos los juegos en general- cuando servían de entretenimiento para las personas; pero también existían circunstancias que lo convertían en ilícito, como cuando entraban en escena el ejército de personajes antes citados. Tahúres y fulleros se juntaban en las tablajerías y tabernas para hacer “su negocio”, porque ellos jugaban por vicio, no por diversión o entretenimiento.  Burlaban constantemente la vigilancia y control del tablajero, y las blasfemias, peleas, riñas y todo tipo de desórdenes eran constantes, llegando, a veces, incluso al asesinato. A tahúres y fulleros hay que añadirles la presencia de otros pícaros, delincuentes comunes y prostitutas, cada uno “a ver lo que pilla”, o compinchados con los tahúres, y si le añadimos la cantidad de alcohol que se consumía, el cóctel explosivo está servido. Robert Muchembled decía que estas tabernas eran una escuela del crimen[1]. Por otra parte, el juego y las apuestas por parte de un apostante empedernido podía traerle nefastas consecuencias económicas tanto para él como a su familia, independientemente si había sido engañado o no.
 Por todo ello es por lo que estas tablajerías o tafurerías gozaban de muy mala reputación y desde 1283 estaban prohibidas por el Privilegio General de Aragón ("...las tafurerias que seyan desfeytas pora todos tiempos")[2], pero de hecho, esta norma ni se cumplía en los territorios de la Corona de Aragón ni en los demás reinos, por lo que la Corona o las instituciones locales tenían que controlarlo, imponiendo multas, azotes o destierros a quienes infringieran los preceptos legales establecidos. Pero no lo ilegalizaban del todo, porque el control de estos establecimientos representaba una fuente de ingresos considerable para las arcas de la Corona, provenientes del arrendamiento de los locales y de las cuantiosas multas que imponían. 

             En Sos del Rey Católico tenemos conocimiento de la existencia de una tablajería en 1453. En un documento del 27 de noviembre de dicho año los oficiales de Sos arriendan el tablaje de los juegos de la villa durante un año a Martín Morero[3]. En dicho documento se pone de manifiesto la mala reputación que gozaban estos locales y los problemas que en ellos podían producirse al establecer el Concejo de Sos, entre las diversas cláusulas del contrato, que Martín Moreno no consentirá que entre o juegue en el tablaje persona alguna sin que previamente haya dejado el puñal, o cualquier otra arma, en poder del tablajero. Igualmente se establece en el contrato que no consentirá fraude ni engaño alguno en el conteo de las monedas; ni fraude ni marcas en dados y naipes, jugándose exclusivamente con el material proporcionado por el tablajero; evitará el dinero falso… También se establece la cuantía máxima de las apuestas dependiendo de cada juego, el horario en el que puede estar abierto el tablaje y los días del año en los que deberá estar cerrado, generalmente coincidiendo con los días solemnes del calendario católico. En caso de no cumplir con lo pactado, el tablajero será sancionado con importantes multas.
Los jugadores de naipes poseían un lenguaje propio muy diverso: el lugar de juego tenía varios nombres: tablaje o tablajería, palomar, mandracho, coima o leonera; la baraja, la descuadernada, las maselucas o los bueyes; al adicto al juego le llamaban tomajón, tablajero, coimero, garitero, muñidor, portero, abrazador, encerrador, andarríos, cabestro, perro ventor, tahúr de media playa, flor de virtudes, hombre a la mar, compañero de polvo y lodo, jardín de flores, sajes, blanco, negro, vivandero, buscavidas, pringón, voltario, momo, salador, cercenador, danzaire, paloma, tutor, menor, hombre, mayordomo, coadjuntor, moledor, hombre dulce, caballo, sota colmero, buzano, de pesquería[4]
Entre los tahúres, nombre con el que se conoce al tramposo de taberna, además de fullero, florero o coimero, existía una jerarquía muy bien organizada con su propio lenguaje: "al jugador habitual le llamaban pillador; ficante era el jugador profesional y experto en hacer flores o trampas; el cierto era el más audaz en hacer trampas; rufian el que se encargaba de hacer desaparecer cartas marcadas; enganchador el que incitaba a alguien a jugar; y si entre ellos había un jugador profesional lo llamaban entruchón, a quien solían sobornar para que callara. En una escala más inferior estaban los maulladores, que “cazaban” todo aquello en distracción; los modorros, que fingían dormir y se despertaban para jugar con los jugadores más rezagados; los entretenidos o dormilleros, encargados de embaucar a los más adinerados; los pedagogos o consejeros; los apuntadores o guiñones encargados de delatar las cartas del contrario a base de guiños; los prestadores, encargados de llevar las cuentas y las ganancias o pérdidas; los buenos o blancos eran los jugadores inocentes  e inexpertos; el negro era el jugador astuto y profesional, del que siempre estaba pendiente el cierto, con sus respectivos naipes hechos, o sea, dispuestos para el engaño. Todo un completo equipo de “profesionales” de la mentira, fraude y trampa de las que, lógicamente, sacaban su parte de beneficio o barato, que era como se llamaba al dinero; por eso, quien sacaba beneficio, bien por voluntad, bien por coacción e incluso con violencia, se llamaba baratero"[5], de donde surge la expresión “cobrar el barato” que ya vimos en otra entrada del blog.(ver)

