domingo, 9 de agosto de 2020

¿UN "CAGANER" EN LA IGLESIA?

Canecillo en la iglesia de San Esteban. Sos del Rey Católico
                  El “caganer” es una conocida figura navideña que se coloca en los belenes  de Cataluña. Es una estatuilla de barro de una persona en posición agachada, con los pantalones bajados y defecando. Posiblemente tiene su origen en el período del Barroco (ss. XVII-XVIII), caracterizado por su exagerado realismo, pues es en esta época cuando aparece, y parece ser que simboliza la prosperidad y la recogida de buenas cosechas, pues dicen que el “gaganer”, con sus heces, fertiliza las tierras y campos sembrados.
            En varias ocasiones he oído comentar que en la iglesia de Sos del Rey Católico existía un “caganer”, figura que aparece con relativa frecuencia en la iconografía románica. Efectivamente, en uno de los canecillos frente a los ábsides de la iglesia de San Esteban, bajo la cornisa del muro norte de la sacristía, puede apreciase la figura esculpida de un hombre aparentemente en posición agachada, dando la impresión de estar defecando. Evidentemente, la imagen del "caganer" es muy anterior en el tiempo a la famosa estatuilla  catalana y, eso sí, con un simbolismo completamente distinto al que se le aplica en los belenes, pero, parece ser que, este “caganer” de Sos no es tal, sino que se trata de un personaje veterotestamentario con un claro mensaje hacia la población medieval.
    En primer lugar vamos a centrarnos en su ubicación porque, evidentemente, una figura de este carácter no puede colocarse, por ejemplo, en la entrada del templo.
   El arte románico se caracteriza por una ordenación espacial planificada a conciencia por los maestros artífices. Esta jerarquización espacial se da tanto en las estructuras arquitectónicas como en los grupos escultóricos, en los murales o pinturas y en cualquier otra manifestación artística del período románico.
               Simbólicamente, las diferentes partes y espacios de una iglesia románica están jerarquizadas, y las representaciones escultóricas expuestas en ellos  siguen un riguroso orden de jerarquización dependiendo de su importancia, representando así los mensajes que se querían transmitir a la gente. Por ejemplo, en el exterior, el tímpano de la puerta de entrada sería el emplazamiento más importante en esta escala jerárquica, por ser el lugar más visible y por el que todo fiel debe pasar para entrar en el templo. Poniendo como ejemplo la iglesia de San Esteban de Sos del Rey Católico observamos que en el tímpano de la entrada, uno de los lugares, religiosa y espiritualmente, más importantes, aparece Cristo como figura principal, rodeado por los cuatro evangelistas. Las estatuas columna serían otro de los lugares más destacados; en ellas pueden aparecer santos, vírgenes, reyes, obispos y otras eminencias. En un segundo orden aparecen otra clase de  representaciones variadas, como pasajes de la vida de Cristo, representaciones  de las virtudes y los pecados simbolizando el bien y el mal, imágenes reproduciendo la vida social, laboral, etc… talladas, por ejemplo, en las arquivoltas de los pórticos, existiendo más lugares secundarios y terciarios, tanto en el exterior como en el interior de los templos románicos. 
Y en el último escalafón de esta imaginería jerarquizada de los templos, quedan los lugares menos importantes por estar ubicados lejos de la portada, ser menos visibles, estar semiescondidos..., como pueden ser los canecillos, gárgolas, misericordias, metopas…  En estas relegadas ubicaciones solemos encontramos toda una variedad de personajes marginales o representaciones con connotaciones negativas o muy mal vistas en la Edad Media, como demonios, monstruos, seres diabólicos, brujas, prostitutas, adúlteras, exibicionistas, detalles escatológicos, obscenos, lujuriosos, relativos al sexo, a la homosexualidad, onanismo, la necedad, la sumisión, la cobardía, al erotismo, con un marcado acento perverso y lascivo, etc.., imágenes que no parecen corresponder en la decoración de un templo cristiano en una oscura y represiva Edad Media.
Pero hay que señalar que todas estas representaciones que a nosotros pueden parecernos impúdicas, no lo eran tanto para la plebe de la Edad Media, acostumbrada a una vida dura, donde todo el clan familiar vivía en una misma habitación donde se hacía  y se veía “de todo” y con una moralidad mucho más laxa que la nuestra. Además, no siempre las frívolas escenas tienen que representar el pecado, también existen las que poseen connotaciones de advertencia moral, las que critican satíricamente algunas actuaciones de determinados colectivos sociales, sobre todo de clérigos, las que son usadas como amuletos, contra hechizos o disuasorios del mal, o las que suponen simplemente una realidad cotidiana, aunque fuera de tipo sexual, que el vulgo veía con normal naturalidad.
