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domingo, 22 de julio de 2018

UN CABALLO CORDOBÉS EN SOS


Caballo cordobés (Foto:Yahoo Noticias)



 Ya en el siglo I d.C se hicieron mundialmente famosas las yeguadas de Alhaken II quien, además de ampliar la mezquita de Córdoba, tenía como hobby la cría de caballos. Poseía 2000 caballos en edificios colindantes a su alcázar junto al río. Posteriormente, Almanzor, aficionado también a los caballos, creó en la dehesa de Alamiriya una yeguada de Córdoba.
Fernando III utilizó caballos cordobeses en la conquista de Córdoba, y los Reyes Católicos crearon un cuerpo de caballería ligera formado también por caballos cordobeses. Felipe II eligió Córdoba como ciudad para construir sus caballerizas, y sus dehesas para criar las yeguas. Carlos I montaba sobre caballos cordobeses. En 1751 las caballerizas de Córdoba sufrieron un incendio, por lo que Fernando VI ordenó reconstruirlas, finalizándose la obra en tiempos de Carlos III, quien colocó sus armas en la fachada. Carlos IV ordenó la creación de dos escuelas de Veterinaria: una en la corte de Madrid y la otra en Córdoba, donde se criaban los mejores y más afamados caballos. En el siglo XIX la cría caballar pasó a depender del Ramo de la Guerra, creándose la yeguada militar en la “Hacienda de Moratalla”, en Hornachuelos (Córdoba)…
Todo esto nos da una idea de la importancia y la fama que tenían, y tienen, nuestros caballos cordobeses.  Y si son tan buenos caballos, ¿porqué no traer uno de estos afamados equinos a Sos? Esto es lo que debió pensar, a principios del siglo XIX, el padre Onofre, rector del colegio escolapio Isidoro Gil de Jaz, en Sos del Rey Católico.
En 1802 el padre Onofre envió una carta a un colega religioso suyo en Madrid para que hiciera llegar la misiva a otro sacerdote muy cercano al rey Carlos IV, expresándole al monarca el deseo de poseer uno de los afamados caballos cordobeses que el rey poseía en el Real Sitio de Aranjuez para llevarlo a la finca que los padres escolapios poseían en Sofuentes. “El cazador”, sobrenombre con el que se conoce a Carlos IV, respondió al P. Onofre mostrándole la intención de regalar al Colegio de Sos uno de sus caballos, de los de mejor linaje y casta raza, pero que tendría que esperar un tiempo, pues tenía que hacer una buena selección.
Dos años después, el 27 de marzo de 1804, el padre Onofre recibe una carta del sacerdote cercano al rey  comunicándole la inminente entrega del corcel, regalo del rey al colegio escolapio de Sos, reseñando que es un buen caballo, de Casta de este Sitio, de seis años de edad, color castaño oscuro, muy manso, de nombre “Labrador” y de un valor entre 15.000 y 20.000 reales, indicándole que un palafranero lo lleva hoy  a entregárselo a su colega religioso de Madrid para que mande a alguien a buscarlo.
“Labrador” estuvo en la Parada que los padres escolapios tenían en Sofuentes hasta el 14 de abril de 1811, fecha en que un batallón de las tropas francesas napoleónicas entró en Sofuentes y arrasó con todo, llevándose a "Labrador" y otros animales más que tenían los escolapios en la finca.






BIBLIOGRAFÍA

-GARCÉS ABADÍA, MÁXIMO. Don Isidoro Gil de Jaz. Fundación Gil de Jaz. Zaragoza, 1994.
En la web:
-Wikipedia. Caballo andaluz





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