Un
guardia civil, apedreado por varios jóvenes en Sos, logra ahuyentarlos a
sablazos; pero han tenido que concentrarse allí más fuerzas de la Benemérita.
Zaragoza, 2-04-1934.
Unos cuantos jóvenes apedrearon ayer en el pueblo de Sos a un guardia civil que
iba de paseo, y tuvo la fortuna de que ninguna piedra le hiriese. El guardia
sacó el sable y repartió varios golpes entre los alborotadores hasta conseguir
ponerlos en fuga. El incidente soliviantó los ánimos de los elementos extremistas
del pueblo y, como se temieran sucesos desagradables, se concentró rápidamente
en aquel lugar la Guardia Civil[1].
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