Pero vamos a centrarnos en los canecillos. Estructuralmente, los canecillos son sillares escuadrados colocados a tizón en la parte superior de los muros de un edificio, bajo la cornisa, cumpliendo la función de soporte de esta. Como los artistas románicos aprovechaban cualquier lugar de la piedra para poder esculpir y exponer sus mensajes, biselaron el extremo exterior de los canecillos- el que sobresale de los muros- para aprovecharlo como lugar donde tallar sus obras. Al estar casi fuera del alcance de la vista y bajo la techumbre, resulta ser el sitio idóneo, a la vez que un tortuoso lugar, donde los allí representados tienen que soportar, como si de un castigo fuera, todo el peso del alero del edificio, alejados del pórtico y completamente al exterior del templo, como si esta ubicación llevara consigo el destierro espiritual de los mismos, a la vez que los allí representados, o las escenas mostradas, encarnan a los pecadores, sobre los que siempre triunfa la Iglesia. 
El estudio de la iconografía de los canecillos es un mundo donde tras los numerosos análisis realizados por muchos investigadores  aún no han hallado respuesta para muchas de estas representaciones. La mayoría de las piezas estudiadas en las iglesias románicas representan condenas y pecados, pero existen otras muchas tallas, representadas generalmente por cabezas, humanas o animadas, mayoritariamente grotescas, a las que los expertos no terminan de encontrar un significado unánime, pero en lo que sí coinciden es en que este significado no es nada positivo.
          Las representaciones plásticas de personas defecando o enseñando el trasero son muy frecuentes en las iglesias románicas, y los estudios sobre estas singulares figuras, y de otras de carácter sexual y erótico, han dado origen a numerosas interpretaciones. Hay quien opina que el caganer representa un cátaro en grotesca actitud, irreverente, anticlerical,...burlándose de la Iglesia Católica en respuesta a la sangrienta persecución sufrida por su comunidad religiosa; otros piensan que tiene un carácter adoctrinador, representando lo que no debe hacerse; otros, que son pequeñas travesuras de los maestros canteros; pero en este sentido hay que decir que los canteros no tenían gran poder de decisión en los temas decorativos, de eso se encargaban los obispos o los donantes de la obra; pero la opinión más generalizada del caganer es la de ser una figura de carácter apotropaico, protectora del templo contra los demonios. 
Una frase atribuida a San Agustín dice: “inter faeces et urinam nascemus” (entre heces y orina nacemos). Independientemente que este Padre de la Iglesia lo dijera o no, lo que sí es cierto que la Iglesia medieval mantuvo una clara repugnancia por el cuerpo y sus funciones excretoras[1], y el Papa Inocencio III veía en los esputos humanos, la orina y los excrementos, la “vil innobleza de la existencia humana”[2] 
Esto es cierto. Entonces…¿Porqué permitía la Iglesia estas obscenas representaciones?
En la crestería de la catedral de León se encuentra un personaje con las manos separándose las nalgas mostrando el ano, siendo éste, desde muy antiguo, un gesto para ahuyentar al diablo.[3]
Caganer con la boca abierta en Villanueva de la Nía (Cantabria)
  La mierda y todo lo infecto (olores, materia, etc) son instrumentos eficaces contra el demonio. De este modo, aunque la Iglesia se oponía a todo lo escatológico, precisamente por ser diabólico, permitía estos caganers,  pues todo lo que sirviera para ahuyentar a Satanás del Templo de Dios era bienvenido, y la m… y los olores lo eran. Además, muchos caganers de los templos románicos están representados con la boca abierta, consiguiendo con ello una doble función apotropaica; en este caso el ruido o grito que expulsa el caganer.
 Con el caganer fuera del edificio, si el diablo intentaba profanar alguna de las tumbas del camposanto exterior de la iglesia o acceder al interior del templo, iba a ser sorprendido, asustado  y repelido por la presencia de algo inesperado, nauseabundo y desagradable. 
Aunque esta es la interpretación más generalizada del caganer románico, nunca sabremos con certeza cuál fue el verdadero motivo que llevó a los escultores a tallar estas figuras escatológicas. Pero ahí están, cual guardianes de los templos. Los podemos ver en una gárgola de la fachada de Sant Iu en la catedral de Barcelona, en San Quirce de los Ausines (Burgos), colegiata de San Pedro en Cevatos (Cantabria), San Martín de Tours en Artaiz (Navarra), iglesia de San Juan Bautista en Villanueva de la Nía (Cantabria), etc… Respecto al resto de imágenes lascivas y obscenas que aparecen en los numerosos templos románicos de nuestra geografía, hay que decir que el Clero fue permisivo en muchos casos porque, de algún modo, contenían cierta dosis de crítica moral y eran consideradas como ejemplarizantes para la sociedad a la que iban dirigidas.