Le tricheur á l´as de carreau (El tahúr) Georges de la Tour. Museo del Louvre (París)

Aunque la ambientación no es, evidentemente, en una taberna, en este cuadro de Georges de la Tour podemos ver la escenificación de cómo trabajaban estos pícaros de taberna. Tres personas compinchadas (a la izquierda) contra un inocente joven al que van a sacarle todos los dineros (derecha) El tahúr esconde cartas en su espalda; la sirvienta aprovechará su cometido para ver las cartas al joven y la mujer del centro (una prostituta) dando paso en el juego al tahur y colaborando en el engaño. Actualmente siguen existiendo parecidos personajes para engañar a la gente. Por ejemplo, los trileros.




[1] Muchembled, Robert. Una historia de la violencia. Del final de la Edad Media a la actualidad, p. 85.
[2]  Sarasa Sánchez, Esteban. El privilegio General de Aragón
[3] A.H.P.S. Juan Zareco. P. 400, ff.82-82v. Reg. de Abellá Samitier. Selección de documentos de la villa aragonesa de Sos (1202-1533), doc. 57, p. 90-91.
[4] Podadera Solórzano, E. “Los juegos de azar”. Rev. Arqueología e Historia, nº 20, pp.51-52.
[5] Ibidem. P. 52.





BIBLIOGRAFÍA

-ABELLA SAMITIER, JUAN. Selección de documentos de la villa aragonesa de Sos (1202-1533).  I.F.C. Zaragoza, 2009.
-BLASCO MARTÍNEZ, ASUNCIÓN. "Los judíos de Aragón y los juegos de azar". Aragón en la Edad Media, nº 14-15, 1, pp. 91-118. Universidad de Zaragoza. Zaragoza, 1999.
-MUCHEMBLED, ROBERT. Una historia de violencia. Del final de la Edad Media a la actualidad. Paidós Contextos. Madrid, 2010. 
-PODADERA SOLÓRZANO, ENCARNACIÓN. “Los juegos de azar”. Rev. Arqueología & Historia nº 20 (Pícaros en el Siglo de Oro) Agosto/Septiembre 2018, pp.50-54.
-SARASA SÁNCHEZ, ESTEBAN. El Privilegio General de Aragón. La defensa de las libertades aragonesas en la Edad Media. Cortes de Aragón. Zaragoza, 1984.
-SERRANO MONTALVO, ANTONIO. La población de Aragón según el fogaje de 1495. V.II. I.F.C. Zaragoza, 1977