Como se ha indicado al principio de este post, el canecillo de San Esteban de Sos, a simple vista, puede parecer un caganer, porque además está  ubicado en el lugar que le correspondería según la jerarquía iconográfica románica.
La lejanía del canecillo visto desde los pies de los monumentales ábsides, la oscuridad en la que se encuentra, tanto por la ennegrecida piedra por efecto de las lluvias como por la sombra proyectada por el alero, y la erosión sufrida con el paso de los siglos, además de tener el personaje la cabeza cercenada, hace que muchos nos confundamos y veamos una persona agachada en actitud de defecar. Pero con unos buenos prismáticos u objetivo de cámara podemos ver detalles que nos inclinan a distinguir, casi sin duda alguna, la figura de Adán simbolizando el Pecado Original.
La iconografía románica del Pecado Original está compuesta, básicamente, por la escenificación de Adán y Eva, situados uno a cada lado del Arbol de la Ciencia, en cuyo tronco aparece una serpiente enroscada simbolizando al demonio, la tentación. A partir de este básico esquema, existen numerosas variantes representativas.
 En cuanto a las posturas y actitudes de los protagonistas de la escena también es muy variada, pero hay un gesto de Adán que se repite en muchas de las escenificaciones románicas del Pecado Original: su mano derecha colocada en su garganta y la izquierda tapando sus genitales.
Adán con una mano sobre su garganta y la otra tapándose los genitales.
Sos del Rey Católico
En el canecillo de Adán de la iglesia de San Esteban, aun falto de cabeza y bastante deteriorado, puede apreciarse perfectamente cómo la mano derecha de Adán se la lleva al cuello (garganta), mientras que con la izquierda se tapa los genitales, en una actitud y postura prácticamente idéntica a las que podemos apreciar en otras muchas representaciones en numerosos templos románicos; por ejemplo, en la iglesia de San Martín de Frómista (Palencia), claustro de San Juan de la Peña (Huesca), iglesia de San Lorenzo en Vallejo de Mena (Burgos)…, entre otras muchas; sin ir más lejos, podemos volver a ver esta imagen en uno de los capiteles que adornan las arquerías del interior del ábside central de la iglesia superior de San Esteban de Sos del Rey Católico.
El gesto de llevarse la mano al cuello es interpretado, mayoritariamente, como señal de atragantamiento, expresando la maldad del bocado que acaba de ingerir; un atragantamiento moral de pésimas consecuencias para la salud espiritual del género humano, por haber comido el fruto del árbol prohibido (De aquí viene el llamar “bocado de Adán” a la nuez de la garganta de los hombres). La otra mano tapándose los genitales demuestra que el pecado ya ha sido cometido, apareciendo el pudor y surgiendo la vergüenza de su propia desnudez, que hasta ahora no sentía porque estaba en estado de gracia hasta que sucumbió a la tentación del diablo. El hecho de que parezca estar sentado, y no de pie, como en otras representaciones, viene dado por la propia configuración del canecillo, en ángulo recto, obligando al artista a amoldarse a la forma de la piedra, dando la impresión de estar sentado o en cuclillas, cuando en realidad lo que ha tratado el cantero es aprovechar al máximo toda la superficie tallable del canecillo.(de ahí el efecto resultante)

El Pecado Original. Capitel del claustro de
San Juan de la Peña (Huesca)


            La función didáctica es inseparable del arte románico, cuya cultura es teocéntrica (Dios en el centro del Universo). En una sociedad dominada por nobles y clero y una gran masa de sometidos campesinos analfabetos, la religión, a través del arte en la piedra, ejerce un férreo control ideológico sobre los iletrados campesinos, mostrando las nefastas consecuencias que derivarían al desobedecer, tanto al poder divino (Dios), como hizo Adán, como al terrenal (nobleza y clero), siendo la obediencia el único camino ante Dios para evitar el castigo terrenal y conseguir la salvación eterna. Es decir, sumisión ante el poder: la vía rescatadora que lleva a la salvación de las almas y a la redención, una de las mayores preocupaciones de la masa analfabeta de la Edad Media.

Así pues, cuando volvamos a mirar hacia arriba en la iglesia de San Esteban de Sos del Rey Católico e identifiquemos en uno de sus canecillos la figura de un caganer, no es que estemos ante un guardián del templo, ahuyentador de demonios, sino ante Adán y el Pecado Original, la Desobediencia.




[1]  Fernando López Ríos. Arte y medicina en las misericordias de los coros españoles. Valladolid. Junta de Castilla y Leon, 1991, p. 105; cit. en Fernando Villaseñor,“Obscenidad en el margen”, p.110, en VV.AA. Relegados al margen. Marginalidad y espacios marginales en la cultura medieval. Biblioteca de Historia del Arte, 12, pp. 101-113. C.S.I.C. Instituto de Historia. Madrid, 2009.
[2] Camille Michael.”Manuscript Illumination and the art of copulation”, in Lochrie, Kanna (ed.) Construngting Medieval Sexuality. New York, 1989. Citado en: Villaseñor, Fernando. “Obscenidad…” cit., p.104 , nota 23.
[3]  Ibidem, p.110: nota 71.





BIBLIOGRAFÍA

MONTEIRA ARIAS, INÉS. ”Destierro físico, destierro espiritual. Los símbolos de triunfo sobre el “infiel” en los espacios secundarios del templo románico”, en: VV.AA. Relegados al margen. Marginalidad y espacios marginales en la cultura medieval. Biblioteca de Historia del Arte, 12, pp. 129-142. C.S.I.C. Instituto de Historia. Madrid, 2009.
-RUIZ DE LA PEÑA GONZÁLEZ, ISABEL. " Modelos iconográficos del Pecado Original en el Románico del Noroeste peninsular". XV Congreso nacional de Historia del Arte. Palma de Mallorca, octubre de 2004. Modelos, intercambios y recepción artística, V.1, pp, 159-173. Universidad de las Islas Baleares. Palma, 2008.
-VIDAL GARCÍA, MERCÉ. Representación del Pecado Original en la iconografía románica catalana: Lujuria y penitencia. Trabajo fin de grado.2016-2017. Depósito Digital de la Universidad de Barcelona. diposit.ub.edu › bitstream › TFG_Vidal Garcia, Merce
-VILA-BELDA MARTÍ, FAUSTINA. Imagen y palabra. Los pecados más frecuentes en la iconografía de Castilla medieval.(siglos XI al XV)Tesis Doctoral.U.A.M.Madrid,2016. repositorio.uam.es›handle›vila_belda_marti_faustina
VILLASEÑOR SEBASTIÁN, FERNANDO. “Obscenidad en el margen”, en: Relegados al margen. Marginalidad y espacios marginales en la cultura medieval. Biblioteca de Historia del Arte, 12, pp.101-113. C.S.I.C. Instituto de Historia. Madrid, 2009.

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